capitulo 7

Besos

Labios Traicionados y Verdades Dolorosas...

tiffany 

Flexioné una mano, balanceando mi violonchelo y mi arco con la otra.

De vez en cuando mis dedos se entumecían y tenía que esperar para ser capaz de tocar de nuevo.

Pero mientras taecyeon terminaba su solo de violín, supe que nada me detendría de sentarme en el centro del escenario esta noche.

Tocaría mi pieza.

Y saborearía cada segundo de crear la música que amaba tanto. Taecyeon bajó su arco, y la audiencia explotó en un caluroso aplauso. Hizo una rápida reverencia y salió por el otro lado del escenario.

El presentador cogió el micrófono y anunció mi nombre. Cuando la audiencia

Escuchó que estaba haciendo mi regreso después de un largo descanso, sus aplausos se hicieron más altos, dándome la bienvenida de vuelta al escenario musical.

Mi corazón se aceleró con excitación ante los silbidos y el apoyo de padres y amigos en el auditorio. Dado que muchos de mis compañeros de orquesta vinieron a la orilla del teatro a darme una palmada en la espalda y decirme palabras de coraje, tuve que bajar el nudo en mi garganta.

Enderezando mis hombros, acallé el abrumador ataque de emoción. Incliné mi cabeza ante la audiencia mientras caminaba hacia mi asiento. El foco encima iluminaba brillante luz sobre mí.

Me posicioné perfectamente, esperando hasta que los aplausos murieron.

Como siempre, miré hacia arriba para ver a mi familia sentados orgullosamente en la tercera fila.

Mi mamá y mi papá estaban sonriendo ampliamente. Mis dos hermanas me dieron pequeños saludos.

Sonriendo de vuelta para demostrarles que los había visto, peleé contra el pequeño dolor que se agitó en mi pecho mientras distinguía al señor y a la señora Kim sentados a su lado.

La única persona que faltaba era taeyeon.

No había actuado en dos años.

Y antes de eso, nunca se había perdido ninguno de mis recitales. Incluso si tenía que viajar, estuvo en cada uno de ellos, cámara en mano, sonriendo con su sonrisa de lado cuando nuestros ojos conectaban en la oscuridad.

Aclarando mi garganta, cerré mis ojos mientras ponía mis dedos en el cuello de mi violonchelo y traía el arco a la cuerda. Conté hasta cuatro en mi cabeza y empecé el retador Preludio de los Conjuntos para Violonchelo de Bach.

Era una de mis piezas favoritas para tocar, la complejidad de la melodía, el rápido ritmo del trabajo del arco y el perfecto sonido de tenor que hacían eco alrededor del auditorio.

Cada vez que me sentaba en este asiento, dejaba que la música fluyera a través de mis venas. Dejaba que la melodía saliera de mi corazón, y me imaginaba sentada en el escenario central en Carnegie Hall, mi mayor sueño.

Imaginaba a la audiencia sentada delante de mí: gente que, como yo, vivían por el sonido de una sola nota perfecta, que se emocionaban por ser llevado en un viaje de sonido.

Sentían la música en sus corazones y su magia en sus almas.

Mi cuerpo se balanceaba con el ritmo, al cambio en el tempo y en el crescendo final... pero lo mejor de todo, me olvidaba del entumecimiento en la punta de mis dedos.

Por un breve momento, lo olvidaba todo.

Mientras la nota final sonaba en el aire, levanté mi arco de la cuerda vibrante e, inclinando mi cabeza hacia atrás, lentamente abrí mis ojos. Parpadeé contra la brillante luz, una sonrisa tirando de mis labios en el consuelo de ese silencioso momento cuando la nota se desvanecía en la nada, antes que el aplauso de la audiencia comenzara.

Ese dulce, dulce momento cuando la adrenalina de la música te hace sentir tan vivo que sentías que podías conquistar el mundo, que habías llegado a la serenidad en su forma más pura.

Y después, el aplauso comenzó, rompiendo el hechizo.

Bajando mi cabeza, sonreí mientras me levantaba del asiento, inclinando mi cabeza para dar las gracias. Mientras cogía el cuello de mi violonchelo, mis ojos automáticamente buscaron a mi familia. Después viajaron a través de las ovaciones de la gente, y pasaron a lo largo de la pared de atrás.

Al principio, no me di cuenta de lo que estaba viendo.

Pero mientras mi corazón golpeaba contra mi pecho, mis ojos fueron atraídos hacia la parte más alejada hacia la derecha de la pared de atrás.

Capté la visión de un largo y oscuro pelo desapareciendo por la puerta de salida... una chica de perfecto cuerpo vestida toda de negro, desvaneciéndose de mi vista.

Pero no antes que mirara por encima de su hombro una vez más, y vi un destello de unos ojos oscuros...

Mis labios se abrieron con sorpresa, pero antes que pudiera estar segura de lo que estaba viendo, la chica se había ido, dejando detrás una puerta cerrándose lentamente.

¿Era ella...?

¿Habría...?

No, intenté convencerme, firmemente.

No podría haber sido taeyeon.

No había manera que hubiera venido a esto.

Me odiaba.

El recuerdo de su fría mirada oscura en el pasillo de la escuela confirmó mis

Pensamientos, simplemente estaba deseando cosas que no podían ser reales.

Con una última inclinación, salí del escenario. Escuché a los últimos tres artistas, después salí a través de la puerta de detrás del escenario, sólo para encontrar a mi familia y la familia de taeyeon esperándome.

Mi hermana de trece años, michelle, fue la primera en verme.

— ¡tiff!—gritó y corrió hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—Hola a todos—repliqué y la apreté de regreso.

Mamá y papá tomaron su turno para decirme lo orgullosos que estaban.

Finalmente, me giré hacia el señor y la señora Kim.

Una repentina ola de nervios me atravesó. Esta sería la primera vez que hablaba con ellos desde que habían regresado de Seúl.

—tiff—dijo la señora Kim suavemente y estiró sus brazos.

Caminé hacia la mujer que había sido como una segunda mamá para mí y caí en su abrazo. Me sostuvo cerca y besó mi cabeza.

—Te he echado de menos, querida—dijo, su acento sonando más fuerte de lo que recordaba.

Mi mente se fue hacia taeyeon. Me pregunté si su acento sería más fuerte también.

Mientras la señora Kim me dejaba ir, alejé esos ociosos pensamientos. El

Señor Kim me abrazó después. Cuando me aparté, vi al pequeño lek cogiéndose fuertemente a las piernas del señor Kim.

