I.

Sus ojos estaban completamente rojos, las ojeras estaban muy pronunciadas y el hecho de no parpadear provocaba que el poco viento le cristalizara los ojos.

La mirada —como ya era de costumbre— la tenía perdida en la lejanía, observando un punto indefinido. Su rostro no mostraba alegría alguna y su piel se había vuelto muy pálida. Los recuerdos siempre la hacían presa de su presente y las personas a su alrededor tan solo se volvían parte de una monotonía que ella misma iba forjando.

Han pasado aproximadamente seis meses, meses en los que no se observa cambio alguno.

Una risa espontanea saliendo de aquella persona inunda la desolada y blanca habitación. Locura. Es lo que se ha diagnosticado. Su risa incrementa con frecuencia, pero luego de unos minutos riendo, aquello se vuelve un llanto imparable.

Todos los días es lo mismo, no a la misma hora, pero nunca falta el día en que ella tenga esa acción.

Un hombre observando tras un cristal las acciones de aquella mujer en la habitación, acomoda sus lentes una vez más y siente pena por ella.

'Tan joven'

Es lo que repite una y otra vez cuando hace sus rondas diarias. Y sin siquiera ver mejoría se aleja lentamente e indica una dosis más fuerte de medicación.

Una enfermera ingresa, sin siquiera poder obtener la atención de aquella paciente y sin prisa alguna, comienza a suministrarle la dosis indicada.

La mujer siente el ardor del líquido que va entrando por su vena, pero también siente como sus músculos se relajan. Drogas. Eso es lo que son.

Una sonrisa ladina se dibuja en su rostro y su cuerpo se contrae por los miles de efectos que ese medicamento le provoca.

—Ella vendrá, ¿verdad? —Es lo que su ronca voz expresa y la enfermera tan solo sonríe en pena.

No responde a lo que la paciente ha cuestionado, termina su trabajo y se va de la habitación. Sabiendo a la perfección que nadie la visitará.

—Ella vendrá —asegura en un susurro, dejándose envolver en aquellas profundidades de sus sueños. Dormir era la única manera de evadir esa realidad que no le gustaba, esa realidad que no quería, esa realidad que la dañaba.

Su sueño siempre la transportaba a un mundo paralelo que la hacía sonreír. A un mundo donde ella estaría y nadie la alejaría.

El sueño siempre estaba estructurado de aquellos momentos tan mágicos y felices, de aquellos momentos que no podía borrar y tan solo quería repetir sin cesar. Pero este sueño, siempre volvía a ella.

Un sueño donde su amante la buscaría y ambas huirían de ese horrible lugar al que fue internada por su familia, sin embargo aquella burbuja explotaba cuando despertaba y tan solo quedaba el amargo sabor de ya no tenerla más.

La sombra de una persona observándola dormir profundamente son las que se reflejan en el piso blanco de aquella habitación, la luna con su tenue brillo alumbra aquel blanquecino rostro. Sus facciones son afligidas y el dolor en su interior incrementa al dejar que sus ojos vaguen a lo largo de la pequeña figura tendida en aquella cama de blancas sabanas.

—"Taeyeon" —son las palabras que salen de esa persona—. "Despierta" —susurra y la mueve con suavidad.

El rostro de la nombrada se desencaja y las muecas en queja se dibujan en su rostro. Una risilla espontánea, pero alegre, traspasa la barrera de la medicación y abre los ojos lentamente.

Una sonrisa juega en sus labios y la alegría comienza a inundarla.

—Sabía que vendrías —dice alegre. La observa de pies a cabeza y no cabe duda que su alma sigue perteneciéndole a esa extraña.

Su interior se inunda de un calor inexplicable que solo siente al verla. Su rostro sigue mostrando aquella belleza inmaculada que porta, sus ojos aún mantienen aquel brillo que tanto admira, su piel sigue viéndose tersa y suave, y su sonrisa aún sigue traspasando las barreras del tiempo.

—"No podía faltar" —expresa la extraña antes de sentarse al borde de la cama.

—Tiffany —la nombra y toma sus manos entre las suyas—. Nadie cree que tu vienes a verme, todos siguen llamándome loca —la histeria fue invadiéndola.

—"No estás loca" —fue la vaga respuesta de su amante—. "No aceptan que estemos juntas".

Taeyeon la observa sin poder apartar la vista de aquellos hermosos ojos chocolate. Su corazón no deja de palpitar al ritmo que lo hace y sigue preguntándose por qué fue internada ahí.

—Aunque nadie lo acepte. Yo te seguiré