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27 de Junio, 2016. Boston - USA.

—Cariño... Feliz cumpleaños mi amor. —susurró la rubia acariciando la mano izquierda de su esposa.

Yerin cerró los ojos volviendo a pedir a todos los dioses y el universo que Eunbi abriera sus ojos. Cada día perdía más la esperanza, cada noche se recriminaba el ser tan débil en esa situación. Sentía que no podría soportarlo por mucho tiempo más. Lloraba al saber que su esposa dependía de todas esas máquinas, medicamentos y del personal médico que intentaba mantenerle con vida y sacarla de su estado.

—Podríamos comprar esa tarta de vainilla con zanahoria que tanto te gusta. —rió por lo bajo.

Una sonrisa torpe se dibujó en su rostro al recordar todos los cumpleaños de la castaña que habían celebrado juntas en la casa de los Hwang, en la casa de los Jung, luego en el pequeño piso en el que habían vivido antes de casarse y el año pasado lo habían celebrado en la casa que tenían juntas.

—Por favor Sinb-ah, déjame ver tus hermosos ojos de nuevo mi amor. —suplicó tomando la mano izquierda de su esposa y llevándola hacia sus labios para dejarle tiernos besos ahí, mientras el sonido del respirador y el monitor hacían que se sintiera mareada.

Detalló como la piel de su esposa estaba fría y deshidratada, tenía unas ojeras impresionantes y había perdido peso tan notoriamente.

Una enfermera entró a la sala para avisarle que el horario de visita finalizaba.

—Es su cumpleaños... Podría darme sólo unos cinco minutos más, ¿Por favor? —pidió tímidamente.

La mujer la miró en silencio y asintió para luego salir de la habitación.

—Tus padres y hermanos te envían muchos cariños y felicidades por tu cumpleaños... Estaré con ellos lo que resta del día, Solar está en la ciudad y WonHo ayer consiguió llamar a tu madre. Estamos todos ansiosos de que despiertes pronto amor.

Al finalizar, se acercó a ella con cuidado y dejó un suave beso en los labios de su esposa, pero no hubo respuesta.

—Por favor, despierta. Te extrañamos, todos... Incluso el pequeño Noah que está ansioso por escuchar la voz de su mamá Eunbi... Nos vemos mañana mi amor, Te amo.

***

30 de Junio, 2016. Boston - USA.

Esa mañana se había sentido extraña. Se sentía agotada y mareada, pero lo adjudicó a que llevaba días sin poder dormir y por lo mismo decidió que se quedaría en casa de sus padres hasta que su esposa despertara o a menos saliera del estado grave.

Entre sus manos tenía una de las sudaderas que su esposa usaba para entrenar. Era blanca y se leía U.S Army en letras negras. Ya no tenía el perfume de la castaña, pero sentir la tela familiar entre sus dedos le calmaba de una forma extraordinaria.

Su madre estaba den otro lado del salón tejiendo unas pequeñas medias de lana en todos los colores posibles para el pequeño Noah.

—Somi me ha llamado, me ha preguntado si te gustaría que viniera de visita ahora que tendrá algunas semanas de vacaciones en la universidad. —mencionó su madre rompiendo el silencio.

Los parpados de la rubia se abrieron rápidamente por la sorpresa. Su hermana menor, de 18 años estaba en su primer año en la facultad de Diseño en Nueva York. Yerin solía hablar bastante con ella hasta que Eunbi se fuera a Irak, desde ese día algo había cambiado dentro de ella.

—No me gustaría ser la causa de que tenga problemas en la universidad mamá, de verdad. —dijo desanimada. Observó como su madre mantenía la calma para luego soltar un fuerte suspiro y volver a su trabajo con la lana.

Y de un momento a otro lo sintió. Una presión alrededor de su vientre, una que apareció lentamente pero empezó a ser dolorosa rápidamente y le hizo soltar un grito de pánico y dolor.

—Hija, ¿Qué pasa? ¿Que sientes? —preguntaba su madre después de haber corrido hasta ella al escuchar el primer quejido.

—Mamá... —intentó hablar, pero el dolor era tan fuerte que tuvo que apretar la mandíbula impidiéndole hablar. Su madre entró en pánico al igual que ella.

—¡Oh por Dios! —exclamó su madre esperando que su hija pronunciara alguna palabra.

El dolor permaneció unos segundos más para luego ir disminuyendo lentamente. Yerin logró volver a respirar normalmente, sintiendo como el sudor frio perlaba su frente y nuca.

—Mamá creo que estoy teniendo contracciones... —murmuró con miedo. Su mente hizo un cálculo mental rápidamente. Ella aún no de