Sehun decidió aparcar la caravana y dejar de lado el volante. Iban bien de tiempo, y no haría falta estar conduciendo día y noche para llegar hasta el lugar donde sería el eclipse. Después de cenar y ducharse, los dos se acostaron en sus respectivas camas y decidieron disfrutar de un poco de tranquilidad.

Sin embargo, a los cinco minutos tanto Luhan como Sehun tenían los ojos abiertos e incapaces de cerrarlos. Estar tan lejos y a la vez tan cerca de sus hermanos les hacía sentir emocionados a la vez que tristes. Toda esa mezcla de emociones les hacía imposible dormir.

-¿Qué? ¿No puedes dormir?-preguntó Luhan.

-Qué va…-dijo Sehun, sentándose en su cama y encendiendo la bombilla que había al lado de él.

Los dos chicos se sentaron y se miraron. No tenían ganas de dormir. Y a esas horas de la noche tampoco es que hubiera tantas cosas por hacer.

-¿Quieres que te cuente cómo nos fue nuestra estancia en este planeta?-dijo Luhan.

-¡Cuenta, cuenta!

-Perfecto. Pero ni se te ocurra interrumpirme.-dijo Luhan con una sonrisa.

No sabemos exactamente cómo llegamos. Sé que viajamos en forma de meteorito, así que supongo que la gravedad de esta Tierra nos atrajo, y terminamos chocando contra la superficie. Lo primero que recuerdo fue abrir los ojos y ver verde, mucho verde. Todo a nuestro alrededor era verde, excepto el cielo, el cual tenía un azul cian muy claro, nunca visto por nosotros antes. Más tarde nos enteramos que habíamos caído en un bosque.

El sitio donde estábamos los seis era un gran cráter, formado supongo por el impacto de nosotros como meteorito contra la tierra. Cuando me desperté, empecé a despertar al resto de nuestros hermanos.

Uno a uno se fueron levantando, y al ver el lugar en el que estábamos se quedaron igual de confundidos que yo.

-Kris… ¿Dónde estamos?-dijo Tao.

-Supongo que esto será la Tierra. Es increíble… La realidad supera con creces las imágenes que nos mostró Baekhyun…

Así que empezamos a movernos por aquel lugar. Y pronto nos encontramos con el primero de los problemas que afrontamos como nuevos seres humanos. Bueno, “seres humanos”.

-Chicos, me duele bastante la barriga…-se quejó Tao.

-Sí, a mí también…-dijo Chen.

Nos aterramos bastante. No saber la razón por la cual sentíamos ese dolor nos ponía todavía más nerviosos, y por más que buscábamos no encontrábamos manera de sofocarlo.

De repente, Lay percibió un olor y giró su cabeza hacia la fuente de aquel aroma tan delicioso. Uno de los árboles tenía unos frutos colgando, y olían tan bien que Lay estaba tentado de meterse uno a la boca. Y bueno, ya sabemos que Lay no piensa las cosas dos veces. Pronto acabó con los frutos del árbol.

-Lay, ¿qué haces?-le pregunté.

-¡Esto es increíble! ¡Ya no me duele la barriga!

Fue decir eso y que el resto de nuestros hermanos miraran a los frutos que tenían alrededor con otros ojos. No tardaron en devorarlo todo, frutos de todos los tamaños y colores. En menos de diez minutos no quedaba nada.

-Bueno, empezamos con buen pie nuestra estancia en la Tierra.-dijo Lay, incapaz de moverse por todo lo que había comido.

-Sí… ¿Dónde estarán nuestros hermanos?

-Ya los encontraremos.

Pero había algo que no estaba bien. Como bien sabes, siempre he sido bastante consciente de todo lo que pasa alrededor, dándome cuenta de las cosas que pasan antes que nadie. Buen oído, buena vista, llámalo como quieras. Lo importante es que sentía algo raro.

Era como un zumbido. Apenas audible, pero estaba allí. Intenté ignorarlo, pero el zumbido seguía y seguía, y la sensación de que no era algo bueno seguía también. Al final, decidí hacer caso de mi instinto y aprovechando que los chicos estaban hablando entre ellos y no me estaban prestando mucha atención decidí averiguar qué era ese sonido.

Pasé por encima de ramas caídas, esquivé telas de araña (qué cosa más asquerosa), y al final llegué hasta la fuente de aquel zumbido, ahora amplificado. Ya no era un zumbido, sino un sonido muchísimo más fuerte, ensordecedor.