Me incliné.

Leeteuk bajó su cabeza tímidamente, mirándome entre las gruesas pestañas.

—Hola, bebé—dije, haciéndole cosquillas en su lado— ¿Me recuerdas?

Leeteuk me miró por un largo momento, antes de sacudir su cabeza.

Me reí.

—Vivías en la casa al lado de la mía. A veces venías al parque conmigo y taeyeon o, si hacía buen día, ¡a la arboleda!

Había mencionado el nombre de taeyeon sin un pensamiento consciente, pero me recordó a mí y a todos los de mí alrededor que taeyeon y yo una vez habíamos sido inseparables.

Un silencio descendió sobre el grupo.

Sintiendo un dolor en mi pecho, del tipo que tengo cuando extraño ferozmente a mi mamá, me levanté y alejé la mirada de las miradas compasivas.

Estaba a punto de cambiar de tema, cuando algo me tiró de la parte de abajo de mi vestido. Cuando miré hacia abajo, los grandes ojos oscuros de leeteuk estaban fijos en mi cara.

Pasé una mano por encima de su suave pelo.

—Hola lee, ¿estás bien?

Las mejillas de leer se encendieron, pero preguntó con su dulce voz.

— ¿Eres amiga de Tae?

El mismo dolor de hacía un momento se encendió, y vi la mirada de pánico entre nuestros familiares.

La mamá de taeyeon hizo una mueca.

No sabía qué decir.

Lee volvió a tirar de mi vestido, esperando una respuesta:

Suspirando, me arrodillé y dije tristemente.

—Era mi mayor mejor amiga en todo el mundo entero—presioné una mano sobre mi pecho—Y la amaba con todo mi corazón, cada centímetro de ella—inclinándome más cerca, susurré a través de mi sofocada garganta—Y siempre lo haré.

Mi estómago se revolvió.

Esas palabras eran la mera verdad desde mi alma, y sin importar cómo estuviéramos taeyeon y yo ahora, siempre la mantendría en mi corazón.

—Tae...—habló lee de repente— ¿Tae... hablaba contigo?

Me reí.

—Por supuesto, dulzura. Hablaba conmigo todo el tiempo. Todos sus secretos. Hablamos de todo.

Leeteuk miró atrás hacia su papá y sus pequeñas cejas se juntaron, frunciendo el ceño en su adorable rostro.

— ¿Hablaba con tiffany, papá?

El papá de taeyeon asintió.

—Lo hacía, lee. tiff  era su mejor amiga. La amaba completamente.

Los ojos de leeteuk se hicieron imposiblemente amplios y se volvió hacía mí. Su labio inferior tembló.

— ¿Qué pasa, bebé?—pregunté, frotando su brazo.

Leeteuk sorbió por la nariz.

—Tae no me habla.

Mi corazón se hundió.

Porque taeyeon adoraba a lee; siempre lo había cuidado, jugado con él.

Leeteuk adoraba a taeyeon.

Admiraba tanto a su hermana mayor.

—Me ignora—dijo leeteuk, su voz rota rompiendo mi corazón.

Leeteuk me miró. Me miró con una intensidad que sólo había experimentado de otra persona, su hermana mayor quien lo ignoraba. Puso su mano en mi brazo y preguntó:

— ¿Puedes hablar con ella? ¿Puedes pedirle que hable conmigo? Si eres su mejor amiga, entonces te escuchará.

Mi corazón se cayó en pedazos.

Miré por encima de la cabeza de leeteuk hacia su mamá y papá, después hacia los míos. Todos parecían dolidos ante la cruda revelación de leeteuk.

Cuando me volví hacia leeteuk de nuevo, todavía estaba contemplándome, esperando que le ayudara.

—Lo haría, dulzura—dije suavemente—, Pero ahora tampoco habla conmigo.

Pude ver la esperanza de leeteuk desinflándose como un globo. Besé su cabeza, después corrió de regreso hacia su mamá.

Claramente viendo que estaba dolida, mi papá cambió rápidamente el tema. Se volvió hacia el señor Kim e invitó a la familia Kim a tomar algo a nuestra casa mañana por la noche.

Me alejé de todos ellos, dejando salir un profundo suspiro mientras mis ojos miraban sin rumbo a través del estacionamiento.

El sonido del motor de un auto acelerando me sacó de mi trance.

Me volví en esa dirección. Perdí todo el aire en mis pulmones cuando, en la distancia, vi a una chica de largo pelo oscuro saltar en el asiento delantero de un Camaro negro.

Un Camaro negro que pertenecía a Marley Rose, una de las mejores amigas de taeyeon.

Miré en el espejo y admiré mi atuendo.

Mi vestido de patinadora color azul cielo me llegaba hasta medio muslo, mi pelo rubio estaba recogido hacia el costado con un lazo blanco, y llevaba unas bailarinas negras en mis pies.

Alcanzando mi caja de joyería, saqué mis pendientes de plata favoritos y los puse en mis orejas.

Eran símbolos de infinito. Taeyeon me los había dado en mi cumpleaños número catorce.

Los llevaba en cada oportunidad.

Cogiendo mi chaqueta de mezclilla recortada, me apresuré fuera de la habitación y hacia la noche fría.

Yuri me había enviado un mensaje diciendo que estaba fuera. Mientras

Subía al asiento delantero de la camioneta de su madre, me volví para mirar a mi mejor amiga.

Estaba sonriéndome.

—tiffany, te ves tan jodidamente linda—remarcó.

Pasé mis manos por mi vestido, alisando la falda.

— ¿Está bien?—pregunté, preocupada—Realmente no sabía qué ponerme.

Yuri sacudió su mano frente a su rostro mientras salía de la entrada.

—Está bien.

Miré lo que ella llevaba.

Yuri llevaba un vestido sin mangas negro y tacones negros.

Definitivamente era más arriesgado que el mío, pero estaba agradecida que nuestros atuendos no fueran polos opuestos.

—Así que—comenzó, mientras dejábamos mi calle—, ¿Cómo estuvo el recital?

—Bien—dije evasivamente.

Yuri me miró con cuidado.

— ¿Y cómo te sientes?

Rodé mis ojos.

—Yuri, estoy bien. Por favor, simplemente déjame en paz. Eres tan mala como mi mamá.

Yuri, pareció quedarse sin palabras por una vez, me sacó la lengua. Y de esa manera, me hizo reír de nuevo.

