capitulo 7

Me enamore de ti

POV TaeYeon



El verano da paso al otoño. El aire se vuelve más frío, los días se acortan, las nubes grises y la persistente llovizna alternan con cielos azules y vientos tonificantes. Hanna pierde su tercer diente. Jessica acceda a cortarse el cabello cuando una profesora suplente lo confunde con una niña de la calle. leo es suspendido por tres días por fumar hierba. Mamá empieza a pasar sus días libres con Dave e, incluso cuando trabaja, con frecuencia se queda en su departamento encima del restaurante para evitar los viajes diarios. En las escasas ocasiones que regresan a casa, raramente se mantiene sobria por mucho tiempo y jessica y Hanna han renunciado a pedirle que juegue con ellas o que las saque a pasear.

Hago viajes regulares al contenedor para reciclaje de vidrio después del anochecer.

El semestre en la escuela me agota; me olvido de ir de compras, jessica necesita pantalones nuevos, Hanna necesita zapatos nuevos, las facturas aguardan ser pagadas, mamá pierde otra vez su talonario de checks. A medida que ella continúa desligándose de la familia, Tiffany y yo nos dividimos tácitamente las tareas: ella limpia, ayuda con los deberes del colegio, hace la rutina de la hora de dormir; yo voy de compras, cocino, arreglo las cuentas, recojo a jessica ya Hanna del colegio. Algo que ninguna de las dos pueda manejar, sin embargo, es leo. Ahora ha empezado a fumar abiertamente, aunque desterrado a la puerta o la calle. Tiffany le habla con calma sobre los riesgos para su salud y él se ríe en su cara. Yo intento un enfoque serio y me gano una serie de improperios. Los fines de semana, sale con una pandilla de problemáticos de la escuela. Convenzo a mamá de que me de dinero para comprarle un móvil de segunda mano, pero él rehúsa responder cuando lo llamo. Le imploro que le imponga un toque de queda, pero ella rara vez está cerca como para cumplir o, when sí lo is, llega a casa más tarde que él. Pongo el toque de queda por mi cuenta, y leo, inmediatamente, empieza a quedarse afuera hasta más tarde inclusive, como si regresar a casa a la hora acordada fuera de un signo de debilidad, de capitulación. Y entonces, sucede lo inevitable: una noche no vuelve a casa, en absoluto. Pongo el toque de queda por mi cuenta, y leo, inmediatamente, empieza a quedarse afuera hasta más tarde inclusive, como si regresar a casa a la hora acordada fuera de un signo de debilidad, de capitulación. Y entonces, sucede lo inevitable: una noche no vuelve a casa, en absoluto. Pongo el toque de queda por mi cuenta, y leo, inmediatamente, empieza a quedarse afuera hasta más tarde inclusive, como si regresar a casa a la hora acordada fuera de un signo de debilidad, de capitulación. Y entonces, sucede lo inevitable: una noche no vuelve a casa, en absoluto.

A las dos de la mañana, después de llamarlo repetidas veces y que me desvíe directamente al buzón de voz, telefoneo a mamá por pura desesperación. Ella está en un club, en alguna parte; el ruido de fondo es ensordecedor: música, gritos, risas. Como ya estamos en las primeras horas de la madrugada, sus palabras suenan arrastradas y apenas registra el hecho que su hijo ha desaparecido. Riendo y deteniéndose cada pocas palabras para hablar con Dave, me informa que necesito aprender a relajarme, que leo es un hombrecito ahora y que debe tener algo de diversión.

Estoy a punto de señalar que podría estar tumbado boca abajo en alguna alcantarilla, cuando me doy cuenta que estoy malgastando mi aliento. Con Dave, ella puede fingir que es joven de nuevo, libre de las restricciones y responsabilidades de la maternidad. Ella nunca quiso madurar.