Pude ver a unos animales de metal entre los árboles. Eran enormes, amarillos, y respiraban por un orificio. No debían estar muy sanos, porque el aire que salía de ellos era grisáceo, y olía muy mal. Y algo que me sorprendió de esos animales era que cada vez que caminaban hacia atrás con sus grandes patas redondas, hacían un pitido. “Pi pi pi pi pi…”

Pensaba acercarme más para verlos de cerca, pero me detuve en seco. Vi cómo uno de esos animales levantaba sus patas delanteras y arrollaba con los árboles que tenía ante sí. Los tumbaba con la misma facilidad que tú y yo tumbaríamos una pluma. Tenían una fuerza descomunal, y no se paraban ante nada. Y si seguían tal y como iban, no tardarían en llegar hasta donde estábamos nosotros.

Asustado, empecé a correr, hasta llegar a donde estaban mis hermanos.

-¡Chicos! ¡Unos animales de metal vienen hacia nosotros! ¡Son tan fuertes que hasta tiran los árboles al suelo!

-¿Animales de metal? ¡Yo eso quiero verlo!-dijo Tao, echando a correr por la senda por la cual yo había venido.

-¡Tao, no!-intenté detenerlo, pero fue imposible. Encima, el resto decidió seguir a Tao, así que me quedé pasmado en aquel lugar.

-¡Volved aquí!

Enseguida llegamos a aquel lugar. Los animales amarillos arrasaban sin problema con los árboles, y verlos desde la distancia a la que nos encontrábamos nosotros ya daba miedo. Pero claro, verlos desde la distancia no es suficiente para Tao. Algún día este chico nos mataría del susto…

-¡Tao, no te acerques!

No. Él no hace caso.

De repente, un gran árbol que estaba justo enfrente de nosotros hizo un ruido espantoso, como si se estuviese rompiendo, y empezó a vibrar. Pronto, la vibración se transformó en una sacudida, y empezamos a ver cómo el árbol se nos venía encima.

-¡Corred!-grité.

Tao estaba bastante más cerca del peligro que el resto de nosotros, así que al ver ese tronco casi mil veces más grande que él, se quedó paralizado en el sitio. Xiumin, al verlo corrió, a riesgo incluso de su propia vida, para quitar a Tao del medio. Lo consiguió, por muy pocos metros.

-¡Tao! ¿Estás bien?

-No sé… Me duele mucho el tobillo…

Y debía ser verdad, porque lo tenía hinchado. Bastante. ¡¿Qué clase de lugar era este?!

-Chicos… Mirad…

Era un fenómeno que nunca habíamos visto. El color del cielo estaba cambiando, de azul a naranja, y luego a violeta y a azul más oscuro. Nunca habíamos visto eso en el planeta EXO. El problema es que la temperatura también empezó a bajar…

-Kris… Tengo frío…-dijo Lay.

-Y yo…-dijo Xiumin sin apenas voz.

-Me duele el tobillo…-murmuró Tao.

Podía ver que a Kris le faltaba poco para volverse loco. Y tampoco le culpo, ser el líder es una gran responsabilidad…

-Bueno, vamos a ver… Primero, vamos a refugiarnos en algún lado, porque con este viento es peor…

Tras caminar mucho encontramos un agujero en una montaña, que resguardaba del frío y del viento. Algo que los humanos llamaban “cueva”. Decidimos hacerla nuestra nueva casa, porque era lo suficientemente grande como para que cupiéramos los seis, y cerca de allí teníamos todo lo que necesitábamos para sobrevivir: comida, agua de un río que había cerca, etc.

Aún así, la vida en la Tierra no era fácil. Debíamos estar siempre en movimiento. Eso requería que escalásemos árboles, paredes de piedra… Y no fueron pocas las veces que nos enfrentamos a animales salvajes. Los arañazos, golpes y cicatrices de nuestro cuerpo no eran pocas. Se suponía que habíamos venido a este planeta a por una vida mejor, pero lo más que habíamos hecho era sufrir.

Habíamos incluso tratado de hablar con los humanos, pero solo trajo más problemas. No dijeron no se qué de brujos y algo más, y empezaron a lanzarnos cosas, así que decidimos dejar lo de tratar con los humanos para más adelante.

