Todo el día pienso en ti

Colección de One-Shot's
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ADERTENCIA. El contenido de este OS, puede no ser apto para personas sensibles. Léase bajo su responsabilidad.

 

I.

 

Las calles de la ciudad de Seúl, Corea del Sur. Se encuentran rodeadas de una superficie blanca, el aire frío solo estremece a las personas solitarias, anhelando el calor de la persona que amas entre tus brazos. Sin embargo, ahí en esa calle fría, no muy lejos de todos los transeúntes y coches en la carretera, estaba esa mujer pensativa.

Miraba a la nada en sí, exhalando vahos por su nariz al respirar, hacía frío, pero ella quería recordar a la persona amada.

«...»

Siguió a sus primas como un cachorro perdido y escuchó atentamente el parloteo de ellas desde que habían llegado. Se preguntaba porque había aceptado venir con ellas al centro comercial a hacer las compras si ella estaba más que cansada por el viaje que tuvo que hacer para visitar a la familia. Sin embargo, ahí estaba, yendo detrás de sus parlanchinas primas.

—Date prisa, Tiffany, te estás quedando muy atrás —sus primas se detuvieron a un metro de distancia y fue consciente hasta ese momento que la iban dejando atrás.

—Lo siento, ya voy —su voz salió más apagada de lo normal—. ¿No podemos descansar un poco? —Pidió.

La menor de las tres, le lanzó una mirada preocupada, dándole un repaso de pies a cabeza.

—Hermana, creo que deberíamos dejar que descanse un poco —dijo la menor mientras codeaba a su hermana mayor.

La mayor miró en todas direcciones, buscando un lugar donde podían detenerse, pero el centro comercial estaba a reventar de personas por las compras navideñas. Frunciendo el ceño, agudizó su vista y encontró al fin una banca vacía.

—Miren —señaló con su dedo—. Ahí está un buen lugar para descansar.

Las tres se dirigieron ahí, cargando con las bolsas que ya llevaban de tiendas anteriores. Tiffany se dejó caer al instante y al momento que su espalda se apoyó en el respaldo, cerró los ojos. Realmente estaba cansada.

—¿Puedes quedarte aquí? —Preguntó la mayor—. Aún faltan muchas compras por hacer y si nosotras nos quedamos contigo, no terminaremos.

—Sí, no te preocupes por mí —le sonrió cansinamente.

—Si sucede algo, ya sabes nuestros números o el de casa, solo llama o manda un mensaje a cualquiera de nosotras. Trataremos de llevar las cosas a prisa para regresar por ti.

Tiffany sonrió tiernamente por la sobreprotección de su prima.

—Lo haré, Sooyoungie —volvió a sonreírle.

Con dificultad sus primas se alejaron de ella. En cambio. Tiffany se quedó pensando en que haría por tanto tiempo ahí sola, claro, descansaría sus pies y también su cuerpo, pero se aburriría y no quería quedarse dormida en un lugar público.

Se acomodó aún más en la banca. Observó vagamente los alrededores y luego bostezó. A ese paso terminaría durmiéndose ahí, pero para no hacerlo, sacó su móvil e ingresó a sus redes sociales. Su dedo se deslizaba hábilmente entre todas las publicaciones de sus amigos, familiares y conocidos. Rió tontamente en varias ocasiones y otras más solo siguió pasándolas, su dedo se detuvo en la publicación de una de sus amigas y sonrió feliz por la noticia, rápidamente hizo un comentario felicitándola.

Mientras ella seguía leyendo distraídamente las publicaciones, alguien más se acercaba peligrosamente hacia donde ella tenía sus pies extendidos, el impacto fue inminente. Cajas salieron volando en distintas direcciones y un grito ahogado fue lanzado al aire junto con el sonido sordo de un peso chocando con fuerza contra el piso.

—¡Estúpida! —Grito la muchachita en el piso—. ¡¿Acaso no ve que las personas transitan por aquí?! —Se levantó echando chispas por los ojos. Se sacudió la ropa, como si hubiera suciedad—. ¡Ash! ¡Gente estúpida! —Seguía con su diálogo mientras buscaba frenéticamente la dirección de las cajas esparcidas.

Tiffany seguía sorprendida, con la boca abierta y el celular en su mano. Parpadeo un par de veces, viendo a la muchacha delante de ella blasfemando, pero ella no la escuchaba, en realidad, estaba embobada por su belleza, solo había escuchado estúpida y luego ya no la escuchó más. Se levantó de un salto cuando la observó recoger sus cajas, seria mal educada si no la ayudaba y además de eso, debía una disculpa por provocar el incidente.

En la última caja que quedaba en el piso, las dos pensaron a la vez en recogerla y justo cuando sus manos la tomaban, sus dedos se tocaron. Un escalofrió las recorrió de pies a cabeza y sus ojos se conectaron sorprendidas por esa sensación tan extraña.