Recuerdo a nuestro padre citando eso como una de las razones para irse. La acusó de ser una mala madre, pero la única razón por la que se casaron es que ella, accidentalmente, quedó embarazada de mí, un hecho que a ella le gusta recordarme cada vez que tenemos una discusión. Y ahora que estoy sólo a pocos meses de ser considerado legalmente una adulta, ella se siente más libre de lo que lo ha hecho en años. Dave ya tiene una joven familia propia. Ha dejado muy en claro que no quiere hacerse cargo de la de alguien más. Y así ella lo mantiene astutamente alejado, sólo trayéndolo a la casa cuando todo el mundo está dormido o en la escuela. Con Dave, ella se ha reinventado a sí misma: una mujer joven, atrapada en un apasionado romance. Se viste como una adolescente, gasta todo su dinero en ropas y tratamientos de belleza, miente sobre su edad y bebe, bebe, bebe para olvidar aquella juventud y belleza que dejó atrás, para olvidar que Dave no tiene intenciones de casarse con ella, para olvidar que, al final del día, sólo es una divorciada de cuarenta y cinco años, en un trabajo sin futuro, con cinco hijos no deseados. Sin embargo, comprender las razones tras su comportamiento no ayuda a que la odie menos.

Ya son las dos y media y estoy empezando a sentir pánico. Sentada en el sofá, estratégicamente ubicada para que la débil luz de la bombilla desnuda caiga directamente sobre mis libros, he estado esforzándome por leer mis apuntes por al menos las últimas tres horas. Las palabras garabateadas se enredan unas con otras, bailando a través de la página. Tiffany bajó a darme las buenas noches hace una hora, con sombras púrpuras bajo los ojos, sus pecas contrastando fuertemente contra la palidez de su piel. Todavía llevo mi uniforme, los puños manchados de tinta como siempre, la camisa medio desabotonada.

Desde algún lugar dentro de mi cráneo, un eje metálico de dolor perfora su camino hacia mi sien derecha. Una vez más, echo un vistazo al reloj y mi interior se anuda de miedo e ira.

Contemplo mi reflejo fantasmal sobre el cristal oscurecido de la ventana. Mis ojos me duelen, mi cuerpo entero vibra de estrés y agotamiento. No tengo la más mínima idea de qué hacer.

Parte de mí quiere, simplemente, desechar el asunto, ir a la cama y sólo rogar para que leo esté de vuelta para la hora en que me despierte por la mañana. Pero la otra parte de mí se esfuerza en recordarme que apenas es poco mayor que un niño. Un infeliz y autodestructivo niño, que anda con la clase equivocada de gente, porque ellos le proporcionan la compañía y admiración que su familia no. Él puede haber estado en una pelea, puede haber consumido heroína, puede haber quebrado la ley y arruinado su vida antes que ésta siquiera empiece. Peor aún, puede haber sido víctima de algún asaltante o alguna pandilla rival, su comportamiento le ha hecho ganar una buena reputación en la zona. Puede yacer sangrando en alguna parte, apuñalado o baleado.

Puede estar odiándome, puede estar resentido conmigo, puede culparme de todo lo que está mal en su vida, pero si me doy por vencido con él, no le quedará absolutamente nadie. Su odio hacia mí quedará completamente justificado. Aun así, ¿qué posibilidades tengo? Se niega a compartir cualquier parte de su vida conmigo, así que no conozco a sus amigos o dónde pasa el tiempo. Ni siquiera tengo una bicicleta para revisar las calles.

En el reloj se leen las tres menos cuarto: casi cinco horas pasado el toque de queda de leo para los fines de semana. En realidad, nunca llega a casa antes de las diez, pero rara vez se queda fuera mucho más de las once. ¿Qué lugares de por aquí están abiertos a estas horas? Los clubes nocturnos piden carnet de identificación; podría falsificar uno, pero sólo un idiota lo confundiría con un chico de dieciocho años. Nunca ha llegado, ni de lejos, tan tarde como ahora.

