Capítulo 29: "AÑO NUEVO"

"Sweet Evil" (SinRin Ver.)
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Estuve hablando más de dos horas antes de que Tiff aceptara mis afirmaciones de que estaría bien, y decidiera continuar con su viaje a Nueva York. Ella sabía que se esperaba que las  Neph y yo trabajáramos en Año Nuevo, pero yo no había mencionado el detalle de que los demonios Susurrantes me estaban espiando. Los espíritus eran un tema complejo.

La fiesta de Año Nuevo tendría lugar en un lujoso hotel en el centro de Atlanta. Hablamos sobre buscar una fiesta diferente donde no estuviera la gente que conocemos, pero se suponía que ésta sería la fiesta más grande de la zona. Entre más gente, más distracciones para los espíritus. Según las Neph, los demonios Susurrantes se distraían fácilmente. Esperaba que tuvieran razón, porque sufría un extremo malestar ante la idea de liberar a los espíritus en una fiesta a la que asistirían mis dos mejores amigos.

Joo acababa de encontrar un trabajo como asistente del disc jockey que iba a pasar música en la fiesta. Así fue como obtuvimos entradas para la fiesta más grande de la ciudad. También habría una estación de radio local. Dado que Joo iba a trabajar parte de la noche, él tendría que llegar temprano. Yo llevé a Umji en mi Porsche blanco. Las cinco Neph se reunirían con nosotros allí.

No fue hasta que entramos a Atlanta que Umji notó mi nerviosismo. Yo estaba encorvada sobre el volante con un dolor de estómago. Las concurridas calles de la ciudad lanzaban emociones oscuras y de los colores del arcoíris, las cuales alejé con gran esfuerzo.

—Hey, ¿estás bien? —preguntó Umji, sosteniendo su brillo de labios a mitad de camino.

—Sólo estoy nerviosa por la fiesta, supongo.

El interior del hotel era exquisito, no habían pasado por alto ningún detalle. Había una fuente de cascada en el atrio, magníficos arreglos florales en todas las mesas y alfombras lujosas con vividos diseños que se extendían en todas direcciones. La mayoría parte de la gente estaba en el vestíbulo, registrando sus habitaciones. La hora de regreso a casa de Umji era a la una y media, así que no íbamos a pasar la noche allí. Si algo surgía y yo necesitaba quedarme, Joo podría llevarla a casa. Era probable que los espías esperaran que estuviera de fiesta toda la noche.

El hotel vibraba con entusiasmo. Umji aferró mi brazo, luciendo una vibrante aura naranja de alegría, mientras miraba alrededor. Yo también lo hice. No me entusiasmaba volver a encontrarme con ningún espíritu oscuro. En absoluto.

No había aprendido nada nuevo de los demonios Susurrantes durante mi única noche de curso intensivo con mi padre. Supongo que él no creía que fueran a ser un problema para mí en ese momento, y todavía era un tema delicado para mí después de haber sido cazada.

Afortunadamente, mis amigas Neph me habían enseñado lo básico.

Los espíritus estaban limitados en sus comunicaciones debido a su falta de masa física. Mientras que su vista era aguda, su oído era tenue. Sólo podían oír de cerca, donde las vibraciones de la voz eran más fuertes y podían echar mano de la mente del individuo. Las fiestas con música a todo volumen eran caóticas para su audición, lo cual era bueno para nosotras, porque no serían capaces de oír nuestras conversaciones a la distancia. Sólo serían capaces de oírnos si se acercaban, y ésa era también la única manera en que podíamos oírlos. De cerca, podíamos abrir nuestras mentes y hablar telepáticamente con ellos, susurrándonos mutuamente.

Mi padre me aseguró de que no habría Duques escuchando. Yerin estaba segura de que su padre pasaría Año Nuevo en la ciudad de Nueva York, lo que me perturbaba, ya que Tiff estaba allí, pero yo sabía que ella volvería inmediatamente a su hotel después de que la bola cayera. Aun así, odiaba la idea de que respiraran el aire de la misma ciudad.

Umji apretó mi brazo un poco más fuerte mientras nos dirigíamos al salón de baile.

—¿Estás segura de que te sientes bien? —preguntó.

—Para ser honesta, no me siento tan bien.

Ella se detuvo y me hizo mirarla.

—¿Necesitas regresar a casa o conseguir alguna medicina?

—No, estaré bien. —Tiré de nosotras hacia adelante hasta que estuvimos en la fila con los otros chicos bien vestidos, mayormente universitarios.