—L-lo... siento —Tiffany alejó la mano inmediatamente, sintiendo las réplicas de su corazón aumentar con la mirada clavada de la rubia delante de ella.

La rubia no respondió, pero tampoco apartó la mirada de ella, se había quedado en cuclillas aún sosteniendo la caja y mirando fijamente a Tiffany. Se había equivocado en llamarla estúpida y se lamentaba por haberlo hecho.

—Ejem... —ambas parpadearon a la vez y alejaron la mirada tímidamente—. ¿Todo bien? —Preguntaron severamente.

Tiffany se había puesto de pie al instante. Mirando a su prima asustada, como si hubiera hecho algo malo y ella la descubrió. En cambio, la rubia se tomó su tiempo para recoger la caja faltante y ponerse en pie.

—C-creí q-que tardarían... más —Tiffany se reprendió internamente por tartamudear.

Los ojos curiosos y protectores de su prima se posaron en ella, escrutándola a través de pequeñas ranuras, se cruzó de brazos y arrugó la frente.

—En realidad decidimos volver contigo antes de que te pierdas —respondió su prima a la defensiva. Sooyoung miró al suelo, al parecer ambas se equivocaron pensando que habían recogido todas las cajas—. ¿Esto es tuyo? —Había recogido la caja y la tendía a la rubia desconocida. Sus cejas volvieron a fruncirse y sus labios hicieron una mueca extraña—. ¿Taeyeon? —La pregunta había salido de sus labios antes de detenerla.

La rubia la miró de regreso, sorprendida, pero aparentando desconcierto. Sus ojos barrieron a Sooyoung de pies a cabeza. Su boca se abrió cuando el conocimiento llegó a su cerebro, desempolvando una vieja caja de los recuerdos.

—¿Choi Sooyoung? —Preguntó con la confusión pintada en su rostro. Sooyoung dejó escapar un chillido de sorpresa y emoción y asintió rápidamente, sus brazos se extendieron invitando a entrar en ellos—. ¡Sooyoung!

No esperó otra invitación y se apresuró a envolver sus brazos en la delgada cintura de su vieja amiga. Sonrió ampliamente y cerró los ojos, impregnándose de viejas imágenes.

—Tanto tiempo sin saber de ti —dijo Sooyoung con la voz impregnada de nostalgia, la había apartado por los hombros y la miraba cuidadosamente—. Estas tan cambiada —susurró y Taeyeon sonrió.

—Tú también lo estás —le aseguró.

—¿Cuándo volviste? —Pregunto Sooyoung.

—No hace mucho, en realidad solo llevo aquí dos semanas.

Se habían distanciado y ahora Taeyeon había dejado de ser ruda, estaba siendo tan tímida que los ojos de Tiffany no podían apartarse de ella. Taeyeon la miró y por unos segundos pareció desaparecer el mundo, pero, así como sus miradas conectaron, se desconectaron, los ojos de Taeyeon viajaron a la menor de las tres y abrió la boca.

—Acaso es que... ella es... —Sooyoung asintió con una amplia sonrisa en el rostro—. Pero mira cuanto has crecido, Sulli —le sonrió extrañamente y recibió un golpe en la cabeza por parte de Sooyoung.

—¡No sonrías así a mi hermanita!

Taeyeon pasó su mano por la cabeza y luego sonrió agradablemente.

—Solo bromeaba —dijo—. Pero en serio, sí que han cambiado las dos. Es como si han pasado muchos años.

—En realidad si fueron muchos años —añadió Sulli.

—Oh —Taeyeon hizo un gesto como si no lo hubiera notado—. Tienes razón —sonrió—. Bueno... y ¿Quién es ella? —Señaló con la cabeza a Tiffany.

—Es mi prima —Sooyoung sonrió ampliamente, pasando uno de sus largos brazos por los hombros de su prima—. Tiffany. Ella es Taeyeon, amiga de la infancia. No creo que la recuerdes, se mudó un poco antes de tu segunda visita cuando éramos niñas —le dijo a su prima—. Taeyeon. Ella es Tiffany, está de visita por la víspera de navidad y año nuevo —concluyó feliz.

Taeyeon las observó fijamente mientras intercambiaban comentarios, en realidad, sus ojos estaban fijos en Tiffany, la recordaba de alguna parte, lo sabía, su corazón se lo decía. Y ahí, en medio de una sonrisa brillante, lo supo, ella era esa niña que protegió en su infancia, la niña que solo había ido un verano y se había hecho su gran amiga, pero en realidad, era un amor puro e inocente.