El miedo serpentea dentro de mi mente. Se curva sobre sí mismo, su cuerpo presiona contra las paredes de mi cráneo. Esto no es rebeldía: algo ha pasado. Leo está en problemas y nadie está allí para ayudarlo. Me siento temblorosa y empapada en sudor. No tengo más remedio que salir a recorrer las calles buscando un bar abierto, un club nocturno… cualquier cosa. Pero primero, tengo que despertar a Tiffany para que ella me llame si leo regresa. Mi mente retrocede al agotamiento impreso en su rostro y la idea de sacarla de la cama me enferma, pero no tengo opción.

Mi primer golpe es demasiado leve, tengo miedo de despertar a las pequeñas. Pero si leo está lastimado o en problemas, no hay tiempo que perder. Giro el picaporte y abro la puerta. La luz de las lámparas se filtra a través de la capa de cortinas, iluminándole el rostro dormido, su cabello rubio desplegado sobre la almohada. Ha apartado las sábanas de una patada y duerme boca abajo, estirada como una estrella de mar, con las bragas a la vista. Me siento en la cama y la sacudo suavemente.

- ¿Tiffany?

—Mm… —Se enrosca, apartándose de mí, como protesta. Lo intento de nuevo. —Tiff, despierta, soy yo.

- ¿Eh? -. Rodando sobre su costado, se apoya sobre un codo, mirándome con ojos soñolientos, parpadeando tras una cortina de cabello.

-tiff, necesito tu ayuda—. Las palabras salen con más fuerza de lo que pretendo, el pánico creciente capturado en mi garganta.

- ¿Qué? - Súbitamente alerta, intenta incorporarse, apartándose el cabello del rostro. Echa un vistazo a la mesita de luz y me mira de reojo haciendo una mueca. - ¿Qué pasa?

—Es leo… No ha regresado a casa y son casi las tres. C-creo que debería ir a buscarlo. Pienso que algo le debe haber sucedido.

Aprieta sus ojos, cerrándolos y luego los abre de par en par, como si estuviese intentando ordenar sus pensamientos.

- ¿leo aún está afuera?

- ¡Sí!

- ¿Has intentado llamarlo al móvil? Le cuento mis inútiles intentos de localizarlos a ambos, tanto a Sam como a mamá. Tiffany sale a tropezones de la cama y me sigue al pasillo mientras doy caza a mis llaves. —Pero, tae, ¿tienes alguna idea de dónde pueda estar?

—No, tendré que revisar… -. Revuelvo los bolsillos de mi chaqueta, y luego hago lo mismo con la pila de correo basura y facturas sin open de la mesa del vestíbulo, enviándolos a volar. Mis manos comienzan a temblar. - ¿Jesús, dónde mierda están mis llaves?

—Tae, nunca lo encontrarás peinando las calles. ¡Él podría estar en la otra punta de corea!

Me giro para enfrentarla. - ¿Qué demonios sugieres que haga, entonces? Me sobresalto con el volumen de mi voz. Tiffany retrocede un paso. Me detengo y respiro profundamente, ahuecando mis manos sobre mi boca y luego pasándomelas por el cabello. -Lo siento. S-sólo no sé qué hacer. Mamá sonaba incoherente al teléfono. ¡Ni siquiera pude persuadir a esa perra de regresar a casa! -. Me ahogo con la palabra perra y encuentro que apenas tengo el aliento suficiente para terminar de hablar.

—Está bien — dice Tiffany rápidamente. —Está bien, tae. Me sentaré aquí y esperaré. Y te llamaré en el momento en que él regrese. ¿Tienes tu teléfono?
Palpo los bolsillos de mis pantalones. —No… mierda… y mis llaves…

—Aquí—. Tiffany recoge su abrigo del perchero y saca su teléfono y sus llaves.
Agarrándolas, abro precipitadamente la puerta.

