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09 de Abril 2016, Boston - USA.

Cuando la llamada terminó Yuju pudo percatarse de cómo el caos comenzaba a reinar en su mente. Sus ojos grises se fijaron en que Yerin aún le daba la espalda y apoyaba ambas manos sobre la encimera.

—Yerin... —la llamó con una voz temblorosa, pero la arquitecta no se giró, en cambio sólo inclinó la cabeza un poco hacia atrás mientras que con el dorso de la mano derecha se limpiaba unas lágrimas.

—Dime que no irás... —resonó la voz de Yerin.

—...Sabes que es mi deber.

Yerin se giró y dejó ver cómo tenía ambos ojos con lágrimas y con una mano se acariciaba el vientre cómo queriéndolo proteger de algo. Dio dos pasos en dirección a la rubia, pero Yerin caminó lejos de ella cruzando rápidamente la cocina para abandonar al lugar. A su oído llegaron los rápidos pasos de la arquitecta subiendo la escalera.

Eunbi respiró profundamente mientras miraba por la ventana de la cocina. "En dos horas sale tu vuelo" fue lo último que le había dicho el sargento Choi y ni siquiera le había detallado el lugar dónde sería la misión, ni por cuánto tiempo sería destinada, pero ya estaba nerviosa por dejar a su esposa esperando sola en casa.

Cuando su cuerpo se apoyó en el marco de la puerta de la habitación de su futuro hijo pudo observar cómo Yerin miraba detenidamente la cuna recién armada. La habían terminado la noche anterior. Eunbi se había reído de que la arquitecta protestara al ver las instrucciones que venían junto a la gran cantidad de piezas de madera pintadas con un tono crema.

—Debo comenzar a armar mis bolsos y vestirme con el uniforme. —dijo Eunbi sin obtener respuesta.

Yerin acariciaba una de las barandas de la cuna tan lentamente que parecía querer memorizar cada detalle de la madera.

***

Eunbi acomodaba su gorra en la que se leía Hwang a todas luces. El uniforme le hizo recordar las veces en las que su esposa le había sorprendido volviendo antes de sus entrenamientos o misiones. La castaña llevaba dos grandes bolsos de color negro, las botas militar de color verde oscuro perfectamente atadas y en el pecho a cada lado las distinciones de la U.A. Army otra vez Hwang.

Tragó fuerte al saber que su esposa estaba lista para partir. SeungHo y Soyeon venían en camino para llevar a su pesposa al aeropuerto y despedirse. Eunbi les había llamado antes de comenzar a empacar y Yerin sólo había guardado silencio.

—Volveré antes de lo que imagines, te lo aseguro. —habló Eunbi acercándose donde se encontraba la rubia.

—No me lo puedes asegurar... —dijo Yerin limpiándose las lágrimas de las mejillas.

La castaña apretó sus labios mientras intentaba tomar entre sus manos las de Yerin. Fue la arquitecta quien se apartó luchando consigo misma, se sentía tan perdida que si Eunbi le tomaba de las manos ella no sería capaz de dejarla ir.

—Perdóname. —le susurró Eunbi mirándola directo los ojos marrones.

—¿Cómo has podido elegir irte?

—Cariño... Es mi deber... Yo

Yerin entendió el conflicto interno en la mente de su esposa cuando ésta parpadeó rápidamente para luego fruncir el ceño.

—¿Cómo has podido Eunbi? —repitió.

—Yerin, por favor...

—¿Cómo? ¡Qué vamos a tener un hijo! No puedes largarte así sin más, sin saber a dónde vas o cuando volverás... ¿Crees que no he aprendido cómo son las cosas después de cinco años? Claro que lo sé...

Un llanto sonoro salió de su garganta mientras con ambas manos intentaba ocultar su rostro, los fuertes brazos de su esposa la rodearon y ella buscó aquél confortable lugar donde siempre le gustaba esconder su cabeza, entre el hombro y la mandíbula de Eunbi.

—Mi amor... Por favor... Ya verás que volveré antes de lo que esperas... Yo estaré contigo, con nuestro hijo, con vosotros y nada saldrá mal... Nada saldrá mal.

La respiración la tenía tan agitada que en un par de segundos pensó que había olvidado cómo se respiraba normalmente. El perfume de su esposa