III.

Estar de regreso le traía tantos recuerdos, algunos de ellos buenos y otros eran tan dolorosos. Desde su posición en la banca apreciaba el atardecer.

—¿Qué tanto piensas?

Llevaban bastante tiempo sentados ahí en completo silencio y él se sintió curioso por saber que era lo que pensaba ella. Taeyeon lo miró y sonrió cálidamente para él.

—Nada... interesante —respondió alejando su vista nuevamente al atardecer.

Suspiró. En realidad sí estaba pensando en muchas cosas, en ella, en su pasado, en Tiffany, en el dolor de la relación.

Alexander observó su perfil sin decir algo más, sonrió tristemente y dejó que ella se sumergiera en sus pensamientos.

[...]

|-Flash Back-|

—¿Recuerdas este lugar? —Preguntó Alexander, sacándola de sus divagaciones. Taeyeon apretó su mano, sonrío y asintió.

—Lo recuerdo —¿Cómo olvidarlo? Ese lugar había sido testigo silencioso del florecimiento de su amor adolescente, de los besos fugaces y nerviosos que se dieron por primera vez, de las miradas y sonrisas robadas.

Sonrió.

—Aquí comenzó nuestra historia —Taeyeon volvió a asentir, era el mismo lugar donde hicieron oficial su relación, donde un nervioso Alexander había tartamudeado y casi desmayado pidiéndole que fuese su novia.

—Lo sé —susurró.

—Taeyeon —dijo con voz temblorosa—. Estando nuevamente aquí... yo... —la pelinegra no pudo evitar sonreír, él estaba siendo torpe por sus nervios—. ¿Quieres una vez más... ser mi novia?

Tomó ambas manos de Taeyeon entre sus manos y esperó ansioso la respuesta. Lo cierto era que Taeyeon estaba pensándose su respuesta, el recuerdo de Tiffany seguía clavado como una estaca en su corazón, pero él parecía su anestesia ante el dolor. Lamentablemente ella sabía que esa no era la salida a una relación que quería dejar en el pasado, solo estaría usándolo y al final uno de los dos terminaría herido.

Alejó su mirada de la suya y al regresarla a él, le sonrió débilmente.

—Lo siento, pero no puedo aceptar —acarició la mejilla de Alexander dulcemente—. No podría ser capaz de usarte vilmente cuando mi mente y corazón siguen pensando en alguien más —se sinceró, dejó caer la mano de su rostro y alejó la mirada—. Eso es crueldad.

—Solo dame la oportunidad de conquistarte y hacerte olvidar —suplicó.

—Xander... —lo miró sorprendida por tal petición.

—Deja que te enamore, te conquiste y te robe el corazón como en nuestra adolescencia —sus ojos reflejaban sinceridad—. No importa que en este juego termine siendo yo el perdedor, solo... déjame intentarlo.

Lo miró intensamente, suspiró una vez más y le sonrió débilmente.

—Inténtalo —pidió—. Por favor hazlo y hazme olvidarla.

|-End Flash Back-|

[...]

—Aún la amas, ¿cierto? —rompió el silencio. Taeyeon tragó saliva sin poder responder—. Has estado tan perdida, tan deprimida y olvidadiza... —susurró alejando la mirada de ella—. ¿Sung Jun te ha dicho que la mencionas cuando duermes? —La pelinegra abrió sus ojos de par en par. Alexander dejó que sus labios dibujaran una pequeña sonrisa—. Está bien —talló las palmas de sus manos en sus jeans—. Me haré a un lado.

—Xander... —seguía muy sorprendida.

—Búscala Taeyeon —sus ojos se encontraron, le regaló una sonrisa tierna—. Deja de ser terca y obstina y deja que ella se explique —tragó la amargura de su boca—. Eres una persona muy importante para mí. Te quiero demasiado y porque te quiero, quiero que seas feliz —se sinceró—. Si llegas al punto de no volver con ella... búscame —pidió—. Te recibiré con los brazos abiertos y no te soltaré —dijo con determinación—. Date esa oportunidad, ¿de acuerdo? —Su voz se apagó. Volvió a tallar las palmas de sus manos en los jeans y se puso de pie—. Me iré primero —anunció a una distraída Taeyeon—. Cuídate mucho Taeyeon. Piensa bien las cosas y actúa —sonrió gentilmente—. Mucha suerte.