- ¡Espera! —Me arroja mi chaqueta. Me la pongo y me sumerjo en el frío aire de la noche. Está oscuro, todas las casas dormidas, excepto por unas pocas iluminadas con la luz azul parpadeante de las pantallas de televisión. El silencio es inquietante; puedo oír los camiones de transporte llevando sus cargas, a kilómetros de distancia sobre la autopista. Camino con rapidez hacia el final de nuestra calle y giro por la calle principal.

El lugar tiene un aspecto desértico y embrujado, las tiendas tienen las persianas cerradas sobre sus interiores oscuros.

La basura de la parada del mercado sigue amontonada en la calle, un borracho se tambalea fuera del Tesco abierto toda la noche y dos mujeres jóvenes, ligeramente vestidas, siguen su camino cruzando el asfalto tomadas del brazo, sus voces agudas traspasando el aire nocturno.

De repente, un coche vibrando con la música acelera a lo largo de la ruta, esquiva por poco al borracho, y los neumáticos chirrían cuando toma una curva. Veo un grupo de tipos haraganeando cerca de un bar cerrado. Todos están vestidos del mismo modo: sudaderas con capucha grises, jeans holgados deslizándose por sus caderas, zapatillas blancas. Pero mientras cruzo la carretera y me dirijo hacia ellos, me doy cuenta que son demasiado mayores para ser parte del grupo de leo.

Doy vuelta la cara con rapidez, pero uno de ellos me grita. - ¡Hey, ¿qué mierda estás mirando ?!

Lo ignoro y sigo adelante, las manos enterradas en los bolsillos, luchando contra el instinto de acelerar el paso. Como lobos, ellos siguen el olor del miedo. Por un momento, pienso que van a venir en pos de mí, pero sólo sus risas y obscenidades flotan a mi espalda.

Mi corazón continúa palpitando cuando alcanzo el final de la calle principal y cruzo la intersección, mi mente corriendo a toda velocidad. Ésa es exactamente la razón por la cual un chico de trece años no debería andar por las calles a estas horas de la noche. Esos tipos estaban aburridos, borrachos o drogados, o ambas cosas, y sólo buscaban pelea. Al menos uno de ellos tenía un arma de algún tipo: una botella rota, sino un cuchillo. Atrás quedaron las simples peleas a puñetazos, por lo menos en esta zona. ¿Y qué posibilidades tendría un calentón como leo contra esa pandilla?

Está empezando a lloviznar y los faros de los taxis que pasan cortan la oscuridad, iluminando el asfalto mojado. Cruzo la intersección a ciegas y un taxista irritable me toca bocina. Me limpio el sudor del rostro con la manga de mi camisa, la adrenalina corriendo a través de mi cuerpo. La repentina sirena de un coche policial me hace saltar violentamente; el sonido se desvanece en la distancia y yo salto de nuevo cuando una cacofonía de dementes ladridos estalla en mi bolsillo. Cuando saco el teléfono de Tiff, mis manos están temblando. - ¿Qué? - grito.

—Ha regresado, tae. Está en casa. - ¿What? —Leo está de vuelta. Acaba de cruzar la puerta en este segundo. Así que puedes regresar a casa. ¿Dónde estás, a todo esto?
—Bentham Junction. Te veo en un minuto. Regreso el teléfono a mi bolsillo y doy la vuelta.

Con el pecho agitado y mi respiración entrecortada, observo las luces de los coches nocturnos. Bien, cálmate, me digo. Está en casa. All Right. Pero puedo sentir el sudor que corre por mi espalda y hay una presión en mi pecho, como un globo a punto de estallar.

Estoy caminando demasiado rápido, respirando demasiado rápido, pensando demasiado rápido. Hay un dolor agudo en mi costado y mi corazón late con fuerza contra mi caja torácica. Está en casa, continúo diciéndome. All Right; pero, no sé por qué no me siento aliviada. De hecho, me siento físicamente enferma. Estaba tan segura de que algo malo le había sucedido. ¿Por qué no ha podido responder el teléfono… hacer una llamada?

