IX. Rosie

Cuando las noches son de té y los días de lluvia

Al tomar consciencia Rosie se encontró con raudales de luces blancas haciendo revolotear sus pestañas, como si fueran las alas de una colibrí listo para succionar el polen de una flor. Estaba tan desconcertada que apenas estaba volviendo a procesar todo lo que había sucedido antes de que la oscuridad le cegara por completo la consciencia. Lo único que pasaba por su mente fue el afilar sus sentidos, fue el sentir el sabor a vomito en la boca, sentir la garganta reseca y con una profunda necesidad de agua que hizo que sus pies se agitaran. Mientras más batía la pestañas, más deformaba sus labios en muecas de disgusto, más notaba la calidez de algún radiador, el olor a lejía y desinfectante que era increíblemente angustiante. Cuando pudo darse cuenta de su posición, alejada de la ingravidez de la inconciencia, fue que notó la figura de Su-ji, sentada en un angosto banco al lado de la camilla donde estaba acostada. Estaba encorvada hacía el frente con sus dedos aferrados a su mano. Dedos sudorosos, contra los suyos dedos. Le vino la pestilencia a vómito y entonces recordó todo como si una estela luminosa se encendiera en las nubes grises un campo abierto, antes de que el sonido estridente de un rayo se estampara sin piedad.

No es por demás decir lo avergonzada que se encontraba. Había vomitado en sus zapatos como si fuera una chiquilla patética. Pensar en ese concepto le hizo indagar en algún recuerdo al azar de su infancia. Pensó en aquellos días en que tuvo problemas para entender operaciones matemáticas simples y su padre siendo el hombre pragmático el cual era, se tomó la molestia de indicarle que la mejor forma de aprender algo es simplemente haciéndolo. Fue así quizá como logró instarla a audicionar para ver si de alguna manera la música tendría algún camino para ella. Sin embargo, también vino a ella el recuerdo de esa vez en que él le hizo añicos el pecho; cuando en la última navidad que pasaron juntos como familia; lo encontró desecho sobre el sofá en una oscuridad tan repulsiva que le hizo sentir lastima. Sí cierra los ojos lo puede ver ebrio apestando a soju, dándose cuenta de la presencia de la menor de sus hijas: <>. Recuerda el nudo que se le formó en la lengua imposibilitándole el habla. ¿Qué podía decir que aliviara la aflicción de un hombre de mediana edad que había hecho todo lo posible para que Rosie volara?, se acuerda que sus talones se juntaron y se enderezó como si fuera un muñeco inflable conectado a una bomba de aire encendida. La televisión estaba prendida con la grabación del Gran Premio de Sakhir ocurrida a comienzos del mes. Iban en la vuelta ochenta cinco cuando Checo Pérez está a nueve segundos de Esteban Ocon. Era el momento crucial de la carrera, cuando el ex piloto del Racing Point Force India, estaba a  nueve segundos de empaparse de gloria y gotas de champaña. El gruñido de los monoplazas sobre el asfalto y la narración incrédula de los comentaristas hizo que le pusieran de punta los bellos de la nuca. Pero, su rostro cambia, pasa de la enorme plasma hasta su padre, que tiene la expresión deformada en un aparente amago de llanto. Sus gafas están deslizadas contra su pecho vapuleado. No, no supo qué hacer. Sólo asintió de manera mecánica y muy dolorosa. ¿Cómo le podía explicar que en realidad estaba teniendo un apremio interno muy fuerte con ella misma?, ¿Cómo decirle que se sintió como Isaac listo para ser sacrificado por su padre Abraham?, él la llevó hasta ese lugar, pero en vez de ser salvada por algún tipo de divinidad fue apuñalada mientras el balido del cordero resonaba en todo lo alto. A él el estado de liviandad que le provocó el alcohol termina por desmayar y ella, ella pálida como un fantasma, con la bilis en la garganta, hace un gesto de ternura —que le evoca a todas esa madrugadas en que amablemente la regresó a su cama y le arropó con delicadeza después de verificar la inexistencia de monstruos en su armario y debajo de la cama—, quita sus gafas del pecho y los pone sobre la mesita frente al sofá. El televisor anuncia la victoria de Checo Perez en Sakhir cuando ella apaga el televisor. Se dejó caer en el suelo a su lado con las rodillas presionadas contra su pecho, abrazándose a sí misma. Y sobre todo recordando, recordando ese día, el día cuando él no se giró para verla.

No es una buena reminiscencia para despertar.

Lo sabe.

Su-ji le pregunta cómo se siente, por la forma en que supone que luce desplomada en la camilla. Es por el recuerdo, piensa, esos recuerdos son dolorosos como una piedra enterrada en parte blanda del pie. Pone el dolor sobre una caja y la sella, quizás después la abrirá para llorar. Se sentía presa de la vergüenza.

En Su-ji no había ningún atisbo o movimiento de reproche. Se veía agotada, eso sí. Sus ojos tildaban de preocupación como si fuera un sentimiento tan espeso como los restos del vomito de Rosie en sus zapatos. Se disculpó como cuando tenía siete, con ese “sorrew” alargado con un tono agudo, encogida en la cama. La actriz la derribó en un abrazo tan fuerte, que podía sentir como sus cajas torácicas se apachurraban como un emparedado aplastado. Permaneció un buen rato disfrutando de la calidez que transmitía, de la esencia suave de su champú. Tomando cada gota de la dulzura de Su-ji.

Luego las paredes se le hicieron enfermizamente azules y terminó siendo informada de todo lo que sucedió la media hora que estuvo fuera de sí. El padre de Jimin optó por llevar a Rosie a una clínica más privada, con doctor especializado en urgencias que era cliente frecuente en su restaurante. No era la primera vez que atendía una celebridad y mantenía la boca cerrada a cambio de una buena cantidad de dinero. La explicación fue simple: un ataque de pánico muy fuerte. Las recomendaciones fueron bastante obvias y Rosie le aseguró que hablaría sobre eso en su próxima sesión el miércoles con su terapeuta la doctora Ha. No quiso que indagara en su historial médico, en los medicamentes, en las visitas constantes de diferentes psiquiatras y psicólogos. Tal vez debía haberlo hecho, pero, esa información no se le hacía cómoda de compartir.

No es que pudiera decir que no estaba mal, porque se había desmayado por un ataque de pánico luego de vomitar. Y además no había hecho nada para calmarse, ni los ejercicio para controlar su respiración para contrarrestar el ataque, tampoco se había podido apoyar en nadie, ni siquiera había hablado con Su-ji sobre ellos. La actriz no había dicho mucho sobre eso, estaba en su mayoría sería escuchando las recomendaciones. Su palma no había dejado de frotar la de Rosie, pero pudo ver como su mentón se contraía y sus ojos no parecían para nada felices. Sí, sin duda la había cagado. Se dio cuenta que Su-ji no era del tipo de persona que se exaltaba de manera fácil presa de sus emociones. Tenía un autocontrol bastante preciso, sobre todo lidiando con situaciones demasiado aprensivas. Se mantenía sería y silenciosa hasta que llegara el momento de intervenir de manera volátil. Se acuerda de la fiesta de Hyeri, cuando esos tipos la estaban atosigando en una de las mesas de dulces. Fue ese el momento de inflexión que marcaría su relación, se sorprende ahora al saber que a pesar de sus sentimientos conflictivos con ella, fuera capaz de intervenir. No fue volátil, incluso conservó la elegancia en la forma en que los liquidó a todos. Era Rosie la que despertó desnuda y con uno de sus nudillos inflamados. Muy diferente a Lisa, que sus peleas constantes se debían a la volatilidad. Lisa era gasolina y Rosie tampoco era una persona accesible para mantener la paz. Ambas eran tercas y orgullosas. Tenían un temperamento que dejaba mucho que desear. Jisoo y Jennie incluso habían mencionado que ella era a la que más  les aterraba era hacer enojar. Jisoo era como Su-ji ambas compartían el rasgo similar de explotar en el momento adecuado y de manera silenciosa. Jennie era más pasional, pero sabía contener su ira en dosis mínimas. Su unnies eran personas calculadoras, tanto como Rosie lo era cuando no estaba abrumada por sus emociones.

Hubo mucho silencio. Ni siquiera se dijeron nada. Incluso cuando el médico les dio privacidad. Él fue amable y le dejó usar un cuartito de baño para cepillar sus dientes y quitarse el aliento a vomito. Su-ji siguió sin decir nada cuando Rosie vistió, ni cuando caminaron por un angosto pasillo. Supo que estaba enojada porque sus ojos no la miraban, sino miraban hacía las paredes, los carteles sobre vacunas, sobre el manejo del COVID, su mano se había alejado casi por completo de la suya, pero aun podía sentir los roces de ambas a ratos. Cuando llegaron a la sala de espera casi vacía notó que estaba Jimin paseándose inquieta de un lado a otro, mientras, Hank y Damon estaba echados en el suelo. Al verlas a ambas pudo ver como ahogaba un suspiro de alivio y se apresuraba a abrazar a Rosie con la misma fuerza con la que Su-ji lo hizo al despertar.

—Pensé que me estaba quedando con mi compañera de farra—, admitió con la cabeza escondida en su pecho. El desconcierto inicial pasó a un segundo plano. Rápidamente la rodeó con sus brazos y notó que Jimin estaba comenzando a sollozar. Se puso a consolarla lo mejor que pudo, le susurraba que se encontraba bien, que fue un momento de desequilibrio y que no se tenía que preocupar. La angustia de Jimin hizo que sintiera que tenía una piedra atorada en su garganta. Le recordó que la chica en sus brazos no era más que una niña de quince años completamente desconcertada.