Durante el resto del viaje, Yuri me contó todos los cotilleos que habían circulado por la escuela sobre por qué me había marchado. Sonreí en todas las partes correctas y asentí en las partes que esperaba que lo hiciera, pero realmente no estaba interesada.

Nunca me había preocupado mucho por el drama que ocurría en la escuela.

Escuché la fiesta antes de verla.

Gritos y música alta salían de la casa de SeoHyun y por la calle. Sus padres estaban en unas vacaciones cortas, y en la pequeña ciudad de los ángeles eso significaba una cosa: fiesta en casa.

Mientras estacionábamos cerca de la casa, podía ver a los chicos vomitando en el jardín delantero.

Tragué mis nervios.

Me quedé cerca y detrás de Yuri mientras cruzábamos la calle.

Cogiéndome de su brazo, pregunté:

— ¿Las fiestas en casa siempre son así de locas?

Yuri se río.

—Sí—enlazó mi brazo con el suyo y me empujó hacia delante.

Cuando entramos en la casa, me estremecí ante lo alta que estaba la música.

Mientras pasábamos a través de las habitaciones hacia la cocina, estudiantes borrachos se tambaleaban, forzándome a agarrarme a Yuri hasta estar convencida que estaba causándole dolor físico.

Yuri me miró y se río.

Cuando finalmente llegamos a la cocina, inmediatamente me relajé al ver a Soo parada con SeoHyun.

La cocina era mucho más silenciosa que las habitaciones por las que habíamos tenido dificultades para pasar.

— ¡tiffany!—declaró Soo y cruzó la cocina para empujarme entre sus brazos— ¿Quieres una bebida?

—Sólo un refresco—repliqué.

Soo frunció el ceño.

— ¡tiffany!—amonestó—Necesitas una bebida de verdad.

Me reí ante su expresión horrorizada.

—Soo, gracias, pero me quedaré con el refresco.

— ¡Boo!—gritó Soo, pero pasó su brazo alrededor de mi cuello y me llevó hacia las bebidas.

—tiff  me saludó SeoHyun, mientras un mensaje llegaba a su teléfono.

—Hola, seo—repliqué y tomé la soda dietética que Soo me había servido.

Soo y Yuri me llevaron al jardín trasero, a la hoguera ardiendo en el centro del patio. Sorprendentemente no había mucha gente aquí afuera, lo que me venía bien.

No pasó mucho tiempo antes que SeoHyun se llevara a Soo de regreso hacia la fiesta en el interior, dejándome sola con Yuri.

Estaba mirando las llamas, cuando Yuri dijo:

—Siento mucho mi metida de pata ayer sobre taeyeon. Te lastimó, lo vi. ¡Dios! ¡Simplemente no siempre pienso antes de abrir mi gran boca! ¡Mi papá está amenazando con ponerme cables para cerrarla!—Yuri empujó sus manos sobre su boca en una lucha simulada— ¡No puedo, tiff! ¡Esta boca, incontrolable como es, es todo lo que tengo!

Riendo, sacudí mi cabeza.

—Está bien, Yuri. Sabía que no lo habías querido decir. Que nunca me lastimarías.

Yuri dejó caer las manos de su boca, su cabeza inclinada hacia un lado.

—En serio, tiff. ¿Qué opinas de taeyeon? Ya sabes, ¿desde que está de vuelta?

Yuri me observaba con curiosidad.

Me encogí de hombros.

Yuri puso los ojos en blanco.

— ¡Me estás diciendo que no tienes opinión acerca de cómo luce el gran amor de tu vida, ahora que es mayor y, en mi opinión, más allá de malditamente atractiva!

Mi estómago se revolvió y jugué con el vaso de plástico en mis manos.

Encogiéndome de hombros, respondí:

—Solo es tan guapa como siempre lo ha sido.

Yuri sonrió detrás de su vaso mientras tomaba un sorbo, y luego hizo una mueca cuando oímos la voz de sunny saliendo desde el interior de la casa.

Yuri bajó su vaso.

—Uf, parece que la puta está en la casa.

Sonreí ante el nivel de disgusto en el rostro de Yuri.

— ¿Realmente es tan mala?—pregunté— ¿En realidad es una puta?

Yuri suspiró.

—En realidad no, sólo odio la forma en que coquetea con todas las chicas.

Ah, pensé, sabiendo exactamente a quién se refería.

— ¿Alguna en particular?—provoqué y observé a Yuri fruncir el ceño en respuesta— ¿Wendy, quizás?—añadí, provocando que Yuri lanzara su vaso vacío en mi dirección.

Me reí mientras volaba delante de mí en la dirección completamente contraria.

Cuando mi risa se calmó, Yuri dijo:

—Al menos ahora que taeyeon está de vuelta parece haber retrocedido respecto a w, de todos modos.

Mi buen humor se evaporó.

Cuando Yuri se dio cuenta de lo que acababa de decir, gimió con exasperación, y se movió rápidamente para sentarse a mi lado y tomar mi mano.

—Mierda, tiff. Lo siento mucho. ¡Lo hice de nuevo! No quise decir...

—Está bien—interrumpí.

Pero Yuri apretó su agarre en mi mano.

Momentos de silencio pasaron.

—¿Te arrepientes de ello, tiff? ¿Alguna vez te arrepientes de haberte distancia de ella de esa manera?

Miré fijamente al fuego, perdida en las rugientes llamas, y respondí con honestidad:

—Todos los días.

—tiffany—susurró Yuri con tristeza.

Le lancé una sonrisa débil.

—La extraño, Yuri. No tienes idea de cuánto. Pero no podía decirle lo que estaba ocurriendo. No podía hacerle eso. Era mejor que creyera que ya no estaba interesada, que decirle la fea verdad.

Yuri apoyó la cabeza en mi hombro.

Suspiré.

—Si lo hubiera sabido, habría intentado todo en su poder para regresar. Pero eso no habría sido posible. El trabajo de su papá estaba allá en Seúl. Y yo...—aspiré—Y yo quería que fuera feliz. Sabía que, con el tiempo, superaría no escuchar de mí. Pero conozco a taeyeon, Yuri; nunca habría logrado superar la alternativa.

Yuri levantó su cabeza y besó mi mejilla, lo que me hizo reír. Pero todavía podía ver la tristeza en el rostro de Yuri cuando preguntó:

— ¿Y ahora? Ahora está de vuelta, ¿qué harás? Con el tiempo, todo el mundo lo descubrirá.

