I.

El fuego arde dentro de aquella chimenea, las cenizas que se forman en esta, en ocasiones flotan por algún viento que se cola por el lugar. Frente a esta se encuentra una joven, su mirada se encuentra clavada en el fuego ardiente de los leños y sus ojos —sin que ella pueda contenerse— dejan salir pequeñas lágrimas de decepción.

Sus manos apretaban con toda su fuerza una hoja de papel bastante desgastada, una hoja que había leído cientos de veces y que calaba en lo más profundo de su corazón.

Su mente la llevó a repetir aquellas palabras que había escritas en tal hoja y la furia inminente crecía en su interior, ya hacía poco más de seis meses de aquel suceso y su corazón seguía llamando al dueño de esa carta.

—Esta será la última vez que venga a este lugar —habló consigo misma, sus ojos no parpadeaban y seguían fijos en el fuego vivo.

Estaba dolida aún, pero ya era tiempo de cerrar ese ciclo y continuar, no mirar atrás y continuar... pero por ese momento y ese día, derramaría las últimas lágrimas que le quedaban, aquellas lágrimas que había derramado cientos de veces al leer esa carta, sintiendo su corazón desgarrarse con cada palabra, con cada "lo siento" que venía escrito en ella, con cada "te amo" que se desvanecía por gotas de lágrimas derramadas en la carta al ser escrita. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no decirle a tiempo? ¿Por qué dejarla sufrir en la soledad de su ausencia?

Sus lágrimas empañaron su visión y los recuerdos llegaron a su mente como brisa fresca de una llovizna.

Ver el cuerpo inerte de la persona que amó durante mucho tiempo la dejó sin vida también, no sentía emoción alguna y el regresar a aquella cabaña alejada de la sociedad era lo único que la conectaba a él, a ese amor que le era imposible olvidar.

—¿Por qué lo hiciste? —Cuestionó en vano, esa era la única pregunta que embargaba su mente desde su deceso—. Nunca lo comprenderé —dejo escapar un sonoro sollozó—. ¿Por q