El sábado había llegado rápidamente y Eunbi se sentía más nerviosa de lo normal, al final de cuentas, no todos los días eran el cumpleaños de su hijo. Sus manos se movían velozmente al ordenar la ropa que usaría el pequeño aquél día, mientras podía escuchar los sonidos que resonaban por la casa causados por las risas de Yerin siendo mojada por Noah al intentar bañarlo.

Minutos después, su esposa apareció en la habitación con un Noah riendo al intentar escapar de las toallas moradas que le cubrían.

—Mamam mamama. —vocalizaba el pequeño mientras extendía sus manos a los brazos de Eunbi.

—Noah Jung-Hwang, primero la ropa. No queremos exhibicionistas en esta familia. —dijo con autoridad Yerin.

—Eso lo ha heredado de ti. —hablo entre risas la castaña.

—¿De mí? —Yerin levantó sus cejas.

—Oh, claro que sí... Puedo recordar cómo amabas andar sin ropa en nuestro antiguo piso. —picó Eunbi.

La ex soldado miró con complicidad a la rubia, la cual tenía un leve rubor en las mejillas. Quizás recordando aquellos días en los que aún no estaban comprometidas. Yerin había comenzado a adquirir aquella complicidad en aquél tiempo, y en algunos momentos su libido era tan descontrolado que obligaba a Eunbi para que la hiciera suya desde en el momento en el que despertaban.

—Tu madre me ha llamado y dice que ya vienen en camino. —Mencionó Eunbi mientras ayudaba a secar el cuerpo de Noah con la toalla.

—Uff, de aquí no paramos hasta la noche. —dijo con gracia regalandole una media sonrisa.

—Ni que lo digas, mis padres y hermanos también deben estár por llegar.

Esta vez Yerin le regaló una aplica sonrisa terminando de vestir a Noah con unos lindos pantalones celestes quien jugaba con un mini converse de color blanco entre sus manos.

—Me alegra mucho que Somi también venga —agregó Eunbi.

La rubia terminó de abotonar la pequeña camisa color blanco de Noah para luego empezar a peinar su castaño cabello.

Eunbi tomó en brazos al pequeño para que a su esposa se le hiciera más fácil la tarea, mientras Noah se removía inquieto para escapar. Al castaño nunca le había gustado la parte en la que secaban y peinaban su cabello.

—Mamamam —volvió a decir Noah dejando ver los pequeños dientecillos que tenía.

La risa de Yerin resonó en la habitación lo que causó que Eunbi abrazara más fuerte a su hijo y se contagiara también de la risa.

La castaña se había prometido a sí misma que aquel día dejaría en el olvido todo el asunto del divorcio, llevaba días repitiéndose lo mismo. Lo que estaba bien hasta el punto en el que tarde o temprano se estrellaría contra un muro al volver a la realidad.

***

Pudo sentir los brazos como los brazos de Solar rodeaban sus hombros a la vez que sus propios brazos rodearon la cintura de la menor de los Hwang.

—Me parece que ha pasado una eternidad desde que me fuí —murmuró la castaña.

—Y me da mucho gusto que estés aquí Solar —dijo Yerin.

Dejó escapar una sonrisa al volver a ver las pecas que su cuñada tenía sobre el puente de la nariz, los ojos en un tono ámbar como los de su padre y una amplia sonrisa que adornaba el rostro de Solar acentuando el pequeño hoyuelo de su mejilla izquierda. Ya poco quedaba de la pequeña chica que estaba por hacerse adolescente cuando ella misma empezó a visitar la casa de los Hwang y conocer a la familia de la mujer que luego se convertiría en su esposa.

—Me habría encantado ver a Byul —mencionó la rubia.

—Y a mí también, pero ha tenido algún tipo de misión súper secreta cerca de Minnesota... Ya sabes, cosas de pilotos. —dijo Solar manteniendo la sonrisa.

La menor de los Hwang vivía en Cleveland con su actual esposa, Moon Byul, la cual era una joven piloto de la U.S Air Force. Se habían conocido un verano en el que la alta rubia estaba de vacaciones en Boston. Para aquel entonces, Solar tenía sólo 18 años, vivieron un amor de verano que luego pasó a ser una relación a distancia ya que la joven piloto debía volver a su entrenamiento en Texas. Todo había terminado a penas hace unos seis meses en un matrimonio con una boda express como lo que había demorado el hombre del ayuntamiento en firmar su acta de matrimonio.

Claramente los padres de Solar habían quedado destrozados al saber que la menor de sus hijas se había casado a escondidas con la rubia, sin embargo, las cosas ya se habían calmado y la menor de los Hwang intentaba volver a Boston siempre que le era posible. La chica no estudiaba y sólo tenía un sencillo trabajo en una pequeña cafetería de la ciudad donde vivía junto a su esposa.

—No me puedo creer que Noah cumpla un año ya. —habló Solar emocionada.

—Y yo... Ha pasado tan rápido que a veces pienso que despertaré y él aún estará en la incubadora del hospital.

Yerin sintió las risas de Somi y su madre que entraban a la cocina. No podía asimilar cuanto había crecido su hermana desde la última vez que la vio. A sus 18 años, su hermana menor ya parecía toda una chica universitaria. Somi había adquirido ese gusto por estar a la moda ahora que vivía en Nueva York y llevaba un diminuto piercing en la nariz.

—Cuando te veo a ti sé que los años pasa y pasan. —apuntó Solar al dejarse colgar de los hombros de Somi.

—Anda ya, calla tonta, que sólo eres mayor que yo por dos años. —rió Somi mientras devolvía el abrazo.

***

La risa brotó de sus labios cuando Noah comenzó a aplaudir con sus pequeñas manos luego de que ella le apagara la vela de la tarta en forma de cohete espacial que celebraba el primer año de vida del castaño.

Eunbi abrazó con fuerza a su pequeño el cual lanzó una divertida risa al ver cómo todas las personas del comer de la casa tenían sus ojos fijados en él.

—¡Feliz cumpleaños mi vida! —le susurró la castaña en el oído a su hijo con la voz emocional.

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