III. Suzy (Editado).

Cuando las noches son de té y los días de lluvia

Ji-ji espera junto a Jimin, su prima, a que el barista les entregue sus bebidas.

Han estado haciendo cola diez minutos y el chocolate caliente y el café americano estaban siendo envasados hace un minuto. 

El día es lo bastante soleado como para olvidarse del inminente llamado del invierno, sobre todo percibidas en las texturas anaranjadas de las hojas de los árboles que poco a poco se van pudriendo como la carne de un muerto. No hay mucho en su calendario para finales de año, lo mucho que tiene es un par de sesiones de fotos y pequeñas reuniones para terminar de firmar un par de contratos con futuros proyectos.  A inicios de enero su agenda comenzaba a complicarse. Había un viaje a Alaska programado para filmar algunas escenas de su nuevo drama: Anna.La tiene emocionada de cierta manera, porque una excusa para salir de la prisión que era Seúl siempre era bienvenida. 

Aunque por ahora, sólo hay una cosa que quiere hacer y es pasar tiempo con su prima.

Jimin ha venido sola a Seúl. Es una sorpresa bastante agradable y al mismo tiempo inesperada para ella. Sorpresa porque es raro para ella que su tía Yeol la dejara tomar un tren desde la Estación de Dongdaegu a la Estación de Seúl sola. Sus tíos, aunque agradables, también son personas bastante reservadas en cuanto a dejar que sus hijas viajen solas, sobre todo en medios de transporte. No después de tener experiencias tremendamente desagradables. Pensándolo mejor, Ji-ji hubiera preferido saber que Jimin vendría, así podía haber ido por ella a Daegu. No le importaba hacer un viaje de ida y vuelta. Ver a su familia le relajaba bastante, sobre todo era una excusa para probar un poco de la cocina de la tía Yeol. 

Jimin sólo tiene quince años, la edad en que Suzy debutó en 2010. Y pensarlo le hace exhalar de una manera dramática y llena de pura nostalgia, se sentía tan vieja…

Es de las más pequeñas de la familia, ignorando a una prima que vive en Jeju; eso hace que la cuiden demasiado. No es para más, tiene una apariencia bastante ‘frágil’, si Ji-ji lo piensa. Su piel es tan lechosa como la de Hyun, su hermana. Tono de su cabello es de un negro intenso y brillante, que fácilmente le haría conseguir algunos contratos para comerciales de productos para el cuidado del cabello. Su rostro es como un triángulo invertido, su mentón afilado y grandes ojos marrones de cachorro. Y entre ambas comparten un arco de las cejas muy similares, sólo que el de Jimin es más grueso. 

A diferencia del resto de los Bae, ella goza de no tener una presión fustigante por sobresalir. No como Su-ji ó Hyun por lo menos. Y aunque quisiera hacerlo, Hyun no permitiría que Jimin siguiera sus pasos. Ji-ji tampoco lo quería, como no quiso que Hyun hiciera esa audición y que dos años después aceptara empezar como aprendiz de SM Entertainment. Sin embargo, no hizo nada para impedirlo. De cierta forma ella envidiaba que Jimin no tuviera la presión de ser una fuente de ingresos extra para la familia. Que no fuera el objeto perfecto de empresario que buscaban explotar su imagen en todos los espectaculares de la ciudad.

Sólo tenía que vivir su vida, lo más ordinaria y tranquila que pudiera.

No como el resto de ellos que dejó todo por pura avaricia.

No tiene derecho a quejarse, ni a sentir envidia, ella hizo ese pacto con el diablo cuando firmó su primer contrato. No había forma ahora de echarse hacía atrás.

Tres minutos después se comienzan a exasperar un poco. El barista las llama por sus nombres: ‘Su-ji’ y ‘Katarina’.

Pone los ojos en blanco ante la excentricidad del nombre de su prima.

— ¿Cómo ha ido la escuela? —, pregunta después de agradecer al tipo que las atendió que se pone colorado al reconocerla. El cartón se calienta en sus dedos cuando le da una mirada un tanto amenazadora.

Había notado su intención al ver cómo arrastraba sus manos discretamente hacía el bolsillo en su mandil verde pino.

Vuelve sus ojos a Jimin que hace un encogimiento de hombros mientras caminan lejos de la fila, y después fuera de la cafetería en la que se habían detenido para un recarga de café para Ji-ji y una taza de chocolate para Jimin.

Nota la pesadez en sus hombros y al mismo tiempo que le da a Ji-ji esos ojos de cachorro triste que significan que las cosas no estaban tan bien como se esperaba.

Ugh, papá te dijo algo —, gimió un poco antes de darle un sorbo a su chocolate humeante.

Afuera hace sol a pesar del otoño y de la brisa fresca que hace estremecer sus huesos.

— Tu padre pudo haber mencionado algo —, se encogió de hombros de la misma manera en que Jimin lo hizo hace un rato, apenada y sabiendo que el brillo en los ojos de su prima no era de alegría, sino de vergüenza y molestia.

Ella misma se sentiría de la misma forma si alguien estuviera ventilando por ahí sus secretos más profundos. Aunque… Realmente si hay gente haciendo eso en ese instante. Debe de haber reporteros buscando una historia jugosa. El mismo barista de hace un momento parecía tener la misma intención. No es la persona más honesta del mundo, es más artificial de lo que pueden pensar muchos. Todas las personas en su entorno de trabajo eran de esa forma. Quizás por eso hay muy pocas personas con las que sería honesta. Por ejemplo, Jimin. Incluso si puede ser una chica imprudente y tener la lengua más floja de la nación, diciendo cosas vergonzosas de la nada. Pero nunca haría algo consciente que pudiera lastimarla.

Ji-ji la adora.

Rodeó sus hombros con el brazo izquierdo y en vez de ir hacía su Bentley estacionado entre una fila de autos al lado de la acera, la guió para pasarlo de largo.

Tal vez una caminata haga que el humor a lluvia se sacudiera lejos de Jimin.