—Phany... —susurró ese apodo. Lo había dicho tantas veces aquel verano y lo había recordado después de haberse despedido, pero no había vuelto a ella hasta ahora.

Ella era su Phany.

Tiffany parpadeó en su dirección, obstruyendo de sus oídos el parloteo de su prima, sus oídos habían captado bien ese apodo y su corazón saltó en su pecho.

—TaeTae —susurró ahora ella.

—Vaya, creo que me equivoqué al decir que no se acordarían de la otra —comentó Sooyoung con una sonrisa burlona—. Y dinos, Taeyeon. ¿Por qué tantas cajas? —Miró las cajas con curiosidad.

Taeyeon rascó su nuca y miró también las cajas. Un suspiro cansado salió de sus labios y se arrepintió de no haber esperado a que alguien le ayudara con ellas.

—No había nadie más que me ayudara y bueno... —miró en otra dirección—. Aposté con alguien y perdí.

—¿Cuál era la apuesta?

Taeyeon la miró y sonrió nerviosa.

—Eh... quien perdiera llevaría todas cajas al coche y yo perd...

—Taengoo —una muchachita se le colgó del cuello en cuanto la llamó—. Me preocupe por ti, estabas tardando taaantooo —dijo melosamente.

Tres pares de ojos las miraban fijamente, uno de esos pares, miraba con recelo e incomodidad la escena delante de ella.

—No hagas eso... incomodas a las personas —se quejó Taeyeon con evidente nerviosismo. Sus ojos miraban ágilmente al frente y en especial a Tiffany—. Disculpen sus modales —alejó a la muchachita de ella—. Ella es Hyuna, mi hermana menor.

Sooyoung la miró de arriba abajo, frunció el ceño. Si era esa Hyuna, vaya que había crecido y para nada mal. Taeyeon arrugó la nariz mirando a Sooyoung y atrajo a su hermanita a ella en un abrazo sobreprotector.

—¡Yah! Aleja tus sucios ojos de ella —le advirtió. Sooyoung se rió—. Hyuna, ellas son las hermanas Choi. Sooyoung y Sulli —ambas le sonrieron—. Y ella —señaló con la cabeza a Tiffany—. Es prima de Sooyoung y Sulli.

—Tiffany —se presentó a sí misma.

Hyuna alzó una ceja en su dirección, tomando la mano que había sido tendida hacia ella con desafío. Una sonrisa burlona se cruzó en sus labios apenas la soltó y miró de reojo a su hermana mayor.

—Hermana, mamá me llamó y me regañó por dejarte cargar todo —se quejó la menor e hizo un adorable puchero—. También gritó diciendo que se está haciendo tarde y no hemos regresado a casa —sus ojos se transformaron en preocupación pura—. Dijo también que ya era hora de...

—Ahora no, Hyuna —su carácter cambio rápidamente con el recordatorio que su hermana le había hecho llegar—. Sé lo que mamá dijo, pero una apuesta es una apuesta —sonrió a medias y no pasó desapercibido por Tiffany.

—Creo que no fue buena idea que vinieras conmigo a las compras, además necesitas...

—Hyuna, por favor. No en la vía pública —su cuerpo se había puesto rígido y la tensión salió de sus poros al mirar a su hermanita menor—. Vámonos. Así estarán más tranquilos —aseguró con un asentimiento de cabeza.

—¿Sucede algo? —Preguntó una curiosa Sooyoung.

Tiffany clavó los ojos en Taeyeon, esperando la respuesta a la pregunta de su prima. Con tranquilidad la rubia les regaló una media sonrisa.

—Todo está bien —les aseguró—. Solo es un pequeño resfriado que pesqué hace poco y todo mundo hace un caos —su risa fue hueca. Los ojos de Hyuna no se alejaron de la falsa imagen que estaba dando su hermana—. Fue realmente un gusto volver a saber de ustedes, pero debemos irnos antes de que mamá vuelva a llamar —tomó algunas cajas y las puso en los brazos de su hermana, tomó las demás y las cargó ella—. Espero verlas una última vez antes de irme —sus ojos ónice se opacaron con la tristeza, en realidad había un mensaje oculto en sus palabras.

—Taeyeonnie... —susurro Hyuna con el nudo en la garganta. Ella había entendido sus palabras.

—Vamos, Hyuna... —dio unos pasos hasta estar de costado con las tres primas—. Hasta luego... —les sonrió, pero su sonrisa estaba muy apagada.

Taeyeon se perdió entre la multitud de personas y Hyuna se había quedado mirando su camino, reaccionó cuando sintió ojos en ella.

—Nos vemos —la menor hizo una leve reverencia y salió corriendo detrás de su hermana—. Taeyeonnie, espera por mí —gritó detrás de ella.