Aquellos mayores de veintiuno llevaban pulseras naranja neón. Los menores de veintiuno obtenían enormes X en sus manos con marcador permanente. Umji frunció el ceño a las feas marcas en sus bonitas manos mientras entrábamos.

Las X iban a impedir que consiguiéramos tragos. Estaba segura de que había una manera para evadirla, pero no sabía dónde. La fiesta todavía no estaba llena, sólo a mitad de su capacidad.

—¡Oh, mira! Allí está Joo. —Umji corrió directamente hacia la cabina del DJ y rebotó en la punta de sus pies—. Disculpe, señor, ¿puedo pedir una canción?

Joo se puso de pie y miró por encima de la alta barrera. Se sacó los auriculares.

—¿Qué tal? ¿Están listas para la fiesta,  o qué?

Esbocé una sonrisa con la boca cerrada mientras Umji dejaba escapar un pequeño…

—¡Sí!

—Para ustedes, chicas —dijo Joo, poniéndose uno lado de los auriculares contra su oreja—. Ésta es para ti, Umji-ah.

Ella gritó cuando sonó su canción, y me arrastro hacia la pista de baile, la cual estaba demasiado iluminada y vacía para mi comodidad.

Joo había hecho bien en poner una canción popular, ya que más gente salió a bailar y el hotel bajó las luces del salón. Mucho mejor.

Cuando la canción terminó me abaniqué con las manos y miré alrededor. De pie contra la pared del fondo había un impresionante grupo de gente que hizo que mis brazos cayeran a mis lados. Las Neph estaban aquí, y estaban mirando a través de la multitud directamente hacia mí.

Me di un momento para disfrutar la imagen de Yerin. Llevaba un vestido azul marino que moldeaba cada mínima curva de su cuerpo, el delicado pero impactante maquillaje ahumado destacaba el color de azul de sus ojos, incluso a lo lejos. Llevaba accesorios en color plata. No apartó sus ojos de mí, y yo me ruboricé, preguntándome si me había visto bailar.

—¿Esa es quien creo que es? —Umji había seguido mi mirada, y asentí. Ella no estaba muy entusiasmada porque ella estuviera aquí, considerando el desastre en el que me había convertido después de verla en Halloween.

—Voy a conseguir un trago y a hablar con Joo —dijo Umji—. ¿Quieres algo?

—¿Puedes traerme un agua, por favor? Solo iré corriendo al baño.

En el enorme y lujoso cuarto de baño intenté lavarme las X que gritaban en mis manos, pero eso no iba a suceder. Me incliné en un ángulo sobre el lavabo de la esquina para no atraer atención sobre mí. Sentí cuerpos tibios aparecer detrás de mí y vi a las gemelas reflejadas en el espejo. Eunha sacó algo de su bolso delgado y lo puso en el lavabo.

—Usa esto —dijo.

Rocié algo arenoso y utilicé las uñas cortas para frotar mi piel durante varios minutos. Picaba como el demonio. Cuando las enjuagué apenas quedaban las sombras de las X restantes. Tendría que ser lo suficientemente bueno, porque mis manos estaban en carne viva. Las sequé con pequeñas palmadas de una toalla de mano y noté que ambas gemelas tenían pulseras, aun cuando sólo tenían dieciocho años. Oh, eso estaba bien; tenían identificaciones falsas. Nayeon debió haber sabido lo que tenía en mente, porque metió la mano en su profundo escote y sacó otra pulsera, entregándome la cosa tibia, la cual tomé con las puntas de los dedos.

—Emm, gracias.

Ella rió y la volvió a tomar, decidiendo ponérmela ella misma.

—¿Cuándo creen que llegarán? —murmuré. Las chicas entraban y salían del baño, pero nadie nos prestaba atención.

—No te preocupes por eso —me aconsejó Eunha—. Sólo trabaja como si siempre estuvieran ahí.

—Eunbi —dijo Nayeon quedamente—. ¿Sabes que tuve que comenzar a trabajar a los trece años, aunque todavía no podía verlos?

—No tienes que hablar de eso —dijo Eunha. Nayeon la miró.

—Está bien. Quiero contárselo. —Se acercó para que pudiera oírla—. Cuando cumplí trece años, después de un año de entrenamiento y de todo lo que había aprendido, todavía no podía verlos. Así que mi padre mandó a que los hijos de Thamuz me quitaran cualquier inocencia que me quedara.

—El Duque del Asesinato —susurró Eunha las tres palabras como si ella misma contemplara el asesinato.

—¿Envió a Nephilims? —pregunté.