Para cuando me acerco a la casa, las luces de la calle se difuminan y bailan, y todo parece extrañamente irreal. Mis manos tiemblan tan fuerte que no puedo destrabar la puerta, las llaves de metal se escurren de mis dedos pegajosos. Termino por dejarlas caer y apoyo una mano sobre la puerta, para mantener el equilibrio mientras me inclino a buscarlas. Cuando la puerta se abre de repente, tropiezo a ciegas dentro del vestíbulo brillantemente iluminado.

- ¡Oye, cuidado! -. La mano de Tiffany me estabiliza.

- ¿Dónde está? El sonido de risas enlatadas me llega desde la sala principal y la empujo para pasar. Leo yace de espaldas, un brazo detrás de la cabeza, los pies sobre el sofá, riéndose de algo en la televisión. Apesta a tabaco, alcohol y hierba.

De repente, la ira comprimida de tantos meses, explota a través de mi cuerpo como roca fundida.

- ¿Dónde demonios has estado? Haciendo girar el control remoto en su mano, se toma un momento antes de apartar brevemente sus ojos de la pantalla. —En ningún lugar que sea, de algún modo, asunto tuyo—. Su mirada regresa al televisor y empieza a reírse otra vez, subiendo preventivamente el volumen para ahogar cualquier intento posterior de conversación.

Agarro el control remoto y se lo arrebato de la mano, capturándolo sin que él se dé cuenta.

- ¡Regrésamelo, Estúpida! -. Está de pie en un instante, coge mi brazo y lo retuerce.

- ¡Son las cuatro de la mañana! ¿Qué rayos has estado haciendo? Lo enfrento, tratando de empujarlo, pero es sorprendentemente fuerte. Un relámpago de dolor golpea mi brazo, desde la mano hasta mi hombro y el control remoto cae al piso. Cuando leo se zambulle para alcanzarlo, lo agarro de los hombros y lo pongo de espaldas. Él rueda sobre sí mismo y hay un cegador crujido de dolor cuando su puño conecta con mi mandíbula. Me tiro sobre él, agarrándolo por el cuello, pierdo el equilibro y lo arrastro al suelo. Mi cabeza golpea la mesa de café y, por un momento, toda claridad parece irse, pero me repongo y llevo mis manos alrededor de su garganta, y su rostro se vuelve carmesí, sus ojos dilatados y salidos. Me golpea en el estómago, una y otra vez, pero no lo dejo ir, no puedo dejarlo ir, incluso cuando me da un rodillazo en la ingle. Hay alguien más empujando mis manos, alguien más se interpone en el camino, alguien me grita, vociferando en mi oído. - ¡Detente, tae, distensión! ¡Vas a matarlo!

Lo suelto, él toma distancia, doblado sobre sus manos y rodillas, tosiendo y haciendo arcadas, hay hilos de saliva colgando de su boca. Alguien me detiene por detrás, sujetando mis manos contra mis costados, pero toda mi fuerza me ha abandonado de repente y apenas puedo sentarme. Escucho los sonidos jadeantes de leo, mientras él se tambalea sobre sus pies y, de repente, se yergue sobre mí.

—Vuelves a tocarme de nuevo y te mato—. Su voz es ronca y áspera. Lo oigo marcharse, lo oigo subir a como trueno las escaleras de madera, oigo el sonido de una niña llorando. Me parece que estoy cayendo, excepto que la alfombra es sólida debajo de mí y la fría dureza de la pared presiona contra mi espalda. A través de una tenue bruma, veo a Hanna envolver sus piernas en torno a la cintura de Tiffany, mientras Tiffany la levanta en un abrazo y murmura: —Está bien, todo está bien, mi amor… sólo acaban de tener una tonta pelea.

Todo está bien ahora. Vamos a subir las escaleras y te meterás en la cama. ¿All Right?
Ellas abandonan la habitación y los sollozos se desvanecen, pero continúan sobre mí, una y otra y otra vez.