Inhalando profundamente, respondí:

—Estoy esperando que no lo hagan, Yuri. No soy popular en la escuela como tú, Soo y taeyeon. Si simplemente desaparezco de nuevo, nadie lo notará—sacudí mi cabeza—Y dudo que al taeyeon que volvió a casa le importe. Ayer la vi en el pasillo de nuevo, y la mirada que me dio me mostró cómo se siente. No soy nada para ella ahora.

Un silencio incómodo siguió hasta que mi mejor amiga aventuró:

—Pero lo amas de igual manera. ¿Estoy en lo cierto?

No le respondí.

Pero mi falta de respuesta fue tan fuerte como un grito.

Lo hacía.

Todavía la amaba, igual que siempre.

Un fuerte ruido provino del patio delantero, rompiendo la intensidad de nuestra conversación.

Me di cuenta que un par de horas debían haber pasado desde que llegamos.

Yuri se puso de pie e hizo una mueca.

—tiff, ¡necesito hacer pis! ¿Vienes adentro?

Me reí de Yuri bailando en el lugar y la seguí al interior. Yuri fue hacia el cuarto de baño en la parte trasera de la casa. La esperé en el pasillo, hasta que oí las voces de Soo y SeoHyun saliendo desde el pozo.

Decidiendo ir y sentarme con ellas mientras esperaba a Yuri, abrí la puerta y entré.

Apenas había dado tres pasos cuando me arrepentí de haber venido a esta fiesta.

Tres sofás dominaban la pequeña habitación.

Soo y seohyun ocupaban uno, Wendy y algunos miembros estaban tendidos sobre otro.

Pero fue el tercer sofá del que no pude apartar los ojos.

Sin importar cuánto les haya ordenado a mis pies que se movieran, se negaron.

Sunny estaba sentada en el sofá, bebiendo de su vaso. Un brazo estaba alrededor de sus hombros. Sunny estaba trazando patrones en la mano que colgaba sobre su pecho.

Sabía cómo se sentía esa mano.

Sabía cómo se sentía estar bajo el refugio protector de ese brazo.

Y sentí a mi corazón hacerse añicos cuando moví mis ojos hacia la chica que estaba sentada a su lado.

Como si sintiera el peso de mi mirada, miró hacia arriba. Su mano se detuvo, con la bebida medio camino hacia su boca.

Las lágrimas llenaron mis ojos.

La comprensión que taeyeon me habría superado era lo suficientemente fuerte para soportar; verla así trajo otro nivel de dolor que nunca pensé que fuera posible.

— ¿tiffany? ¿Estás bien?—la preocupada voz de Soo de repente sonó a través de la habitación, obligándome a alejarme del accidentado momento que estaba presenciando.

Forzando una sonrisa hacia Soo, susurré:

—Sí. Estoy bien.

Sintiendo mis piernas sacudirse por la atención no deseada de todos en la sala, me las arreglé para alejarme hacia la puerta. Pero mientras lo hacía, vi a sunny girarse en dirección hacia taeyeon.

Girarse por un beso.

Mientras la parte final de mi corazón se rompía, me di la vuelta y hui de la habitación antes que pudiera atestiguar ese beso.

Me empujé hacia el pasillo y corrí hacia la habitación más cercana que pude encontrar. Frenéticamente giré la manivela, me empujé a través en la penumbra de una habitación de lavandería.

Cerré la puerta y me incliné contra la lavadora, incapaz de evitar doblarme por la cintura y dejar que las lágrimas se derramaran. Luché contra las náuseas levantándose por mi garganta mientras desesperadamente luchaba para limpiar la ofensiva imagen de mi cabeza.

Durante estos últimos dos años, pensé que había soportado todas las facetas del dolor.

Pero estaba equivocada.

Estaba tan equivocada.

Porque nada podía compararse con el dolor de ver a la persona que amas en brazos de otra.

Nada podía compararse con la prometida traición de un labio por un beso.

Mis manos se aferraron a mi estómago.

Mientras luchaba por arrastrar una muy necesitada respiración, la manija de la puerta empezó a girar.

— ¡No! Vete.

Había empezado a gritar, pero antes que pudiera girarme y cerrar la puerta, alguien empujó para pasar, cerrando la puerta a su paso.

Mi corazón se aceleró cuando me di cuenta que estaba atrapada en esta habitación con alguien más. Pero cuando me di vuelta y vi quién había entrado, toda la sangre se drenó de mi rostro.

Me tambaleé hacia atrás hasta que mi espalda golpeó la pared junto a la

Lavadora.

Las llamas de la fogata afuera iluminaban la habitación oscura, lo suficiente para que pudiera ver claramente quién había invadido mi momento de debilidad.

La misma chica que lo causó.

Taeyeon estaba parada ante mí, junto a la puerta cerrada.

Estirándose, le dio la vuelta al seguro. Tragué mientras su rostro se volvía para mirarme. Su mandíbula estaba tensa y sus ojos estaban fijos firmemente sobre mí.

Su mirada era fría como el hielo.

Mi boca se secó.

Taeyeon dio un paso hacia delante su cuerpo acercándose a mí. El latido de mi corazón barrió la sangre de mis venas, su estimulado sonido rugiendo en mis oídos.

Mientras se acercaba, mis ojos bajaron para asimilar los brazos mayormente

Desnudos de taeyeon: sus planos músculos marcados por la tensión de sus puños cerrados, su camiseta negra mostraba sus pechos, su piel lisa blanca.

Con su movimiento característico que siempre me ponía de rodillas, levantó una mano y retiró el pelo de su cara.

Tragando, traté de encontrar el valor para empujarme más allá de ella y huir.

Pero taeyeon se adelantó hasta que no había manera para que saliera, estaba atrapada.

Mis ojos estaban muy abiertos mientras ella se concentraba en mí.

Taeyeon se movió hacia adelante hasta que estuvimos a meros centímetros de distancia.

Así de cerca, podía sentir el calor irradiando desde su cuerpo.

Así de cerca, podía oler su fresco aroma: el que siempre me había traído consuelo, el que me llevó de vuelta a los perezosos días de verano pasados en la arboleda.

El que trajo de vuelta, en total Technicolor, esa noche final, cuando habíamos hecho el amor.

Sentí mis mejillas inundarse con calor cuando se inclinó más cerca.

Olí el leve toque de tabaco en su ropa, y las trazas de menta verde en su cálido aliento.

Mis dedos se torcieron a mis costados mientras miraba sus facciones. Quería extender la mano y tocarla. A decir verdad, anhelaba levantar la mano y correr un dedo sobre su frente, por mejillas, y a través de sus labios perfectos.