—Sí, pero ellos no son como nosotras. Ellos son despiadados. No era virgen, pero… ningún hombre jamás me había hecho daño de esa manera. Cada vez que gritaba o lloraba, ellos me golpeaban. Pensé que iban a matarme. Y luego vinieron los espíritus, susurrándome mientras los hijos de Thamuz se turnaban. Creo que lo peor fue no poder mantener en secreto mis propios pensamientos. No podía no pensar en lo que estaba pasando.

Me alejé de las hermanas y entré corriendo al gran cubículo para minusválidos, apoyando mi peso en el pasamanos. Casi me había descompuesto mientras oía la historia de Nayeon. Arranqué un poco de papel higiénico y me sequé los ojos. Me había jurado que nadie me vería llorar esta noche. Era demasiado peligroso.

Las gemelas me siguieron hasta el cubículo. Eunha cerró la puerta y la trabó. Nayeon acarició mi cabello y mejillas, y me permití un último temblor antes de recomponerme.

—Sólo te conté todo eso para que pudieras estar preparada —dijo Nayeon—. Van a decirte cosas y tienes que ignorarlos. No puedes dejar que te afecten. Mantente calmada e intenta fingir que esas voces son sólo un molesto programa de televisión con el volumen demasiado alto. No pueden hacerte daño a menos que se los permitas. Yo se los permití, y no quiero que tú cometas el mismo error.

Mi boca se había secado. Tomé la imagen de la dulce Nayeon de trece años y la guardé en el fondo de mi mente. Ahora mismo, no podía permitirme el lujo de pensar en nada que me diera ganas de llorar. Nayeon me abrazó, frotando la tela de seda de mi vestido en mi espalda.

—¿Así que... esa chica con la que bailabas? —Nayeon se movió sobre los talones, sin continuar.

—Ésa es Umji —dije, secando debajo de mis ojos una última vez—. ¿Ves un vínculo entre ella y Joo?

—No, pero no están lo suficientemente cerca. Vamos, regresemos.

Las manos me ardían al salir del baño, un recordatorio de lo que vendría.

Entrando al salón de baile, Eunha nos dejó para comenzar a trabajar, pero Nayeon se quedó conmigo. Los demonios no se habían presentado todavía.

Estaba ansiosa por utilizar la habilidad de Nayeon para ver lo que estaba sucediendo entre mis dos amigos. Los divisamos en la cabina del DJ. Joo tenía los auriculares alrededor del cuello, y se inclinaba sobre sus antebrazos para observar a Umji. Ella actuaba como era usual en ella, coqueta, haciendo grandes gestos con las manos al hablar.

Nayeon se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

—Uh-oh, ¿qué sucede?

Ella salió de sus pensamientos al oír mi pregunta, descruzando los brazos y encogiéndose de hombros.

—Nada, es sólo que hay mucha más gente aquí ahora. Los lazos pueden… confundirse.

—¿Así que no puedes ver nada?

—Se sienten… atraídos. —Bueno, maldita sea, ¿eso era todo? No necesitabas capacidades sobrehumanas para ver lazos para saber que se atraían. Esperaba algo más.

—Tomaremos un trago juntas más tarde —me dijo, y con un guiño se dirigió hacia su hermana.

Fui hacia la cabina del DJ y me quedé allí por un momento, sin querer interrumpir. Joo y Umji estaban tan absortos en su conversación que no me vieron. Joo la estudiaba y ella parecía florecer bajo su atención. ¿Sólo atracción? ¿En serio?

Umji se volvió, sorprendida de verme, y rió.

—Oh, mi Dios, este chico es demasiado. —Ella se estiró para golpearle el brazo, pero él tomó su mano, y cuando se miraron… badda bing. Rosa. Un toque de fucsia oscuro nadó entre sus auras mientras lentamente separaban sus manos. Los ángeles guardianes de Joo y Umji se miraron con un asentimiento, complacidos.

Quería soltar vítores, pero en su lugar tomé mi botella del borde, dándome una excusa para apartar la mirada. Mientras bebía, vi a Nayeon en una mesa, observando. Me sonrió, pero fue más forzado de lo normal. Luego la sonrisa se desvaneció y ella se puso rígida.

No  podía  verlos,  pero  supe  que  estaban  allí.  Justo  detrás  de  mí.  Los Susurradores habían llegado, trayendo con ellos una sensación de arañas arrastrándose por mi espalda. Me calmé y me alejé de mis dos amigos y su dulce momento. Nunca me había sentido más separada de ellos.

Sabía lo que tenía que hacer. Fui directamente al bar.

Mientras caminaba entre la multitud, me obligué a no huir, gritando, de la sensación de que un asesino acechaba detrás de mí. El impulso de dar media vuelta y juzgar el peligro era fuerte, pero no tan fuerte como mi miedo de lo que en realidad vería.

