El primer mes de clases tenía a Yuju vuelta un ocho. Le iba muy mal en Ingles y pensaba que suspendería el próximo examen.

Sus días en el colegio ya tenían una rutina:

Llegaba saludando a sus amigas, veía a Eunha y a su novio besuquearse toda la mañana, y agarraba el mal humor.

Sus amigas la hacían reír y por un momento lo olvidaba, volvía a ver a la parejita besándose en la tarde y el enojo aumentaba. Finalmente terminaba o en la biblioteca, o mirando a Chaeyeon entrenar.

Casualmente, estas eran la cosas que ocurrían exactamente todos los días, lo que menos disfrutaba era el besuqueo de idiotas, pero creyó que ya debería de haberse acostumbrado.

Llevaba días viéndolos hacer lo mismo e ir agarrados de la mano, aun no comprendía por qué seguía molestándole. Ya debería de haberlo superado, pero cada vez que los veía, sentía unas terribles ganas de golpear a Myungsoo en el rostro.

Decidió ignorarlo, no era su problema.

En estos momentos se encontraba mirando a Chaeyeon entrenar mientras estudiaba Biología, pero en verdad no estaba del todo concentrada.  ¿Cómo podría? Si Eunha lucía deslumbrante, dando vueltas en el aire y alzando los pompones, era increíble cómo en tan solo un mes el equipo había mejorado tanto.

Eunha Jung. Aquel era un nombre que seguramente la atormentaría, los dos años que quedaban de escuela. La observaba, su piel era hermosa, su cabello brillaba y su sonrisa le alegraba el día.

Sin quererlo, el pulso de la ojiverde se disparó. Era un fastidio cuando le su decía.

Desde el primer año que le ocurría aquello, pero parecía que cada día empeoraba más y más ¿Por qué? ¿Que tiene ella que me haga sentirme así?, se preguntó pero no quiso responder con miedo a la respuesta, era absolutamente imposible.

Suerte que era el último día de la semana y no tendría que verla durante tres días, aunque sabía que era una mentira, ya que Yuju se sentiría ansiosa todos los lunes sabiendo que la iba a volver a ver.

 Después de un rato, el grupo de chicas se fueron hasta los vestidores, Eunha  lucia muy atractiva con las mejillas rojas y el cabello sudado revuelto.

Esperó a Chaeyoen, ellas habían acordado con las chicas que al terminar el entrenamiento, irían a la pizzería cerca del instituto.

—¿A quién esperas?—preguntó la voz de Chaeyeon a su espalda y la chica de los ojos esmeralda soltó una risa.

—A una amiga no más atractiva que yo—le dio una sonrisa y Chayeon hizo una mueca.

—Yo soy más atractiva que tú—dijo ofreciéndole la mano, para ayudarla a levantarse.

Mientras conversaban y salían del campo, observó como Chaeyeon quedó distraída, mirando a HyunSik.

Dios, esta chica sí que babeaba por él. Sólo esperaba que fuera atracción física, ya que si era algo más fuerte sabía que su amiga sufriría, y no quería que ella sintiera dolor.

Bajaron varias cuadras y al llegar a la pizzería vieron que en el aparcamiento habían varios coches, hubo un convertible azul que se le hizo muy familiar, pero igual Hyun Sik entró con su amiga.

El local tenía una pinta exacta a las cafeterías de los años setenta, fueron a las mesas rojas mientras sus amigas le hacían señas para que se sentaran.

—¡Yun, aquí!—gritó Sowon y ella le sonrió, tomaron asiento y Yuju quedó junto a Yerin.

Chaeyeon estaba al lado de Sowon y las cuatro comenzaron a hablar. Yerin bebía de su merengada y Yuju no dudó en robarle unos cuantos sorbos.

—¿Cómo fue la práctica?—preguntó Yerin, un poco interesada en el tema.

—Bien, bien ¿Por qué, Yerin?—preguntó Chaeyeon, cruzándose de brazos, y observando a su amiga de forma acusadora.

—Por... por nada—abrió los ojos cafés y comenzó a jugar con sus dedos.

—El punto, es que Chaeyeon estaba babeando por Hyun Sik—soltó Yuju para fastidiar a su amiga, Chaeyeon se puso colorada.

—¡Claro que no!

—Asistiré a la boda—dijo Yerin, sonriendo.

—Seré la madrina—le siguió el juego Yuju mientras se burlaban de su amiga.

—No entiendo por qué todas mis amigas se fijan en los imbéciles—se quejo Sowon, dándose una palmada en la frente.

—¡Hey!—reclamaron las tres y la mesera llegó a pedir su orden, pidieron tres pizzas ya que, si. Ellas comían mucho.

—Oh, no puede ser. —se quejó Chaeyeon, observando la puerta con desagrado, en esos momentos Eunha y los chicos estaban entrando al local, riendo— ¿Es que ellos están en todas partes o qué?

—Por suerte, no en mi casa—dijo Yuju antes de voltear a ver al grupo. Aunque en realidad