Sooyoung, Sulli y Tiffany se habían quedado ahí de pie, mirando fijamente el camino que habían tomado las hermanas Kim, sin embargo, el ambiente que dejaron atrás se sentía raro.

—Eso...—dijo Sooyoung.

—Fue... —prosiguió Sulli.

—Extraño... —culminó Tiffany.

«Ojalá pueda volver a verte, TaeTae». Pensó Tiffany.

Algo se sentía mal, lo sentía y eso la preocupaba.

•••

—Qué bueno que ya están de regreso —su madre estaba en la puerta cuando ellas bajaron del coche e inmediatamente había llevado a Taeyeon al interior de la acogedora casa—. Estábamos comenzando a preocuparnos —dijo tomando las mejillas de Taeyeon, sus manos eran tibias y las mejillas de Taeyeon estaban frías—. El pronóstico dice que habrá nevada, es peligroso que anden fuera con este clima —regañó la señora—. Y tú no debes andar fuera...

—Estoy bien mamá. Tomé mi medicina antes de salir y llevé conmigo las precauciones, el inhalador en el bolsillo por las dificultades... —su madre suavizó su mirada.

Los médicos al fin habían aprobado un viaje para ella, le habían dado el permiso de salir del país al que habían ido a vivir para pasar estas navidades en su verdadera casa, pero eso solo había sido posible por la noticia que le dieron antes del viaje, la cirugía que había estado esperando por años, al fin estaba en puerta y los médicos querían que ella se sintiera tranquila.

—Iré a mi recamara... —su voz apenas fue audible.

—Cámbiate y baja a cenar, ya es hora de la medicación y de tu cena —le recordó su madre.

Estaba cansada ya de eso, pero ¿qué otra cosa podía hacer?

Con un suspiro cansino asintió y subió los escalones hasta su habitación. Era la misma que cuando era niña, aún estaban ahí sus cosas, sus juguetes, sus dibujos, sus libros. Esa había sido su habitación hasta que tuvieron que marcharse por su enfermedad.

Sus ojos se nublaron por la depresión. Odiaba ser la enferma. Odiaba no poder ser una persona normal, ella añoraba hacer las cosas que los demás hacían, pero en su lugar, tenía que quedarse fuera de escena y mirar a los demás hacer las cosas que ella quería hacer.

Se metió al cuarto de baño en cuestión de segundos, comenzó a llenar la tina de baño y se desnudó. Necesitaba relajarse y sabía que el agua tibia ayudaba a su cuerpo. Se sumergió en la tina cuando estuvo llena, el agua desbordó y se tiró al piso de baño. Sus ojos se cerraron automáticamente y dejó su mente volar. No quería pensar en médicos por aquí y por allá, tampoco quería pensar en las enfermeras que la cuidan en Inglaterra, mucho menos quería recordar el olor horrendo a hospital, pero a lo que más temía a su regreso, era a esa cirugía.

Para cuando volvió a su habitación, estaba un poco más tranquila. Sus ojos vagaron en su habitación, la había visto desde que llegaron y no podía dejar de sentir como si fuera la última vez que estaría ahí. Su corazón se apretó.

Sus ojos se quedaron fijos en un cuadro, era ella con sus hermanos, se veía feliz, sin ningún problema de salud que le diera problemas, solo se preocupaba por divertirse y ser feliz.

¿Cómo era posible que sus padres no se dieran cuenta de que tenía la enfermedad desde el nacimiento?

Suspiró.

Nadie lo sabía, ni siquiera su médico de cabecera se había percatado de que ella no estaba en los parámetros de salud que creían estaba.

Su mirada se apagó instantáneamente.

Sus manos tomaron el cuadro. Se veía feliz, extrañaba ser feliz, sin ninguna preocupación por lo que pasaría en su futuro, solo viviendo su día a día, disfrutando cada momento. Sus ojos se humedecieron y pequeñas lágrimas comenzaron su camino hacia abajo por sus pálidas mejillas. Quería ser esa niña nuevamente, la niña que podía hacer cualquier cosa sin necesidad de ser cuidadosa.

—¡Hermana!

La puerta se abrió de un solo tirón, dejando a la vista, a la menor de la familia Kim. Hyuna miró con el corazón estrujándosele en el pecho, a su hermana mayor con lágrimas en los ojos, sus propios pies la llevaron directo a la mayor y sus brazos se envolvieron a su alrededor. Hyuna pasó el nudo atorado en su garganta mientras apretaba con fuerza a su hermana mayor.

—No llores —pidió. La voz se quebró al final y sus propios ojos se humedecieron—. Todo estará bien.

Hyuna meció a Taeyeon en sus brazos, como lo haría una madre con su hijo. La mayor no pudo más y dio rienda suelta a su llanto imparable, odiaba esa parte de su enfermedad, odiaba que siendo ella la mayor, no pudiera cuidar de su hermana menor y tenía que ser su hermanita quien cuidara de ella.