Llegué al bar cuando una pareja se alejaba con sus tragos. El camarero me miró, apartándose el espeso cabello rubio de la frente. Mi corazón todavía latía con fuerza malsana.

—¿Qué te sirvo? —preguntó, inclinándose sobre la barra hacia mí.

Sopesé la fila de botellas de cerveza en exhibición y señalé una ligera. Sus ojos se posaron en mi pulsera.

—No luces como de veintiún años —dijo en una manera amigable, quitando la tapa.

—Sí, lo sé. —Acepté la botella fría que me ofreció. Entonces saqué un billete del pequeño bolso negro colgado atravesado de mi cuerpo, apoyado en mi cadera.

Me pregunté si los Susurradores estarían mirando.

—Gracias. Quédate con el cambio —le dije, devolviéndoselo. Él lo tomó, pero no se alejó de mí.

Sentí que debía hacer conversación con el barman. Él también parecía estar pensando en algo que decir.

«Está pensando en invitarte a su cuarto.»

Un frío mortal subió rápidamente por mi columna vertebral ante el sonido de la voz rasposa en mi cabeza. Yendo por mi primer instinto, incliné la botella y bebí un largo trago de la misma. Asco. No me gustaba el sabor de la cerveza, pero al menos no quemaba como el fuego. El demonio rió en mi oído y pareció hacerse eco a través de mi cráneo.

«Le gusta como lucen tus labios en esa botella. Hazlo otra vez.»

Enfermo, enfermo, enfermo. Quería gritarle que saliera de mi cabeza. Levanté el mentón y bebí, sin detenerme hasta que la botella estuvo vacía. El tipo me miró con una ráfaga roja de lujuria rodeándole. Tomó la botella vacía y se rió entre dientes, la arrojó a la basura y sacó una nueva del refrigerador.

—Eso fue hermoso —dijo—. Ten. Esta corre por mi cuenta. Por cierto, soy Trevor.

La acepté y me las arreglé para no retroceder ante la repugnante charla del demonio en mi oído, diciéndome que siguiera adelante mientras se alejaba de mí, iba sobre el barman, y lo rodeaba.

Normalmente, dos personas solteras coqueteando no era algo malo. Pero este demonio quería hacer que Trevor tropezara, hacerlo enfocarse en lo físico y en última instancia sufrir. Quería que el barman ardiera de lujuria.

Quería que metiera la pata en su trabajo. El Susurrador hizo que algo tan inocente como coquetear se sintiera mal. Sabía que era hora de decirle algo a Trevor, pero mis ojos comenzaron a arder, amenazando con llenarse de lágrimas. ¡No te pongas emocional!

—Tienes bonitos ojos —dijo Trevor—. Brillantes.

«El demonio se rió.»

«Romeo necesita trabajar en sus líneas de flirteo. Aburrido».

—Gracias, soy Eunbi. —Necesitaba coquetear. Levanté las esquinas de mi boca y moví un poco de cabello hacia adelante con un giro de la mano—. ¿Trabajarás aquí toda la noche?

—Sí, hasta la una. Después, ¿quién sabe? Debería haber muchas cosas que hacer en la ciudad después de eso.

—Estoy segura —dije.

¿Ahora qué? ¿Debería, como, guiñarle un ojo o algo así? Coquetear con extraños podría no haber sido mi fuerte, pero beber lo era sin duda, y eso le gustaba. Tomé otro largo, frío y relajado trago mientras la primera cerveza golpeaba mi sistema y ponía las cosas en marcha. «Oh, rayos, me olvidé de mirar la hora.» Giré la muñeca hasta que el reloj de plata estuvo en su lugar. Nueve y veinte.

Un grupo de gente se acercó al bar al lado de mí. El barman tomó sus órdenes, pero no dejaba de mirarme. Lo saludé con los dedos de esa forma tímida que había visto a las chicas hacer con Joo. Me sentí tonta, pero él sonrió y se apartó el cabello, luciendo un flujo constante de color rojo en su aura.

Dejé el bar, preguntándome qué diablos iba a hacer ahora, y me dirigí directamente hacia las sombras espeluznantes de dos demonios Susurradores. Aun cuando no podía sentirlos, me estremecí de repulsión mientras me apresuraba a través de los vapores.

Ahora la fiesta estaba cobrando vida, y el DJ estaba en el micrófono, haciendo anuncios y haciendo entusiasmar a todos con su excitación eléctrica. Me detuve entre los cuerpos en movimiento, muy consciente de que me estaban siguiendo. Más allá en la cabina del DJ, Joo se movía por ahí, organizando cosas para su jefe. No podía ver a Umji por ningún lado.