Un día empezó a llover muy, muy fuerte, y el cielo se iluminaba cada pocos segundos.  Tras la luz, si esperábamos un poco, oíamos un retumbar muy fuerte. Cuando salimos lo más que pudimos de la cueva sin mojarnos, vimos cómo en el cielo unas líneas brillantes cortaban el cielo, y llegaban hasta el suelo. Era impresionante, a la vez que terrorífico.

-¿Qué serán?-dije yo.

-Chicos…

Estaba pasando algo muy raro. De las manos de Chen salían luces como las de fuera, pero mucho más pequeñas. Apenas se notaban, pero si te fijabas bien, podías ver la energía recorrer su cuerpo. ¿Qué estaba pasando?

-Me estoy asustando mucho…-dijo Chen casi llorando.

-No te preocupes… Estoy seguro de que hay una explicación perfectamente lógica para eso…-dijo Kris.

¡BRAAM! Justo delante de la cueva había caído una luz de esas, gigantesca. Y era diferente al resto. No sabíamos por qué, pero nos daba muy mala espina… Puede que la persona encapuchada que había quedado donde había caído la luz tuviera algo que ver…

-Buenas, chicos de EXO.-dijo la persona quitándose la capucha. En una de sus manos sostenía un cetro, con una calavera en el extremo. No tenía pinta de ser muy amigable.- He venido porque tenéis algo que le pertenece a mi padre, así que necesito quitároslo.

¿Quitarnos algo? ¡Pero si nosotros no tenemos nada más que nuestra ropa! ¿Qué nos puedes quitar?

Esa persona levantó su cetro, y me lanzó  una de esas luces. El dolor era insoportable, y notaba cómo todo dentro de mí se rompía. ¡¿Qué era eso?!

-Ah, es verdad. Qué tonta soy, se me ha olvidado presentarme. Me llamo Muerte. He venido a quitaros los rayos, y si acaso otra cosa más.

¿Los rayos? ¿Qué es un rayo? Nosotros no tenemos nada que se llame rayo— Oh, espera un momento. ¿Y si lo que sale de las manos de Chen es lo que llama “rayo”? ¿No es lo mismo que tiene ella? ¿Para qué lo quiere?

-¡Chen! ¡No dejes que te de!-grité con todas mis fuerzas. Tenía la sensación de que si le daba, todo estaría perdido.

Aunque mi aviso llegó un poco tarde. Muerte levantó su cetro y dirigió un rayo hacia Chen, que tan pronto como le dio se quedó en el suelo, sin poderse mover.

-Uno menos…

-¡¡NOOO!!-gritamos todos.

Muerte siguió lanzando rayos. No podíamos hacer nada. No podíamos luchar. Cada vez que nos daba uno, perdíamos todas nuestras fuerzas… Pronto todos estábamos en el suelo, y todo parecía perdido.

Sin embargo, pasó algo que no nos esperábamos.

Chen se sentó, y miró a Muerte. Luego levantó su mano, y apuntando hacia ella dejó salir toda la energía que tenía dentro de él.

Le lanzó un rayo a Muerte.

Era impresionante. La cueva se iluminó por completo, tanto que tuvimos que mirar hacia otro lado para que la luz no nos cegara. Chen logró ponerse de pie, y siguió lanzándole rayos a Muerte, la cual estaba tan confusa que no lograba reaccionar.

Un rayo. Y otro. Y otro. Pronto Muerte no tenía escapatoria, y Chen estaba como si nunca le hubieran atacado. Con más fuerza que nunca.

-¡Vete! ¡Y no vuelvas!-gritó Chen.

Y tal y como le había dicho, Muerte se pasó la capa por encima y desapareció. Tan pronto como vimos que estábamos a salvo, corrimos todos (como pudimos, claro) hacia Chen.

-¡Chen! ¿Cómo has hecho eso?

-No… No sé…

-¡Ha sido impresionante!

-¡Nos has salvado a todos!

-Eh… Tampoco es para tanto,..-dijo Chen, quien se estaba empezando a ruborizar.

Sin embargo, nuestra alegría nos duró poco. Al mes siguiente, Muerte volvió a aparecer, y esta vez, Chen no pudo usar sus poderes. Nunca pudo usar sus poderes después del primer día. Simplemente salían rayitos de sus manos, pero nada más. Así que indefensos como estábamos, no fue muy difícil para Muerte reducirnos uno a uno. Lo último que recuerdo fue caer al suelo, doliéndome todo, y perder la conciencia.