Pero a pesar de esa apariencia muy bien estructurada por Hyuna, a solas se rompía y lloraba por el cruel destino de su hermana mayor.

—¿Estas mejor? —Preguntó Hyuna con dulzura después de un largo silencio escuchando el llanto de Taeyeon. La rubia asintió y se enderezó en la cama—. Mamá debe preguntarse porque tardamos tanto en bajar —comentó mientras ayudaba a su hermana mayor con el rastro de lágrimas que tenía en el rostro—. Vamos.

Taeyeon la miró unos segundos, su hermanita había crecido, era hermosa y se veía tan madura. La quería, demasiado, pero también se sentía molesta por ser ella la débil.

—Iré en un momento, lavaré mi rostro.

Tenía que hacerlo o su madre no le quitaría el ojo de encima.

—Está bien, solo no tardes —dijo antes de salir de su habitación.

Taeyeon se miró al espejo del baño, unos ojos tristes le regresaron la mirada, su rostro denotaba temor, ese miedo a lo desconocido, a la cirugía que le esperaba de regreso a casa. Llenó sus pulmones de oxígeno y zambulló la cabeza en la pileta del lavamanos, el agua se desbordó y se derramó a sus pies, sin embargo, abrió los ojos en la oscuridad de la pileta...

[...]

Flash Back

El día era perfecto para pasarlo con la familia, un cielo azulado acompañado de hermosas nubes esponjosas blancas, un sol brillante y cálido y un viento veraniego delicioso recorriendo el prado. ¿Qué más se podía pedir? Todo era perfecto.

Los Kim lo sabían y también sabían que sus hijos disfrutarían un día fuera de casa, alejados de deberes.

Sus hijos, de entre dieciséis, catorce y ocho años, respectivamente. Corrían de un lado a otro por el verdoso pasto. Sus risas resonaron en el aire y fueron transportadas por el viento en distintas direcciones. ¿Acaso no era perfecto?

—Hermano —se quejó una de las niñas—. Se supone que debes atraparlo, no dejarlo ir —reprendió.

—No es mi culpa que ustedes tengan buena mano y lancen el disco muy alto —se quejó el mayor dando la espalda a sus hermanas—. Creo que lo hemos perdido —anunció buscando entre los arbustos el disco que habían lanzado sus hermanas.

Las menores se le unieron a la búsqueda, pero luego de unos minutos buscando, se aburrieron.

—Deberíamos jugar otra cosa —propuso la menor. Los mayores se observaron entre sí y se pusieron a pensar.

—Yo tengo un balón en el coche —dijo el mayor—. Podemos jugar futbol —propuso.

—Pero somos impar —le recordó la mediana.

—Siempre está papá en el plan —el mayor sonrió y les guiñó el ojo—. ¡Papá! —Gritó, llamando la atención de su progenitor.

—¿Qué sucede?

—Creemos que es momento de un partido —anunció el muchacho con una amplia sonrisa.

—Hagámoslo entonces.

Las risas volvieron a llenar el aire, todo estaba perfecto nuevamente, como el día. La Sra. Kim preparaba tranquilamente los bocadillos que sabía serian engullidos rápidamente por sus tres niños y por su marido. Sonrió alegremente al escuchar la risa estruendosa de sus hijos al ver a su padre en el piso, le gustaba verlos así de contentos y nada podía arruinar esa felicidad.

El mayor de los tres Kim corrió tras el balón y tras él siguió su hermana, la del medio. Ocasionalmente miraba detrás de él, burlándose de los inútiles intentos de su hermana por arrebatarle el balón, pero... algo no parecía ir bien.

—¿Taeyeon? —Se detuvo en seco al ver el rostro de su hermana.

Taeyeon parecía haber perdido el aire, su pecho ardía y dolía tan profundamente que parecía que sus pulmones explotarían en cualquier momento de tanta presión que sentía en las costillas. Intentó controlar el aire que ingresaba a sus pulmones, pero de nada servían sus intentos, el aire simplemente no llegaba a sus pulmones. Su pulso aumentó de ritmo y ahora la presión no solo era en el pecho, su cabeza palpitaba constantemente y se sentía mareada.

¿Qué estaba mal?

—¡Taeyeon! —Gritó su padre cuando se desplomó en el pasto.

Su cuerpo estaba quieto, no había señales de que se moviera y con el pánico pintado en su rostro, corrió hasta donde había caído.

Todo había cambiado, todo parecía estar en cámara lenta, los gritos lastimeros de una madre, los sollozos asustadizos de una hermana, el latir rápido de sus corazones por la preocupación y el miedo crepitando en el aire a cada segundo.