— ¿No es peligroso que estés caminando sola?, ¿Sin seguridad? —, Ji-ji negó después de que la voz de Jimin rompiera el silencio.

Dio un sorbo a sorbo a su café y su paladar se inundó de un sabor amargo, el cual no la hizo ni parpadear. No pensó que nadie creyera que fuera ella. Claro, excepto el tipo que las atendió antes. Pero, ¿Quién pensaría que Bae Suzy es como el resto de los mortales?, sobre todo con la ropa que lleva puesta. Un abrigo gabardina anorak de poliéster color negro en el exterior y un forro amarillo en el interior, con una capucha. Le quedaba bastante holgado porque era de su padre, al igual que también era de su padre la gorra azul de los Yankees que llevaba puesta. Además tenía unos pantalones chandal de una tienda de segunda mano y la bufanda descolorida y deshilachada de un descolorido amarillo con recuadros negros perteneciente a su hermano Sang.

Pensar en ambos le hizo tener un hueco en el estómago, o tal vez era el café, sí quizás era el café.

— A veces la gente puede ser bastante inconsciente —, por no decir estúpida, contestó ajustando su gorra para ensombrecer un poco más su rostro. No quiso añadir algo más, como por ejemplo que parecen creer que su celebridad favorita andaría por la calle vistiendo ropa Chanel o usando un conjunto llamativo, viéndose como quizás una especie de deidad que bajaba del cielo para juzgar a los pobres mortales, ¡No!, sin duda no harían eso. 

¿Quién en su sano juicio quería ser reconocido para ser privado de su intimidad?

Nadie querría lidiar con el argumento de ser una persona pública. Su-ji le reventaría la cara a quien quisiera exigirle hacer algo que no quiere hacer enseñándose bajo esa jurisdicción tan repulsiva. 

Aunque le resultaba gracioso, que no los concibieron como aquellas persona tan mundanas y defectuosas, que comen y defecan; que escupen y se sorben los mocos al llorar. No los verían con los ojos y garganta escocidos por las partículas de polvo fino que recorrían la ciudad.

Jimin le da una mirada escéptica. Ji-ji se echa a reír. No se ve molesta como antes, más bien parece tener una mirada exagerada de enojo.

— ¡No quiero terminar corriendo por mi vida porque algún fanboy tuyo aparezca salvajemente de la nada! —, advierte.

Sólo se limita a abrazar a su pequeña prima por un lado. No es una persona que de abrazos porque sí, pero no se queja al iniciar esa acción. Adora a Jimin y Jimin la adora. Además que el invierno llegue tan inminente es una buena excusa para hacer algo como eso.

— Lo tomaré en cuenta, pero mi auto está cerca, podemos ir a donde quieras.

Asegura con una sonrisa ladeada que no se puede ver por la mascarilla que lleva puesta.

— ¿Enserio? —, sus ojos se iluminan ahora un poco más vivos, más emocionados.

— Siempre y cuando comiences a decirme, ¿Qué sucede?, Min, no es típico de ti —, aprieta su hombro mirando a su prima que baja el rostro a los adoquines de la acera.

— Son  sólo los chicos, son molestos.

La forma en que su voz se baja hace que Ji-ji active las alertas dentro de ella. 

Chicos… exhala.

No esperaba al menos algo diferente, no por afán de que fuera una persona pesimista. Pero, tenía quizás una pequeña brecha de luz en medio de la oscuridad, puesto que no quería que Jimin sufriera de una experiencia tan traumática como era lidiar con chicos.

No como las de Su-bin, ni Hyun. No como las que ella tuvo. El vaso de café tiembla en su mano y tiene que controlarse para no derramarlo sobre su palma desnuda. El cielo tiene un color azul y los autos pasan rápidos y no han hecho uso del claxon, sólo son llantas raspando el asfalto. Las personas se asoman por todos lados y no sabe cuántos de ellos pueden ser reporteros disfrazados o carteristas profesionales.

Ji-ji adora a Jimin, porque de cierta forma Jimin le recuerda un poco a ella. Y eso es aterrador. No quiero que le hagan tener miedo a andar sola de regreso a casa o tener miedo de subirse en el autobús sin nadie protegiéndola. No quiere verla vigilando celosamente las esquinas de los baños de mujeres o los vestidores para los días de gimnasia. 

Los chicos fueron un problema cuando ella comenzó a crecer. A pesar de que también podían ser una fuente de provecho. Hyun todavía cuenta con terror lo incómodo que era tener que sentir el escrutinio de compañeros o de hombres que ni siquiera pertenecían a su escuela mientras ella dormía durante el almuerzo. Todos siempre decían lo halagada que debió sentirse por eso. Pero, Hyun siempre lo rememora para Ji-ji como si fuera una experiencia espeluznante.

— ¿Te han hecho algo? —, su voz suena sombría, tal vez asustó a Jimin por la forma en que sus ojos se abren pasmados y entonces sacude la cabeza de manera escandalosa.

— No… Pero… También Minjeong se está olvidando de mí y eso me pone triste —, la mención de Minjeong, la mejor amiga de Jimin desde el preescolar, suena bastante quebrada. Sus ojos parecen estudiar las nubes con detenimiento como si estuviera pensando si debería decir algo más. Luego de un rato le dice: — Este chico… está siendo insistente conmigo, sobre ser su novia, de manera bastante… es demasiado pesado y le he dicho que no quiero salir con nadie, menos con él.

Su voz se vuelve bastante escueta. Ji-ji ve como juega con los cordones de su hoodie de Fifth Harmony.  Ni siquiera es capaz de verme a los ojos…, los labios de Ji-ji se tuercen apretados en rabia al ver incluso como se le hunden los hombros.

Ji-ji intenta sostenerla para que no se rompa, no en plena vía pública. Lo que menos quiere tampoco es llamar la atención de los transeúntes. 

— ¿Le dijiste a tu papá?

Dice aspirando con fuerza.