-Lo siguiente que recuerdo fue despertar en aquella celda, y al ver que estaba abierta empecé a correr.

-Wow… Habéis pasado por mucho…-dijo Sehun.- Nosotros tuvimos más suerte de encontrarnos con Sarang.

-Y dale. ¿Quién es Sarang? Ilumíname un poco.

-Igual que vosotros, caímos en forma de meteorito en la otra Tierra. Pero nosotros no tuvimos que arreglárnoslas por nuestra cuenta. Una humana, Sarang, nos encontró y nos acogió en su casa, y nos enseñó cosas sobre el mundo humano. ¡Nadie sospecha que vinimos de otro planeta!

-Oh… Qué suerte habéis tenido…

-¡Ya verás cuando la conozcas, te va a caer muy bien!

-¿Cuándo la conozca?

-No pretenderás que nos quedemos aquí… Puestos a elegir, mejor vivamos donde tenemos una casa…

-Tenemos que aprender tanto…-dijo Luhan.

-Y lo haréis. Pero no aquí. Venga, vámonos a dormir.

Al día siguiente, Luhan y Sehun llegaron a un gran desierto. Les llevó prácticamente todo el día cruzarlo. Sin embargo, cuando iban a salir, Sehun paró en seco.

-¿Qué pasa?-dijo Luhan.

-Siento… Siento algo…

Luhan sacó el telescopio y empezó a mirar. No, alrededor de ellos no había nada. Pero él también sentía algo. ¿Sería Muerte? No, era diferente. ¿Entonces qué era?

-¡Luhan, mira!-dijo Sehun apuntando al cielo.

El sol había empezado a ocultarse tras la Luna, dando comienzo al eclipse.

-¡Lo hemos conseguido!-dijeron los dos al unísono.

-¿Y ahora cómo subimos?

-Eh… No estoy muy seguro…

Sehun decidió cerrar los ojos para poder pensar mejor. Sentía que delante de él había un camino, pero no podía verlo. Si daba un paso con los ojos cerrados, sentía cómo se elevaba. Pero si intentaba dar el paso con los ojos abiertos, no había nada.

-Luhan, cierra los ojos.

-¿Eso a qué viene ahora?

-Tú hazlo.

Así que lo hizo. Y al igual que Sehun, sintió un camino ante él. Pero si abría los ojos, no había nada.

-Dame la mano.-dijo Luhan.- Si tenemos que caminar a ciegas, no quiero que te me pierdas…

-Ya no soy un niño…-dijo Sehun dándole la mano a Luhan.

Así los dos hermanos subieron por ese camino, rumbo al eclipse. Sehun intentó abrir lentamente un ojo una vez que habían subido un poco, pero al levantar el párpado notó que la gravedad tiraba de él hacia abajo, así que volvió a cerrar los ojos. Aún así, había logrado ver que estaban caminando en el aire.

Mientras tanto…

-¡Suho-hyung! ¡Mira lo que he encontrado!

Suho dejó de mirar a su libro para prestarle atención a D.O. Llevaban varias horas buscando algo que les diera una pista del porqué del ataque de Muerte y sus hermanas. Y no habían encontrado nada. Hasta ahora.

En el principio de los tiempos, cuando no existían ni las estrellas, ni los planetas, había nada. En esa nada luchaban dos fuerzas: el bien y el mal.

Al principio sus luchas eran pequeñas, no tenían mucha repercusión. El mal molestaba al bien, y éste se defendía, pero todo quedaba en una pelea sin importancia. Mientras ninguna de las dos fuerzas sobrepasase a la otra, todo iba bien. Pero un día, el bien y el mal empezaron a pelear de tal forma que estalló una guerra.

Las batallas fueron tales que hicieron saltar por los aires a la nada. De los restos de aquella nada aparecieron moléculas como el hidrógeno o el carbono. Poco a poco, esas moléculas se fueron juntando. Aparecieron estrellas, planetas, cometas, nebulosas... Y con el paso de los años, aparecieron formas más complejas, capaz de realizar funciones vitales, hasta el punto de evolucionar en formas inteligentes.

¿Y qué paso con el bien y el mal? Ya no había “nada”, así que si peleaban con sus formas originales lo destruirían todo. Así que por primera vez en la historia, el bien y el mal llegaron a un acuerdo: las dos fuerzas dividirían sus poderes, de manera que abarcaran todo el universo. No habría ni un solo cuerpo, ni un solo ser sin parte de bondad ni de maldad. En proporciones diferentes, pero debería tener las dos fuerzas.

