capitulo 10 parte 3

Besos

Pasó más de una hora.

tiffany  todavía estaba dormida. La levanté suavemente de mi pecho y me incorporé. El sol se había movido; las olas rompían contra la orilla.

Tenía sed, así que abrí la canasta de picnic y saqué una de las botellas de agua que jessica había guardado. Mientras bebía, miré la mochila que tiffany  había sacado del maletero.

Preguntándome qué había adentro, la agarré y abrí el cierre. Al principio, lo único que vi fue otro bolso negro.

Este bolso estaba acolchonado.

Lo saqué y mi corazón comenzó a latir fuerte cuando me di cuenta de lo que estaba sosteniendo.

Suspiré y cerré los ojos.

Dejé el bolso en la manta y me pasé las manos por la cara. Cuando levanté la cabeza, abrí los ojos y miré al agua. Observé los botes a la distancia, las palabras de tiffany  resonando en mi mente:

—Creo que están dejando todo. Creo que se levantaron un día y decidieron que había más cosas en la vida. Creo que decidieron, una pareja enamorada, que querían explorar el mundo. Vendieron sus posesiones y compraron un bote... A la rubia le encanta poner música y a la pelinegra le encanta capturar momentos en una filmación...

Mis ojos dejaron la bolsa de la cámara que conocía tan bien.

Sabía de dónde venía su teoría sobre los botes.

—A la pelinegra le encanta capturar momentos en una filmación...

Traté de estar enojada con ella.

Dejé de sacar fotos hace dos años, esa ya no era yo.

Ya no era mi sueño.

La universidad de Nueva York no estaba en mis planes.

No quería volver a agarrar la cámara.

Pero mis dedos comenzaron a temblar, y, a pesar de estar enojada conmigo misma, levanté la tapa de la caja y miré adentro.

La vieja Canon vintage negra y plateada que había adorado me miraba de frente. Sentí mi cara palidecer, la sangre moviéndose a mi corazón quien golpeaba fuertemente contra mis costillas.

Había tirado esta cámara.

La había descartado, a ella y a todo lo que representaba.

No tenía ni idea cómo la había encontrado jessica. Me pregunté si había encontrado otra y la había comprado. La agarré del bolso y la volteé.

Sí, rayado en la parte de atrás estaba mi nombre.

Lo había escrito en mi cumpleaños trece, cuando mi mamá y mi papá me dieron esta cámara.

Era esta misma.

tiffany  había encontrado mi cámara.

Volviéndole a dar vuelta, vi que tenía un rollo puesto. En el bolso estaban las lentes.

Aquellas que conocía tanto.

A pesar de los años, todavía sabía instintivamente cuál sería la mejor para cada toma; paisajes, retratos, para la noche, el día, luz natural, estudio...

Al oír un suave susurro detrás de mí, miré por encima del hombro. tiffany  estaba sentada, mirándome. Miró la cámara. Acercándose nerviosa, dijo:

—Le pregunté a tu papá. Me dijo que la habías tirado—inclinó la cabeza—Nunca lo supiste, y él nunca te lo dijo, pero él la encontró. Vio que la habías tirado. Habías roto varias partes. Las lentes estaban estrelladas y otras cosas.

Estaba apretando la mandíbula tan fuerte que ya dolía.

tiffany  comenzó a acariciar el dorso de mi mano con sus dedos.

—Hizo que la repararan sin que te enteraras. La guardó estos últimos años. Esperaba que algún día decidieras volver a la fotografía. Sabía cuánto te gustaba. También se culpa a sí mismo por el hecho de que la hayas abandonado.

Mi instinto era abrir la boca para espetar que era su culpa.

Todo era su culpa.

Pero no lo hice.

Por alguna razón, el dolor en mi estómago me dejó callado.

Los ojos de tiffany  brillaron.

—Deberías haberlo visto anoche, cuando le pregunté sobre la cámara. Estaba tan emocionado, tae. Incluso tu mamá no sabía que la había guardado. Incluso tenía rollos preparados. Solo en caso de que alguna vez la quisieras de nuevo.

Aparté la mirada de tiffany, y volví a centrarme en la cámara.