Mis piernas están inestables en el camino hasta mi habitación. A salvo en el interior, me siento en el borde de la cama, los codos sobre las rodillas, ahuecando mis manos sobre mi nariz y boca, intentando detener la hiperventilación, el dolor en mi estómago enviando pequeñas réplicas a través de mi cuerpo. Siento el sudor que corre por mi rostro y no puedo parar de temblar. El halo que rodea la bombilla de luz sobre mí se expande y se retrae, creado danzantes puntos de luz. El horror completo de lo que sucedió apenas está empezando a golpearme. Nunca me metí en ningún tipo de pelea física con leo con anterioridad, pero esta noche, provoqué una, casi quería una; una vez que puse mis manos alrededor de su garganta, honestamente no quería dejarlo ir. No entiendo lo que me está pasando… me parece que me estoy perdiendo. Así que leo llegó a casa unas horas tarde, ¿qué adolescente no lo hace? Los padres se molestan con sus hijos, seguro: les gritan, amenazan, insultan quizás, pero no tratan de estrangularlos.

El golpe en la puerta envía otro estremecimiento a través de mi cuerpo. Pero sólo es Tiffany, completamente borrosa mientras se apoya contra el marco de la puerta. - ¿Estás bien?

Con las manos aun cubriéndome la boca, asiento, desesperada porque se vaya, pero incapaz de hablar. Ella me observa con seriedad en la oscuridad, duda por un momento, luego enciende la luz sobre mi cabeza y entra.

Me quito las manos del rostro, apretándolas en puño para evitarme temblar. —Estoy bien— digo, mi voz ronca y vacilante. —Sólo deberíamos irnos a la cama.

—No te ves bien—. Cierra la puerta y se apoya contra ésta, sus ojos dilatados, su expresión inescrutable. No puedo decir si está enojada, horrorizada, asqueada…

—Tiff, lo siento, y-yo, sólo perdí… -. Un dolor irregular corre a través de mi cuerpo.

—Lo sé, tae, lo sé. Quiero decirle cuánto lo siento. Quiero preguntarle si Hanna está bien.

Quiero pedirle que vigile a Sam, que se asegure que no esté haciendo las maletas y planeando huir, que me confirme que no lo he lastimado, a pesar que sé que lo he hecho.

Pero no puedo sacar las palabras. Sólo el sonido de mi respiración jadeante llena el aire.

Aprieto mis manos contra mi nariz y mi boca para intentar amortiguar el sonido, mis codos se hunden en mis rodillas en un esfuerzo por dejar de temblar y me encuentro balanceándome de atrás hacia delante sin saber por qué.

Apartándose de la puerta, Tiffany se acerca hacia mí, toma asiento a mi lado en la cama. Instintivamente, mi brazo se mueve para hacerla a un lado. —Tiff, n-no ... no necesito ...
Ella toma mi mano extendida y la apoya suavemente en su regazo, frotando mi palma en movimientos circulares con su pulgar. —Trata de relajarte—. Su voz es suave, demasiado suave. —Todos están bien. Hanna volvió a dormirse y leo está bien.

Yo me alejo de ella, forcejeando para soltar mi mano de entre las suyas. —Y-yo sólo necesito dormir un poco…

—Lo sé, pero tienes que calmarte primero.

- ¡Eso intento! Su rostro se tensa de preocupación y soy consciente que, verme en este estado, hace poco por tranquilizarla. Sus dedos se sienten cálidos contra mi muñeca, moviéndose para acariciar el interior de mi brazo, el toque de su mano es, de algún modo, reconfortante. —San, no fue tu culpa.

Me muerdo con fuerza y ​​giro la cabeza.

—No fue tu culpa — dice ella de nuevo. —Tae, tú lo sabes. Leo ha intentado provocar algo como esto por mucho tiempo. Cualquiera se habría quebrado.

Hay un dolor creciente en el fondo de mi garganta, una presión de aviso detrás de mis ojos.