Y Su-ji que ni siquiera se había girado al verla hizo que se sintiera diez mil veces peor.

En vez de eso ella pareció correr a los brazos de un hombre que antes a escasos segundos de que cruzaran el umbral a la sala de espera estaba sentado de manera vaga contra una de las sillas mirando su teléfono. El hombre la miró por un buen rato antes de fundirla en abrazo completamente cariñoso que hizo que Rosie se quedara estupefacta. No sabía qué sentir al respecto, no le hizo mucha gracia ver como ella descansaba su mejilla contra su pecho, como él le frotaba al espalda de manera cariñosa, ¿Quién se cree que es ese tipo?, ¿Por qué están siendo muy cariñosos en público?, ¿Por qué se siente enojada porque Su-ji no la esté mirando?, estaba teniendo una gran pelea en su interior. No entendía, no entendía porque le dolía, porque sentía la necesidad de apresurarse y marcar un territorio que no le pertenece. Por alguna razón sólo, sólo quería que Su-ji la mirara, la mirara como las otras veces, a ella, sólo a ella. Eso causó más pesar y desazón den su paladar. Intentó no pensar en eso. Muchas veces antes sus emociones habían estado en conflicto. Y ella los había manejado bien, había forzado a aparentar que estaba feliz, que estaba saludable y para que nadie se preocupara por ella, para que nadie malinterpretara nada. Intentó con todas sus fuerzas enfocarse en Jimin, la pobre estaba asustada como un cachorro que tiene que bajar un escalón. Le limpió el rastro de lágrimas asegurándole con una sonrisa hipócrita que todo estaba bien.

<>, pensó y fue un pensamiento como todas esas veces que tuvo que sonreírle a Blink aparentando que no estaba destruida y que garganta no ardía como hierro caliente. A veces los capitanes de un barco tienen que mentir, a veces los líderes de un ejército en pleno campo de batalla cuando son rebasados por más diez mil hombres tienen que fingir que todo está bien. Eso le enseñaron en su época de aprendiz, de la misma forma en que Su-ji parece saber aparentar. Quejarse era un privilegio del cual no gozaban y lo mejor que podían hacer era sonreír hasta que no sintieran los músculos de la cara.

¿Cuántas veces Jennie unnie no tuvo que contener sus ataques de pánico?,  eso sono tan deprimente como veraz.

Se separó de la Bae más joven con delicadeza. El hombre había soltado a Su-ji hacía ya unos instantes. Estaba esperando el momento oportuno para acercarse a ambas.

Él era bestialmente alto. Incluso cuando ya estaba frente a ellas, su cuerpo había ensombrecido el rostro de Rosie. Lo miró con la mandibula desencajada cuando pudo percibir bien su fisionomía. No tenía rasgos muy afilados, pero, tampoco eran suaves. Había un aire de indiferencia, su mirada  impávida que se había diluido hasta no ser letal. Era delgado y en una buena forma física, aunque sobresalía un connato de panza que le hacía resaltar en su camiseta gris de algodón. Definitivamente era guapo a morir, teniendo un aire muy similar al actor Lee Byung-hun, pero sin los músculos desmedidos. Pero sin duda le horrorizo darse cuenta de lo parecido que era a Irene de Red Velvet. Se veía como una versión masculina de lara, pero con más edad —incluso si no aparentaba—. Pero, ahora, mientras más daba vueltas al asunto, mientras más lo observaba pudo que había una pizca Bae en él, un aire a Su-ji que era imposible de ignorar. Entonces supo que la intimidad en ambos era familiaridad y que la sangre Bae era tan espesa que incluso se podía detectar con sólo tenerlo frente. Esas cejas pobladas y rectas, la misma línea de la nariz, ¡Dios!, esa nariz era la de Su-ji como si hubiera sido fotocopiada por el mismo Dios. Era pálido, como una niebla lechosa en lo alto de una escalada montañosa, con el cabello desvanecido hacía atrás y con mechones largos que enmarcaban ambos extremos frontales. Sus labios eran delgados y sutiles, una línea  fina de color rosado, ni siquiera se denotaba el arco de cupido en la parte superior, con el surco naso labial un poco más alargado. Parecía tener una curvatura sutil en sus comisuras, como un asomo de sonrisa. Lo que más destacaban eran sus ojos, eran grandes y rasgados como los de un ciervo. Pero donde vio a Su-ji, donde pudo verla reflejada en el tiempo estudió su rostro cuando era más joven a través de las pantallas, fue en ese brillo lleno de picardía; la pequeña chispa que llenaba de energías sus pupilas estaba ahí. Ese era el rasgo, vivaz, enérgico, con un aire de frivolidad que no se podía ignorar. Era como observar a Adonis cazando en Chipre.

Era Su-ji en cada una de sus instancias.

¿O era en realidad la familia Bae en cada átomo del cuerpo de ambos?

¿Eran los Bae en estado puro?

Tragó saliva por la mirada que le estaba enviando. Era intimidante y penetrante, pero todo llena de cautela, como la de un pistolero en medio de un duelo, con los dedos rozando un revolver para apuntar  y disparar en automático. Esa misma mirada la había visto escrita en Jimin la primera vez que la vio, con esos ojos llenos de sospecha, analizando de manera reservada cada movimiento de Rosie para saber cómo atacar. Tardíamente se dio cuenta que lo ocultaba bastante bien en comentarios llenos de sarcasmo y burla. Fueron las mismas miradas que Su-ji le había estado enviando por todos esos años que pasaron encontrándose, pero nunca mirándose sin mascaras. Esa que provocó la misma reacción de enfriamiento en sus manos y que la hizo encogerse como si fuera demasiado pequeña, como Ícaro extendiendo la mano para tocar un mísero rayo del sol antes de caer con fiereza ante los ojos de su destrozado padre. Respiró hondo de forma discreta. No sabía si estaba preparada para iniciar un juego de máscaras que sabía bien hacer, a la chica encantadora que todas esas veces había logrado mover los hilos de las personas. Es su trabajo ser una caja de humos y espejos, simples ilusionistas, simples anti héroes desarrollados para que los fanáticos justifiquen cualquier acción y celebren los más mínimos aciertos. Fue cuando Su-ji por primera vez en un buen rato se acercó y tomó su mano de manera casi suplicante que entendió que eso no iba a pasar.

No iba a ser ese actor que sostenía el café como si fuera un Talk Show y hacía reír a todos con chistes ingeniosos. Su-ji se lo había dado a entender, entender que esa no era una fiesta de máscaras y que si iba a tratar con los Bae tenía que acatar sus condiciones, adaptarse a la forma en que ellos hacían las cosas. Dejando de lado cualquier enseñanza o instrucción replicada a lo largo de los años. Iba a lanzarse al océano profundo sin tanque de oxígeno, sin visores, ni aletas. Desnuda, sin un arpón con el cual apuntar directo al corazón de esa Ballena. Ella no estaba locamente obsesionada como el capitán Ahab, no tenía ese rasgo de cólera consumado por el odio,  tal vez era Ismael, que cada vez que era consumido por la melancolía simplemente indeliberado se aventaba a la mar. Sí, Rosie era eso, era Ismael….

<>.

—Chaeyoung—, Su-ji llamó su atención. Había grandes mezclas de cariño en su pronunciación, tanteando el terreno de sus emociones. Al mismo tiempo compartieron una mirada, una breve flexion de segundo que hizo darle entender que Rosie se estaba ciñendo a los términos de ellos. Ella asintió y prosiguió de manera cuidadosa. —Este es mi tío, Bae Seung-jin. Tío Jin, quiero presentarte a Park Chaeyoung, la cual todavía no es mi novia.

La aclaración es incisiva, no con Rosie, sino con el nombre frente a ella. Bae Seung-jin. Parecía estar dándole a entender algo, algo que ella misma no comprendía. La firmeza en Su-ji la hizo estremecer. ¿Qué clase de juego estratégico estaba jugando con ese hombre?, ¿Qué tan peligroso era su actuar?,  él sólo observo inconmovible, con un leve rastro de asombro que pasaría desapercibido para cualquiera, pero para alguien que pasó décadas siendo adiestrada para notarlo en momentos tensos como estos lo entendió. La mirada también fue a una Jimin que había dejado de lado las lágrimas y que por alguna razón compartía el mismo semblante de su padre y que lo observaba averiguando su manera de responder. El aire era pesado, él talló sus palmas contra sus pantalones.

Suposo que era hora de iniciar con un saludo respetuoso. Antes  de inclinarse en una reverencia haciendo un borrador de excusas en su mente para indicar su malestar el señor Bae cambió de estratagema. Dejándola algo inquietada.

Bae Seung-jin había extendido su mano frente a Rosie esperando un apretón.

Se quedó aturdida y buscó los ojos de Su-ji que tenía cierto toque de ostracismo. Cuando la actriz notó la mirada dudosa de Rosie sólo asintió de una manera alentadora, como si le dijera: <>. Lo cual le pareció un gesto bastante noble de su parte. Hizo que su pecho se inflara de calidez.

La palma extendida de Rosie estaba sudorosa, pero intentó no transpirar su inquietud. Sabía que el señor Bae estaba siendo uso de su juicio. Esos ojos estaban ahí, como los de un depredador observando en silencio. Se parecía a esos documentales sobre leones en National Geographic que las había hecho llorar a ella y a Lisa, además de recibir una riña de Jisoo diciéndoles que por eso tenían prohibido ver documentales de animales, sobre todos los de pingüino que eran la mierda más deprimente. Maldita sea, ¿Cómo era posible que Su-ji estuviera a favor de los asesinos de pingüinos?, estaba tan distraída que no notó que se había quedado un buen rato estrechando la mano de su tío que carraspeó para llamar su atención.

