II.

Una joven mira a la chimenea de su hogar, llenándose de aquellos recuerdos tan deprimentes de su vida. El fuego sigue vivo dentro de esa chimenea. Los leños se queman con ánimo.

Sus ojos clavados en ella y sintiendo a su interior tan nostálgico como ya hace más de cinco años. Ese día en particular. Fue uno en el que cerró ciclos y abrió una nueva página, pero aún así no podía negar que fue un episodio doloroso y que amó con gran parte de su corazón.

Se acobijó más en las mantas que traía alrededor de su cuerpo y soltó un largo suspiro. Una de sus manos salió del interior de la manta y se posicionó delante de su rostro, una sonrisa asaltó sus labios al momento que divisó un pequeño objeto abrazar su dedo anular.

Sus ojos volvieron al fuego, pero aquel dolor se desvaneció.

Las luces se encendieron y ella con pereza abrió los ojos, los talló como un bebé al despertar y parpadeó un par de veces. Sonrío.

—Pensé que no vendrías hoy —un bostezo abandonó sus labios.

—Quería verte —dijo aquella persona, caminando con paso largo hasta llegar donde ella se encontraba—. Extraño hacer esto —se sentó a horcajadas sobre su cuerpo aún recostado en el sofá y la besó.

Un beso profundo en el que sus labios se unían como un imán, en el que sus lenguas juguetonas salían a su encuentro, en el que ambas se transmitían un amor único y sincero. Era así. Ambas se amaban y parecía que ese amor no serí