— Se enojara conmigo —, dice con desconfianza. — Pensará que es mi culpa.

Rueda los ojos ante eso y da un sorbo a su café intentando no sentirse ansiosa.

— El tío Jin no pensará eso, te lo juro. Tomará cartas en el asunto. Ese chico debe de aprender a escuchar que un no es un no. Sobre Minjeong… Bienvenida a la pubertad —, dice dándole una sonrisa forzada haciendo que el ánimo de Jimin se desplome y arrugue su rostro. 

Tampoco es como si su tía Yeol se quedará de brazos cruzados, conocía bien a esa mujer y no cree que deje que Jimin sea acechada por un chico de mierda.

— Todas hablan sobre chicos, chicos esto, chicos lo otro. Y Minjeong…

No dice nada más camina con la mirada gacha y Ji-ji la vuelve a fundir en un abrazo.

— ¡No puedes forzar a Minjeong a que te de su total y absoluta atención siempre!

Se adelanta saltando a decir.

— ¡No me gusta!, se siente extraño que no me ponga atención y que ese chico de un grado superior esté rondando por ahí como si me conociera señalando que debería gustarme y que no.

Explota. Ji-ji ve como Jimin  usa su mano libre para limpiarse el rastro de lágrimas que corre por sus ojos. Su niña, siempre demasiado sensible, exhala. 

— No sé qué decirte, Min.

Suspira pellizcando su nuca.  

Iba a tomar cartas en el asunto, eso era claro. Lo del chico mayor ya era grave y no podían tomarse el lujo de que de alguna manera se saliera de control. Minjeong no lo era tanto, Kim Minjeong era una persona bastante extraña, sí lo pensaba. El rostro perpetuamente fruncido, mejillas de hamster y a veces un ser introvertido que le gustaba agitar sus bolígrafos mientras hablaba sobre animales. 

Y la rareza que Minjeong transmitía en el silencio de cierta forma le recordaba un poco a… 

¡Borra ese pensamiento de tu cabeza idiota!, arrancó cualquier imagen imaginaria y poco clara de Rosé en su cabeza.

Incluso si  Minjeong se alejaba por un buen rato, siempre volvía a Jimin.

Caminaron hasta el Bentley. Disfrutaron de algunos rayos del sol, antes de que el invierno lo cubriera con nubes. Jimin le contó de sus planes de quedarse una semana en Seúl, la mayor parte de los días estaría en casa de Ji-ji, porque Hyun estaba fuera de la ciudad. Le contó que su padre pensó que eso haría que estuviera sonriendo más, porque en Daegu, Jimin lucía tan marchita que le dio miedo que muriera de tristeza.

Había tenido una llamada con su tío cuando iba de camino a la estación para recogerla. Él había dicho que las cosas parecían volverse a poner difíciles, como un año atrás cuando Hyun estuvo envuelta en una polémica bastante fuerte. Todo ese escándalo sacudió a la familia entera. La propia Hyun aún luchaba por reponerse de ello. Ahora era incluso más cuidadosa que antes. Actuaba casi con recelo, como un gato miedoso. 

Se sentía dolida de verla ser tan precavida con el resto del mundo. Sobre todo con cualquiera que la llamara Irene

Jimin también la pasó horrible. No era ajena a las redes sociales, esa pequeña mocosa se metió en tantos problemas cuando descubrió Naver o PANN. Incluso si sus padres desconectaban el router del internet, Jimin no estaba a salvo de ver toda esa pestilencia. Incluso fue desgastante para Su-ji, ver las montañas de comentarios llenos de un odio tan tremendo y desgarrador. La tía Yeol tampoco estaba para nada contenta. Las discusiones telefónicas  entre Hyun y ella fueron horribles de presenciar. Jimin siempre le llamaba llorando en la madrugada con la respiración agitada.

La turbulencia más mortal fue cuando las personas comenzaron a relacionar a sus primas. 

Hubo un momento de pánico donde sus tíos pensaron que sería mejor cambiar a Jimin de escuela, mudarse a Gwangju por una temporada, hasta que se apaciguara todo. Personas ajenas a la institución comenzaron a hostigarla como si todo fuera su culpa. Incluso hubo tipo todo espeluznante que se atrevió a tirar del brazo de su tía para alegar que había hecho un pésimo trabajo educando a “Irene”. 

Claro, ese tipo no terminó muy bien y su tío tuvo que pagar los gastos médicos de una nariz rota.

Sin duda nadie debería ser tan estupido como para meterse con su tía.

Todos estaban comenzando a rozar el límite ante tal exposición. El tío Jin era firme, incluso cuando le tiraron huevos al parabrisas del auto. Todo se quebró cuando Jimin no pudo soportarlo más. Alguien encontró su IG y el odio escaló hasta Minjeong. Jimin terminó gritándole a su hermana aquella vez por arruinar su paz. Cada maldición que salía por la boca de su prima era como un latigazo doloroso para Hyun. La destruyó, porque amaba a Jimin y también adoraba a Minjeong — a la que vio crecer como otra hermana pequeña —, las quería más que el suavizante de telas olor a lavanda.

Al ver que la empresa de Hyun no tomó acciones legales al respecto de inmediato; su hermana y ella comenzaron a moverse. Bin le compró un pasaje de avión a Hyun para que se quedara un par de meses con ella. Jimin se negó a mudarse a Seúl o  Gwangju, incluso sus tíos de Jeju le habían ofrecido un alojamiento. No quería dejar a Minjeong sola. Sus tíos tampoco podían dejar el restaurante. Terminó pidiendo asesoría jurídica para su familia e impusieron acciones legales contra los acosadores. 

Ji-ji no pudo hacer lo mismo con Hyun, su empresa lo impidió.

Y eso le dio más rabia.

Hyun estaba muy furiosa.

Fue ahí que supo que estaba pensando en no renovar.

[...]

Cuando se metieron al auto, Su-ji imaginó que podría subirle el ánimo a Jimin llevándola a alguna tienda de discos. 