—Taeyeon —volvió a intentar el patriarca de la familia, pero simplemente no reaccionaba—. Un médico. ¡Necesita un médico!

La familia se agilizó en nanosegundos y aun en estado de trance siguieron hasta el coche.

El coche fue estacionado en la entrada con un rechinido de llantas, paramédicos, doctores, enfermeras y pacientes saltaron del susto, y justo cuando un guardia emprendía camino al coche, el Sr. Kim bajó con su hija en brazos.

Su rostro estaba deformado en preocupación.

—Por favor —susurró con la voz rota—. Ayuden a mi hija —pidió con lágrimas en los ojos.

Los paramédicos rápidamente se agilizaron, arrebatando a la menor de los brazos de su padre. Tomaron el pulso y corrieron rápidamente al interior con Taeyeon en la camilla.

—¿Cuál es la valoración?

—Pulso débil —anunció una de las enfermeras.

—Denle oxígeno —pidió la doctora, girándose a los padres—. Podrían ayudar a una de nuestras enfermeras con la información, no pueden estar en esta área, por favor, esperen en la sala de espera.

—Pero...

—Doctora, la paciente pierde pulso.

—Rápido, preparen el área para el desfibrilador.

Todos se agilizaron rápidamente, moviendo el aparato lo más cerca posible a la camilla y abriendo la blusa de la menor para exponer su pecho.

—Todos a un lado —anunció la doctora y en cuanto todos se apartaron, presionó las planchas en el pecho de Taeyeon. El pequeño cuerpo se elevó unos centímetros de la camilla, su espalda se arqueo, pero no hubo cambio—. Una vez más —volvió a intentarlo—. ¿Qué anuncia el electrocardiograma?

—Aún sin cambios.

—Una vez más. Suban la potencia —pidió.

Todos estaban en silencio, esperando ver alguna señal de vida.

El cuerpo de Taeyeon volvió a elevarse de la camilla cuando las planchas fueron presionadas en su tórax y un sonido agradable comenzó a inundar el silencio.

—¡Tenemos pulso! —Gritó uno de los enfermeros.

—Prepárenla para los exámenes necesarios —colocó las planchas en su lugar y limpió su frente—. ¿Cómo está su pulso?

—Demasiado débil.

La doctora miró el electrocardiograma y frunció el ceño.

—Pidan el consentimiento de sus padres para agilizar esos estudios —una de las enfermeras salió rápidamente.

La doctora volvió a la pequeña, haciéndole pruebas de rutina y checando su frecuencia cardiaca, algo no iba bien y lo podía notar a simple vista.

En cuestión de horas, los estudios previamente hechos a la menor, arrojaron sus resultados.

Acomodaron a Taeyeon en una habitación y la estabilizaron, un tubo estaba en su nariz para ayudarla a respirar sin necesidad de esforzarse y un electrocardiograma contaba cada uno de los latidos de su corazón, un tubo metálico sostenía en lo alto un suero que conectaba a una de las venas de sus brazos. Ella parecía la bella durmiente, postrada en aquella camilla de sábanas blancas, su rostro parecía haber perdido todo el color. Las enfermeras entraban y salían con frecuencia de aquella habitación, cerciorándose de que la paciente no ha sufrido algún otro cambio.

En la sala de espera, el resto de la familia estaba al borde de la histeria. Nadie les decía nada con respecto a la salud de la menor y ya habían pasado horas. Los dos menores parecían haber cedido al cansancio y al sueño, mientras que sus padres no parecían del todo tranquilos.

—¿Familiares de Kim Taeyeon? —Preguntó la doctora.

—Aquí.

—Lamentamos mucho haberlos tenido a la espera. La paciente está estable, se quedará en observación las próximas veinticuatro horas, por favor, deberían turnarse para pasar la noche —echó una mirada a los menores—. Deberían descansar.

Dicho eso, se marchó a atender otra emergencia.

—Deberías llevar a los niños a casa, yo me quedare aquí —dijo el Sr. Kim.

—Pero...

—Nada de peros, los niños necesitan descansar y tú también. Por favor, ve y descansa.

—Estaré aquí a primera hora —dijo con determinación la Sra. Kim.

El Sr. Kim asintió.

La Sra. Kim despertó a sus hijos con suavidad y estos perezosamente se estiraron, recordando donde estaban.

—Mamá —la llamó Hyuna—. ¿Mi hermana estará bien? —Sus pequeños ojitos mostraban angustia.

—Taeyeon es fuerte, pequeña. Ella estará bien —aseguró su madre, aunque ella también estuviera dudosa de ello, pero quería creer que su hija saldría bien.

Había llorado esa noche, no había dormido nada y el sabor amargo seguía en su garganta al despertar, solo quería llegar al hospital y ver a su pequeña. Dejó a sus hijos al cuidado de una amiga y salió rápidamente al hospital.

