El departamento que alguna vez le pareció acogedor y familiar, hoy le parecía frio y lúgubre, se sentía desconocido, todos los recuerdos embargados tomaban un tono grisáceo en su memoria, como si solo hubiera estado ahí una vez hace años, todas sus cosas estaban en su lugar pero se sentían fríos, como si estuvieran muertos y no transmitieran ningún significado.

Sin embargo cuando cruzo el umbral de su habitación sintió un golpe de nostalgia, un dolor le atravesó el pecho y se dejó caer sobre la cama, los hechos la habían alcanzado sin poder detenerlos, Tiffany la observaba desde el marco de la puerta, esperando pacientemente a que dijera o hiciera algo, pero no quería hacer nada, todo lo que estaba por hacer le dolía tan solo de pensarlo.

Había llegado a ese departamento hace más de tres años cuando busco su independencia, aunque realmente solo quería un lugar en donde refugiarse, donde poder llorar sin que la miraran, donde poder reír después del llanto al recordar algo de su infancia, un lugar donde pudiera hablar con sus fantasmas, donde pudiera hablar como si sus padres estuvieran escuchándola, ese lugar estaba lleno de esos recuerdos, y ahora los sentía tan lejanos, como si nunca los hubiera vivido y sin embargo seguían doliendo con tanta intensidad que se preguntaba si su pecho iba a explotar.

Se dirigió a la cómoda que estaba cerca de su cama y saco una fotografía, estaba ella con sus padres, su papa la cargaba tiernamente, mientras que su madre le colocaba un beso en la frente, trato de aguantar el llanto que empezaba a formarse, sin poder evitarlo.

Esta, esta foto fue en una navidad, algunos años antes de que los … los mataran, fue… fue una de las navidades en casa de la abuela, ella vivía sola y nosotros fuimos a visitarla – le dijo contemplando la imagen, recordando aquel momento, Tiffany solo la observaba a distancia, con una sonrisa tierna, incitándola a que siguiera hablando Recuerdo… recuerdo que el regalo de mi madre fue esto – le dijo tomando entre sus manos, una libreta de pasta gruesa – En ella están escritos todos mis poemas, le dije… le dije que aquí escribiría todos y que cuanto estuviera llena se la regalaría… pe… pero no la llene a tiempo – le dijo suspirando fuertemente, sacando el aire poco a poco para no intentar no llorar, sintió la mano de Tiffany acariciarle la cabeza de manera tierna, dándole un poco de consuelo. Tú debes de saber que la ausencia es tan pesada, el dolor de no poder verla otra vez, de no poder despedirte de ella, de querer abrazarla una vez más, solo una vez y no poder, el dolor de verla postrada en una caja, sin la oportunidad de hablarle y que te escuche, sin poder decirle que la extrañaras, porque el odio y el rencor no te permiten hacerlo – le dijo tapándose la cara para poder derramar sus lágrimas, ya no podía callar más, sabía que sería difícil pero tenía que hablar si quería quitarse un poco de dolor de encima. Se lo que se siente Tae, y puedes llorar todo lo que quieras, pero no digas que no te escuchan, estoy segura que no les gusta verte así, algo me dice que ellos están esperando tus palabras desde hace tiempo, solo tienes que dejarlas salir – le dijo Tiffany tratando de contener el llanto, sentía tanta impotencia al ver a Taeyeon así. Tenía que ser fuerte para transmitirle confianza y que dejara salir todo lo que le dolía. Siento… siento que si me deshago de todo este dolor, y hablo, estaré perdiendo una parte de mí, como… como si dejara ir mi esencia en las palabras, lo mismo pasa con su recuerdo, siento… siento que si hablo de ellos, de sus memorias, de sus vidas, terminare por agotar todo o lo poco que me queda de su recuerdo – le dijo sollozando en su regazo, con suspiros cada vez más prolongados, al parecer el llanto ya había cesado un poco. Hay cariño, no digas eso, cada vez que hables de ellos será como si estuvieran aquí, como si estuvieran junto a ti, como si hubieran bajado del cielo para convivir contigo Tae, es una manera de regresarlos a la vida, no tendrías por qué malgastar un recuerdo que no tiene fecha de caducidad – le dijo pensando en su madre, eso es lo que ella creía sobre el recuerdo de su madre. No se Phany, déjame pensarlo por favor, no es fácil, ya me duele la cabeza – le dijo poniéndose de pie.

Se acercó a su ropero para guarda un poco de ropa en su maleta, los recuerdos seguían latentes y tan dañinos que empezaban hacer mella en su cuerpo, sintió los ojos hinchados y a punto de cerrarse, no quería seguir llorando pero parecía imposible detener esa noche triste.

Yo… yo, lo siento mucho Phany, no quiero ser una carga para ti – le dijo apenada, mirándola sentada en la cama, con una sonrisa tintada de llanto, no quería opacar su hermosa s