Sin embargo, dividirse así no ocupaba todo el universo. Sobraba mucho poder, así que las dos fuerzas, para intentar que sus batallas no dejaran impacto en el universo, adoptaron unas formas menos poderosas, pero igual de manejables que sus originales.

El bien, el cual sentía devoción por la raza humana, adoptó forma de mujer. Después de vagar años por el universo, decidió quedarse en un sitio, y se instaló en un planeta llamado EXO. Del mal nunca se supo lo que fue de él.

-¿¡EXO!?-dijo D.O sorprendido.

-Shh, calla, que quiero seguir leyendo.

Pero el bien se encontró con un problema. El poder era demasiado para un cuerpo mundano. Simplemente un poco hacía que el cuerpo del bien se convirtiera en lo que los humanos llaman “dioses”. Necesitaba otra forma de vida que pudiera soportar bien el poder, y al mismo tiempo que pudiera resistir los ataques del mal. Así, de una semilla de bondad, nació el Árbol de la Vida: un árbol de hojas coloridas y grueso tronco, con raíces en lo más profundo del planeta EXO.

-¡El árbol que vi en mis sueños!

-¡D.O, que te calles, que quiero seguir leyendo!

Pasaron siglos, millones de años, y el universo vivía en un perfecto equilibrio. Sin embargo, el mal no estaba contento con el equilibro. En su ansia de poder, atacó al Árbol de la Vida para ser un ser todavía más poderoso, si es que eso podía existir. Así empezó una gran guerra, la mayor de todas las que ha habido hasta ahora.

Esa guerra duró millones, millones de años. El planeta EXO pasó de ser un gran vergel a un desierto. Tras incansables luchas, el bien consiguió ganar. Pero con miedo de que el mal volviera a atacar el Árbol de la Vida, decidió dividir el poder una vez más, y esta vez de manera que se pudiera defender.

Así nacieron los únicos habitantes que tuvo el planeta EXO. Doce chicos, cada uno con un poder correspondiente a los doce del árbol de la vida. Fuego, aire, agua, tierra, luz, teletransportación, telequinesis, vuelo, control del tiempo, hielo, electricidad y curación. Junto a ellos, la Vida permanecía a su lado y los protegía.

Fuego, pues es necesaria para que un planeta pueda albergar vida. Es un elemento juguetón, alegre. Sin fuego, no habría calor, y entonces las diferentes especies no podrían haberse desarrollado. El fuego es lo que le da vida a las estrellas, al interior de los planetas. El Fuego es un elemento del bien.

Aire, pues sin aire, las diferentes especies animales y vegetales no podrían vivir. El aire incluso forma planetas, los denominados planetas gaseosos. Es un elemento caótico, incapaz de estarse quieto. Sin embargo, el aire es el que transporta el sonido. Sin aire no habría seres vivos, no habría música, el universo estaría muerto. El Aire es un elemento del bien.

Tierra, porque sin la tierra, no habría planetas capaces de albergar vida. La tierra es un elemento primordial para los planetas y satélites. La tierra es símbolo de tranquilidad y madurez. Sin tierra, no habría vida. La Tierra es un elemento del bien.

Luz, porque sin la luz el universo sería un lugar oscuro, triste. La luz es ese elemento veloz, capaz de surcar el universo de una punta a otra. Al igual que el fuego, la luz es un elemento alegre, con una gran resistencia. Sin luz no habría colores, no habría imagen. La Luz es un elemento del bien.

Teletransportación, pues el bien es omnipresente, y tiene la capacidad de estar en varios sitios. Este elemento actúa sin pensar, pues la velocidad de sus acciones sobrepasa a lo que le lleva meditar sobre sus acciones. Sin la capacidad de estar en todas partes, el bien no podría llegar a todos las partes del universo. La Teletransportación es un elemento del bien.

Telequinesis, pues sin la capacidad del movimiento, el universo sería estático, sin cambios. Este elemento es activo, alegre.  Sin movimientos no habría estaciones, ni día y noche. Sin movimiento no habría vida. La Telequinesis es un elemento del bien.

Vuelo, porque para desplazarse de un lado a otro no se puede hacer siempre a la velocidad de la luz. Volar significa pararse a admirar el paisaje, a meditar. Por esto, es símbolo de madurez y de meditar sobre las distintas opciones. Sin el vuelo no habría desplazamientos, por lo que no habría relación entre las distintas especies de seres vivos. El Vuelo es un elemento del bien.