—¿Qué mi hija tiene...

—Una afección cardiaca —repitió la doctora—. Pero al parecer no había presentado síntomas —miró las hojas en sus manos—. Su corazón es demasiado débil, se podría decir, que el corazón de Taeyeon es el de un anciano —alzó la mirada para verlos—. Lamento decir que su hija no puede vivir por muchos años con ese corazón —informó—. Ayer ustedes presenciaron el primer colapso. Los cuidados deben ser mayores de ahora en adelante —volvió su vista a los resultados—. Lo siento mucho, pero no puedo ayudar mucho con el tema. Les aconsejo acudir a un especialista.

Los señores Kim se dirigieron a la habitación que ocupaba Taeyeon, con todas las palabras dichas de la doctora rondando en su cabeza.

—¿Qué es lo que vamos a hacer, querido? —Pregunto la Sra. Kim, sentándose en la silla al costado de la camilla de su hija—. No quiero que le pase nada —sus ojos se aguaron ante la idea de poder perderla, su corazón se estrujaba con fuerza en las paredes torácicas.

Tomó una de las manos de Taeyeon y la apretó suavemente, quería que abriera los ojos y le mostrara su alegre sonrisa, quería escucharla reñirle porque no la deja dormir hasta tarde o verla abrir sus ojitos mientras lanza un torpe bostezo al cielo.

El nudo incrementó aún más en la garganta de la Sra. Kim y fue inútil contener las lágrimas por más tiempo.

—No le pasara nada —aseguró su marido mientras apretaba su hombro cariñosamente—. Cuidaremos de ella y buscaremos al mejor especialista —dijo con toda determinación.

No permitiría que su hija se fuera antes que ellos y aunque fuera lo último que hicieran, velarían por el bienestar de su hija.

Fin del Flash Back

[...]

Sus oídos palpitaron con fuerza, comenzaba a sentirse mareada y las burbujas escaparon de sus fosas nasales, sus pulmones se habían quedado sin oxígeno y rogaban por más, su corazón latía con fuerza y de un solo tirón, sacó su cabeza de la pileta.

El cabello húmedo se le pegó en la frente y a los costados, su pecho subía y bajaba rápidamente y su corazón parecía luchar por bombear a velocidad.

«Solo respira. Tienes que recuperarte. No debes dar una preocupación más». Repetía a su reflejo.

En la cocina, su madre y su hermana no parecían darse cuenta de lo que sucedía arriba.

—¡Estoy en casa! —La voz varonil, resonó en toda la vivienda—. ¿Dónde está todo mundo? —Preguntó dirigiendo sus pies enfundados en calcetines a la cocina.

—Bienvenido a casa, hijo —la Sra. Kim se acercó a él y beso su mejilla—. Cenaremos en cuanto tu hermana baje —le sonrió cálidamente y regresó a ver el guiso.

—Entonces iré a cambiarme —besó la frente de Hyuna.

—No tardes, Eli, que muero de hambre —se quejó su hermanita.

—Me daré prisa —despeinó su cabello y salió de la cocina escuchando una queja de Hyuna.

Sus pasos eran tranquilos mientras subía los escalones, pero al llegar al pasillo, sus ojos automáticamente se dirigieron a la puerta con una enorme T color azul. Antes de que se diera cuenta, ya se encontraba enfrente de ella y sus nudillos ya estaban preparados para tocar, pero antes de que pudiera hacerlo, unos sollozos traspasaron la gruesa puerta de madera delante de él. Su mano cayó a su costado, su frente se clavó en la puerta y su mirada se deslizó a sus pies, gotas densas comenzaron a caer al piso, humedeciéndolo, eran sus propias lágrimas de impotencia.

Apretó sus manos con fuerza, dejando blanco sus nudillos. Habían pasado exactamente cinco años ya y aún seguían a la espera del trasplante. ¿Cuánto más podría soportar Taeyeon? ¿Cuánto más tenían que esperar? ¿Cuánto más tenía que sufrir?

Él no quería que su hermanita sufriera, él quería sacarla de esa depresión en la que vivía constantemente desde que la vio por primera vez en el hospital la segunda vez que tuvo una recaída y fue internada. Taeyeon no volvió a ser la misma y eso le dolía, él quería verla relucir, radiar brillo y ver su hermosa sonrisa.

Se apartó de la puerta, mirándola con recelo, esa puerta resguardaba celosamente la soledad a la que su hermanita se había internado por su enfermedad.

—Si pudiera quitarte el sufrimiento... lo haría.

Dejo sus lágrimas fluir. Escuchó los amortiguados sollozos y él cubrió su llanto con ellos. No quería verla sufrir más, pero tampoco la quería perder.