Conocía esta enorme librería que vendía CD 'S, además de novelas. 

Lo amaría, porque a Jimin le gusta comprar álbumes de sus artistas favoritos. A veces para su cumpleaños siempre buscaba algún nuevo álbum que pareciera llamarle la atención. Aparte de bailar, Jimin amaba poner los discos en el reproductor compacto y estudiar mientras la música sonaba de fondo.

— ¿Entonces Sang va a las grandes ligas? —, dice pasando sus dedos por los discos apilados sobre un anaquel blanco.

Ji-ji asiente tragando saliva.

— Mamá está al borde del colapso —, estar al borde del colapso sería decir poco, supuso que su madre estaba aterrorizada.

— Pensé que lloraría de orgullo.

— Lloró de pánico. Hace poco hubo un accidente con un chico, creo que era colega de Sang. Murió.

Tragó saliva pensando en los trozos de metal sobre la pista y la bandera roja que mandó al resto a Pits.

— Oh —, Jimin bajó la mirada, ella no era tan cercana a Sang porque casi no habían convivido. — ¿Cómo estás tú por eso?

— No diría que estoy bien, estoy preocupada, pero, supongo que es su sueño. Ha luchado muy fuerte para hacerlo realidad.

Rodó los ojos mientras jugó con la visera de su gorra de los Yankees. Incluso arrastró a sus padres de por medio…

— Sí, se fue a Alemania a una edad muy temprana —, Jimin asiente, sus ojos siguen parpadeando entre las diferentes portadas.

— Sí.

Su voz se vuelve escueta y por un segundo se pierde en el brillo de la luz contra la baldosa. como la atmósfera de la música de jazz en los altavoces. 

— ¡Todos ustedes han hecho algo con su vida desde muy jóvenes! —, se queja sacando a Ji-ji de sus pensamientos. —Yo sigo sin saber a dónde voy.

Le sacudió el cabello a su prima con cariño, la cual se quejó por eso volviendo a ordenarlo.

— No te estreses, todo a su ritmo.

— Pero…

— No tienes que medirte con nosotros, Min, lo que sea que quieras hacer, llegará.

— Supongo que sí.

— Vamos a buscar ese álbum de SNSD que querías, tu unnie favorita te lo va a comprar.

Dice mostrando su cartera.

— Serías mi unnie favorita si me presentaras a Tiffany- sunbaenim.

Jimin se cruza de brazos en protesta.

— No soy cercana a ella.

— Hyun la conoce, me lo presumió una vez. Cuando ya sabes, todo estaba bien entre Taeyeon-ssi y…

Los ojos de Jimin se ponen opacos por un instante y sus hombros se vuelven a hundir.

Nunca se lo perdonarían, ni Hyun, ni Jimin.

— Min.

Le advirtió.

— Por eso no hay que conocer nunca a tus héroes, ya aprendí la lección. Me enfocaré en otra mujer hermosa, mayor que yo y que tenga un vocal que me lleve al infierno— dice con cierta convicción buscando entre los CD ‘S de solitas.

Ji-ji rueda los ojos.

— ¡Aigoo!, Eres definitivamente todo un personaje, maldita mocosa.

[…]

— Oh, hola, sunbae, no pensé que te encontraría por aquí.

Ji-ji deja de observar el móvil paralizada a media respuesta de alguna pregunta trivial de su hermana.

Sus ojos se elevan y se encuentra con un par de profundos pozos marrones. No hay forma de decir que no sé quedó absorbida por un instante, ni que palideció al darse cuenta de que estaban otra vez juntas compartiendo el mismo aliento al aspirar el aire que ronda a través del lugar. No quería denotar lo mucho que la estaba hipnotizando.

Rosé se ve bastante graciosa con ese gorro de pescador que sombrea su rostro. Los mechones de cabello rubio caen sobre el largo abrigo negro que cubre su camiseta blanca que pudiera parecer sencilla pero sin duda sabe que debe haber una etiqueta YSL en la parte trasera, apretándose contra su nuca.

— Lo mismo digo —, le ofrece una sonrisa de ojos al no poder mostrarle cómo la comisura de sus labios se estira. 

Las mascarillas obligatorias sintetizan cualquier sentimiento a sólo un juego intrincado de miradas.

Ella misma ve como los ojos de Rosé se entrecierran en lo que puede ser una sonrisa similar.

No dicen nada más. ¿Qué podrían decir?, los recuerdos aún rezuman dentro de Su-ji. Sus brazos cuelgan a ambos lados de su cadera de manera inmóviles. Siente se ha entorpecido de cualquier manera. Rosé está con los ojos pegados al suelo, como si lograra descifrar su reflejo sobre las baldosas.

— ¿Cómo te ha ido?

Y la pregunta es adecuada, es lo que piensa Ji-ji, es políticamente correcta. 

Y Rosé lo dice con tanta vaguedad que Su-ji traga saliva. 

Piensa que tal vez no tenga el más mínimo interés de saberlo o decirlo verdaderamente. Porque esa expresión en su rostro parece ser la de alguien que está buscando una excusa para despegar los pies del aire y escapar del peligro de manera eficaz. 

Eso la hace sentir tremendamente rara, como una piedra atorada en la garganta. 

Cree que es cordial con Su-ji porque quizás piensa que le debe algo. ¿Qué le debería?, follaron, se quedaron dormidas, le prestó ropa, le hizo el desayuno y todavía tuvo tiempo de coquetear en medio de un par de canciones y de ver con ella una Rom Com de Julia Roberts.

Sin duda no le debe nada. Incluso si el propio livido de Su-ji quisiera volverse a montar sobre ella. 

¡Estupida y sensual Rosé!

¡Mil veces estúpida!

¡Agh, mierda…!

No le debe nada, ¡Nada!