—No puedes continuar culpándote por todo, sólo porque eres la mayor. Nada de esto es tu culpa: que mamá beba, que papá nos haya abandonado, que leo haya tomado el camino que tomó. No podrías haber hecho nada más.

No sé cómo ha descubierto todo esto. No entiendo cómo es capaz de leer mi mente de ese modo. Giro el rostro hacia la pared, sacudiendo la cabeza para hacer comprender que está equivocada. Saco mi mano de entre las suyas y froto un lado de mi cara, tratando de ocultarla de su mirada.

—Tae… No, no puedo sostenerlo más, no puedo, no puedo. Ni siquiera voy a sacarla de la habitación antes que sea demasiado tarde. Mis ojos pulsan con un dolor en aumento. Si me muevo, si hablo, si pestañeo siquiera, voy a perder la batalla.

Su mano me toca el hombro, acaricia mi espalda. —No siempre va a ser así. Una lágrima roza un lado de mi mejilla. Me llevo la mano a los ojos para detener la siguiente. Mis dedos están húmedos, de repente. Tomo una inspiración profunda e intento contenerlo, pero se me escapa un pequeño sonido.

—Oh ... tae, no. No… ¡no más! -. Tiffany suena suavemente desesperada. Me acerco más a la pared, deseando poder desaparecer dentro. Aprieto con fuerza el puño contra mi boca.

Entonces, el aliento contenido explota de mis pulmones con un violento sonido asfixiante.

—Hey, Hey… - A pesar de su tono tranquilizador, reconozco una nota de pánico. —Tae, por favor, escúchame. Sólo escucha. Esta noche fue horrible, pero no es el fin del mundo. Sé que, recientemente, las cosas se han vuelto real, realmente duras, pero todo está bien, todo está bien. Leo está bien. Tú sólo eres un ser humano. Estas cosas pasan…
Intento secar mis ojos con la manga de mi camisa, pero las lágrimas siguen saliendo y no entiendo por qué soy completamente incapaz de detenerlas.

—Shhh, ven aquí… -. Tiffany trata de girarme para que la enfrente, yo la empujo para alejarla. Ella lo intenta de nuevo. Frenéticamente, la aparto con un brazo.

- ¡No! Tiff, distensión, por el amor de Dios… ¡por favor! ¡Por favor! I can't…! ¡No puedo…! - Los sollozos explotan con cada palabra. No puedo respirar. Estoy aterrada. Me estoy cayendo a pedazos.

—Tae, cálmate. Sólo quiero contenerte, esto es todo. Déjame abrazarte—. Su voz adopta el tono sedante que usa cuando Hanna y jessica están molestas. No se va a dar por vencida.
Raspo las uñas de una mano contra la pared, los violentos sollozos recorren mi cuerpo como ondas de choque, las lágrimas empapan la manga de mi camisa. - ¡Ayúdame! —Me encuentro jadeando. - ¡No entiendo qué está mal conmigo!

Tiffany se desliza en el espacio entre la pared y yo, y súbitamente, ya no hay lugar dónde esconderme. Mientras me rodea con los brazos y me acerca hacia ella, intento resistirme una última vez, pero toda mi fuerza se ha vaciado. Su cuerpo es cálido contra el mío, vivo, familiar, tranquilizador. Presiono mi rostro contra la curva de su cuello, mis manos crispadas contra la espalda de su pijama como si ella fuera a desaparecer de repente.

—Yo… yo no quise… no quise… ¡Tiff, no quería hacerlo!

—Sé que no querías, tae. Perder perder. Ella me habla en voz baja, casi susurrando, un brazo envuelto fuertemente a mí alrededor, el otro acariciando mi nuca, meciéndome con suavidad hacia delante y hacia atrás. Me aferro a ella mientras los sollozos estremecen mi cuerpo, con tanta fuerza, que creo que nunca voy a ser capaz de detenerme.

