Storyteller

Aunque hubiera preferido pasar sus días libres con su nueva pareja, no podía negarse a la petición que su madre le había hecho, mucho menos a la de su futura suegra. Condujo con calma no querido llegar jamás a su destino. Las calles estaban llenas de semáforos y gente de todo tipo. Era muy diferente a San Diego, pero al menos La Florida era una de las mejores ciudades en Estados Unidos. Había aceptado ir a ver otro lugar para llevar a cabo la boda. Tiffany era la que se tenía que encargar de eso, pero con su trabajo en New York, alguien más tenía que hacerlo, al menos por ese día.

Alexander había pasado las últimas semanas pensando en la manera de terminar con Tiffany, quería cancelar todo y por primera vez darse gusto él mismo. Toda su vida la había pasado obedeciendo lo que sea que sus padres dijeran, como vestirse, que música escuchar, que automóvil conducir, que carrera estudiar y con qué persona salir; ahora sólo quería darse su propio placer, ser dueño de su vida y sus propias decisiones.

Se detuvo en un semáforo en rojo, no recordaba porque habían decidido que fuera en Florida, no sabía si había sido decisión de Tiffany o de alguna de sus madres; pero ninguno dijo que no a aquello y ahora él tenía que estar en Floridal viendo jardines para la fiesta, a pesar de que ya los novios ya habían escogido uno.

No seas un cobarde, se decía a sí mismo cada vez que pensaba en Tiffany y su futuro matrimonio, pero luego comenzaba a odiarse por no haberse detenido desde el principio, o antes de proponerle matrimonio a Tiffany.

Alexander se detestaba por lo que estaba haciendo, ella era su mejor amiga a pesar de todo y le dolía no poder decirle la verdad, no podía decirle que siempre se había sentido atraído por los hombres.

No podía dejarla ahora, no ahora, no después de todos sus planes, no después de tantos años y mucho menos después de que Tiffany había tenido la confianza de tener o con él, a pesar de que ella siempre le había pedido que esperaran hasta después del matrimonio.

Había sido difícil intimidar con ella, aunque él había insistido por años con la esperanza de que en ese momento pudiera darse cuenta de que el o con una mujer era igual de bueno, o mejor, que con un hombre. Su gran error. Después de haber estado con Tiffany se sentía devastado, se sentía como un completo idiota por haber hecho eso con su mejor amiga, por haberle hecho eso a ella. No la iba a dejar, iba a ser el mejor esposo del mundo, el mejor padre y la iba a hacer feliz por el resto de su vida.

Bajo de su automóvil y entro en el lugar, Clara Hwang y su madre, Rachel Bell, estaban deambulando por el lugar observando cada detalle.

Alexander saludo a cada una de ellas.

"¿Qué te parece el lugar?" Preguntó Rachel.

Alexander volteó a ver su alrededor y luego a su madre. Ella era una mujer alta y cabellera castaña, siempre tan elegante como su gran apellido prestigioso se lo permitía.

"¿Creen que le guste a Tiffany?" Preguntó Alexander tratando de dejar la decisión en manos de las mujeres.

"Lo amará" contesto la señora Hwang.

A diferencia de la madre de Alexander, la señora Hwnag era humilde, siempre se había mostrado sencilla en su forma de vestir y hasta en el automóvil que conducía, a pesar de que era parte de una de las mejores familias de esa ciudad.

"Bien, entonces que así sea" dijo Rachel y comenzó a caminar rumbo a la oficina.

La señora Hwang sonrió alegre de saber que pronto su hija estaría casada con un buen hombre, con un futuro doctor y con alguien que la había respetado desde el principio de su relación amistosa.

"Vamos" dijo Clara antes de seguir a la madre del doctor.

Ambos entraron a la oficina del lugar y tomaron asiento junto a Rachel que ya estaba hablando con la persona correspondiente p