Sorrew—, chilló tan distraída que se sonrojó al haber hablado en inglés con su acento australiano destilándose con mayor fuerza.

Jimin estaba detrás de su padre llevándose la palma la cara como si dijera que lo había jodido.

¿Lo había jodido?

Oh mierda…

Su atención volvió a centrarse en Bae Seung-jin. Toda muestra de recelo se había ido de él. Fue como abrirle paso al ocaso, su expresión corporal se suavizó de manera instantánea, como si el naranja intenso de la tarde bajara su intensidad en colores violáceos. Sus labios se curvearon más y más en una especie de sonrisa retirada. Sus ojos marrones incluso parecían cobrar el color de las piedras de ópalo que veía de los escaparates de algunas algunas joyerías caras en el distrito comercial de Melbourne. Era como si bajara un poco el tono de su ímpetu y se convirtiera en una tranquila sonata de cuna.

Se tornó en un hombrecillo nervioso que buscaba algo de manera torpe en uno de los muchos bolsillos de su pantalón negro. Cuando lo encontró hubo una especie de alegría contenida en él; era una tarjeta de papel opalina, vio que había notas de tinta que garabateaban algo de manera premiosa. Sus ojos se dirigieron su atención a la tarjeta, repasando atentamente, con su boca emulando algún tipo de movimiento fonético. Luego carraspeó viéndose tan teatral que la misma Rosie estaba confundida, ¿Dónde estaba en hombre de hace unos instantes?, la idea de un viejo lobo sabio que admiraba todo con reserva se rompía del molde donde lo había encajado. ¿Por qué los Bae eran así?, rompían todas sus expectativas. Su-ji siendo una persona tierna y amorosa a pesar de su forma tan distante de actuar, Jimin siendo bastante humorista y payasa, a pesar de lucir como una de esas princesas Ulzang. Ahora el señor Bae, siendo más relajado y suave.

¿Por qué eran así?, porque no podía evitar querer a Su-ji de esa forma tan dual. Porque los veía a ellos y sólo le recordaban a ella y la hacían repasar, cuan preciosa era por fuera y por dentro. Tanto que su corazón se hinchaba y sentía la sensación  apremiante de quererla, de llegar amarla algún día, cuando ni siquiera se dé cuenta. Simplemente como cuando se dio cuenta de que Seúl ya era su hogar y Melbourne, Melbourne estaba sepultado en su pasado. Sabía que pasaría lo mismo si lo permitía, en algún momento la amaría tanto y lo sabría sin haberlo sospechado antes.

G’day mate, How Ya’ going?, mi nombre es Bae Seung-jin. Mi familia me dice Jin, pero, mi nombre en inglés es: Bob como Bob esponja, como Bob de Los Increíbles—, la reacción instantánea fue abrir la boca con asombro. La mimesis del acento australiano mezclado con inglés que carecía de una buena pronunciación, que aún tenía rasgos fonéticos del coreano, la dejó estupefacta. Fue como el final de la tercera temporada de Juego de Tronos, sólo que sin sangre. El señor Bae estaba incluso incomodo, removiendo sus talones y rascando su nuca. Sin duda tuvo que haber vencido cualquier rasgo de vergüenza para intentar algo así. No era común que los coreanos les gustara hablar inglés en público si no podía tener una pronunciación decente. Este hombre que ni siquiera se veía de mediana edad estaba ahí, erguido con una mirada un tanto indescifrable y que evitaba a toda costa su mirada. Era como si los papeles se hubieran intercambiado. Incluso le dio una mirada insegura a su hija. — ¿Lo hice bien?

Y su voz fue como la de un niño temeroso a haber contestado mal una pregunta. Situación muy familiar par Rosie, si se lo llegaran a preguntar.

Jimin elevó los pulgares y aunque supo que su padre se había equivocado, no tuvo corazón para decir la verdad. Nadie tuvo corazón para decir que le salió fatal. En cambio le dio una enorme sonrisa de emoción y orgullo.

— ¡Padre, sin duda eres un master en los idiomas!—, entonces la sonrisa aliviada creció en sus labios.

—Wow tio Jin, eso fue asombroso—, Su-ji agregó tan bien de la misma manera animada cambiando toda postura defensiva.

Crikey!, leí que así dicen los australianos—, dijo completamente ruborizado tapando su rostro con la tarjeta inclinándose hacía un lado.

En pocos minutos, casi tres, había roto cualquier preconcepción tuviera sobre él. Es como el primer recuerdo que tiene sobre Jisoo, como parecía alguien difícil de alcanzar, por la forma en que belleza le azotaba con fuerza las entrañas. En cambio en su primera interacción, en su primer intercambio de palabras, Jisoo había demostrado ser una persona totalmente diferente a lo que espero. Sí podía ser intimidante, pero, su unnie era una tonta, era tontísima, inteligente, astuta, era juguetona, sarcástica y aparentaba siempre tener un aire amigable y relajado. Por alguna razón fue lo que le transmitió el señor Bae. Era como ver a Jisoo en un hombre de mediana edad.

—También decimos: Streuth!—, indicó riendo de manera nerviosa. Aún estaba acalambrada por toda la tensión que hubo al comienzo y estaba saliendo de su estupor.

Sintió el brazo de Su-ji rodear su cadera acercándola a ella de manera suave.

—Oh, gracias, lo usare después—, dijo él. —Espero que te sientas mejor, enserio nos asustaste mucho. Perdona también los idiotas que fueron estas niñas.

— ¡Oye!—, Jimin se cruzó de brazos.

— ¡La pobre chica estaba pálida a punto de colapsar y ustedes estaban teniendo un altercado en el estacionamiento!—, dijo con severidad. — ¡Mírenla está hecha de cosas blanditas, ya vieron sus mejillas!

Rosie se sintió consternada y completamente enrojecida.

—No fue culpa de ellas…

—No, está bien, tío Jin tienes razón.

—Bob.

— ¿Qué?—, Su-ji preguntó con el rostro contraído en confusión.

—Bob, es mi nombre en inglés, Bob—, dice haciendo una pose bastante tonta con los brazos contra su pecho.

Sin duda era Jisoo de mediana edad. Joder, si creía que Jimin tenía un aire de Lisa… ¿Qué le espera de la tía de Su-ji?

—Ok… Tío Bob.

—Padre, sin duda el Bob te sienta genial—, el señor Bae se giró a su hija.

— ¿Enserio pensé en dejarme la barba siento que tendría más swag al momento de presentarme?

—Pero tu barba es como de candando, además mamá te atizaría como a los quinchos de pollo.

El pobre padre pareció palidecer y sus hombros se desplomaron.

—Creo que estaré bien sin barba. Tu madre no es una mujer sencilla, ¿Por qué me case con ella?—, dice suspirando llevándose las manos al cabello.

—Ni te arrepientas que fui la última en nacer y me gusta existir, el mundo con Bae Jimin en un lugar menos deprimente.

—Un bufón, eso es lo que eres—, Su-ji se burló sacudiéndole el pelo de manera cariñosa. —Creo que deberíamos ir a casa, Chaeyoung debe descansar adecuadamente y la tía Yeol debe de estar preocupada por la tardanza.

Así es como todos se ponen en marcha rumbo al auto.

— ¿Mamá también tiene un nombre en inglés?, porque me siento traicionada por no ser avisada.

Jimin iba adelante abrazando a su papá que sólo se reía con suavidad y miraba con tanto amor.

¿Su padre también la había mirado así alguna vez?

—Oye, sé que estas molesta—, dice inclinándose a Su-ji.

—Sí, lo estoy, mucho.

—Lo siento.

—Yo también. Debí haber notado, ¿Fui demasiado rápido?, ¿Debí no haberte traído con mi familia?

— ¿Tienes dudas sobre nosotras?

Su-ji se encogió de hombros mirando cuanta distancia habían tomado su prima y su tío.

— ¿Cómo no tenerlas después de haberte visto colapsar en mis brazos?

—Su-ji.

Rosie apretó su brazo, haciendo que la actriz la mirara a los ojos. Pudo ver el miedo en su mirada, la culpa, el dolor de cierta manera.

—No quiero que sentir que de cierta manera te hago daño—, la ve tragar saliva y después la ve dejar escapar un aire pesado.

—Su-ji.

—Quiero que estés bien, que estés cómoda, que estés segura. Y yo también quiero sentirme segura, estar bien y no sentirme asustada de que la siguiente vez te provoque un ataque de pánico o que no me dé cuenta de que estas tan incómoda y no poder hacer nada.

Rosie no sabía que decir. Sentía que se le iban a empezar a formar las lágrimas en sus ojos.

Así que empezó siendo honesta: —No sé, tal vez estaba muy asustada. Y… Entre en pánico, no he tenido las mejores reacciones con familias. Digo últimamente. Supongo que mi experiencia con mi familia y con la persona con la que solía salir no fue muy buena y no sé, me bloquee….

Antes de que pudiera seguir vomitando palabras fueron interrumpidas.

—Oigan, oigan, no quiero irrumpir—, escucharon decir al señor Bae que se acercaba. —Sería mejor que la conversación la tuvieran en casa, en privada y no a plena calle… ¿Y tal vez un tecito y una caja de pañuelo?, Ji-ji no hagas llorar a la pobre niña y tu pobre niña, no hagas llorar a la pobre Ji-ji. Es lo último que diré del tema.

Ambas asintieron ante la firmeza del señor Bae y lo siguieron como dos cachorros regañados.