Incluso si Rosé es la hobae de Suzy, no puede pensar que le debe algo. ¿No?, ella siempre la ignoró y parecía fingir que no existía en esa mesa, ¡Por años!, pero ahí estaban, compartiendo el mismo grupo de “amigos” — ni siquiera eran sus amigas, eran gente que la odiaba excepto Hyeri —. Pensándolo mejor, haberse acostado con Rosé fue un acto de debilidad.

No debió haberlo hecho, no debió haberse quedado esa madrugada, incluso si llovía y si hacía frío fuera de las frazadas. Todo ese remolino de pensamientos bifurcaron en su cabeza al llegar a su apartamento ese sábado, con la ropa que apestaba a Rosé, con el sabor de sus labios en el paladar y las crueles punzadas de deseo en su bajo vientre.  

Las palabras crueles de esa vez tras bastidores le hicieron daño. Incluso si habían pasado muchos años, Su-ji era rencorosa. Y lo peor es que nunca tuvo un indicio de la conclusión en la que todo terminó. Con Su-ji en ese colchón, con Rosé convertida en una enredadera cubriendola por completo.

Su-ji no debería sentirse ni dolida, o consternada, ni siquiera con ganas de…

Tomó una respiración y aprieta sus dientes.

Sus instructores la entrenaron para dejar de lado cualquier sentimiento que se interponga en ella al momento de interactuar con alguien. Sobre todas las cosas debe de imponerse cordialidad.

— Bien —, la respuesta fue asertiva, a pesar de ser vaga y no dar detalles.

Era lo que se esperaba de ella al contestar.

Habían pasado algunas semanas, ¿Quizás un mes?, desde ese sábado.

¿Qué más daba?

Se han ignorado mutuamente. Si ignorar significa cancelar sus salidas con Hyeri y pasar la mayor parte de su rato bloqueando cada cosa que salga de Rosé sobre su teléfono o en su vista. 

¡Lo cual es horrible!

¡La cara de Rosé está en todos lados!

En alguna tienda de ropa que quiere visitar, ¡hasta en el puto supermercado!

Su estúpida y soberbia cara está ahí. Incluso hasta en los CD ‘S del anaquel en la entrada de la tienda.

Por momentos cuando no estaba discerniendo entre lanzar dardos a su rostro o simplemente girar sus ojos hacía otro lado. Pensó en Minho, ¿Ese fue el sentimiento colérico que habrá sentido al verla en todos lados cuando terminaron?, ¿Tae-yong también habrá sentido la misma miseria, el mismo resentimiento por no haberla poseído por completo?, lo peor es que se terminaba  recriminando por eso. Rosé no era más que un simple error de demasiadas copas de champaña. No era una persona con la que reveló sus ideas más absurdas sobre el mundo, con la que compartió por años el mismo espacio. 

No, ella no era más que un zumbido molesto en su cabeza y un estremecimiento en la columna vertebral por el recuerdo de su cuerpo irguiéndose hacía atrás completamente cegada por una pared blanca ante lo que pudo haber sido un… ¿Hasta qué punto tan bajo ha caído?

Ji-ji la odiaba, odiaba la forma en que se veía forzada a habitar los mismos lugares. A sentir simpatía por ella, a sentir familiaridad por la manera en que ellas se han visto expuestas ante los medios. 

Podía entender ciertas cosas en Rosé y eso no la exime de odiarla y de tener cierto rencor atorado en su cabeza.

Sólo… ¡Dios era difícil de explicar!

Rosé ahora era tan insondable.

Puta vida…

A pesar de todo eso, de esa balanza entre el odio y el deseo que pudiera sentir, Su-ji lavó la ropa que Rosé le prestó; la ha doblado con suma meticulosidad y la ha metido en su armario esperando a tener el valor de ir a entregarla. O tener el arrebato de enviarla por correo a YG Entertainment fingiendo ser una tía abuela con demencia… Quizá y lo de la tía abuela con demencia le ha hecho sentir mal de cierta forma, porque no puede dejar de pensar en su propia abuela.

— Eso es bueno —, Rosé contesta mirando inquietamente a las personas que están metidas en sus propios asuntos. Parece que sigue buscando una excusa correcta para abandonarla. Cuando Su-ji pensó que ella la tenía, algo cambió en su gestualidad corporal. Pasó de estar inquieta tirando de sus pies hacía la dirección opuesta a ella, a tener la punta de sus zapatos deportivos fijos en Su-ji. — ¿Estás buscando algún disco en específico?

Parece que se atraganta un poco y ve como juega con sus dedos. Es un acto de impulsividad repentina que le hace alzar las cejas de sorpresa.

— Oh, no, no, sólo estaba mirando —, dice lanzando una risa nerviosa al ver cómo Rosé se inclina cerca para pasar sus dedos por una pila de vinilos apilados frente a Su-ji. Sus ojos se enfocan de manera intensa sobre ellos. Eso le parecía condenadamente tierno. — Hay mucho que ver, aquí.

— Sí.

— ¿Tú tienes algo interesante?

— Vinilos —, musita mostrando la carátula del último disco de Taylor Swift, que toma frente a los ojos de Su-ji.

Evermore… Lo reconoce porque pasó una semana entera deprimida comiendo un bote de helado sintiendo  un golpe muy fuerte en el estómago en cada línea de Tolerate It y Coney Island.

— Interesante—, le ofrece una sonrisa, aunque cree que Rosé no lo nota, porque está mirando la lista de canciones en la contraportada.

— ¿Es el último que sacó? —, ¿Era una pregunta estúpida?, sí, ¿Estaba pensando de manera coherente?, no.

Al menos quería quitar ese silencio que tanto odia, sobre todo cuando se mezcla con el bullicio de las personas en el mismo pasillo.

Mierda, ¿Qué pasa si alguien las ve?

Ya ve los pixeles en Twitter hablando sobre su posible romance y su posible reconciliación. Ya bastante tiene con que le zambullan los DM 'S de IG con la letra de Gone como si fuera la responsable de ese corazón roto. Que quede claro, Suzy no lo era. Rompió muchos corazones, pero no se cree capaz de romper el de la rubia con la expresión cachorrito pateado que dice ¡Adoptame! que le está dando justo ahora.