Taeyeon se quedó ahí, inmóvil, aún repitiendo las palabras de Alexander en su cabeza. Los minutos se iban acumulando hasta convertirse en horas y así la noche cayó lentamente sobre ella, cubriéndola con su oscuridad.

•••

Escuchó en la lejanía la insistencia del llamado a su timbre, estaba cansada y solo quería dormir, pero tal parecía que otras personas pensaban lo contrario a ella y no se irían hasta que los despachara. Con pereza arrastró los pies hasta la entrada, talló sus ojos y bostezó para después abrir la puerta. Sus ojos soñolientos se fijaron en la figura al otro lado, quizás estaba soñando o se había caído de la cama, no lo sabía.

—¿Taeyeon? —Su voz ronca resonó en las paredes.

—Janhaee... —dijo con voz inestable para al instante lanzarse en sus brazos—. Lo arruiné —su llanto seguía manteniendo sorprendida a la dueña de ese departamento, pero eso no fue impedimento para envolver sus brazos alrededor de ella.

—T-tra-tranquila... —no entendía de que iba ese arrebato de la mayor, pero tampoco le preguntaría nada hasta que ella estuviera tranquila. Una de sus manos acariciaba su espalada en busca de darle consuelo.

Taeyeon se limpió las lágrimas con las mangas de su abrigo, sorbió la nariz y miró con ojos acuosos a Janhae.

—¿Cr-crees... qué... es mi destino sufrir y dañar a las personas? —Su voz se quebró con cada palabra.

—¿De qué hablas? —La menor alzó una ceja curiosa.

Estaban sentadas en el sillón, Taeyeon no se había dado cuenta de que se habían movido hasta la sala y su charla empezaba en los sillones de su amiga.

—Alexander ha decidido... —se ahogó con el sollozo que escapó de sus labios—. Decidido dejarme —lloró y nuevamente se había lanzado a los brazos de Janhae—. Él... él... —apenas lograba articular algo en medio de su llanto—. Todo es porque no puedo olvidarme de ella.

Janhae se quedó en silencio abrazando a su amiga. Recordó aquella ocasión en la que los presentó, lo había observado tan detalladamente, buscaba un desperfecto, un indicio para que Taeyeon se diera cuenta de que él no era perfecto, pero no encontró nada en él. Sin embargo, los ojos de Taeyeon no brillaban de emoción como cuando estaba al lado de Tiffany y eso no pasaba desapercibido por ella.

Y muy en el fondo sabía que su amiga seguía amando a Tiffany.

—Desde que te fuiste no me has permitido hablarte de ella —dijo con voz tranquila—. Me prohibiste hablarte, mencionarla o tan siquiera hacer una indirecta al respecto —suspiró—. Tiffany se acercó a mí para saber de ti —sintió a Taeyeon tensarse en sus brazos—. Dios. Ella ya no es la misma que conocí. Aquella tarde me sorprendió tanto su aspecto y me alarme también —recordó aquella reunión—. Lloró delante de mí, se desmoronó apenas le dije que no sabía absolutamente nada de ti y después... —volvió a suspirar—. Ella me dijo la verdad.

Taeyeon se alejó de sus brazos y la miró a través de sus constantes lágrimas.

—Tiffany no actuó bien, pero tampoco lo hiciste tú —dijo frustrada—. Ella intento de mil formas acercarse a ti para explicarte la verdad, pero tú siendo infantil huías de ella. Tristemente ella se fue marchitando con tu desprecio y cuando la dejaste, su ser se rompió —Janhae apartó la mirada de su amiga—. Aún así... ella te sigue amando y está dispuesta a hacer cualquier cosa por lo que aún queda entre las dos —sonrió débilmente—. Es una lástima que tú no correspondas más —la miró de soslayo—. ¿O debería decir "es una lástima que tu orgullo no te permita perdonar y seguir"? —Alzó una ceja en su dirección—. Su error quebranto su relación, pero fuiste tú quien la destrozó por completo al huir —suspiró y le tomó una mano—. Eres mi amiga y ella también y no me pongo de parte de alguna, pero solo puedo decirte que es de humanos cometer errores y ella no es perfecta para no cometerlos —le apretó suavemente la mano—. Perdiste una gran mujer, Taeyeon.

