Capítulo 2: "Síndrome de la buena chica"
"Sweet Evil" (SinRin Ver.)
Tiffany estaba friendo huevos en nuestro pequeño apartamento cuando llegué de correr el lunes a la mañana. Me incliné sobre la encimera para mirar. Usó su muñeca para empujar un rizo rubio rojizo de su rostro. Cuando la hebra volvió a caer, extendí mi mano y la envolví detrás de su oreja. Una emoción traslúcida y pálida de color amarillo se arremolinó en su pecho, flotando cálidamente hacia mí.
Volteó el huevo, chasqueando la lengua cuando se le rompió la yema. Al verla en la cocina, deseé que fuera mi verdadera madre para poder haber heredado su genética. Me habría encantado compartir sus gruesos rizos y suave voluptuosidad.
Obviamente me había esperado despierta hasta que llegué a casa el sábado a la noche, entonces me acosó para contarle los detalles, fingiendo estar emocionada cuando en realidad estaba rebosante de ansiedad. Le conté la versión apta para todo el público, dejando fuera los trozos sobre mentir a las personas y tener encuentros extraños con una chica. Se había mordido el labio cuando habló e inspeccionó mi rostro, pero luego aceptó mi historia y se relajó.
Tiff me pasó un plato y me ahuyentó agitando la espátula. Me senté en nuestra mesa redonda, empujando a un lado las facturas impagas y las pruebas de fotos de sus trabajos de fotografía independientes.
—¿Qué vas a hacer hoy?
—El Distpach me contrató para sacar fotos a una conferencia de prensa con el gobernador esta mañana. Debería estar en casa cerca de las cuatro.
Notando la hora, me devoré el desayuno y corrí para prepararme.
Quince minutos más tarde besé a Tiff, preparándome para salir por la puerta, pero ella me ahuecó la mejilla con una mano suave para detenerme.
—Te quiero, dulce niña. —Amor rosa suave sobrevolaba su cuerpo mientras me soreía mostrando el hermoso eyesmile que tanto la caracteriza.
—Yo también te quiero —dije. Ella me palmeó la mejilla y me fui.
Joo siempre me recogía para ir a la escuela exactamente a las 7:10. Él era puntual. Me gustaba eso.
—¿Lista? —dijo cuando me subí al coche. Sus ojos todavía estaban hinchados por acabar de rodar fuera de la cama.
—Buenos días, sol —dije. Requirió dos fuertes tirones en la puerta chirriante para que finalmente se cerrara. Retorcí mi cabello húmedo y lo dejé colgando sobre mi hombro. Se secaría lacio y lo tiraría hacia atrás.
Por lo general manejábamos a la escuela en silencio, porque Jooheon no es una persona madrugadora, pero no habíamos tenido oportunidad de hablar desde que me llevó a casa el sábado a la noche.
—Siempre me he preguntado cuál era tu tipo, pero nunca imaginé que sería ¡una rockera experta!
Aquí vamos. Había estado esperando que estuviera demasiado dormido para esta conversación.
—No es mi tipo. Si tuviera un tipo sería… agradable. No una impetuosa y egocéntrica promiscua.
—¿La llamaste promiscua? —Joo rió—. Vaya, eso es como, el peor lenguaje que te haya escuchado usar en mi vida.
Lo fulminé con la mirada, sintiendo vergüenza, y él se rió con más fuerza todavía.
—Oh, oye, tengo un chiste. ¿Cómo llamas a alguien que sale con músicos?
Levantó sus cejas y me encogí de hombros.
—No lo sé. ¿Cómo?
—¡Baterista! —Sacudí la cabeza mientras él se partía de la risa por su propia broma durante otro minuto antes de acosarme nuevamente sobre Yerin—. Muy bien, ¿así que le hablaste de mis Cds, hubo algo de confusión cultural por su jerga, y luego hablaron de hot dogs? Eso no puede ser todo. Parecían realmente intensas.
—Se debe a que ella era intensa, a pesar de que no estábamos hablando sobre nada en particular. Me puso nerviosa.
—Pensaste que era ardiente, ¿no?
Miré fijamente por la ventana a las casas y árboles que pasábamos. Ya casi estábamos en la escuela.
—¡Lo sabía! —Golpeó el volante, disfrutando de cada segundo de mi malestar—. Es tan raro. Eunbi Hwang se ha enamorado. No te culpo, la chica está que arde.
—Bien, sí. Es ardiente. Pero no importa, porque hay algo en ella que no me gusta. Es… espeluznante.
—Lo que quieres decir es que no es una amable vecina. No contraigas el síndrome de chica buena.
—¿Qué es eso?
—Ya sabes. Cuando una chica buena se enamora de un chico malo y espera que el chico se enamore y mágicamente cambie su modo de ser, pero quien termina cambiando es la chica. Como Seolhyun, ¿recuerdas? Aunque en tu caso sería chica, obviamente.
¡Kim Seolhyun! ¡De ahí es de donde escuché el nombre de Yerin antes! Ella fue una junior de nuestra escuela.
Aparcamos en nuestro lugar habitual en la Preparatoria Cass.
—Nos vemos en el almuerzo —dijo Jooheon. Tenía el ojo puesto en una chica llamada Kaylah, la que estaba bajando de su coche a tres lugares del nuestro.
—Sí, nos vemos. —Caminé hacia la escuela mientras él se retrasaba diciéndole hola a la chica.
Kim Seolhyun estuvo en mi mente todo el día.
Me senté con Joo en el almuerzo, pero mis ojos seguían yendo hacia Seolhyun, sentada con su mismo grupo de amigos, pero de alguna manera era una paria ahora. Se sentaba en el extremo, manteniéndose ensimismada mientras los otros jugaban y coqueteaban.
Ser huraña y estar fuera de moda nunca había sido un problema para Kim Seolhyun. Era un año mayor que yo, hermosa y verdaderamente una persona agradable. Su color primario solía ser el amarillo sol de felicidad. Al principio de este año escolar había sido porrista y presidente del club de drama. En otoño escuché que estaba saliendo con una chica de una banda de preparatoria en Atlanta.
Jung Yerin.
Entonces sus colores empezaron a cambiar. De amarillo a rojo. De rojo a gris. De gris a negro. Ella estaba llena de ira, luego aversión propia y más recientemente depresión. Rumores volaron sobre fotos de Seolhyun tomadas en el celular de su novia, y luego con el tiempo la ruptura. Pronto fue echada de las porristas por fallar en el nivel. Luego llegaron historias de ella divirtiéndose, moviéndose de una chica a otra, pero nunca siendo feliz.
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