No sabía cómo sentirme sobre todo esto.

Traté de enojarme.

Pero, para mi sorpresa, no lo logré.

Por alguna razón no podía sacarme la imagen de mi cabeza, de mi papá limpiando la cámara y arreglándola, él solo.

—Incluso tiene el cuarto oscuro preparado, esperándote en tu casa.

Cerré los ojos cuando tiffany  añadió la última parte.

Me quedé en silencio.

Completamente callada.

Mi cabeza estaba corriendo con demasiados pensamientos, demasiadas imágenes.

Y yo estaba en conflicto.

Había jurado no volver a tomar otra foto.

Pero prometerlo había sido una cosa.

Sostener el objeto de mi adicción en mis manos ponía en peligro mi juramento: luchar, rebelarme, destruir, justo como mi papá había hecho con mis sentimientos cuando optó regresar a Seúl.

El calor en mi estómago comenzó a extenderse.

Esta era la ira que esperaba.

Esta era la ráfaga de fuego que estaba esperando.

Aspiré profundamente, preparándome para que la oscuridad me abrumara, cuando, de repente, tiffany  se puso de pie.

—Voy al agua—anunció y pasó a mi lado sin decir nada más.

La vi alejarse.

La vi hundir sus pies en la suave arena, la brisa agitando su pelo corto. Me quedé, hipnotizada, cuando saltó a la orilla del agua, permitiendo que las olas rompieran sobre sus pies.

Se sostuvo el vestido más alto en las piernas para evitar salpicarse. Inclinó la cabeza hacia atrás para sentir el viento en su cara. Entonces, miró de nuevo hacia donde estaba sentado.

Miró hacia atrás y se rio.

Libre, con total abandono, como si no tuviera preocupaciones más importantes del mundo.

Estaba paralizada, más aún cuando un rayo de sol reflejado en el mar le daba un brillo dorado en el lado de su cara, sus ojos eran más azules en esta nueva luz.

Me quedé sin aliento, tuve que pelear literalmente para poder respirar por lo hermosa que se veía. Antes incluso de pensarlo bien, tuve la cámara en mi mano.

Sentí el peso en mis manos, y, cerrando los ojos, dejé que las ganas ganaran.

Abriendo los ojos, levanté la cámara hasta mi ojo. Destapando la lente, encontré el ángulo más perfecto de mi chica bailando en las olas.

E hice clic.

Hice clic en el botón de la cámara, mi corazón tartamudeando cada vez que

Disparaba; estaba seguro de que estaba capturando a tiffany  en este momento: feliz.

La adrenalina se apoderó de mí cuando pensé cómo se desarrollarían estas fotos.

Era por eso que usaba una cámara vintage. La anticipación del cuarto oscura, la demora en la gratificación de ver la maravilla que había atrapado.

La habilidad que se debía tener cuando se trabajaba con una cámara para lograr la toma perfecta.

Un segundo de serenidad.

Un momento mágico.

tiffany, en su propio mundo, corría a lo largo de la orilla, con las mejillas rosas por el calor del sol.

Levantando sus manos en el aire, tiffany  soltó el dobladillo de su vestido

Dejando que se mojara con el agua. Luego se volvió para mirarme. Mientras lo hacía, se quedó completamente inmóvil, igual que mi corazón en mi pecho.

Mi dedo esperaba, suspendido sobre el botón, esperando disparar la foto.

Y entonces apareció.

Parecía pura felicidad en su rostro.

Apareció cuando cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, como si fuera un alivio, como si felicidad sin censura la poseyera.

Bajé la cámara. tiffany  me tendió la mano. Sintiéndome eufórico por volver a sentir mi pasión, me levanté y caminé por la arena.

Cuando tomé la mano de tiffany, me acercó y presionó sus labios sobre los míos.

Dejé que hiciera todo ella.

La dejé mostrarme lo mucho que esto significaba para ella.

Este momento.

Y me permití sentirlo también.

Me permití, por este breve momento, hacer a un lado la pesadez que siempre llevaba a modo de escudo.

