Capítulo IV
2. PredestinedEn el momento en que ella entró y cerró la puerta, lo sentí. Cerré mis ojos y dejé que mis sentidos lo superaran.
Abriéndolos lentamente escaneé el patio trasero, hasta que mis ojos se dirigieron hasta la fuente del sueño de Tiffany.
Había visto este espíritu antes. Un brillo burlón en sus ojos fríos me devolvió la mirada, mientras se sacaba no un cigarro, sino dos de la boca.
—¿Qué quieres con Tiffany? —Demandé, manteniendo la mirada sobre él. Los señores espíritus quizás podían manipular a los humanos y sus vidas, pero no tenían ningún poder sobre mí. Poseía todas las llaves. Sin mí, el vudú de un señor espíritu sería nada para la muerte. Su poder venía de aquellos que creían en él. Y acababan en mis manos.
—Ella me pertenece. —El arrogante espíritu se centró en mí. Podía ver la advertencia detrás de sus ojos. Sabía que se extralimitaba.
—No, no es.
El señor espíritu se movió hacia atrás. Su movimiento fue más un desliz que un paso poniendo distancia entre nosotros. El gruñido de mi pecho se encontró con mis oídos y de repente entendí su necesidad de espacio.
—La chica esta marcada como una restitución. Su madre hizo el trato. Sabe el costo.
¿Qué? Sin querer quitar mi mirada del señor espíritu, miré si Tiffany nos observaba desde la ventana de su cocina. Le negué el intento de poner distancia entre nosotros y lo fulminé con una fría mirada a los ojos, la cual sólo se podían considerar como un demonio para los seres humanos. El culto y la creencia de los que practicaban el vudú era el único lugar de donde sacaba su poder. Sin ellos, él no existiría.
—Tiffany Hwang es mía. Déjala. Nunca te has cruzado conmigo antes, pero puedo asegurarte que un espíritu señor del vudú no es rival para mí. Sabes eso.
La indecisión en la postura del espíritu señor era evidente. Retrocedió.
—Pero la restitución debe ser hecha.
—NO con Tiffany, no. Cualquier trato que tengas con su madre es con su madre. Tiffany no tiene nada que ver con eso.
—Nunca la conocerías si yo no la hubiera salvado. Habrías tomado su alma mientras estuviera tirada en el suelo, muriendo. Es a mí a quien no le gusta ver a los niños morir. A ti no te importa a quien tomes. Está viva por mí. Significa un propósito para mí. La salvé para mi hijo. La ha vigilado durante todos estos años.
Temblando de rabia, controlé mi necesidad de destrucción. Si intentaba aniquilar a un espíritu señor del vudú en el patio trasero de Tiffany traería a todo el infierno hasta aquí. Este era un lugar seguro para ella. Un lugar sin pesadillas.
—Déjala o trata conmigo.
—La chica tiene que elegir o tomaré mi pago de todos modos —siseó.
—¡Bien! Déjala elegir —Rugí. Luego se marchó y mi quedé solo.
¿Qué en el nombre de los dioses había hecho la madre de Tiffany?
Tiffany
—Así que la chica amante está de gira —Anunció Yuri, la novia de Jessica y mi amiga de la infancia, mientras dejaba su bandeja delante de mí. Elegí el rollo porque era la única cosa en de toda la bandeja que realmente conocía y pellizqué un pedazo antes de mirarla.
—Sí —Fue mi única respuesta antes de hacer estallar un trozo crujiente de pan dentro de mi boca.
—No le hables de eso. Está toda depresiva —Le regañó Jessica, dándole una palmada en el brazo.
Yuri continuó mirándome, lo que era ligeramente desconcertante.
—¿Qué? —dije, encontrándome con su mirada. Se encogió de hombros.
—Nada, sólo pensaba en algo, e iba a preguntarte y bien… Lo he olvidado. —Sacudió la cabeza como si se la aclarara y cogió su botella de agua.
Siwon. Había estado pensado en Siwon. Poco a poco se había desvanecido de los recuerdos de todo el mundo. De todo el mundo, excepto de los míos, por supuesto. ¿Por qué era eso?
—Yuri, ¿recuerdas la casa del árbol que construiste y no dejabas que las otras chicas entraran? —Yuri levantó la mirada de su comida y me sonrió—. Sí, y tú estabas tan malditamente enfadada. Creo que colgué ese letrero solo para fastidiarte.
Estoy segura de que lo hizo. Yuri había vivido para hacerme enfadar. Teníamos una gran batalla de chicos y ella contra las demás chicas en aquel entonces. Jessica era feliz jugando con sus muñecas Bratz, lo que sólo le daba a ella más munición. Jessica me hacía quedar mal. Las muñecas hacían que los chicos pensaran que éramos débiles y yo no era tan débil.
—¿Recuerdas el árbol en mi patio trasero que trepaste y decías que yo no podía? —Yuri frunció por un minuto y luego una sonrisa rompió en su cara.
—SÍ, y tú lo trepaste un día y caíste, pero un chico te ayudó o algo así. No lo sé. No me creí tu historia entonces y no me la creo ahora. Parecía un poco descabellado. —Y continuó y continuó hablando sobre cuán rápido trepaba ese árbol y su obvia destreza para hacerlo, pero mi mente se encontró en otras cosas.
El chico tenía que ser real. Ese sueño era un recuerdo. ¿Por qué lo olvide?
—¿Vas a comerte eso? —La pregunta de Yuri rompió mis pensamientos, y empujé la bandeja hacia ella. No estoy segura a que “eso” se refería, pero todas “esas” cosas no iban a estar en un lugar cerca de mi boca.
—Escoge.
—Dulce, gracias. —Tomó la bandeja y se la puso delante de ella.
Jessica se estremeció mientras bajaba la mirada. Ese había sido exactamente mi pensamiento.
—Así que, Tiffany, ¿Cuándo vamos a tener una cita doble contigo y Taeyeon?
—Uh… No lo sé. No sabía que querías.
Jessica inclinó la cabeza a un lado y me dio una mirada incrédula.
—Por supuesto que queremos. Tú has sido la que ha estado evitándolo.
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