Comencé a buscar a las otras Neph, pero me contuve. Lo último que quería era ver a Yerin trabajando. No podía permitirme el lujo de distraerme. La sola idea de Yennie me hizo vaciar la mitad de mi bebida. Era demasiado pronto para terminar la segunda. Ya estaba mareada.

—¡Eunbi! ¡Ahí estás! Santo... ¿Qué es eso? —Umji apoyó una mano en su cadera y señaló mi cerveza—. ¿Y cómo demonios conseguiste ese brazalete?

—Conexiones —dije, tensándome cuando los Susurradores nos rodearon, observando, intentando escuchar. Mi corazón empezó a latir con fuerza—. Necesitaba relajarme.

Ella parpadeó hacia mí, una expresión de incredulidad desplegada en su rostro. Debería haberle advertido de antemano que había “cambiado” mi actitud hacia la bebida. Me incliné y le susurré al oído.

—Sólo seamos cuidadosas y divirtámonos, ¿de acuerdo?

—Bien, de acuerdo —replicó ella, todavía insegura sobre mi comportamiento fuera de carácter—. Supongo que mientras me enganches también.

Un Susurrador se inclinó cerca del oído de Verónica, y su ángel de la guarda se zambulló entre ellos. Fingí no ver nada, agarrándola del codo y tirando de ella hacia la cabina del DJ, sólo para ser detenida en el camino.

Joo  estaba  inclinado,  sonriendo  y  hablando  con  Nayeon.  Los  ojos  de Umji se entrecerraron. Esto estaba a punto de convertirse en un desastre. Cambié de dirección, dirigiéndonos hacia el bar en su lugar.

—No, espera —dijo, alejándose y observándolos.

Los dos espíritus lascivos podían ver la oscura decepción derramándose alrededor de Umji, arremolinada con una verde envidia. Los demonios atacaron, ambos susurrándole a la vez a pesar de los esfuerzos de su ángel de la guarda para detenerlos. Mi respiración se agitó mientras su aura se oscurecía y el verde se hizo más vívido. Estar de pie allí, sin interferir, fue una de las cosas más difíciles que había hecho jamás.

En ese momento Nayeon tiró del brazo de Joo, como si estuviera tratando de conseguir que saliera de la cabina, y él rió, sacudiendo la cabeza y señalando a su trabajo. Ella se paró de puntillas y gritó algo al jefe de Joo, quien le sonrió y se encogió de hombros, palmeando a Joo en la espalda.

Nayeon aplaudió ante su éxito y tomó a Joo de la mano, llevándolo a la pista de baile. ¿En qué estaban pensando?

Umji los miró, y los espíritus, que habían terminado de susurrar, bailaron alrededor de ella, antagonizando aún más con su ángel mientras Umji luchaba internamente.

Le susurré.

—Es sólo una amiga de Yennie de Inglaterra. Joo la conoció en el verano.

—¿Esa es la chica inglesa? Me habló de ella, cuando éramos sólo...

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Comments

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LeeKkura_SinRin143 #1
I want to read this but i don't know how to speak spanish (ToT)(╥_╥)(┳Д┳)
Clon_105
#2
Chapter 21: "En otras palabras, estaba delirando." JAJAJAJAJAJAJAJA pobre SinB LoL XD
Clon_105
#3
Chapter 19: jajajaj me sonó a Buffy la caza vampiros esta parte no sé por que XD
Clon_105
#4
Chapter 18: Noooooooooooo la hna. Ruth!!! que inoportuna ¬¬
Clon_105
#5
Chapter 17: El mejor capítulo hasta ahora!!!! la Madre es esa chica!!! ?? XD quién mas podría ser¿? si son igualitas!!! jajajaja XD
MUY Bueno este cap.! maldito laburo!, mañana renuncio así termino de leer todos lso caps. (ok no, pero lo pensé en voz alta XD)
Clon_105
#6
Chapter 16: Trato de ir lo mas rápido posible! espero un gran final ya que voy a la mitad...
Clon_105
#7
Chapter 15: Pobre lo del tatoo... entnces que se lo haga lavable.. es mas rentable XD
Clon_105
#8
Chapter 13: Ya le enseñó quienes mandan XD
Clon_105
#9
Chapter 12: Esas preguntas tipo psicologa de las que se queja tanto Yerín las hago todo el tiempo cuando hablo con gente random...
Clon_105
#10
Chapter 11: SinB estuvo a punto de volverse una chica mala...