—Chaeyoung yo nunca te llevaría a un lugar donde te puedan hacer daño gratis.

Escuchó decir de Su-ji antes de abrirle la puerta trasera del auto.

[…]

— ¿Hija?—, la voz de la tía de Su-ji era bastante firme. — ¿Qué edad tienes?

—V-Veinticinco, señora…

—Paek—, contestó con indolencia.

Podía vislumbrar su reflejo asustado a través del filo del cuchillo puntiagudo de la señora Paek, que apuntaba en su dirección. Al llegar al domicilio de los Bae, una casa asentada arriba del restaurante familiar —cerrado por navidad—, fueron recibidos por dos personas. Una mujer bastante amenazadora cortando vegetales como si se tratara de un verdugo que tiene el placer de hacer rodar cabezas de manera solemne. Era como ver el alma de Sean Penn interpretando a Ned Stark en Juego de Tronos. Un aire sin duda muy del norte. Luego a su lado, pelando patatas estaba una chica de mejillas mullidas  —al igual que la señora Paek, al igual que la misma Rosie— rojas con evidente molestia. La señora Paek le ordenó que se sentara en la silla frente a ella para que la  mirara cortar zanahorias como una maniaca, mientras Rosie se podía ver a sí misma en esa posición lista para ser degollada. 

— ¿Y cómo te llamas?

—P-Park Chaeyoung, señora Paek.

La menuda mujer asintió.

—Soy… ¡No me obligues a decirlo esposo!—, los ojos furiosos de la señora Paek se dirigieron al señor Bae que estaba reclinado sobre uno de los costados del umbral de la puerta. Se dio cuenta que Su-ji hacía su aparición también trayendo sus cosas, cuando Rosie le envió una mirada de auxilio ella puso los ojos en blanco en dirección a su tía.

—Tía, ¿Enserio las estás torturan?

La mujer dejó el afilado cuchillo que era más grande que su mano, clavado sobre el retablo de madera. El ruido hizo estremecer a Rosie que miró con la boca entreabierta. Se dio cuenta que estaba retorciendo sus propias manos con ansiedad, mientras sus ojos revoloteaban entre una guerra de miradas tan heladas como el frío de afuera entre Su-ji y su tía. Luego sintió como la actriz se ponía detrás de su silla y ponía sus manos sobre sus hombros de manera protectora. La mujer se levantó de la mesa, dejando ver que no era tan alta como su marido, sino que parecía no pasar del 1.60. Sus manos se sacudieron contra el mandil negro con el emblema de la casa Stark de Juego de Tronos, lo que hizo todo incluso más… Sin duda Rosie estaba atónita, ¿Con qué clase de personas había crecido Su-ji?, luego recuerda el santuario que su padre tiene a la Formula 1 en una habitación en su casa y se da cuenta que no era para nada raro.

Sin duda notaba las influencias para la intimidación…Sin duda estaba mirando a Jennie- unnie ahí.

—Esposa por favor…

Pudo escuchar el aullido suplicante del señor Bae desde el umbral de la puerta. La joven al lado de la tía parecía no estar inmutada. Tenía una sonrisa divertida, como si toda esa sensación pesada en el aire le resultara completamente divertida.

—No, no pienso aceptarlo.

Se cruza de brazos.

<<¡¿Aceptar qué?!>>, ¿La estadía de Rosie con ellos?, ¿La “supuesta relación” que tenía con Su-ji?, se estaba poniendo más nerviosa. Su rostro estaba consternado y ni siquiera pudo levantar la vista lejos del cuchillo. Pudo sentir los dedos de Su-ji atenazados sobre sus hombros y cuando se giró verla miró como seguía con una expresión de apatía, como si todo esto no le estuviera haciendo ni cosquillas, como si  no le importara en lo más mínimo el rechazo de su tía. A Rosie si le importaba. Se sentía justo como esa vez, se dijo así misma, la voz de su padre elevada y grave diciéndole que se fuera. Su madre caminando a ocultarse a la cocina y Allie, Allie en blanco y después mirándola con… Inhala y exhala, tiene que respirar. No puede ponerse mal, no puede dejar que sus ojos se aguaden como si fuera una total estúpida bola de sensibilidad.

La señora Paek pareció notarlo. Sus ojos severos cambiaron a unos más suaves, se sintió tan maternal que se le encogió el estómago.

—Oh, hija, ¿Estás bien?

—Sí.

Se forzó a articular, pero podía notar que tal vez se veía frágil y desvanecida.

La señora Paek miró a su marido con irá y después suspiró.

— ¡Esta bien esposo, tu ganas!—, pudo escuchar el chillido que se le escapó al señor Bae desde la entrada. Rosie se giró a verlo tenía la boca cubierta con su palma y las mejillas rojas de vergüenza.

—Tía…

La advertencia se Su-ji sonó casi letal.

La señora Paek se peinó algunos mechones negruzcos de cabello y nerviosamente con la respiración agitada buscó algo en uno de los bolsillos de su mandil. Cuando Rosie vio el mismo par de tarjetas que la del señor Bae, supo de qué se trataba la discusión. ¡Era una puta broma!, pensó mientras el color volvía a su carne y el agarre de Su-ji se suavizó.

—Que conste—, indicó señalándolas a ambas. —Esta fue una idea horrible—, luego carraspeó. —G’day mate, How Ya’ going, mi nombre es Paek Sung-yeol, me pueden decir… ¡¿Enserio tengo que decir esto?!

— ¡Esposa, esposa, esposa!—, el señor Bae coreaba haciendo que Su-ji y la chica sentada en la mesa se llevaran las manos a la cara de vergüenza.

Mi nombre en inglés es: Addison, ¿Feliz marido?—, se giró a darle una mirada mordaz antes de dejarse caer sobre su asiento y seguir cortando vegetales. Parecía ruborizada de la pena y sus ojos eran demasiado expresivos, como si tuviera una discusión a gritos internas consigo mismos.

—Eso fue lindo, esposa, muy lindo, eres la mejor—, dijo el señor Bae acercándose a darle un beso en la mejilla. Cualquier indicio de letalidad se destruyó por completo en la señora Paek. Pareció ponerse incluso más roja mientras una breve sonrisa que forzaba a no poner se asentaba en sus labios de manera involuntaria.

—Eres un maldito idiota, ¿Por qué me case contigo?, anda ve a servirles la comida a las pobres niñas—, ordenó con fiereza y luego se giró a la joven. —Preséntate.

Su voz volvió a ser demandante.

—No pienso hacer una mala imitación del acento australiano—, aclaró la chica desde el principio. Su-ji ya se estaba sentando al lado de Rosie, poniendo una mano sobre su pierna de manera reconfortante.

—Soy…

Entonces Jimin apareció con sus cosas, cubierta de nieve y una sonrisa salvaje en su rostro. Cualquier rasgo amigable que tuviera esa chica desapareció por completo, parecía ciega de una ira turbulenta, que hizo que Rosie quisiera esconderse detrás de Su-ji, que seguía sin inmutarse a la teatralidad de su familia.

— ¡Bienvenida a casa, espero que te hayas divertido con todas esas chicas de la capital!

La chica arrastró las patas de la silla haciendo que todos se estremecieran y salió de ahí, rumbo al pasillo completamente molesta. Rosie por primera vez vio como el estado burbujeante de Jimin se tambaleaba por completo.

—Ella… Dijeron que no estaba tan molesta.

La señora Paek se llevó las manos a la sien: —Ha estado viniendo a diario a pescar información sobre ti. Al menos la he puesto a cubrir tus mesas y tus turnos.

—Es Kim Minjeong, es la mejor a amiga de Jimin desde que estaban en prescolar, es bastante… Celosa—, Su-ji le susurraba a Rosie quien asintió.

—Esperaba un recibimiento mejor, ¿Madre?

—Ya gaste mis energías con la chica—, dice señalando a Rosie de manera dramática con la punta de su cuchillo. —Bueno, que va.

La señora Paek se puso de pie y eclosionó contra Jimin en un fuerte abrazo.

—Sigues siendo mi pequeño pingüino.

—Ves, Jimin es un pingüino, no puedes seguir defendiendo a sus depredadores—, Rosie le dijo a Su-ji en voz baja la cual entornó los ojos.

—Jimin es capaz de acabar con todos en un radio de cinco kilómetros si se lo propone. ¿Crees que la tía Yeol dejaría que alguien se la comiera sin terminar tasajeado como esos pobres vegetales?

Rosie tragó saliva al ver la bandeja de metal con los vegetales picados.

—Te creo.

La señora Paek volvió a sentarse, mientras Jimin fue detrás de Minjeong intentando darle tregua.

—Entonces… ¿Eres australiana?—, dijo con indiferencia.

—En realidad soy de Nueva Zelanda—, Rosie contestó. —, Soy neozelandesa.

—Oh.

— ¿Qué tal es?

—Bueno crecí en Melbourne Australia—, rio nerviosamente.

La señora Paek asintió.

— ¿Australiana?

—Algo, digo, Nueva Zelanda es un buen país… Tienen una buena calidad de vida, alto sistema de salud y educación. De hecho han combatido muy bien la pandemia, pocos casos, además fue el primer país donde las mujeres votaron…

— ¿El matrimonio igualitario?

—Es legal.

Luego vio como la señora Paek miró a su sobrina con un brillo divertido.

—Bien…

— ¿Bien… es todo lo que vas a decir?—, preguntó Su-ji con cierta molestia, su nariz se había arrugado de manera adorable.

Rosie se quedó mirando el intercambio silencioso de miradas.

—No entiendo, no entiendo mucho sobre este tipo de relaciones—, volvió a señalarlas ambas con el cuchillo.