¿Qué era esto?

¿El momento de las dudas existenciales?

¿Era momento de cuestionar sus dogmas?

— Sí, digo como álbum nuevo, no como regrabación —, contesta con su voz temblorosa. — Ya, ya tengo una cafetera —, añade torpemente rascando su nuca. — También la secadora y casi todo está amueblado, no se ve tan desnudo como antes.

— Eso es bueno.

Rosé parece ponerse más nerviosa de la nada y hay un brillo esperanzador en su mirada. Parece estar tomando algún tipo de valor interno antes de continuar con la siguiente oración: — Algún día tal vez…

Hay cierto rasgo insinuador mientras arrastra las palabras llenándolas de aire pesado.

Las cejas de Su-ji se disparan al mismo tiempo que sus oídos se agudizan. Sólo tal vez…

— ¡Oye, unnie, mira, acabo de conocer al nuevo amor de mi vida!—, Jimin aparece con un disco de  IU, además agrega: —También encontré a tu novia.

En su otra mano está el mini álbum que Rosé sacó en marzo. 

La última se ataca de risa antes de girarse hacía Su-ji con una mirada curiosa.

Su-ji adoraba a Jimin, pero, ¡Iba asesinarla!

— ¿Novia?—, susurra para Ji-ji, la cual no sabe cómo explicarle que su familia se ha estado burlando de ella por el rumor de citas sacado de PANN

En cambio solo calla completamente sonrojada mientras agradece que sus mejillas estén ocultas bajo la mascarilla.

Jimin se queda mirándolas con cierta sorpresa cuando se da cuenta quien está parada al lado de Ji-ji. 

Sus ojos pasan de incredulidad a obviedad en cinco segundos.

— Bueno, supongo que todos lo sabíamos.

Es lo único que dice.

[…]

¡Iba a matar a Jimin!

¡Ji-ji iba a matar a Jimin!

¡De verdad la quería asesinar!

Están en un Burger King porque Jimin puso sus ojos de cachorro pateado. Quería ponerse una de esas estúpidas coronas de cartón y lo peor es tener que aguantar ver a Rosé con una de ellas sobre su cabeza. ¡Se ve ridicula!, se la ha puesto encima del sombrero de pescador y no ha dejado de tener una estúpida sonrisa infantil en su rostro. Jimin y Rosé se han sentado del mismo lado en la cabina y Su-ji ha tenido que soportar la imagen traumática de verlas aspirar esas Whoppers Jr.

Llamenla exagera, pero se siente traicionada por Jimin al querer arrastrar a Rosé con ellas por todo Seúl.

Lo peor es que la rubia no objetó nada. Sólo asintió diciendo que tenía el día libre y no tenía ningún plan importante que hacer.

Jimin y Rosé han estado hablando todo el viaje en auto. Ji-ji se ha limitado a toda la concentración que le quedaba en el tráfico y los semáforos. Se le hunde el estómago ante el recuerdo de las personas caminando de manera rápida sobre las aceras como si estuvieran en una carrera; más la risa tranquila de Rosé ante algún comentario de Jimin que estaba muy fuera de lugar. No pudo evitar sentirse atraída por la forma tan fácil de capturar a las personas, de hacerlas ver como siempre lo mejor de ellas. 

Al parecer Jimin y Rosé se habían hecho buenas amigas en esos cinco minutos que estuvo nerviosamente sellando el boleto de aparcamiento para salir de la plaza comercial en donde estaban.

Ahora se sentía como un robot que movía sus manos de manera mecánica. Miraba su propia bandeja de comida de manera nauseabunda. Disgustada era decir poco. La odiaba.  Y al mismo tiempo se la quería follar.

Y esa admisión dentro de sí misma la hizo querer ir al retrete para vomitar.

— ¿Qué se siente tener una novia en cada ciudad? —, Jimin pincha una papa frita del puñado intacto que le pertenece a Ji-ji.

— ¡Oye! —, protesta al notar como su prima se está robando su comida, pero relaja los hombros ante la sonrisa burlona que le da. Al menos está recuperando su buen humor, piensa al verla más ligera.

Y todo gracias a Rosé. 

— ¿N-Novia?

La ceja de Su-ji se enmarca después  para encontrar a Rosé con su hamburguesa a medio camino de su boca. 

Tiene salsa de tomate en los labios y eso la hace poner los ojos en blancos, ¿Acaso tiene cinco años?

Un pequeño recuerdo de esa noche se atisba por su cabeza. Son como una serie de  imágenes rápidas. Su encuentro en la mesa de dulces, el bigote de sharpie sobre el surco nasolabial, el betún manchando sus mejillas y esa mirada, esos ojos grandes de cachorro pateado que le estaba dando ahora, puestos en ese rostro.

— Es lo que dicen los usuarios de Twitter —, se encoge de hombros deslizando el teléfono a Rosé donde se alcanza a observar una publicación de posiblemente algún seguidor de Blackpink, sus cejas al leerlo que dice parecen fruncirse en desagrado.

— ¡Jimin !—, Ji-ji la regaña al ver la incomodidad de Rosé. Su-ji se sorprende a sí misma distraídamente tomando las servilletas de papel del servilletero y comenzado a limpiar el rastro de salsa kétchup de la boca de Rosé como si fuera su madre. — ¿Qué te dijo tu mi tía sobre Twitter?

— ¡No fue sobre Twitter! —, se defiende. — Se supone que ya no debo de estar en Naver.

Se encoge mientras lo recita regañadientes ante la mirada amenazadora de Ji-ji.

—Ah, ¿Enserio? —, pregunta Rosé con curiosidad mirándolas a ambas.

Jimin desvía la mirada y luego suspira.

— ¡Se ha metido en varias peleas y una vez un usuario la demandó!

La cara de incredulidad de Rosé es tan cómica que tanto Jimin y Ji-ji se ríen.