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Comments

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k0309_hwang
#1
Empezando... Me da curiosidad por qué está introducción me recuerda a la historia de "flores en el hatico" solo espero que no sea tan similar si este es el caso por qué Magdalena no será nadie en comparación conmigo jajajajaj
ursula91 #2
Chapter 28: Jejejeje
Oye te pasaste Los penultimos capitulos me hicieron llorar (ಥ_ಥ) perk fue today una imagination de tae. Tu final me gusto mucho espero que sigas escribiendo mas historia o(^^o)
lostinlalaland #3
Chapter 28: honestamente, prefiero el final del libro, es mas ... crudo xD esa parte donde ... como se llama la pequeña? ... bueno, el personaje de Hannah esta con el de tiffany y le dice que no quiere despedirse, es muy triste y a la vez tierno, es inocente, algo que le da a ese final un toque especial ...
LectoraLemon #4
Chapter 28: estuvo muy bueno me encanto !! *u*
Skyth06
#5
Chapter 28: tarde en comentar pero no sabes como te agradezco este final más alegré y lleno de vida, muchas gracias por darle un giró de vdd
Fer_Sone
#6
Chapter 28: dios mio! .. te juro que las lagrimas no dejan de salir de mis ojos, son las 4:00 de la mañana y yo aqui, dios!!! esto es lo nejor que eh leido en mi vida!!.... ame el epilogo enserio :3..... no se pero en este momento los amo a todos
keyla00990-LauraG #7
¡Oh wow! ¡Cielos, eso fue intenso!
Vamos a ver, por donde empezamos, primeramente cuando lei el intro fue un poco chocante el saber que ellas eran hermanas ya que había visto otras historias donde son familia como medias hermanas pero aquí eran hermanas de sangre,
¡Hermanas! (lo siento es que no me pasaba) .
De todas formas, me costo un poco poder leerla, siempre leía el intro y mejor la dejaba y leía otro fic. Para añadirle mas en contra por asi decirlo lo que escribiste "un amor así de devastador no tiene final feliz" mucho mas difícil (imagine un final tragico) al final la curiosidad gano y porfió me decidí a leerla.
Sufrí con cada capitulo junto al TaeNy, desde el primer capitulo quería ver Taeny, estaba muy impaciente pero no fue así, primero nos introdujeron a su vida (pobre y melancolica) junto a esto dejaban entre ver la admiración que se tenían mutuamente (Taeny) hasta que conforme pasaron los capítulos había cada vez mas Taeny y con esto mas sufrimiento, la verdad es que yo agonice mucho por su vida, la pobre de Tae con sus problemas y la manera en como describían su sufrimiento (corporal) cuando algo no salia bien, joder fue cruel y sus sentimientos de por medio que las hacia sufrir ¡Dios! ¿Que karma estarían pagando? .
Odie a muerte a la madre, era una desgraciada como podía hacerle eso a sus propios hijos, cortando la infancia de Tae y Tiffany.
Con cada capitulo me decía a mi misma estas niñas sufren un montón y para acabarla tendrán un final trágico, así que quería desistir de seguir leyendo porque ellas no se merecían un final malo ya bastante era con todo lo que habían pasado en su vida.
Para los últimos capítulos todo se acomodaba para el final que apuntabas tu en el intro y me enojaba pensar en su final pero no pude quedar mas feliz con el final y con la desicion de la madre, fue lo mejor que pudo haber hecho en su vida.
Nunca pude llegar a ver al TaeNy como hermanas XD
Gracias por el epilogo que incluiste y por la adaptación =)
saramarmota #8
Chapter 28: casi me matas con el 26 hahahahhaa
Tiffany-viana #9
Chapter 28: Hahaha hay Dios casi me da un infarto cuando leo el 26 hahaha lo. Ame
ailyn2111 #10
Chapter 28: ahhhhh Dios llore en todo el capitulo 27 me diste un infarto pero valio la pena ajja si que me diste un susto gracias espero leerte en un nuevo fic adios y gracias