Pero tan pronto como pensé en esos labios, el dolor se deslizó de vuelta a través de mi corazón.

Volví mi cabeza, cerrando mis ojos.

Había tocado a sunny con esos labios.

Me había roto al regalar esos labios, esos labios que se suponía que fueran míos para siempre.

La sentí acercarse, hasta que nuestros pechos casi se tocaban. Sentí sus brazos elevarse por encima de mi cabeza, aterrizando en la pared por encima de mí, invadiendo cada centímetro de mi espacio personal. Y sentí mechones de su largo pelo caer por mi mejilla.

Taeyeon seguía ciento más bajita que yo, pero realmente podía intimidar cuando ella quisiera.

Su respiración era acelerada, su aliento mentolado como un fantasma sobre mi rostro.

Cerré los ojos con más fuerza.

La sentía tan imposiblemente cerca. Pero fue inútil; por voluntad y mandato de mi corazón, mis ojos se abrieron lentamente y volví mi cabeza, nuestras miradas chocaron entre sí.

Mi respiración se atrapó en mi garganta mientras las sombras del fuego de afuera parpadeaban sobre su rostro. Entonces mi respiración pareció detenerse por completo cuando una de sus manos se movió desde arriba de mi cabeza, viajando vacilantemente para enredarse en mi pelo. 

Tan pronto como sentí tomar un mechón entre sus dedos, escalofríos estallaron sobre mi cuerpo y mariposas se revolvieron alrededor de mi estómago.

Sentí que no le iba mejor; profundas exhalaciones y lo tenso de su mandíbula eran claras pistas.

Me quedé mirando su hermoso rostro mientras ella estudiaba el mío, ambas asimilando los efectos de los últimos dos años: los cambios, mejor dicho, los aspectos que eran totalmente familiares.

Entonces, cuando no estaba segura que mi confundido corazón pudiera tomar algo más, su suave toque dejó la seguridad de mi pelo yendo hacia mi rostro, y pasando los dedos ligeros como una pluma, sobre las manzanas de mis mejillas. Sus dedos se detuvieron, mientras susurraba una palabra, una palabra emocionalmente llena, con la voz más dolorosamente desesperada y agravada...

—Mi tiff.

Una lágrima se escapó de mi ojo y cayó sobre su mano.

Mi tiff.

El nombre perfecto de taeyeon para mí.

Mi tiffany.

Su chica.

Para el infinito.

Para siempre.

Un bulto arañó su rápido camino por mi garganta mientras la dulce palabra navegaba hacia mis oídos, perforando mi alma. Intenté con ahínco bajarlo para unirse con el resto del dolor de los últimos dos años, pero vencida y totalmente derrotada, no pude, y un sollozo largamente enjaulado se me escapó.

Con taeyeon tan cerca, nunca tuve una oportunidad.

A medida que el grito escapaba de mis labios, los ojos de taeyeon perdieron su frialdad y se suavizaron para brillar con lágrimas contenidas. Su cabeza se movió hacia delante y presionó su frente en la mía, trayendo sus dedos a presionarse sobre mis labios.

Respiré.

Respiró.

Y, en contra de mi mejor juicio, me dejé fingir que los últimos dos años nunca

Habían sucedido.

Me dejé fingir que no me había superado.

Que tampoco me había tenido que mudar.

Que todo el dolor y el sufrimiento nunca habían sido sentidos.

Y el negro vacío sin fondo que había sustituido mi corazón se llenó con luz, la luz más brillante posible.

Del amor de taeyeon.

De su toque y sus besos.

Pero ésta no era nuestra realidad.

Alguien tocó la puerta del cuarto de lavado, y la realidad regresó de vuelta, como una ola de tormenta cayendo en una playa con lluvia.

— ¿taeyeon? ¿Estás ahí dentro?—llamó una voz femenina, una voz que reconocí como la de sunny.

Los ojos de taeyeon se abrieron mientras el golpe de sunny se hacía más fuerte. De inmediato se echó hacia atrás, mirándome.

Levantando mi mano, me limpié las lágrimas.

—Por favor... sólo déjame ir.

Traté de sonar confiada.

Quería decir más.

Pero no quedaba nada dentro de mí.

Ninguna fuerza para mantener esta pretensión.

Estaba lastimada.

Estaba escrito sobre mi cara a la vista de todos.

Colocando mi mano entre los pechos de taeyeon, la empujé para alejarla, necesitando salir. Me dejó moverla de mi camino, sólo para agarrar mi mano en la suya justo antes de llegar a la puerta. Cerré mis ojos, tratando de reunir la fuerza necesaria para rechazarlo de nuevo. Cuando lo hice, más lágrimas cayeron.

Taeyeon estaba mirando fijamente a nuestras manos unidas, sus largas pestañas oscuras con lágrimas restringidas.

—Taeyeon—susurré y sus ojos se levantaron ante el sonido de mi voz—Por favor—rogué, mientras sunny volvía a tocar.

Ella me sostuvo con más fuerza.

— ¿Taeyeon?—gritó sunny, más fuerte—Sé que estás ahí dentro.

Di un paso más cerca de taeyeon. Observaba cada movimiento con una profunda intensidad. Cuando alcancé su pecho, la miré permitiendo que su mano mantuviera su agarre sobre la mía. Encontré sus ojos, reconociendo la confusión en su rostro.

Traje mi mano libre hasta su boca y pasé las yemas de mis dedos sobre su grueso labio inferior. Sonreí con tristeza, recordando cómo se sentían presionados contra los míos.

Tracé el arco definido, dejando que las lágrimas cayeran mientras decía:

—Me mató cuando te alejé, taeyeon. Me mataba saber lo que estabas haciendo al otro lado del océano—inhalé temblorosa—Pero nada me ha herido más alguna vez como verte besar a esa chica.

Taeyeon palideció, sus mejillas se volvieron cenizas.

Sacudí mi cabeza.

—No tengo derecho a estar celosa. Todo esto es mi culpa. Todo, lo sé. Sin embargo, estoy tan celosa, tan herida, que siento como si pudiera morir a causa de este dolor—bajé mi mano de su boca. Mirándola, rogándole con mis ojos, añadí—Así que, por favor... por favor, déjame ir. No puedo estar aquí, no en este momento.

Taeyeon no se movió.

Pude ver la sorpresa en su rostro.

Usando eso para mí ventaja, saqué mi mano de la suya e inmediatamente abrí la puerta. Sin mirar hacia atrás o tomarme tiempo para hacer una pausa, la atravesé, empujando a sunny quien estaba esperando, con rabia, en el pasillo.

