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Actualización doble.

Yerin quiso detener a ambos abogados quienes discutían ajenos a lo que sucedía y explicarle a Eunbi que no se había quitado el anillo queriendo, sino que lo había perdido. Lo que también era horrible, ya que no se lo había quitado en los más de dos años que llevaban casadas.

—Disculpad. —interrumpió Eunbi la discusión de los abogados—Licenciada Neer, no estoy de acuerdo con la cláusula de los bienes materiales porque quiero que Yerin se quede con todo lo que pudimos adquirir durante nuestro matrimonio, que no es mucho. La camioneta, la casa y los muebles. No me molesta nada de eso. —dijo fríamente.

Sus parpados se abrieron con sorpresa, recordaba lo que había mencionado su esposa sobre la casa anteriormente, pero ahora que Eunbi lo volviera a decir con aquel tono tan frío y saber que tampoco quería quedarse con nada de lo que habían comprado juntas la hizo confundirse y sentirse triste.

—No me quiero quedar con la casa. —Aclaró Yerin con un tono de voz casi inaudible.

Rebecca Neer le miró asombrada al mismo tiempo que anotaba en un papel dentro del folio lo expuesto por ambas. Eunbi miró ansiosa su reloj mientras que con la otra mano pasaba sus dedos por una de sus cejas.

—Bueno, creo que esto cambia un poco las cosas. —Apuntó Rebecca.

—¿Estás segura Eunbi? —Preguntó Richard Fields observando a la castaña.

—Sí. —murmuró la ex soldado.

¿Por qué Eunbi no quería quedarse con la casa? No lograba entenderla, recordaba con nostalgia cómo la castaña había estado tan emocionada por la casa desde que la visitaron por primera vez para decidir si la comprarían. En aquellos días la castaña había planeado el color de cada habitación, dónde ubicarían la cama, cuál sería la habitación de... Los niños...

Cerró con fuerza sus ojos para evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Podía recordar cómo desde muy jóvenes, ambas habían soñado con tener hijos. Fue tan natural que Yerin ahora se asombraba de que a sus diez y siete años hubiera planeado casi toda una vida junto a Eunbi, le sorprendía porque el destino les había cambiado de dirección todos y cada uno de sus planes.

Cuando la arquitecta comenzó el proceso de inseminación artificial, sabiendo que al primer intento podrían no conseguirlo, Eunbi le había dicho que lo intentarían hasta que ella se sintiera segura y que no forzarían nada. Fue una hermosa sorpresa que tiempo después Yerin quedara embarazada de Noah en el primer intento.

—Cláusula sobre protección y beneficios de salud para ambos padres. —Habló Rebecca Neer sacándola de sus memorias.

—Aceptaré lo que desee Yerin. —Habló nuevamente Eunbi manteniendo su tono frío antes de que la conversación se prolongara.

Yerin observó sorprendida a su abogada quien firmó en silenció esperando una respuesta de la rubia. Ella se encontraba confundida con cada término del divorcio, sentía que una parte de su corazón se partía a la vez.

—No los quiero. —Dijo la arquitecta.

Eunbi asintió en silencio, mientras se mordía el labio inferior. Yerin se preguntó cuántos minutos más pasaría en aquella irreal situación. Decidiendo todos los detalles de unos documentos que en poco tiempo anularía el matrimonio que siempre había soñados.

***

Había decidido irse en metro antes de salir corriendo de la oficina donde se había efectuado la reunión. Dejó las llaves sobre la mesa para que su esposa entendiera que ella debía llevarse la camioneta e ir en busca de Noah a la casa de sus padres.

Ni una sola palabra salió de su boca, sus pies comenzaron a correr hacia la estación del metro y cuando se dio cuenta ya estaba esperando por el vagón. Se cubrió el rostro con ambas manos.

¿Cómo había permitido que todo llegara hasta ese punto? ¿Cómo una simple llamada había cambiado toda su vida?

Mientras la vista de los edificios de la ciudad pasaba con velocidad por sus ojos a través de la ventana del tren, rememoró cómo si fuese el día anterior, que le había comprado el anillo de compromiso para Yerin y luego la siguiente vez que ambas fueron sl mismo lugar para elegir las alianzas de oro para la boda.

La voz que anunciaba la parada revotó en sus tímpanos logrando tensar todos sus músculos. Aún no quería ver a Yerin, no quería seguir enfrentando a la mujer que había decidido terminar su relación.

Sus pies comenzaron a caminar pesadamente por las cuadras que