Me permití perderme en el beso, levantando la cámara en alto. Incluso con los ojos cerrados y sin dirección, estaba convencida de que había capturado la mejor imagen del día.

tiffany  dio un paso atrás y en silencio me guío de vuelta a la manta, sentándonos, descansando su cabeza en mi hombro. Levanté mi brazo sobre sus hombros cálidos, bañados por el sol y la acerqué a mi lado.

tiffany  miró cuando perezosamente le di un beso en la cabeza. Cuando me encontré con sus ojos, suspiré y presioné mi frente contra la suya.

—De nada—susurró mientras miraba hacia el mar.

No me había sentido así en mucho tiempo.

No había sentido esta paz interior, desde antes de separarnos. Y estaba agradecida con tiffany.

Más que agradecida.

De repente, un jadeo asombrado escapó de la boca de la tiffany.

—Mira, tae—susurró señalando en la distancia.

M e preguntaba que quería que viera, luego dijo:

—Nuestras huellas en la arena—levantó la cabeza y esbozó una sonrisa radiante—Dos pares. Cuatro huellas. Igual que el poema.

Arqueé las cejas, confundida. La mano de tiffany  yacía sobre mi rodilla doblada. Su cabeza metida bajo el refugio de mi brazo, explicó:

—Es mi poema favorito, tae. Era el favorito de mi abuelita también.

— ¿Qué dice?—pregunté, sonriendo ligeramente al pequeño tamaño de mí huella junto a la de ella.

—Es hermoso. Y espiritual, así que no estoy segura de qué pensaras—me

Miró burlona.

—Cuéntamelo de todos modos—la insté, sólo para escuchar su voz.

Sólo para escuchar la reverencia en su tono cuando compartía algo que le encantaba.

—En realidad es más una historia. Acerca de alguien que tiene un sueño. En el sueño, están en una playa igual a esta. Pero están caminando al lado del Señor.

Mis ojos se estrecharon y tiffany  puso los ojos en blanco.

— ¡Te dije que era espiritual!—dijo, riendo.

—Lo hiciste—contesté, y le levanté la cabeza con la barbilla—Sigue.

tiffany  suspiró, y con su dedo, hizo trazos vagos en la arena. Mi corazón se agrietó cuando vi que era otro símbolo de infinito.

—Mientras caminan por la playa, en el cielo oscuro, comienza a proyectarse la vida de la persona, para que ellos la vean. A medida que pasa cada escena, como un rollo de película, la persona se da cuenta de que dos pares de huellas fueron dejadas en la arena detrás de ellos. Y a medida que continuaban, cada nueva escena traía consigo un rastro de sus huellas—su atención estaba enfocada en nuestras huellas—Cuando se han reproducido todas las escenas, la persona mira hacia atrás en el rastro de las huellas y se da cuenta de algo extraño. Se dan cuenta de que durante los momentos más tristes, o la mayor parte de desesperación de su vida, sólo había un par de huellas. Durante los tiempos más felices siempre había dos pares.

Mis cejas se fruncieron, preguntándome hacia dónde se dirigía la historia.

tiffany  levantó la barbilla y parpadeó en la luz brillante del sol. Con los ojos llorosos, me miró y continuó.

—La persona está realmente preocupado por esto. El Señor dijo que, cuando una persona dedica su vida a él, él volvería a caminar con ellos a través de todos los altibajos. La persona entonces le preguntó al Señor: ¿por qué, en los peores puntos de su vida, Él los abandonó? ¿Por qué se fue?

Una expresión de profunda comodidad lavó el rostro de la tiffany.

— ¿Y qué?—pregunté— ¿Qué dice el Señor?

Una lágrima cayó de su ojo.

—Le dice a la persona que sí había caminado con ellos toda su vida. Pero, explica, que en los momentos en los que hay un único par de huellas no era cuando estaba caminando a su lado, sino cuando los estaba cargando—sollozó y dijo—No me importa si no eres religiosa, tae. El poema no es sólo para los creyentes. Todos tenemos personas que nos cargan a través de los peores momentos, de los más tristes, esos momentos que parecen imposibles de superar. De una forma u otra, ya sea a través del Señor o de un ser querido, o ambos, cuando sentimos que no podemos caminar más, alguien aparece y nos ayuda... Alguien que nos carga.

tiffany  apoyó la cabeza en mi pecho, metiéndose en mis brazos abiertos, que la esperaban.