— Para tu información, él empezó. Nadie puede juzgar a Tiffany-nim si se hizo cirugía plástica o no. Ella es bonita y punto.

Ji-ji rueda los ojos mientras le da un sorbo a su soda de lima.

— Cómo puedes ver está mocosa es muy fanática de SNSD.

Jimin finge sentirse insultada ante eso.

— Parece que sí —, Rosé asiente.

— Soy una chica protectora, ¿Qué puedo decir?, tengo que defender a mis mujeres de los imbéciles que se pueden encontrar en foros de Naver o PANN.

— Woah, Tiffany Young y SM Entertaiment te lo agradecen.

— Tiffany ya no está en SM —, el día en que se anunció Su-bin cuenta que Jimin parecía desgarrada por aproximadamente cinco minutos, después estaba totalmente feliz de que eso sucediera. Ahora cada vez que lo menciona lo dice con tanta felicidad. Incluso hace que pienses… Hombre, fue lo mejor que Tiffany Young pudo haber hecho.

— No pareces triste.

— Su empresa es una mierda, como la de unnie, como la tuya. ¿Por qué nunca las defienden?, digo, yo tuve que ir a masacrar k-netizens en internet cuando sucedió el incidente de la bandera de Japón.

— ¡Jimin! —, vuelve a regañar mientras Rosé sólo mira asombrada.

— Eres bastante protectora —, comenta.

— Protejo a mis mujeres.

— ¡No son tus mujeres!

— Ojalá lo fueran… —, Jimin farfulló mientras le daba un gran trago a su batido de fresa.

— Perdónala, es bastante intensa —, Su-ji dice dándole una sonrisa nerviosa. Rosé niega.

— Me agradas, eres genial.

— Bien, puedes repetirlo, pero más lento. Quiero grabar esto, necesito presumir —, dice sacando su móvil.

— ¡Jimin!

— Lo siento, es broma, ¡Es broma! —, su prima se ríe nerviosamente.

— Tu acento es lindo.

— ¡Oh, esta chica es de Daegu al cien por cien! —, indica señalándose con ambos pulgares hinchando el pecho de orgullo.

Sin duda Jimin parecía haberse animado…

Cuando está animada es demasiado habladora y por eso parece ir bien con Rosé, que poco a poco parece sacudir sus nervios y entabla grandes conversaciones con Jimin.

— ¿Cómo puede tener muchas novias? —, vuelve preguntar su prima, aunque sabe es más una burla, Ji-ji le da otra mirada de advertencia.

Rosé no parece incómoda esta vez, se ríe entre dientes y están caminando de regreso al auto de Ji-ji.

— Sin duda tienes que darles algo de tu tiempo, grandes cantidades si es necesario —, sus ojos se vuelven meditabundos y luego fija su mirada en Su-ji que está abriendo la puerta del asiento conductor.

Cuando las tres están dentro. Con Rosé montada en la parte copiloto, Ji-ji deja que encienda la radio. Jimin parece igual de reflexiva mirando a los carros que pasan a un lado de ellas.

— Me gusta pensar que lo hago, eso de dar mi tiempo.

— Es más que tiempo —, Su-ji agrega inmiscuyéndose en la conversación. Lo sabe bastante bien, a veces no es sólo tiempo o amor. Se trata de aprender a ceder, aprender apreciar las pequeñas cosas. A saber cuándo las cosas ya no están funcionando. Hay que ser conscientes… Eso piensa cuando ve cómo Rosé deja una estación donde suena una canción retro de The Weeknd y ladea la cabeza al ritmo de la música.

Jimin canta con Rosé de la manera más dramática y desafinada el resto del camino.

Y a Su-ji se le afloja la necesidad de querer asesinar a su propia al mismo tiempo que una sonrisa se cuela en sus labios.

[…]

Rosé termina en el apartamento de Su-ji esa tarde. 

Era la primera vez que lo pisaba. 

Su-ji tenía sentimientos encontrados por eso, asimismo últimamente tiene sentimientos encontrados por todo lo que rodea a la neozelandesa. 

El piso de Su-ji es más pequeño que su antiguo pent-house, se había mudado unos meses antes de que iniciara en confinamiento social. Cuando el dueño del edificio le preguntó indiscretamente ¿Por qué?, Su-ji tragó saliva. No quería hablarle de que en aquel viejo lugar estaban aún los pedazos de la historia de Minho y ella. 

Ji-ji en verdad no tenía ganas de conservar el fantasma de Minho y ella haciéndolo en la encimera de la cocina. De la cama fría con el rastro de muchas charlas de almohada, de historias inexistentes. Debía sellar ese capítulo en su vida. Debía dejar de pensar en el sentimiento de estar sola como la peor experiencia, debía aprender a convivir con su propio reflejo sin odiarse a sí misma por ser Suzy.

Ella entonces se centró en sí misma. 

Así que no había mejor forma de hacerlo que buscar un nuevo hogar, donde Damon —su caniche— y ella pudieran hacer las paces con los recuerdos.

Hizo lo que nunca hizo con su otro lugar. 

Lo convirtió en su hogar. 

Pintó las paredes de celeste con ayuda de Hyun y de su amiga Seulgi. Decoró con los muebles que ella misma eligió, camino por bazares, por tiendas departamentales, caminó entre los callejones de los mercadillos, en las tiendas de antigüedades; lo llenó con fotos enmarcadas de su familia que tanto ama. Compró algunas plantas para darle más vida y las puso cerca de las ventanas, o en el balcón. 

Creó su propio espacio con toques esporádicos de lo que era ella, Ji-ji. 

No era para nada la casa sofisticada de una celebridad, no, no iba a existir una Suzy ahí.