Taeyeon continúo mirándola fijamente con el corazón hecho trizas, su alma derrotada y cansada se rendía a las palabras de su amiga y se unía al clamo incesante de un corazón desgarrado, deseoso de su amor perdido. Janhae tenía razón, había huido, tenía tanto miedo de que todo fuera verdad y Tiffany estuviera jugando con ella, que nunca se detuvo a pensar en cualquier otro motivo.

Mientras dormía, sus sueños la atormentaban con la imagen de Tiffany con el rostro empapado de lágrimas y la culpa y la preocupación llegaban a partes iguales, su angustia crecía segundo a segundo que trataba de tocarla, pero no podía alcanzarla. Despertó con el sudor recorriendo su cuerpo, asustada y agitada miró su entorno, recordando que se encontraba en casa de Janhae y aunque no sabía que estaba haciendo, sus acciones parecían ser automáticas.

Su cuerpo se había puesto delante de un viejo escritorio y como si fuera magia, sobre él estaban hojas y plumas, tomó una y comenzó a escribir en ella bajo la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas.

—¿Y esto? —Janhae miró el sobre con el ceño fruncido.

—¿Podrías dársela a Tiffany? —Los ojos de la castaña se abrieron ampliamente y la miraron sorprendida—. Al parecer ustedes ahora se llevan muy bien —dijo sin ánimos—. Por favor entrégasela, solo quiero arreglar el pasado e irme.

—Se la daré por ti —le aseguró con una débil sonrisa que no fue correspondida por la pelinegra.

—Gracias —miró a la puerta y regresó a verla a ella—. Debo irme, muchas gracias por escucharme y cuidar de mí —tomó sus cosas y comenzó a caminar a la puerta—. Nos vemos después.

Se alejó despidiéndose con la mano.

Janhae se asomó por su ventana y en la acera de enfrente encontró la mirada de un hombre pelinegro en su dirección, sus mejillas se calentaron al ver su sonrisa, pronto vislumbró la figura de Taeyeon precipitándose en su dirección y rápidamente lo había abrazado con fuerza. ¿Lloraba? Se preguntó.

—Calma, todo estará bien —susurró Sung Jun en su oído mientras pasaba una de sus manos con suavidad por su espalda—. Él ya me lo contó —Taeyeon se alejó de él para mirarlo con miedo—. Tranquila, él sigue aquí, si eso es lo que te preocupa —le acarició la mejilla con ternura—. No se irá hasta que tú decidas que harás con todo —limpió sus mejillas con las yemas de sus dedos—. No me gusta verte llorar —dijo suavemente—. Vamos, te ves más hermosa cuando sonríes —empezó a hacerle cosquillas para sacarle una radiante sonrisa—. Eso es —sonrió ampliamente por su logro.

—Gracias —sonrió sincera—. Te quiero mucho.

—Yo también te quiero hermanita —despeinó su cabello y le sonrió ampliamente.

•••

Golpeo varias veces con fuerza la puerta.

—¡Tiffany, vamos! ¡Necesito usar el baño! —Siwon volvió a aporrear la puerta con golpes insistentes mientras con la otra mano presionaba su parte intima, saltaba graciosamente tratando de no orinarse en los pantalones.

—Que molesto eres —fingió fastidio desde dentro, pero en realidad estaba conteniendo la carcajada—. Un minuto más —dulce venganza. Vaya que la era, Siwon había derramado la bebida encima de ella.

Tiffany cubrió su boca para no dejar escapar la risa, mientras Siwon parecía estallar en cualquier momento.

—Por favor... —imploró casi llorando. Se apoyó contra la puerta para sostenerse, sentía que ya no podía más.

—Eres un pequeño llorón —se burló Tiffany apenas abrió la puerta y su hermano estuvo por caer—. El baño es todo tuyo —le palmeó el hombro y le pasó por un lado, sonriendo malévolamente.

Tiffany caminó hasta la sala riendo divertida por el comportamiento de su hermano mayor, pero su risa cesó cuando sus ojos captaron en la mesa de centro un sobre. Sus dedos hormiguearon, sus manos temblaron y su boca se secó.

Conocía esa caligrafía a la perfección, simplemente era imposible de olvidarla, pero también el temor atenazó sus entrañas al pensar que quizás su imaginación estaba jugando con ella. Se sentó en el sillón más cercano y sus ojos no se apartaban del sobre azul que la tentaba a ser abierto. Lo tomó entre sus manos sudorosas y temblorosas y sintió la fragancia familiar ingresar en su nariz.