Mis ojos se perdieron en una neblina borrosa mientras miraba nuestras huellas en la arena. En ese momento, no estaba segura de quién estaba ayudando a quién.

Porque a pesar de que tiffany  insinuaba que era yo quien la estaba ayudando en sus meses finales, estaba empezando a creer que de alguna manera ella me estaba salvando.

Un único par de huellas en mi alma.

tiffany  se giró para mirarme, sus mejillas húmedas por las lágrimas.

Lágrimas de felicidad.

Lágrimas de asombro...

Lágrimas de tiffany.

— ¿No es hermoso, tae? ¿No es la cosa más hermosa que hayas escuchado?

Solo asentí.

Este momento no era para hablar.

No podía competir con lo que acababa de recitar, ¿por qué iba a intentarlo?

Dejé que mi mirada fuera a la deriva por la playa. Y me pregunté... Me pregunté si alguien más en este momento había oído algo así tan movilizarte que los sacudiera hasta su propio centro.

Me pregunté si la persona que amaba más que a nadie más en el planeta se

Había abierto a ellos con tanta pureza, con tanta emoción.

—¿Tae?—dijo en voz baja a mi lado.

— ¿Sí, nena?—contesté en voz baja.

Volvió su cara bonita y me dirigió una débil sonrisa.

— ¿Estás bien?—pregunté, acariciando su cara con mi mano.

—Estoy cansada —admitió a regañadientes.

Mi corazón se rompió.

Durante la última semana, había empezado a ver el cansancio aparecer de a poco en su rostro cuando hacía demasiado.

Y lo que es peor, pude ver lo mucho que lo odiaba. Porque le impedía disfrutar de aventuras de toda la vida.

—Está bien estar cansada, Mi tiff. No es una debilidad.

Los ojos de tiffany  se cerraron, derrotados.

—Lo odio. Siempre he pensado que dormir es una pérdida de tiempo.

Me reí del puchero bonito que había formado en sus labios. tiffany  me observaba, esperando que hablara. Aleccionadoramente, dije:

—La forma en que lo veo es: si duermes cuando lo necesitas, podremos hacer más cosas cuando recuperes fuerzas—acaricié la punta de su nariz con la mía y dije—Nuestras aventuras serán mucho más especiales. Y sabes que te gusta dormir en mis brazos. Siempre he pensado que te ves demasiado perfecta ahí.

tiffany  suspiró, y con una última mirada al mar, susurró:

—Sólo tú, taeyeon Kim. Sólo tú podías darle una razón a mi mayor odio de una manera tan bella.

Besando su mejilla cálida, me levanté y recogí nuestras cosas.

Cuando todo estuvo listo, miré por encima del hombro al muelle, luego otra vez a tiffany. Estirando la mano, dije:

—Vamos, dormilona. ¿Por los viejos tiempos?

tiffany  miró el muelle y una risa desenfrenada salió de su garganta. La puse de pie, y caminamos lentamente, de la mano, debajo del muelle. Los sonidos hipnóticos de las olas suaves rompiendo contra las antiguas vigas de madera donde nos paramos.

Sin perder tiempo, acorralé a jessica contra el poste de madera, ahuecando sus mejillas y juntando nuestros labios. Mis ojos se cerraron mientras la piel cálida de sus mejillas se calentaba bajo mis palmas. Mi pecho jadeó, sin aliento, mientras nuestros labios se besaron, de manera lenta y profunda, mientras que la brisa fresca se precipitó por el pelo de tiffany.

Apartándome, rodé mis labios, saboreando el sabor de las cerezas y el sol estallando en mi boca.

Los ojos de tiffany  se abrieron. Al ver lo cansada que aparecía, susurré para ella:

—Beso cuatrocientos treinta y tres. Con Mi tiff bajo el muelle.

tiffany sonrió con timidez, a la espera de lo que tenía que venir a continuación.

—Mi corazón casi estalló.

El atisbo de sus dientes mostrándose bajo su sonrisa casi lo hizo estallar, haciéndolo el momento perfecto para añadir:

—Porque la amo. La amo más de lo que jamás podría explicar. Mi único par de huellas en la arena.