•••

—¡Yah! ¡Sooyoung! —Gritaron Tiffany y Sulli con indignación.

—¡¿Quhéf?! —Preguntó con la boca llena.

—¡Que esas eran nuestras porciones! —Se quejó Sulli con un tierno puchero.

—Ustedes tardaban en comerlo, creí que no... ¡Auch! ¡Yah! Si estoy en medio de una explicación y disculpa —replicó.

—Te lo mereces por comerte lo que no es tuyo —acusó Tiffany mientras se cruzaba de brazos y apartaba la mirada.

—Tendrás que compensarnos —dijo Sulli con una sonrisita malvada.

—¡¿Qué?! ¿Pero por qué?

—Por comerte lo nuestro.

—Pero...

Tiffany y Sulli la miraron con desafío. Sooyoung mejor se quedó en silencio.

Sus primas se habían ido a sus habitaciones y ella se quedó en la sala, cerca de la ventana, los copos de nieve se amontaban y ella se puso nostálgica. Recordaba a su madre y la extrañaba a montones, pero por alguna extraña razón, su mente la llevaba a Taeyeon y su forma tan extraña de actuar cuando su hermana llegó.

Su corazón gritaba con fuerza su nombre, su recuerdo fresco con aquella promesa que había guardado en el fondo y no había salido a la luz hasta ahora. Sí. La promesa. ¿Taeyeon la recordará?

[...]

Flash Back

Las dos niñas seguían recostadas en el pasto, mirando las nubes esponjosas, sus pequeños deditos seguían entrelazados y sonreían tontamente a las sensaciones que sentían estando juntas.

—¿En verdad te irás el lunes? —Preguntó la pequeña rubia con tristeza.

—Sí... —respondió la castaña en el mismo tono—. Papá dice que debemos volver antes de que la escuela empiece —miró a la pequeña rubia a su costado.

—Tipphani —la castaña sonrió por la mala pronunciación—. No quiero que te vayas —sus deditos aprisionaron aún más los de la rubia. Ella tampoco se quería ir, pero tan solo era una niña.

—Prometo volver TaeTae —la pequeña mano de Tiffany se deslizó por la suave mejilla de la rubia—. Prometo volver y buscarte. Pensaré en ti y en este cariño —le sonrió suavemente.

Taeyeon sonrió.

—Yo prometo esperar por ti y recordarte mi Phany —susurró—. Aunque pasen los años, te esperaré.

Sus pequeños rostros quedaron tan cerca que podían sentir el aliento de la otra y por primera vez, sus labios se unieron. ¿Eso estaba mal? Ellas no lo sabían, solo estaban siendo títeres de sus propios sentimientos.

Fin del Flash Back

[...]

Tiffany suspiró.

Había convencido a su padre ese mismo año de volver y había hecho de todo para hacerlo, pero cuando volvió, no la encontró, solo se encontró con que su familia había desaparecido de la noche a la mañana sin decir nada a nadie. Preguntó a Sooyoung, imploró por saber más, pero su prima simplemente sabía lo que las personas decían.

Despertó con las energías vitalizadas. Era un nuevo día y parecía que sería un buen día, claro que lo seria, Sooyoung debía pagar su castigo.

Sulli y Tiffany la exprimieron lo más que pudieron, la agotaron hasta el cansancio y no conformes con ver a Sooyoung casi en el piso, quisieron continuar con su tour a todas las tiendas posibles, ya sea para comprar o no comprar nada.

—Po

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Comments

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L_ight_ #1
Chapter 14: Fue tan trágicamente bello. El final deja un muy buen sabor de boca.
Saludos.
sone009_ #2
Chapter 16: Me encantan! Continúa por favor, son muy buenas
LlamaAmerica #3
Chapter 16: Disfrute mucho volverlos a leer!!! Siempre encuentro sentimientos cuando los leo!!! Espero sigas escribiendo y sigas tus historias <3 gracias por traernos nuestro hermoso TaeNy <3
LlamaAmerica #4
Chapter 14: Siento que me muero de la tristeza!! :'(

Jajajaja sigueeeeee!!! <3
LlamaAmerica #5
Chapter 13: Haaaaaay muy corto el cap!!! :( jajajaja
sone009_ #6
Chapter 12: <3 continúa por fa, muy buenos todos :)
LlamaAmerica #7
Chapter 11: Haaaaaay estoy que lloro este fic me parte el </3 :(
roguecr #8
Chapter 10: No puede quedar asi , pobre fany y tae se ha dado cuenta d muchas cosas estan en coma.
Que despiert y se queden juntas.
sone009_ #9
Chapter 10: Estos me hacen llorar T.T
LlamaAmerica #10
Chapter 9: El fanfic de este es re genial!!!!!! Jajaja