Y corrí.

Corrí pasando junto a Soo y Yuri, más allá de SeoHyun y Wendy, quienes

Se habían reunido en el pasillo para ver el drama que se desarrollaba.

Corrí a través de los muchos estudiantes borrachos de pie.

Corrí hasta que salí al aire fresco de la noche.

Y entonces corrí de nuevo.

Simplemente corrí tan rápido como pude, lo más lejos de taeyeon que pude manejar.

— ¡Taeyeon!—escuché una voz aguda en la distancia, seguida por una voz que añadió—¿A dónde vas? ¡Taeyeon!

Pero no dejé que eso me detuviera.

Girando bruscamente a la derecha, vi la entrada del parque. Estaba oscuro, y el parque no estaba bien iluminado, pero era el acceso directo a casa.

En ese momento daría cualquier cosa por estar en casa.

La puerta estaba abierta.

Dejé que mis pies marcaran el camino a través del oscuro camino arbolado, guiándome más profundamente en el centro del parque.

Mi respiración era dificultosa.

Me dolían los pies mientras las plantas golpeaban el duro asfalto a través de mis bailarinas.

Me giré hacia la izquierda, en dirección a la arboleda, cuando escuché pasos detrás de mí.

De repente, asustada, volví mi cabeza.

Taeyeon estaba corriendo detrás de mí.

Mi corazón se aceleró más rápido, pero esta vez no tenía nada que ver con el esfuerzo, y mucho que ver con esa mirada de determinación en el rostro de taeyeon.

Rápidamente, taeyeon estaba alcanzándome.

Corrí por unos metros más, entonces me di cuenta que era inútil. Mientas entraba en la arboleda, un lugar que conocía tan bien, un lugar que ella conocía tan bien, reduje el paso, finalmente deteniéndome por completo.

Un momento más tarde, escuché a taeyeon entrar en la arboleda de árboles vacíos. Escuché su dura respiración golpeando el aire fresco.

La sentí moverse detrás de mí.

Lentamente, giré sobre mis talones y me enfrenté a taeyeon.

Ambas manos estaban en su pelo, agarrando las hebras. Sus ojos estaban poseídos, torturados.

El aire que nos rodeaba crujía con la tensión mientras nos mirábamos fijamente la una a la otra, en silencio, con pechos agitados y mejillas sonrojadas.

Entonces la mirada de taeyeon cayó a mis labios y avanzó hacia adelante. Dio dos pasos y dejó salir una sola pregunta áspera.

— ¿Por qué?

Apretó sus dientes mientras esperaba mi respuesta. Dejé caer mi mirada, lágrimas llenando mis ojos. Sacudí mi cabeza, y rogué:

—Por favor... no...

Taeyeon pasó su mano por su cara. Esa expresión terca que conocía tan bien se extendió a través de sus rasgos.

— ¡No! Dios, tiffany. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?

Fui momentáneamente distraída por el espesor de su acento, una capa áspera en su ya baja voz, grave. Cuando era una niña, durante los años aquí su acento español había disminuido un poco. Pero ahora, su inglés estaba cubierto por un pesado acento.

Me recordaba el día que nos conocimos fuera de su casa, a los cinco años.

Pero cuando vi su cara enrojecer con ira, me recordó rápidamente que en este momento eso no importaba.

Ya no teníamos cinco.

Nada era inocente.

Habían ocurrido demasiadas cosas.

Y todavía no podía decirle.

—tiffany—insistió, alzando la voz, mientras daba un paso aún más cerca— ¿Por qué demonios lo hiciste? ¿Por qué nunca me llamaste de vuelta? ¿Por qué se mudaron? ¿Dónde demonios has estado? ¿Qué demonios pasó?

Taeyeon empezó a pasearse, su cuerpo tensándose bajo su camiseta.

Un viento frío sopló a través de la arboleda y meció su pelo hacia atrás. Deteniéndose de golpe, me enfrentó y espetó:

—Lo prometiste. Me prometiste que me esperarías a que regresara. Todo iba bien, hasta que un día llamé y no respondiste. Llamé y llamé, pero nunca respondiste. Ni un texto, ¡nada!—se movió hasta que sus pies estuvieron justo contra los míos, elevándose por encima de mí— ¡Dime! Dímelo ahora mismo—su piel estaba coloreada con el enrojecimiento nacido de su ira— ¡Merezco saber, maldita sea!

Me estremecí por la agresión en su voz. Me encogí ante el veneno en sus palabras.

Me encogí ante la extraña de pie delante de mí.

La antigua taeyeon nunca me hubiera hablado así. Pero entonces recordé que no era la Santana de antes.

—N... No puedo—tartamudeé, apenas en un susurro. Levantando mis ojos, vi la mirada de incredulidad en su rostro—Por favor, taeyeon—supliqué—No presiones esto. Sólo déjalo—tragué, entonces me obligué a decir—Déjanos... déjanos en el pasado. Debemos seguir.

La cabeza de la taeyeon se movió bruscamente hacia atrás como si la hubiera golpeado.

Entonces se río.

Se río, pero el sonido no contenía ningún humor.

Estaba enlazado con furia, recubierto con rabia.

Taeyeon dio un paso hacia atrás. Sus manos temblaban a sus costados y se río una vez más.

Fríamente, exigió:

—Dime.

Sacudí mi cabeza, tratando de protestar y ella levantó sus manos hacia su pelo con frustración.

—Dímelo—repitió.

Su voz había bajado una octava e irradiaba amenaza.

Esta vez no sacudí mi cabeza.

La tristeza me había dejado inmóvil.

La tristeza de ver a taeyeon así.

Ella siempre era tranquila y retraída.

Su mamá me había dicho en más de una ocasión que taeyeon siempre había sido una niña hosca.

Siempre había temido que le daría problemas.

Me había dicho que su predisposición innata había sido ser cínica con la gente y para mantenerse para sí misma.

Incluso de niña notó un aire de mal humor en mi morena, su inclinación a ser negativa en lugar de positivo.

Pero entonces ella te encontró, dijo ella.

Te encontró.

Le enseñaste, a través de tus palabras y acciones, que la vida no siempre tiene que ser tan seria. Que la vida era para ser vivida. Que la vida era una gran aventura, para ser vivida completa y al máximo.

Su mamá había estado en lo cierto todo este tiempo.

Me di cuenta, mientras observaba la oscuridad exudar de esta chica, que este era la taeyeon que la señora kif había esperado, no, temido, que se convertiría.