Los hermosos ojos azules de tiffany se abrieron ante mi confesión. Inmediatamente brillaron, y las lágrimas se derramaron hacia abajo por sus mejillas. Traté de limpiarlas con mis dedos mientras mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Pero tiffany  agarró mi mano, frotando suavemente su mejilla en mi palma. Manteniendo mi mano en el lugar, se encontró con mis ojos y susurro:

—Te amo demasiado, taeyeon kim. Nunca, nunca dejaré de hacerlo—llevo mi cara para quedar frente a la suya—Mi alma gemela. Mi corazón...

Una calma se apoderó de mí.

Una tranquilidad, mientras tiffany  cayó en mis brazos, su respiración ligera filtrándose a través de mi camisa.

La abracé.

La sostuve cerca, abrazando esta nueva sensación, hasta que tiffany  bostezó. Incliné su cabeza hacia arriba, a la mía y dije:

—Vamos a llevarte a casa, hermosa.

tiffany  asintió, plegándose a mi lado, permitiéndome encaminarla de regreso a nuestras cosas, y luego hasta el auto. Metiendo la mano en el bolsillo de su bolso, tomé las llaves del auto y abrí la puerta del lado del pasajero.

Colocando ambas manos en su cintura, la levanté hasta el asiento, extendiéndome a través de ella para hacer clic, asegurando el cinturón de seguridad. Mientras retrocedí, coloqué un suave beso en la cabeza de tiffany. La oí contener la respiración ante mi tacto.

Iba a enderezarme, cuando tiffany  se apoderó de mi brazo, y con lágrimas en sus mejillas plenas, susurró:

—Lo siento, tae. Lo siento mucho.

— ¿Por qué, bebé?—pregunté, mi voz se quebró ante lo triste que sonaba.

Me apartó el pelo de la cara, mientras decía:

—Por alejarte.

Mi estómago se hundió.

Los ojos de tiffany  buscaron algo en los míos, antes de que su rostro se contrajera de dolor. Gruesas lágrimas corrían por su rostro pálido y su pecho

Se estremeció mientras intentaba calmar su respiración repentinamente errática.

—Oye—dije, colocando las manos en sus mejillas.

tiffany  miró hacia mí.

—Podríamos haber estado así si no hubiera sido una tonta. Podríamos haber

Encontrado una forma para que regresaras. Podrías haber estado conmigo todo el tiempo. Conmigo. Sosteniéndome... amándome. Tú amándome y yo amándote con tanta fuerza—su voz tartamudeó, pero logró terminar—Soy una ladrona. Robé nuestro valioso tiempo, dos años de ti y de mí, por nada.

Sentí como si mi corazón se rompiera físicamente mientras tiffany  lloraba, aferrada fuertemente a mi brazo como si estuviera asustada de que le diera la espalda.

¿Cómo es que no se ha dado cuenta hasta ahora de que nada podía alejarme?

—Shh—la tranquilicé, moviendo la cabeza para descansar contra la de ella—Respira, bebé—dije en voz baja y puse la mano de tiffany  sobre mi corazón, mientras fijaba su mirada en la mía—Respira—repetí y sonreí mientras seguía el ritmo de mi corazón para calmarse.

Sequé sus mejillas húmedas con las manos, derritiéndome cuando sorbió, su pecho sacudiéndose de vez en cuando por los sollozos que había liberado. Al ver que tenía su atención, le dije:

—No voy a tomar la disculpa, porque no hay nada de qué disculparse. Me dijiste que el pasado ya no importa. Que son estos momentos los que son importantes ahora—afiance mis emociones, para decir—Nuestra aventura final. Yo, dándote besos que casi hagan estallar tu pecho para completar tu frasco. Y tú... tú sólo siendo tú. Tú amándome. Yo amándote. Por la eternidad...—mi voz se apagó.

Miré fijamente con atención y paciencia en los ojos de tiffany, con una gran sonrisa cuando añadió:

—Para siempre por siempre.

Cerré los ojos, sabiendo que había atravesado su dolor. Luego, cuando mis ojos se abrieron, tiffany  se rio con voz ronca.