—No estamos saliendo—, Rosie intervino, pero bajó la mirada ante la inquietante mirada de la señora Paek.

Prefería salvar el pellejo de Su-ji, tal vez podía simplemente decir que eran amigas, que la vio huérfana y se apiadó de ella trayéndola a pasar las fiestas a Daegu.

—Como dije, no entiendo este tipo de relaciones, es algo que nunca en mi vida había visto de cerca—, el aire se puso pesado y Rosie apretó la mano de Su-ji como si de alguna manera pudiera hacer lo que nadie hizo con ella cuando sus padres lo desaprobaron por completo. Pero, algo en la mirada de la señora Paek se suavizó. —Pero, sí te hace feliz, y sé que te importaría una mierda lo que pensemos, te educamos bien, tienes una buena vida, buena situación económica y… Mientras tú seas feliz, yo estoy dispuesta a tratar de aprender sobre eso.

— ¡Además vimos Pray For Bobby!—, el señor Bae regresó balanceando un montón de platos y cubiertos como un profesional. — ¿Lo pronuncie bien?

Él puso las cosas frente a ambas.

Rosie atinó por asentir.

—Sí, queremos evitarte todo ese drama, ya sabes, mejor tomar consciencia antes, que cuando sea demasiado tarde—, la señora Paek se encogió de hombros. —Además, tenemos muchas dudas.

— ¡Demasiadas dudas!—, completó el señor Bae con una sonrisa poniendo su mano sobre el hombro de su esposa. La señora Paek incluso sonrió y su sonrisa era demasiado preciosa, por la forma en que sus ojos se convertían en dos lunas menguantes. << ¿Soy yo o se parece a Tiffany Young?>> Rosie miró el omelette enrollado con jamón y un tazón de arroz.

— ¿Qué dudas?—, preguntó con timidez

—Puedes decirme Yeol, o tía Yeol—, la señora Paek le dijo con suavidad.

— ¡A mi dime Bob!

— ¡Jin!—, su esposa lo riñó.

—Pero esposa.

—Ve por el chocolate caliente, las pobres de seguro que congelaron en el viaje a casa, te dije que arreglaras la calefacción del auto.

El señor Bae hizo un mohín y se metió a la cocina.

—Sobre las dudas. ¿Entonces si creciste en Australia puedes tener la ciudadanía o puedes tener la ciudadanía neozelandesa?—, preguntó la tía Yeol con una expresión de confusión evidente en el rostro.

— ¿Por qué quieres saber eso tía?—, Rosie estaba demasiada ocupada tomando un bocado de su omelette, se le aguaron los ojos al instante. ¡La textura, el sabor, todo…!

— ¿Está bien tu novia?—, Yeol preguntó confundida.

—Técnicamente no es mi novia, pero… ¿Chaeyoung?

—Sí, es que…. ¡Jesús!—, se echó aire con las manos intentando sacudir sus lágrimas. —Está tan bueno que, dios…

Yeol pareció sonreír complacida.

—La chica me agrada. Aprobada, bienvenida a la familia sobrina, ¡Jin ella nos puede decir tíos!

— ¡Genial!—, se escuchó celebrar a Bob.

— ¿Por qué lo de la ciudadanía?—, se atrevió a preguntar aun atónita de todo ese circo. Su-ji parecía bastante avergonzada.

—Íbamos a preguntar sobre las visas, esposa—, dice el señor Bae mientras les pone dos tazas de chocolate caliente al lado de sus platos.

—No estoy entendiendo nada…— exhaló Su-ji con enfado.

—Es que… ¿Si se casa contigo ella puede tener la ciudadanía de Nueva Zelanda?—, Bob señaló a Su-ji la cual parecía completamente avergonzada.

—Ah.

—También queremos saber lo de las visas, por la boda y eso.

— ¡No nos estamos casando!

Su-ji estalló demasiado abochornada.

—Sobrina, es sólo para estar prevenidos. Mi tercer ojo psíquico me dice que será en la playa. ¿No te gustan las bodas en la playa Jin?—, dice llevándose las puntas de los dedos índices a la sien poniendo sus ojos en blanco.

—Oh, sí…

— ¿Cómo puedes pasar de aterrorizarla a querer casarla conmigo?—, Su-ji reclama señalando a una Rosie completamente enfocada en la comida, con las mejillas hinchadas como una ardilla atrapada por algún fotógrafo de la vida salvaje.

—Yo no me quejo de eso, ¿Entonces le puedo decir tía?—, preguntó Rosie tragando con pesadez el arroz. Se sentía bastante satisfecha con ese cambio de panorama.

—Yo soy Bob.

—Que no, Jin, que no eres Bob.

—Mujer, ese nombre lo he elegido, me representa.

—Eres un tonto, ¿Por qué me case contigo?

—Dijiste que era lo suficiente alto como para alcanzarte las cosas de las repisas y eso. Era funcional.

—Ah, cierto. Park Chaeyoung, sobrina—, dice haciendo que Rosie la mire a los ojos. —Como la esposa de un Bae a la futura…

— ¡Tía!

—Futura “pareja”, ¿Está bien sobrina?

Su-ji se desplomó contra su asiento ya rindiéndose ante su familia.

—Como su futura pareja te estoy advirtiendo que estás personas son…Unos tontos, aunque no lo parezca, son unos tontos. Te compadezco, me compadezco—, la mujer suspiró derrotada.

Bob abrió la boca.

—Pero te casaste conmigo.

—Lamentablemente son fáciles de amar.

Dijo Yeol con una sonrisa cariñosa mirando a su marido. Luego su expresión cambió y la señaló con su cuchillo: —Que conste, que mi padre era un cazador y he desollado ardillas más en mi vida que nadie.

Fingió hacer un gesto de despojar  la piel de una ardilla con violencia.

<>, Rosie pensó.

Sí, sin duda tenía la misma aura que Jennie Kim.

[…]

—Supongo que tenemos una conversación pendiente.

Estaban afuera, sobre la azotea, que estaba arriba de la casa. Los Bae lo habían adaptado como si se tratara de un patio de comidas, con una mesa para picnic en una parte techada. La nieve había escampado y subieron buscando privacidad.

Rosie asintió.

—Sí—, suspiró.

—Lo siento por mis tíos, son bastante intensos.

—Son agradables, tenías razón—, se encogió de hombros metiendo las manos sobre su chaqueta.

—Te lo dije, nunca te llevaría a un lugar donde corrieras peligro.

Había dejado de nevar y el cielo estaba despejado. Ambas se habían apoyado en un barandal congelado.

—Me disculpo por eso.

—Estaba muy asustada, de repente te desmayaste… Pasaron muchas cosas con mi cabeza, ¿Cómo no sentirme culpable?

—Lo siento…

—No quiero que lo sientas, Chaeyoung—, se giró para verla, estaba completamente devastada—, quiero que me digas, que me digas si estoy haciendo las cosas mal, si es demasiado… ¿Si soy demasiado?

—A veces creo que yo lo soy, yo soy demasiado para las personas—, confiesa mientras juega con sus dedos. —Soy difícil de amar.

—Lo eres…

La escucha suspirar.

—Entonces, lo mejor es que… No sé, es mejor dejarlo ir.

— ¿Me estás diciendo que lo dejemos?

Rosie tragó saliva mientras sus ojos escocían.

—S-Sí.

—Estas siendo una idiota.

—Su-ji.

—No eres difícil de amar, porque te he odiado por casi cinco años y en poco tiempo te has metido tan dentro de mí… ¡No eres difícil de amar, simplemente no te dejas!—, Su-ji parece furiosa. Rosie no es capaz de mirarla a los ojos, pero puede sentir su exaltación. Luego un sollozo rompe el aire.

—Perdón.

—No… ¿Acaso tú quieres que me vaya de tu vida?

—Su-ji.

—Te estoy haciendo una pregunta—, escucha la voz autoritaria y dolida. Rosie se gira a verla, las lágrimas se adhieren a sus mejillas frías. — ¡¿Quieres que me vaya?!

—Soy complicada.

—Sí, eres complicada, difícil de encriptar. Somos personas, Chaeyoung, no vivimos siempre en estado de gracia. Yo no me quiero ir, no quiero rendir contigo por un ataque de pánico. Pero tu salud mental, no me concierne en lo más mínimo, aun así me quedaría, me quedaría y te haría compañía mientras embonas todas las piezas.

Rosie entonces explotó.

—¡¿Qué pasa cuando se ponga más serio?, Todos los ojos están sobre mí, sobre ti!, ¡¿Qué pasa cuando no pueda darte la normalidad que las personas siempre buscan?!, ¡¿Qué pasa si se enteran…?!

Su-ji pareció pensativa y puso sus manos sobre los hombros de Rosie haciendo que la mire a los ojos.

—Pasará lo que tenga que pasar.

Rosie se reventó en llanto.

Y Su-ji la abrazó con fuerza.

—Ella dijo que no era una buena opción…

— ¿De qué hablas?

—Gyeong-ssi, dijo… Ella me dijo que nunca sería una buena opción. Nunca podría ser feliz con alguien como yo, con alguien tiene los ojos de todos sobre los suyos, con alguien inestable laboralmente, alguien que no es normal. No soy una opción segura, no soy el partido adecuado.