Este era el malhumor innato que ella sabía que se albergaba debajo de la superficie de su hija.

Una predilección a la oscuridad, no hacia la luz.

Permaneciendo tranquila, decidí darle la espalda. Dejar a taeyeon sola con su rabia.

Corazones de rayo de luna y sonrisas soleadas, repasé el mantra de mi abuelita en mi cabeza.

Cerré mis ojos y me obligué a repeler el dolor tratando de inundarme. Traté de evitar este dolor en mi pecho, el dolor que me decía lo que no quería creer.

Que yo le había hecho esto a taeyeon.

Quería moverme hacia adelante, irme, tomar el control de la auto-preservación.

Mientras lo hacía, sentí dedos desesperados envolverse alrededor de mi muñeca y girándome de nuevo.

Las pupilas de la taeyeon casi habían consumido todo excepto sus cristalinos iris.

— ¡No! Detente justo aquí. Detente justo aquí y dime—tomó una larga respiración y, perdiendo todo el control, gritó— ¡Dime por qué demonios me dejaste completamente sola!

Esta vez, su cólera estaba desbordada.

Esta vez, sus duras palabras contenían la fuerza de un golpe en el rostro.

La arboleda ante mí se desdibujó; me tomó un tiempo darme cuenta que eran mis lágrimas las que nublaban mi visión.

Una lágrima cayó en mi mejilla y la mirada oscura de taeyeon  no se alteró.

— ¿Quién eres tú?—susurré.

Sacudí mi cabeza, mientras taeyeon seguía mirando fijamente, un ligero endurecimiento en la esquina de sus ojos la única evidencia que mis palabras tuvieron algún efecto.

— ¿Quién eres en este momento?—miré hacia sus dedos, todavía alrededor de mi muñeca. Sintiendo la garganta estrecha, dije— ¿Dónde está la chica que amo?—arriesgando una mirada más hacia su rostro, susurré— ¿Dónde está mi taeyeon? ¿Mi tae?

De repente, taeyeon arrancó sus dedos de mi brazo como si mi piel estuviera hirviendo al tacto. Una risa desagradable se derramó de sus labios mientras me miraba fijamente.

Su mano se levantó para acariciar delicadamente mi pelo, una suavidad contradictoria en el gesto comparado con el veneno con que habló.

— ¿Quieres saber a dónde fue a parar esa chica?

Tragué mientras ella buscaba en cada parte de mi rostro, cada rasgo excepto mis ojos.

— ¿Quieres saber a dónde fue tu taeyeon?—su labio se curvó con disgusto.

Como si mi taeyeon fuera alguien indigno.

Como si mi taeyeon no fuera digno de todo el amor que tenía por ella.

Inclinándose, encontró mis ojos, su mirada tan severa que lanzó escalofríos por mi espina dorsal.

Con dureza, susurró:

—Esa taeyeon murió cuando la dejaste sola.

Traté de darme la vuelta, pero taeyeon saltó en mi camino, haciéndome imposible escapar de su crueldad mordaz. Arrastré una dolida respiración, pero taeyeon no había terminado.

Podía ver en sus ojos que estaba lejos de haber terminado.

—Te esperé—dijo—Esperé y esperé que llamaras, que explicaras. Llamé a todos los que conocía aquí, tratando de encontrarte. Pero te habías desvanecido. Te fuiste a cuidar de alguna tía enferma, que sé que no existe. Tu papá no quiso hablar conmigo cuando lo intenté; todos me dejaron fuera.

Sus labios se apretaron como si reviviera el dolor.

Lo vi.

Lo vi en cada uno de sus movimientos, en cada una de sus palabras; había sido transportado de nuevo a ese lugar doloroso.

—Me dije que fuera paciente, que me explicarías todo con el tiempo. Pero mientras los días se convirtieron en semanas y las semanas se convirtieron en meses, dejé de esperar con esperanza. En lugar de ello, dejé entrar al dolor. Dejé entrar la oscuridad que tú creaste. Cuando un año llegó y se fue, y mis cartas y mensajes no obtuvieron respuesta, dejé que el dolor se apoderara de mí hasta que no quedó nada de la antigua taeyeon. Porque no podía mirarme en el espejo un día más, no podía caminar en los zapatos de esa taeyeon por un maldito día más. Porque ese era la taeyeon que te tenía. Esa taeyeon era la taeyeon que tenía a Mi tiff. Esa taeyeon era la que tenía un corazón completo. Tu mitad y la mía. Pero tu mitad me abandonó. Se fue, y permitió que lo que tengo ahora echara raíces. Oscuridad. Dolor. Una carga de mierda de ira—se inclinó hasta que su respiración cayó sobre mi cara—Tú me hiciste así, tiffany. La taeyeon que conocías murió cuando te convertiste en una perra y rompiste cada promesa que alguna vez hiciste.

Me tambaleé hacia atrás, desequilibrada por sus palabras.

Sus palabras que eran como balas a mi corazón.

Taeyeon me miraba sin mostrar culpa y no vi ninguna simpatía en su mirada.

Sólo la fría y dura verdad.

Ella quería decir cada palabra.

Luego, siguiendo su ejemplo, dejé que la ira tomara el control. Entregué las riendas a todo el enojo que sentía. Me apresuré hacia adelante y empujé.

Sin esperar que se moviera, me sorprendió cuando retrocedió un solo paso, antes de recuperar rápidamente su terrero

Pero no me detuve.

Volé hacia ella de nuevo, lágrimas ardientes corrían por mi rostro. Empujé y empujé su pecho.

Firmemente parada, taeyeon no se movió.

Así que seguí.

Un sollozo escapó de mi boca mientras la golpeaba mientras soltaba todo lo que se había construido dentro de mí.

— ¡Te odio!—grité a todo pulmón— ¡Te odio por esto! ¡Odio esta persona que eres ahora! ¡Lo odio, te odio!—me ahogué con mis gritos y me tambaleé hacia atrás, exhausta.

Al ver su mirada todavía firmemente dirigida hacia mí, usé la última gota de mi energía para gritar:

— ¡Te estaba salvando!—respiré profundamente durante unos momentos, luego añadí, en voz baja— ¡Te estaba salvando, taeyeon! Te estaba salvando del dolor. Te estaba salvando de sentirte impotente, como todos los demás que amaba.

Las cejas oscuras de taeyeon se convirtieron en una línea dura sobre sus ojos.

La confusión distorsionaba su hermoso rostro.