—Ahí está ella—presioné un beso en cada una de las manzanas de sus mejillas.

—Aquí estoy—repitió—, Tan completamente enamorada de ti.

tiffany  levantó la cabeza y me besó. Cuando se echó hacia atrás en el asiento, con los ojos cerrados, llamada por el sueño. La miré por un segundo, antes de moverme para cerrar la puerta. Justo cuando se cerró la puerta, atrapé a tiffany  susurrando:

—Beso número cuatrocientos treinta y cuatro, con mi tae en la playa... cuando su amor volvió a casa.

Podía ver a través de la ventana que tiffany ya se había dormido. Sus mejillas estaban rojas de tanto llorar, pero, incluso dormida, sus labios estaban inclinados hacia arriba, dando la apariencia de una sonrisa.

No estaba segura de cómo alguien tan perfecto incluso existía.

Moviéndome alrededor del auto, saqué mis cigarrillos del bolsillo trasero de mis pantalones y accioné el encendedor. Aspiré una calada muy necesaria.

Cerré los ojos mientras el golpe de nicotina me calmó. Abrí los ojos y me quedé mirando la puesta de sol. El sol se desvanecía en el horizonte, destellos de color naranja y rosa a su paso. La playa estaba casi vacía, salvo por la pareja de ancianos que había visto antes.

Sólo que esta vez, cuando los veía, todavía tan enamorados después de todos estos años, no me permití sentir dolor. Al mirar hacia atrás a tiffany  durmiendo en el auto, sentí una... felicidad.

Yo.

Me sentí feliz.

Me permití sentir feliz, incluso a través de todo este dolor.

—Porque... aquí estoy... tan completamente enamorada de ti...

Ella me amaba.

Mi tiff.

Mi chica.

Ella me amaba.

—Es suficiente—dije al viento—Eso es suficiente por ahora.

Lanzando la colilla de cigarro al suelo, en silencio me deslicé en el asiento del conductor y le di la vuelta a la llave. El motor volvió a la vida y conduje lejos de la playa, seguro que estaríamos aquí de nuevo.

Y si no lo hacíamos, como jessica dijo, habíamos tenido este momento.

Teníamos este recuerdo.

Ella tenía su beso.

Y yo tenía su amor.

Cuando me detuve en el camino de entrada, la oscuridad había caído, las estrellas comenzando a despertar.

tiffany  había dormido todo el camino a casa, su respiración ligera y rítmica como un sonido reconfortante mientras nos llevé por los caminos oscuros hacia la casa.

Estacionando el auto, salí y caminé hacia su lado. Abrí la puerta tan silenciosamente como pude, desbloqueando el cinturón de seguridad y recogiendo a tiffany  en mis brazos.

Se sentía como si no pesara nada mientras instintivamente se acurrucó en mi pecho, su cálido aliento deslizándose sobre mi cuello. Caminé hasta la puerta. Al llegar al escalón más alto, la puerta principal se abrió. El señor hwang  estaba de pie en el pasillo.

Seguí adelante y se movió fuera de mi camino, permitiéndome llevar a jessica a su dormitorio. Vi a la mamá y las hermanas de tiffany  sentadas en la sala de estar, viendo la televisión.

Su mamá se puso de pie.

— ¿Está bien?—susurró.

Asentí.

—Sólo cansada.

La señora hwang  se inclinó y besó la frente de jessica.

—Que duermas bien, bebé—susurró.

Mi pecho se apretó ante la vista, luego asintió y me señaló para que llevara a jessica a su habitación.

La llevé por el pasillo y a su dormitorio. Tan suavemente como pude, la puse en su cama, sonriendo cuando el brazo de tiffany, naturalmente, me buscó en el lado de la cama en el que dormía.

Cuando la respiración de tiffany  se niveló una vez más, me senté en el borde de la cama y pasé la mano por su cara. Inclinándome hacia adelante, besé su mejilla suave y susurre:

—Te amo, Mi tiff. Por siempre para siempre.

Levantándome de la cama, me quedé helada cuando vi al señor hwang  en la puerta, observando... escuchando.