Control del tiempo, pues tiempo lo es todo en el universo, ya que implica movimiento y continuidad. El tiempo hace que todo quede atrás, y que haya tanto por hacer. Es un elemento activo, incapaz de detenerse. Sin tiempo no habría ahora, ni antes, ni después. El Tiempo es un elemento del bien.

Hielo, porque no todo es calor para que pueda haber vida. Si sólo existiera el fuego, el universo se consumiría a sí mismo. El hielo mantiene la temperatura equilibrada, junto con el fuego. Contrariamente a lo que se cree, el hielo no es un elemento de carácter frío. El hielo es alegre y suave, igual que los copos de nieve cayendo, y es muy ordenado, tal y como es el hielo. Sin hielo, el universo sería un lugar bochornoso. El Hielo es un elemento del bien.

Electricidad, porque crea vínculo. Conecta a las cosas. Éste es el único elemento que comparten el bien y el mal. Sin embargo, la electricidad del bien no hace daño, sino que da energía. Al ser un elemento también del mal, la electricidad buena es bastante bromista. Aún así, a la electricidad del bien no le gustaría ver nunca a nadie sufrir. Sin electricidad no habría energía, y sin energía la propia existencia del universo no sería posible. La Electricidad es un elemento del bien.

Curación, y éste es quizás el elemento que más define al bien. La curación significa vida, arreglar todo para empezar de nuevo. Es el elemento más puro, por lo que es muy inocente y bueno. Sin curación, no habría vida. La Curación es un elemento del bien.

Al principio, la vida en el planeta EXO, a pesar de las circunstancias, era alegre. La personificación del bien, la reina Vida, cuidaba de los doce pequeños, enseñándoles a caminar, hablar, y a usar sus poderes, siempre temerosa de que un día el mal regresase para reclamar lo que no pudo conseguir la última vez.

Y fue mucho antes de lo que Vida se esperaba. En apenas 23 años en el sistema humano, el mal volvió, y nuevamente estalló una guerra en EXO. Las dos fuerzas luchaban con todo su poder. Luces negras y blancas cubrieron el cielo, e incluso llegaron a partir la estrella principal de EXO en dos.

-¡¡HISTORY!!-gritaron D.O y Suho al unísono.

EXO ya no era un planeta seguro. Estaba en ruinas. Aprovechando que el mal estaba debilitado, Vida separó a los chicos en dos grupos, y tras quitarles sus recuerdos, los mandó lejos, para asegurarse de que el mal no los encontraba nunca. Ella quería que sus “hijos” tuvieran una vida tranquila, no una guerra constante. Por ello los envío a diferentes universos, para que el mal lo tuviera más difícil para encontrarlos.

Allí acababa el capítulo del ese libro de historia dedicado a EXO.

-Y ahora... Nos ha vuelto a encontrar...-dijo Suho, tras cerrar el libro.

-Y esta vez, la batalla se disputará en la Tierra... ¿Qué hacemos, hyung? ¡La última vez esa estúpida guerra se cargó nuestro planeta! ¡Y esta vez, el planeta no está deshabitado! ¿Y si pasa lo mismo?-dijo D.O, en pánico.

-No pasará nada.-dijo Suho levantándose.- Nosotros no permitiremos que pase lo mismo que en EXO.

-Ya pasó una vez, y no lo pudimos impedir. ¿Por qué iba a ser diferente ahora?

Suho miró al suelo, pensativo. Por una parte, D.O tenía razón. No se habían vuelto más poderosos ni más sabios en el poco tiempo que viajaron por el universo. Pero por otro lado, no podían rendirse sin intentarlo. Eso nunca.

-Me parece impresionante que las descripciones del libro de los elementos del bien se parezcan tanto con nosotros. O por lo menos con Chanyeol, Baekhyun y Kai...

-Los elementos somos nosotros, así que es normal que se parezcan a nosotros. Bueno, lo primero es volver a casa...

Dicho esto, Suho y D.O vieron cómo el cielo empezaba a oscurecerse. Al mirar hacia arriba, observaron a la Luna cubriendo al sol.

-¡Suho, di “lo primero es que llueva dinero del cielo”!-dijo D.O, emocionado.

-Anda, calla... Volvamos a casa. Todo el mundo debe enterarse de lo que hemos descubierto.