—¡Bueno, pues Gyeong puede meterse sus ideas en el trasero!—, Su-ji bufó tallándole las lágrimas fuera de su rostro. — Incluso si fueras un chico, no serías el partido adecuado, a nadie le gustaría tu relación. Porque todos son unos idiotas que piensan que les pertenecemos. Y  en verdad no les pertenecemos  a nadie, no me pertenecerías nunca y yo no te pertenecería nunca. No eres una opción para amar, eres una persona, un ser humano, eres inteligente, maravillosa, tienes una voz preciosa y la manera en que transmites tu amor por la música… ¡Que se joda esa tal Gyeong!, ¡A la mierda la maldita e hipócrita industria!

Rosie se apretó con fuerza dejando que el calor que los brazos de Su-ji le sumergían la inundara por completo. Se sentía bien, se sentía a salvo. Pero aun había algo, había algo que estaba quemándole como el ácido dentro. Supo que Su-ji lo intuyó.

— ¿Qué más pasa por tu cabeza?, Chaeyoung, ¿Por qué te dio tanto miedo mi familia?—, Su-ji susurró en su oído con demasiada suavidad.

Rosie se separó y la miró a los ojos con bastantes sentimientos encontrados.

¿Cómo lo dice?

 ¿Cómo le dice que esta se siente furiosa?

 ¿Qué se siente desconsolada?

Hace algunos años, cuando acababan de debutar, Lisa y ella tuvieron una disputa, una de sus miles de disputas. Había nevado y estaban haciendo patos de nieve en las terrazas de su edificio. Recuerda que estaban tan enojadas que comenzaron a formar bolas de nieve mientras decían todo aquello que les molestaba de la otra. Recuerda la sensación de alivio y agotamiento que tuvieron después, cuando Jisoo y Jennie las encontraron abrazadas en el suelo completamente entumecidas y llorando.

— ¿Cómo es que están tan bien con eso?—, se puso de cuclillas y tomó una porción de la nieve. Podía sentir como su guante se humedecía. — ¿Cómo es que la madre de Jennie-unnie está tan bien con eso?, ¿Cómo es que la familia de Jisoo-unnie y de Lisa están bien con eso?....

Se puso de pie mientras su respiración se tambaleaba y se formaban más lágrimas en su rostro. Apretó los dientes haciéndolos rechinar. Podía sentir la ira evocarse más fuerte, como un volcán que comenzaba a prepararse para hacer erupción. ¿Cómo era posible?, Rosie comenzó a moldear la bola de nieve con sus manos, apretando los labios. Más pensamientos se adherían y se formaban con el hielo.

—Chaeyoung…

— ¡Y mi propia familia que vivió en el extranjero por años, donde no era tan visto como anti natural, está mal con eso...! ¿Cómo es que no te turbaste cuando te diste cuenta que te gustaba una chica?, ¿Cómo es que no te sentiste como una enferma mental?, simplemente me miraste desnuda y te acurrucaste conmigo, restándole importancia… ¿Por qué tengo que ver como mi padre me corre de su casa porque no pueden ni verme?, ¡Porque mi hermana no le importa ser amiga de la chica me utilizó por estatus!, ¡¿Por qué la quiere más a ella que a mí?!, ¿Por qué tengo que comprenderlo?, ¡Estoy tan cansada, tan cansada de intentar ser perfecta para ellos cuando nunca lo seré, porque soy una estúpida, estúpida que siente que su familia nunca la amó como se supone que debieron hacerlo!

Entonces estaba tan enfurecida que la bola de nieve se estampó con ira contra el pecho de Su-ji haciéndola retroceder.

Estaba temblando de llanto, con el dolor vapuleando su cuerpo. El frío de Daegu ni siquiera era tan mortal como ese trago amargo, esa sensación de haber sido apuñalada a traición por su familia.

Y Su-ji, ahí estaba ella, estoica, con la quijada apretada. Rosie miró como se agachaba para formar una propia bola de nieve, lista para reventarle la cara.

— ¡¿Crees que es sencillo para mí?!—, vocifera desgarradamente. —Amo a mis padres y de cierta forma me aman. ¡¿Pero no crees que me de miedo su reacción?!, ¡Toda la vida he tenido que luchar por unas pocas migajas de su atención!, Todo el tiempo, Su-bin y yo no hemos tenido que batir la una a la otra migas, mientras mis padres cuidan a su estúpido bebé que sólo quiere correr autos como un estúpido demente y que no le importa nada más, nada. ¡Mi hermano es un imbécil que amo, mi padre igual lo es y mi madre nunca la voy a entender porque sólo me miraba con decepción cada vez que intentaba decir lo que opinaba, sólo porque no soy un hombre...! —, comenzó a reírse de manera sardónica. —Yo también estoy cansada, cansada de escuchar lo que las personas dicen de mí, estoy cansada de tener que aparentar todo el tiempo. No Chaeyoung, no perdí el sueño intentando definirme, lo siento… Simplemente le reste importancia, porque sólo me tengo a mí, y tengo que ver por mí, no he parado desde los quince de solo ser yo. Y, y, y Su-bin huyó al extranjero como una cobarde y me dejo sola sin nadie que me defendiera.

Sintió el frío del hielo quemarle el rostro y miró a Su-ji apretando las manos empuñadas.

Dijo sintiendo que la ira se estaba desvaneciendo para dar paso al desconsuelo.

—Su-ji.

Su pecho se elevaba y bajaba.

La vio relamerse los labios.

—Los padres a veces son un asco.

Rosie se dedicó a sacudir el hielo de sus pestañas, mientras se quedaban mirando algunos de los edificios que se enderezaban en la zona norte de Daegu. Aún era temprano, lo suficiente como para que el sol calentara sus rostros suavemente.

—Adoro a mis tíos—, Su-ji rompe el silencio acercándose por detrás, rodeando su cintura con ambos brazos. Rosie suspiró ante el contacto. Su voz es baja y temblorosa—Pero ya tienen suficiente lidiando con sus propias hijas. Sólo me he tenido a mí por un largo rato…

Rosie entendió eso. Al principio estaba desolada en Seúl, pero después Jennie, Lisa y Jisoo llegaron a hacer su vida menos dura. La vida en equipo podía ser difícil, pero como una unidad bélica, sabían bien cómo abordar ciertos caminos, sabían cómo lidiar con sus conflictos. Se tenían y se tenían tan fuerte que entendió que no estaría sola, habría siempre alguien en vanguardia y otro en la retaguardia. Siempre cuidando sus costados. Su-ji parecía no tener eso. Al mismo tiempo, Rosie también se sentía sola a veces, perdida en su propia isla. Supuso que eran diferentes tipos de soledad, mientras Su-ji estaba sola de manera explícita, Rosie lo estaba tácitamente.

—Creo que entiendo eso.

Su-ji se giró a verla.

—Lo sé, cuando te unes a esta industria te quitan muchas cosas. Sólo te quedas con lo que llevas puesto, ósea a ti mismo—, susurró besando su mejilla.

Se quedaron un buen rato reflexionando en la nieve. Eso hasta que el frío comenzó a meterse dentro de sus propios huesos. No hubo más reproches, ni discusiones. Sólo disfrutaron de la quietud que brindaba la azotea. Al terminar bajaron por la escaleras de concreto, hasta la casa donde ya estaba la tía Yeol esperándolas con más chocolate caliente y una buena reprimenda por el estado en que se encontraban; labios resquebrajados, ropa completamente empapada y con los dientes tiritando. Rosie terminó recibiendo un corto baño de agua caliente; sus pensamientos se dispersaron en su cuerpo enjabonado. De cierta manera el haber expresado parte de sus inquietudes con Su-ji había sido liberador. Sentía que su espalda estaba menos tensa, que su mentón ya no estaba apretado y sus sonrisas podían ser más orgánicas. Tal vez podía disfrutar del ambiente agradable y hogareño que transmitía la familia Bae. Después del baño, de un cambio de ropa y un paso de su cabello por la secadora, estuvo sentada en la sala vestida con ropa chándal y holgada recibiendo galletas de navidad recién horneadas y acompañada con una taza de chocolate caliente que humeaba con un olor maravilloso.

Jimin y Minjeong parecían haber limado sus asperezas. Estaban más disolutas hablando de las últimas asignaciones de sus clases y lo mucho que Jimin se tenía que poner al corriente; lo que la hizo gemir de desesperación; enviándole una mirada suplica una comelona Rosie, que prefería no cambiar por nada del mundo las galletas y la taza la tía Yeol. Su-ji también parecía disipada, con una actitud más renovada. Estaba más sonriente y deslumbrante. Estaba a su lado, calentándose de las manos que parecían temblarle. Reconoció que odiaba enfriarse, evitaba estar siempre lo más alejada de las calles nevadas, del exterior sobre todo cuando caía nieve. Así que el hecho que hubiera estado tanto tiempo a fuera con ella hizo que su pecho se sintiera cálido. Había dejado de rodar los ojos cuando a ratos el tío Bob y Jimin hacía chistes sobre su “relación” con Rosie, de hecho se había soltado tanto que había estado retozando su cabeza contra su hombro, lo que en reacción la hizo reír de manera nerviosa con un rastro de colores granate. Incluso Hank y Damon se habían adaptado el uno al otro, Hank era una bola inquieta y le gustaba jugar violento, pero al parecer Damon lo había vuelto un poco más apaciguado. De alguna manera ambos estaban tranquilamente tendidos en el suelo con la cola a veces revoloteando. Al tío Bob le gustaban mucho los perros, cada vez que pasaba cerca de ellos con cajas o algunas cosas para la cena se detenía acariciarles detrás de la oreja. Llegó un punto en que empezaron a seguirlo con las colas emocionadas.

—Nunca pudo tener perros, a pesar de que los adora—, señalaba Jimin mientras Minjeong le instaba a concentrarse en entender la formula general para resolver una ecuación de su hoja de ejercicios de algebra.—Mi hermana mayor es una gallina.