Mi mandíbula se apretó mientras él me miró fijamente. Tomando una respiración calmante por la nariz, caminé en silencio pasándole, por el pasillo y de regreso al auto para conseguir mi cámara.

Regresé a la casa para dejar las llaves del auto sobre la mesa en el pasillo.

Cuando entré, el señor hwang  salió de la sala de estar. Me detuve, balanceándome con torpeza hasta que extendió la mano para recibir las llaves. Las dejé caer en su mano y me giré para alejarme. Antes de que pudiera, preguntó:

— ¿Pasaron un buen momento?

Mis hombros se tensaron. Obligándome a responder, lo miré a los ojos y asentí.

Ondeando la mano a la señora hwang, michelle, salí por la puerta y bajé los escalones. Al llegar al último escalón, oí:

—Ella te ama también, sabes.

La voz del señor hwang  detuvo mis pies, y sin mirar hacia atrás, respondí:

—Lo sé.

Crucé el césped a mi casa. Me fui directamente a mi habitación y tiré la cámara sobre la cama.

Tenía la intención de esperar las próximas horas antes de ir a jessica. Pero cuanto más miraba fijamente la bolsa de la cámara, más quería ver cómo habían salido las fotos.

Las imágenes de tiffany  bailando en el mar.

Sin darme la oportunidad de alejarme, cogí la cámara y me escabullí hasta el cuarto oscuro en el sótano. Al llegar a la puerta y girar el picaporte, encendí la luz. Suspiré, una extraña sensación afianzándose dentro de mí.

Porque tiffany  había tenido razón.

Mi papá había preparado esta habitación para mí.

Mi equipo estaba exactamente donde habría estado hace dos años. Las líneas y las pinzas estaban listas y esperando.

El proceso de revelar las imágenes se sentía como si nunca lo hubiera dejado.

Disfruté la familiaridad de cada paso.

Nada fue olvidado, como si hubiera nacido con la capacidad de hacer esto.

Como si se me hubiera dado este don.

tiffany  reconoció que había necesitado esto en mi vida, cuando estaba demasiado cegado por el pasado para verlo.

El olor de los productos químicos golpeó mi nariz.

Pasó una hora, y finalmente di un paso atrás, las fotos en sus pinzas moldeando en formas, segundo a segundo, revelando el momento capturado en la película.

La luz roja no me impidió ver las maravillas que había capturado. Mientras caminaba a lo largo de las líneas de imágenes colgando, de la vida en todo su esplendor, no pude evitar la emoción ardiendo en mi pecho.

No podía detener la sonrisa, por este trabajo, jugando en mis labios.

Entonces me detuve.

Me detuve en una imagen que me mantuvo cautiva.

tiffany, aferrando el dobladillo de su vestido, bailando en el agua poco profunda. Jessica, con una sonrisa despreocupada y el pelo mecido por el viento, riendo con todo corazón. Sus ojos brillantes y su piel sonrojada mientras miraba por encima del hombro, hacia mí. El sol iluminando su cara en un ángulo tan puro y hermoso que era como si se tratara de un proyector de su felicidad, atraído por su alegría magnética.

Levanté la mano, manteniéndola a un centímetro de la imagen, y tracé mi dedo sobre su rostro radiante, sobre sus labios suaves y sus mejillas rosadas.

Y la sentí.

Sentí la pasión abrumadora para esta destreza estallar de nuevo a la vida dentro de mí.

Esta imagen.

Ésta imagen consolidó lo que había sabido en secreto todo el tiempo.

Estaba destinada a hacer esto con mi vida.

Tenía sentido que esta imagen trajera este mensaje a casa, era de la chica que era mi hogar.

Llamaron a la puerta, y sin retirar la mirada de la foto, respondí:

— ¿Sí?

La puerta se abrió lentamente.

Sentí quién era antes de que verlo.

Mi papá entró en el cuarto oscuro, sólo unos pocos pasos. Lo miré, pero tuve que girar de nuevo ante la expresión de su cara, mientras absorbía todas las fotografías colgando de las pinzas a través del cuarto.

No quería hacer frente a lo que esa sensación en el estómago significaba.

Aún no.