Di un paso atrás una vez más.

—Porque no podía verte, no podía soportar la idea que vieras lo que iba a pasarme. No podría soportar hacértelo cuando estabas tan lejos—los sollozos dejaron mi garganta.

Tantos sollozos que mi pecho comenzó a jadear a través del esfuerzo.

Tosí, aclarando mi garganta y moviéndome hacia adelante, donde taeyeon estaba de pie inmóvil, como una estatua.

Apoyando mi mano sobre mi corazón, dije con voz ronca:

—Tuve que luchar. Tuve que dar mi todo. Tuve que intentarlo. Y te quería conmigo más de lo que puedas imaginar alguna vez—mis pestañas mojadas comenzaron a secarse con la brisa fresca—Habrías dejado todo para tratar de llegar a mí. Ya odiabas a tus padres, odiabas tu vida en Seúl; podía oírlo cada vez que hablábamos. Te habías vuelto tan resentida. ¿Cómo podrías alguna vez haber posiblemente hecho frente a esto?

Mi cabeza latía, un fuerte dolor de cabeza tomando el control.

Tenía que irme.

Tenía que dejarlo todo.

Retrocedí.

Taeyeon permanecía mortalmente quieta.

Ni siquiera estaba segura que hubiera parpadeado.

—Tengo que irme, taeyeon—agarré a mi pecho, sabiendo que el último pedazo de mí se rompería con lo que dije a continuación—Vamos a dejar esto aquí, en la arboleda que tanto amamos. Déjanos terminamos lo que sea que teníamos... lo que sea que éramos—mi voz casi se había desvanecido a la nada, pero con un empuje final, susurré—Permaneceré lejos de ti. Permanecerás lejos de mí. Finalmente nos pondremos en paz. Porque tiene que ser así—bajé mis ojos, sin querer ver el dolor en los ojos de taeyeon—No puedo soportar todo el dolor—me reí débilmente—Necesito corazones de rayo de luna y sonrisas soleadas—sonreí para mí—Es lo que me mantiene en marcha. No voy a dejar de creer en un mundo hermoso. No voy a dejar que me rompa—me obligué a mirar a taeyeon—Y no voy a ser la causa de más dolor para ti.

Mientras volvía mi cabeza, vi una fisura de agonía fracturar la expresión de taeyeon.

Pero no me detuve.

Corrí.

Corrí rápido, solo logrando pasar a mi árbol favorito cuando taeyeon agarró mi brazo y me hizo girar de nuevo.

— ¿Qué?—exigió— ¿De qué demonios estás hablando?—estaba respirando con dureza— ¡Simplemente no explicaste nada! Hablaste de salvarme y protegerme. Pero, ¿de qué? ¿Qué pensaste que no podría manejar?

—taeyeon, por favor—rogué y la empujé lejos.

Estuvo sobre mí en un instante, manos sobre mis hombros, anclándome en el lugar.

— ¡Contéstame! —gritó.

La empujé otra vez.

— ¡Déjame ir!—mi corazón se aceleró con agitación.

Mi piel se erizó.

Me di la vuelta para irme de nuevo, pero sus manos me mantuvieron inmóvil. Luché y luché, tratando de escapar, por una vez, tratando de huir del árbol cuyo refugio siempre me trajo consuelo.

— ¡Déjame ir!—grité de nuevo.

Taeyeon se inclinó.

—No, dime. ¡Explícate!—gritó de vuelta.

—tae...

— ¡Explica!—gritó, interrumpiéndome.

Sacudí mi cabeza más rápido, tratando, en vano, de escapar.

— ¡Por favor! ¡Por favor!—supliqué.

— ¡tiffany!

— ¡NO!

— ¡EXPLICA!

— ¡ESTOY MURIENDO!—grité hacia la arboleda en silencio, incapaz de aguantarlo más—Estoy muriendo—añadí sin aliento—Estoy... muriendo...

Mientras me aferraba a mi pecho, tratando de recuperar mi aliento, la enormidad de lo que había hecho se filtró lentamente en mi cerebro.

Mi corazón latía con fuerza.

Latía del impacto del pánico.

Latía y se aceleraba con el conocimiento aterrador de lo que acababa de admitir... de lo que acababa de confesar.

Seguí mirando fijamente hacia el suelo.

En algún lugar de mi cerebro, se había registrado que las manos de taeyeon se habían congelado en mis hombros.

Mientras sentía el calor de sus palmas, también me di cuenta que estaban temblando. Escuché su aliento, arrastrado y dificultoso.

Me obligué a levantar la mirada y fijarla en la de taeyeon. Sus ojos estaban muy abiertos y atormentados con dolor.

En ese momento, me odiaba a mí misma.

Porque esa mirada en sus ojos, esa atormentada mirada consumida, fue la razón por la que había roto mi promesa con ella hace dos años.

Era por eso que había tenido que dejarla en libertad.

Al final resultó que, en cambio sólo lo había encerrado con barras de rabia.

—tiff...—susurró, con su acento pesado, mientras su rostro palidecía al más blanco de los blancos.

—Tengo linfoma de Hodgkin. Está avanzado. Y es terminal—mi voz temblaba cuando añadí—Tengo cuestión de unos meses de vida, tae. No hay nada que nadie pueda hacer.

Esperé.

Esperé para ver lo que taeyeon tenía que decir, pero no dijo nada. En cambio, retrocedió. Sus ojos recorrieron mi rostro, buscando cualquier señal de engaño.

Cuando no encontró ninguna, sacudió su cabeza.

Un silencioso "no" dejó su boca.

Luego corrió.

Me dio la espalda, y corrió.

Pasaron muchos minutos antes que encontrara la fuerza para moverme.

Pasaron diez minutos después de eso cuando entré por la puerta de mi casa, donde mi mamá y papá estaban sentados con los kim.

Pero sólo pasaron unos segundos después de verme cuando mi mamá corrió hacia donde estaba parada, y caí en sus brazos.

Donde rompí mi corazón por el corazón que acababa de romper.

El que siempre me había esforzado por salvar.

SgwKq��|r&

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Comments

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Isisnsd #1
Chapter 20: Me encanto!!! No dejo de llorar! Jajaja
roguecr #2
Chapter 20: Yo tambien lo lei taengsin y me encanto y ahora que lo lei con taeny lo ame. Gracias por adaptarlo al Taeny .
diamond09
#3
Chapter 1: Este Fic lo he leído ya con TaengSic... me gusto demasiado... sera genial volverlo a leer ahora con Taeny