Ese chiste hizo que Su-ji se riera y ambas se miraron como si sólo ellas lo entendieran el significado de ese código encriptado. Su-ji le susurró que Hyun le tiene miedo a los animales y cada vez que algo que se mueve se acerca a ella grita como si fuera una sirena de bomberos.

—Hyun-unnie puede dar mucho miedo como la tía Yeol—, dice Minjeong—, pero es muy bonita, ella solía ir dejarle el almuerzo a Jimin cuando íbamos en primaria y todos siempre la llamaban “Pretty Unnie”.

Eso dejó intrigada a Rosie que se giró para ver como la mirada en Su-ji cambiaba. Parecía haber sido como si el chocolate se hubiera puesto amargo, por la mueca que hizo. Ambas se miraron por un rato y vio lo que Su-ji le intentó transmitir. A veces los cumplidos no son para nada buenos, suelen ser incomodos. Sabía que los hombres tendían a emocionarse mucho con las mujeres y cuando Rosie piensa en emocionarse, habla de la incomodidad. Algunas de sus amigas dentro de la industria como Sooyoung relataron un montón de momentos bastante desagradables por hombres que no podían controlar sus hormonas y solían ser como una manada de toros salvajes en estampida. Otros no conocían los límites del espacio y solían tocar de más. Afortunadamente sus unnies las habían cuidado a ella y a Lisa de vivir una experiencia como esas, había veces en que simplemente no podías protestar y tenías que sonreír a la cámara como si nada pasara, como si una mano no estuviera intentando colarse debajo de su vestido, como si el vestidor no fuera lo suficiente seguro y tuvieras que revisar cada rincón para no encontrar una cámara grabando. Las chicas y ella habían desarrollado un protocolo para todo tipo de casos, sobre todo para evadir a las personas que estuvieran queriendo mantenerlas retenidas en público sin poder hacer nada. Maeng su estilista fue quien empezó dándoles una charla sobre los vestidores y lo peligrosos que eran. Les enseñó en donde buscar y de quien sospechar. Era difícil a veces darse cuenta, porque te vendían una oveja y terminaban siendo lobos. Ahí fue cuando sintió pena por la prima Hyun hermana mayor de Jimin.

—A veces no son halagos—, dice Jimin de manera muy sombria. Eso hace que salten las alertas roja en Rosie que deja de mascar la galleta en forma de pino y se queda mirándola. Parece estar agitando de manera frenética su bolígrafo sin quitar la mirada de sus ecuaciones.

— ¿De qué hablas?—, preguntó Minjeong con una mirada recelosa.

—Hablo de que a veces no es lindo ser vista como la “Pretty Unnie”.  Los chicos parecen perros salivando por un trozo de carne y eso es perturbador—, se encogió de hombros.

—Sí…—, Minjeong asintió pensativa, después pareció ver algo en la hoja de ejercicios de Jimin que la hizo arrugar el rostro. —Volviste a equivocarte con los signos, por eso cada vez que despejas te sale mal—, entonces  Rosie observa cautelosamente como con la voz y los dedos temblorosos Minjeong comienza a explicarle a Jimin. Parecen conocerse bastante bien, porque parece saber cómo mantener a Jimin atenta y sabe detectar sus flaquezas. Eso le recordó a Vanessa y a ella.

—Hyun-ah no va a llegar a hasta la noche—, aparece la tía Yeol a la sala con una mirada consternada, puede ver las líneas de preocupación sobre salir en su rostro. El señor Bae llega con una nueva tanda de galletas en una charola dejándola sobre la mesa.

— ¿Has podido verla Ji-ji?

Su-ji ha negado con la cabeza bastante distraída. Esta mordisqueando una galleta de hombre de nieve.

—Tampoco la vi cuando estuve en Seúl, decía que no estaba en la ciudad. Me quede con unnie toda la semana, ¿Verdad unnie?, pero La Osa me dijo que estaba bien, que estaba saludable y que enserio tenía mucho trabajo fuera de la ciudad.

El señor Bae pareció suspirar y se talló el rostro.

—Hablare con esa hija mía. Esposa está bien—, dijo dándole un apretón a su mujer con una sonrisa dentuda. Rosie pudo ver un par de dientes de conejo similares a los de Su-ji.

—Esa niña me va a oír—, la voz sonaba rencorosa. —No hoy claro, es navidad, pero mañana, mañana tendrá que soportar mi ira limpiando las charolas con grasa de pollo del restaurante—, declaraba cruzando los brazos.

—Uy, esas son las difíciles, tienes que usar una mezcla de cloro y agua caliente.

Jimin había mencionado mientras Minjeong le daba un tirón de orejas haciendo que volviera a su tarea.

—Bueno, al menos vendrá.

—Por cierto, nos quedó una duda.

— ¿Otra?—, preguntó Su-ji con una sonrisa sarcástica.

—Sí, es sobre, bueno no somos tan seguidores de Blackpink. Pero estamos orgullosos de ya sabes, lo que han hecho por el país.

— ¡Jin, ve al grano!, no sabes qué, yo lo hare—, la señora Yeol le lanzó una especie de suéter negro tejido, con inscripciones R- en el pecho. —Iba ser una broma a Su-ji, sin embargo aquí estas, así que esperemos que sea de tu talla.

— ¡Incluso pusimos el título de tu mini álbum en solitario ahí!—, escuchó la voz emocionada del señor Bae.

Por alguna razón al verlo en sus manos no hizo otra cosa más que llorar.

—Oh, pobre niña, ¡Su-ji abraza tu mujer por dios!—, la señora Yeol le indicó. Rosie sintió como Su-ji la atraía contra su pecho y lloró de manera desconsolada, hasta que sólo se dedicó a hipear.

—Es muy bonito, me han tratado también no era necesario el suéter.

—Empezó como una broma y terminó siendo real, ¿Qué te puedo decir?

—Es una gran sinopsis: ¡Empezó siendo una broma y terminó siendo real!—, señaló Jimin con exageración.

— ¡Próximamente en Netflix!—, añadió Minjeong riéndose con su amiga.

—Gracias, muchas gracias.

— ¡Bob!

— ¡Jin, ya te dije!

— ¡Oh vamos Yeol!

El señor Bae marchó detrás de su mujer a la cocina.

Un rato después, Rosie se quedó  acostada en la cama de su habitación temporal. Era bastante sencilla, con un papel tapiz de flores rosadas y una cama matrimonial. Había una pequeña ventana y un par de pinturas de flores. Le perteneció a la abuela de Su-ji hasta que falleció, por ahí de 2001.  Hubo muchos mensajes en su bandeja. De las chicas, de sus amigos de Seúl, de sus amigos de Estados Unidos, de sus amigos de Melbourne. Estuvo contestando todos felicitándolos por navidad. Incluso le mandó un mensaje de feliz navidad Allie que pareció ver pero que no contestó, a pesar de que había tres puntos en la pantalla debatiéndose, no envió nada. Su-ji apareció después de un rato, con una mirada bastante tímida estancada en el umbral de la puerta.

—Vamos a ir a ver a la abuela, mis tíos creen que deberías quedarte y descansar.

Rosie elevó su visión de los mensajes de texto de las chicas deseándose feliz navidad en su grupo de chat.

—Está bien, sé que es algo muy íntimo que deben hacer ustedes—, le dio una pequeña sonrisa.

Su-ji asintió para salir de la habitación de invitados.

—Oye.

— ¿Sí?—, preguntó girándose.

—Yo tampoco quiero irme, yo también quiero quedarme.

Entonces Su-ji le sonrió y la sonrisa le calentó el corazón.

[…]

Rosie se quedó sola en la casa Bae, estuvo media hora pasando el tiempo con Kim Minjeong que analizándola más de cerca era una escalofriante mezcla entre Kim Taeyeon y Jung Jessica. Si le dijera que era familia de la primera lo creería. No era una persona muy habladora, aunque parecía bastante intimidante no era más que una niña introvertida que no sabía cómo socializar, sólo hasta que entraba en confianza. Era inteligente le contó que era presidenta de su clase y que por créditos extra se encargaba de llevar Jimin por un decente camino académico. Rosie escuchó atentamente todo lo que tenía por decir, desde las quejas hacía  personas muy específicas, sobre todo las quejas a la chica de intercambio de China que sus padres habían aceptado en su casa: << ¡Ahora comparto habitación con ella, es molesta, tiene un reptil muy pequeño y su eses huelen de manera desagradable!>>. Dijo que se llamaba Ning Yi Zhou, pero que por comodidad le decían Ningning. Desde que llegó de China no paró de llamarla pequeña hámster lo que realmente le irritó.

—Creo que pareces un hámster—, Rosie señaló mientras iba por su millonésima galleta. Minjeong hizo un mohín, se dio cuenta que era más dramática que Jimin, así que su puso que la intensidad era lo que las unía.

—Tú también pareces uno, bueno, pareces más como esas ardillas que almacenan comida en sus mejillas, ¿Sabes que pueden durar días ahí?, de hecho se llaman abazones y hay varios roedores que los tienen, como los hámster. Aunque las ardillas suelen esconder la comida que encuentran varios lugares estratégicos, para cuando llegue el invierno…—, se encogió de hombros. Miró como jugaba con sus dedos sobre la mesa mientras evitaba a toda costa el contacto visual.

Rosie tragó la galleta áspera pero deliciosa asintiendo.

—Creo que tiene sentido. Solía esconder comida en todos lados cuando era aprendiz, tenía almohada llena de dulces pero una vez un supervisor la vio sospechosa y se dio cuenta…—, dice haciendo una mueca de desagrado ante el recuerdo.