Pasaron unos minutos en silencio, antes de que mi papá dijera suavemente:

—Ella es absolutamente hermosa, hija.

Mi pecho se contrajo cuando vi sus ojos en la foto ante la que todavía estaba de pie.

No respondí.

Mi papá permaneció torpemente en la puerta, sin decir nada más. Por último, se movió para salir. A medida que fue cerrando la puerta, me obligué a decir un afilado:

—Gracias... por la cámara.

En mi visión periférica, vi a mi papá detenerse. Oí una inhalación lenta e irregular en su respiración, entonces respondió:

—No tienes nada que agradecerme, hija. Nada en absoluto.

Con eso me dejó en mi cuarto oscuro.

Me quedé más tiempo de lo que pensaba, reproduciendo la respuesta de mi papá en mi mente.

Agarrando dos fotografías en mis manos, subí los escalones del sótano y me dirigí a mi habitación. Al pasar por la puerta abierta de la habitación de leeteuk, lo vi sentado en su cama, viendo la televisión.

No me había visto, de pie en su puerta, y continué hacia mi habitación. Pero,

Mientras lo oí reírse de lo que estaba viendo, mis pies se pegaron al suelo, y me obligué a volver atrás.

Al entrar a su habitación, leeteuk se volvió hacia mí, y en un movimiento que me hizo sentir una grieta en mi pecho, la más grande sonrisa se dibujó en su linda cara.

—Hola Tae—dijo en voz baja, y se sentó más arriba en la cama.

—Hola—respondí y caminé hacia su cama y señale hacia el televisor— ¿Qué estás viendo?

Leeteuk miró el televisor, y luego de nuevo a mí.

—Los monstruos del pantano—su cabeza se inclinó hacia un lado, y luego acercándose minuciosamente a mí y algo en mi estómago dio un tirón mientras lo hizo— ¿Quieres ver conmigo por un rato?—preguntó con nerviosismo, luego dejó caer la cabeza.

Podía decir que pensaba que iba a decir que no.

Sorprendiéndonos a ambos, respondí:

—Seguro.

Los ojos oscuros de leeteuk se abrieron hasta el tamaño de los platos. Se recostó con rigidez en su cama. Cuando di un paso hacia delante, arrastró los pies hacia un lado del estrecho colchón. Me acosté a su lado, levantando mis pies. Entonces Rick se recostó contra mi lado y siguió observando a su programa.

Lo vi con él, sólo mirando a otro lado cuando lo sorprendí mirándome.

Cuando me encontré con sus ojos, con sus mejillas sonrojadas dijo:

—Me gusta que veas esto conmigo, Tae.

Respirando a través del sentimiento poco familiar que sus palabras trajeron, revolví su pelo y respondí:

—A mí también, lee. Me gusta también.

Leeteuk se apoyó en mi lado. Se quedó ahí hasta que se durmió, el temporizador en su TV golpeando y hundiendo la habitación en la oscuridad.

Levantándome de la cama, pasé a mi mamá, que había estado observando en silencio desde el pasillo. Asentí hacia ella cuando entré en mi habitación, girando y cerrando la puerta detrás de mí. Bloqueando la cerradura, coloqué una de las fotos en el escritorio, y trepé a través de mi ventana y corrí hacia tiffany.

Cuando entré en su habitación, tiffany  todavía estaba durmiendo. Quitándome la camisa, caminé alrededor de la cama donde dormía. Puse la foto de nosotras besándonos cerca del agua sobre su almohada, para que la viera tan pronto como se despierte.

Me metí en la cama, con tiffany  encontrándome de forma automática en la oscuridad, poniendo su cabeza en mi pecho y envolviendo su brazo alrededor de mi cintura.

Cuatro huellas en la arena.

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Comments

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Isisnsd #1
Chapter 20: Me encanto!!! No dejo de llorar! Jajaja
roguecr #2
Chapter 20: Yo tambien lo lei taengsin y me encanto y ahora que lo lei con taeny lo ame. Gracias por adaptarlo al Taeny .
diamond09
#3
Chapter 1: Este Fic lo he leído ya con TaengSic... me gusto demasiado... sera genial volverlo a leer ahora con Taeny