Se estudiaron un buen rato en silencio, hasta de que Minjeong dejara escapar un suspiro.

— ¿Soy yo o los Bae tiene un fetiche por las personas que tienen mejillas de abazón?

— ¿Eh?

—Piénsalo—, dijo Minjeong con seriedad con una voz conspirativa. —Tú, yo, la tía Yeol.

Ahora que lo pensaba la madre de Jimin tenía mejillas que parecían hincharse cada vez que se ponía furiosa. Sin duda se parecía mucho a su hija, mismo mentón afilado, misma forma de las cejas fruncidas y una sonrisa muy similar en la forma en que sus labios se arqueaban. Lo que resaltaba aparte de su sonrisa de ojos, eran sus mejillas eran algo regordetas.

—Dios…

—Sí, tienen fetiche por los roedores—, dijo de manera solemne y Rosie asintió de la misma forma.

Yeah.

Se quedaron quietas y luego procedieron con su conversación.

—En fin, Ningning, es molesta, es muy ruidosa y no tiene sentido las cosas que hace—, contesta con contrariedad. —Ella… Ella no respeta el gabinete con mis cosas para el baño, le he dejado una parte asignada y simplemente sobrepasa los límites. Mi closet, toma mi ropa y se come mis dulces, ¡Se comió las fresas de mi pastel de chocolate y negó ese ultraje!

—Oh, eso es como mi mejor amiga, solía comerse mi comida, ¡Una vez se comió el kimchi que guardaba para tomar con una cerveza mientras miraba Bake Off!

—Eso suena tan molesto. ¿Por qué se comen la comida que no es suya?, tenía mi nombre etiquetado.

—Es que no respetan, aunque…Bueno a veces también tomaba algunos bocadillos de mis amigas. Pero mis unnies me dejaban tomarlos—, se defiende y Minjeong parece concordar.

—Mis padres no me dejan hacerle nada, dicen que es porque es…

—La menor—, añade Rosie con amargura en suspiro.

Ambas se quedan en silencio por un buen rato meditando. Rosie juega con los anillos en sus dedos, mientras Minjeong comienza hacer garabatos distraídos en su cuaderno.

—Voy a traerla, a la cena de navidad. Extraña a su familia y no soy tan cruel como para dejarla tirada… Digo, bueno mis padres me obligaron y al parecer Jimin y ella se llevan bien. Jimin es demasiado extrovertida, hace amigos con facilidad, sobre todo mujeres, es molesto—, se queja cruzándose de brazos. — ¿Nunca has querido que alguien te mire solo a ti pero parece ser una especie de McSteamy?

Parece bastante franca con el hecho, franca y dudosa. Ve como juguetea nuevamente con sus dedos sobre la mesa con el rostro consternado.

—Entiendo tu referencia a Grey’s Anatomy—, y además añade: —Sí, cuando, cuando estaba Melbourne había alguien, había alguien a quien quería que sólo me mirara a mí.

—Jimin es bonita—, dice volviendo a concentrarse en  su tarea. —Cualquier chico del curso quisiera que les hiciera caso. No lo hace. Es vergonzoso, porque se peinan y flexionan los músculos. Recuerdo que… Estudiamos en diferentes secundarias y volvimos a vernos hace poco. Y hablaban de esta chica nueva que era súper hermosa, parecía aprendiz de alguna compañía de entretenimiento. Todos hablaban de ella y recuerdo que la vi desde la ventana del pasillo. Todos los chicos se arreglaban, intentaban lucir como idiotas, digo, actuar como atractivos o deseables. Incluso las chicas, parecían mirarla con interés. Yo sólo era la presidenta desagradable que se la pasaba escuchando música y sacando buenas notas. Nadie se interesó por mí y… Tampoco me interesaban mucho. Pero… No sabía que Jimin se cambiaría de escuela, la estúpida no me dijo, de hecho sigo molesta: ¡Esa mala amiga!

—Oh.

Minjeong respiró hondo y después apretó su boca.

—Jimin estaba en el umbral de la puerta. Pensé que quizás no me hablaría. No venía sola, algunas chicas del curso que me odiaba venían guiándola. Pensé que se alejaría o fingiría no conocer a la nerd del salón. Pero…—, Rosie miró la sonrisa que Minjeong esbozó. —Cuando entró por esa puerta, ella tenía la mirada gacha como un cachorrito tímido, cosa que minutos antes no tenía y vino directo hacía mí, sólo me miraba a mí, como si nadie más existiera. Y siempre fue así, cada vez que llegaba iba a mí. A hasta que la estúpida de Ryu-jin me la quitó.

—Ten—, dijo dándole una galleta de bastón de navidad. Minjeong la miró con confusión. —Mi error siempre ha sido sacar conclusiones equivocadas. Lo mejor que puedes hacer es decirle a Jimin como te sientes.

Minjeong pareció meditarlo.

—Parece razonable—, se encogió de hombros.

La vio comerse la galleta.

—Sobre McDreamy deberías decirle que sea tu novia y dejar ese ciclo de tortura y negación de su “relación”.

Rosie se rascó la mejilla con timidez.

—C-Creo también es razonable.

—Somos gente razonable, los Bae son idiotas, fin.

Rosie sólo se rio concordando.

Siguieron conversando cobre cosas más banales. A ella en verdad le agradaba Minjeong, incluso le recordaba un poco a sí misma al ver todos sus tics nerviosos. Como rebotar su pierna contra el suelo o no saber qué hacer con sus manos. Le habló sus planes de conquistar el mundo, incluso se enfrascaron en una discusión sobre si Meredith Grey y Derek Shepherd de Grey’s Anatomy eran una pareja toxica. También se quejó de su prima Kim Aeri, que en realidad tenía un nombre japonés porque su padre lo era, era hija de su tía, hermana de su padre, se habían mudado a Corea hace algunos años por trabajo. Solía pasar mucho tiempo con Aeri desde que llegó a Daegu, sobre todo para ayudarla a adaptarse a la ciudad, aunque ella se adaptó bastante bien por su cuenta. Minjeong mencionó que tal vez sus padres querían verla teniendo unos amigos además de Jimin que la arrastraba a todos lados sin molestarse en preguntar.

Estaban haciendo una estúpida torre galletas cuando alguien apareció por el umbral de la puerta.

— ¡Tío, Tía, ya estoy aquí!

Ambas se giraron. Rosie se quedó estupefacta al ver a Irene de Red Velvet con una pesada maleta con el Big Ben estampando ella. En realidad, cómo es que Irene de Red Velvet tenía un piercing en la nariz y el cabello morado oscuro por arriba de los hombros en Bob. Incluso se veía más alta de lo que recordaba. Las miró con frialdad y cautela por un buen rato, como un gato que se quedaba quieto mirando con sospecha.

Sus ojos se entrecerraron y Rosie enserio no sabía qué demonios estaba pasando.

—Pensé que no vendrías—, dijo Minjeong restándole importancia al hecho extraordinario frente a ellas.

—Hola a ti también, Minjeongie—, dijo “Irene” con una sonrisa cariñosa, luego se giró a Rosie de manera interrogante.

¿Irene Sunbaenim…?

Fue entonces que Minjeong se descompuso en una carcajada.

La chica alzó las cejas de manera divertida.

—Ella es Bae Su-bin, es la hermana mayor de Su-ji unnie.

—Oh.

Oh.

¡Oh!

Así que… ¿Entonces no era un simple rumor de PANN?

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TorresMendoza
Espero que les guste.

Comments

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nishichan
#1
Nice
Kookkne
#2
Chapter 11: Pero qué fue todo este capítulo??? LMAOOO mi estado de ánimo se elevó diez veces con cada cosa que iba leyendo JSJS
Kookkne
#3
Chapter 10: Así que los Bae han pasado por muchas cosas eh, y también son otra cosa, pueden ser tan impactantes en cuanto a su apariencia como también su personalidad. Suzy ha pasado por mucho, espero que paso a paso vaya aprendiendo a sobrellevar todo mejor. Por otra parte autor(a), admito que me quedé en esta historia porque (aparte de lo interesante que es) tiene una etiqueta wenrene, en este cap ese pequeño atisbo de lo que pudo suceder entre las dos me dejó intrigada, tengo curiosidad por saber que fue lo que sucedió entre ellas (aunque también *inserta meme tengo miedo* porque suena a que sucedió algo que no es bonito). La tía Yeol es otra cosa, la parte en la que habla de la ardilla JSJS. A la espera del próximo capítulo 👀
Rose_124 #4
Chapter 9: Mi favorita historia en el momento
Kookkne
#5
Chapter 9: Wow cada vez se vuelve más interesante esta historia, me gusta. Admito que me sorprendió ver que era escrita en español, son escasos los trabajos en nuestro idioma así que me gusta la sensación de saber que el contexto lo puedo entender completamente sin tener la barrera de leer todo en un idioma extranjero y que maneja significados distintos.

Hasta el momento el desarrollo es genial y ver cómo de "odiarse" a luego terminar en una relación para llegar hasta este punto dónde Rosé está conociendo a la familia Bae es un crecimiento que hace que quiera seguir viendo que sucede después. La parte final de este capítulo JAKSK el próximo se ve prometedor, estoy impaciente por la prox actualización autor(a). Gracias por compartir esta historia :D
Noemami123xd #6
Chapter 3: Excelente historia!! Espero tener otro capitulo, tu forma de escribir me encanta!
Pmon21 #7
I loved it, I look forward to the next chapter
ettrrr #8
Chapter 3: No suelo comentar estas cosas pero me sorprendió no ver ningún comentario. Está muy bien escrito, sigue así!