Al cruzar el umbral mientras se quitaban los zapatos para reemplazarlos con pantuflas acolchadas, Damon aparece en una carrera atropellada, intentando saltar contra sus rodillas. Ella se agacha, él agita su cola con emoción. Le da lengüetazos y olisquea su pelo. Era su pequeño, ella lo ama porque le enseñó el amor incondicional desinteresado. Después, él va contra Jimin, ésta es más ruda con Damon, le rasca la panza y él saca la lengua mientras se remueve contra el suelo.

Rosé observa todo desde una distancia educada. 

Tiene los brazos entrelazados detrás de la espalda, hay una mirada tímida, como si temiera dar un paso fuera del límite estipulado. Cuando Damon se acerca para olisquear sus zapatos deportivos mira a Su-ji; hay una petición en la punta de su lengua, lo ve por la forma en que la mira intensamente, le pide permiso para saludar al otro habitante de la morada de Su-ji.

Ji-ji se relame los labios y da un breve asentimiento que causa una sonrisa ensanchada.

Rosé agacha y deja que sus manos lleguen a la nariz inspectora de Damon…

Cinco minutos después, para el horror y asombro de Su-ji, ya eran mejores amigos. 

Ella parece encantar con cualquier cosa que se mueva...piensa mientras los ve interactuar en el sofá. Damon sobre el regazo de Rosé y ella rascando perezosamente detrás de la oreja, el lugar donde más le gustaba a Damon.

¡Maldito traidor!

Se deciden a ver una película juntas. 

Entonces Jimin sugiere ver una película que a Ji-ji le gusta mucho: Stand By Me. Aunque la mayor parte de la película, Rosé y Jimin se la pasan hablando y son demasiado ruidosas; Su-ji las ha tenido que callar muchas veces ofendida, porque no prestan atención. Rosé a veces juega con sus anillos de manera nerviosa a veces. Ella está en medio de las dos Bae. Parece rígida y demasiado quieta después de un rato, como si aguantara la respiración. 

Ji-ji abraza su cojín afelpado y Damon, parece aliviar cualquier nerviosismo de Rosé, porque se relaja acariciando su estómago. Su cuerpo se desinfla como un globo. A ratos la ha atrapado mirándola, cuando eso sucede, vuelve sus ojos a la pantalla de manera apresurada.

Su-ji no puede pasar por alto el evidente sonrojo en las mejillas de la rubia.

Cuando ya se hace más tarde y es hora de cenar piden comida tailandesa. 

Rosé aprovecha para contarle a Jimin sobre su mejor amiga Lisa y el increíble arroz de mango que cocina su padre. 

La cena es amena, Jimin le cuenta a Rosé sobre su escuela y lo pesada que es la vida de un estudiante coreana. Rosé hace preguntas acertadas y Jimin termina hablando sobre la comida que su madre prepara y le promete llevarla un día a cenar al restaurante familiar en Daegu. 

Cuando es hora de dormir, les desea buenas noches a ambas y toma Damon en sus brazos,  Jimin se va a dormir a la habitación de invitados reservada sólo para ella.

Sólo se quedan ellas dos en el sofá…

Las manos de Rosé aprietan sus rodillas y mira algún punto de la pared del frente. 

Hay una tensión que estuvo arraigada con ambas desde que se encontraron en la tienda de discos y en busca de pincharla, Su-ji sugiere probar esas nuevas bolsitas de té negro que compró. 

En vez de quedarse en el sofá o cambiar al comedor, optan por ir al balcón. Se ponen sus abrigos y se sientan en las sillas plegables que están instaladas afuera. 

Hace frío y hay una ligera brizna que le hace temblar ligeramente. 

El té va bien con esa noche. 

La vista no es tan impresionante como la de Rosé con un puente situado en el río Han; pero los edificios lejanos y sus luces coloridas, se asemejan a las estrellas inexistentes esa noche.

— Tengo tu ropa, te la daré después.

— Sí, muchas gracias —, Rosé parece tímida juguetea con sus dedos sosteniendo la taza con ambas manos.

Otra vez se vuelven a quedar en silencio y miran fuera del balcón como si esperaran que eso apaciguara la incomodidad de estar solas.

— Vi esa película —, Su-ji exhala de la nada.

Rosé se gira para verla con desconcierto: — ¿Cuál?

— La de Ethan Hawke.

— Oh. ¿Te gustó?

Su-ji asiente.

— Bastante identificable para alguien como nosotras —, puntualiza.

— Sí.

Luego intentan quitar la tensión en sus hombros poniéndose al día, como si fuera una de esas reuniones con el grupo de amigos de Hyeri. 

Sólo que solamente son ellas dos…

Ellas dos navegando en la oscuridad con dos tazas humeantes de té negro, evadiéndose, sin poder hacerlo por completo. 

Los horarios de Rosé son bastante extraños, eso piensa cuando le cuenta sobre su agenda del mes. A veces parecen saturarse de la nada, otras veces no hay nada, sólo espacios en blanco. La única certeza que parece tener es que a finales del próximo año estará de gira mundial con su grupo. Habla un poco de la emoción y la ansiedad. Tiene miedo de arruinarlo todo, a pesar de que realmente tiene ganas de actuar para los fanáticos en vivo. 

Su-ji se encoge de hombros al  ver cómo la mirada de Rosé flota preocupada hacía el humo del té que no es más que un hilo delgado que flota hacía el espacio. Entonces apoya su mano sobre la de Rosé, que está apoyada en  el reposabrazos de la silla donde está sentada.

Ji-ji mira sus propias manos y comienza a hurgar en sus propios pensamientos. Ella misma había sentido ese tipo de preocupación con anterioridad. Incluso ha vuelto a tenerla en los últimos días después de que Sabonim se reuniera con ella para hablar sobre un futuro regreso a la música.

Han pasado años y no cree que exista alguien aun esperando por ella…

— No te preocupes, seguro que va bien.

Miente porque no lo sabe y nadie lo sabe con certeza. Incluso se miente a sí misma.

Y eso parece funcionar porque Rosé asiente con una sonrisa ligera.

Luego vuelven a ver las luces de los edificios otra vez.

— ¿Cómo van las lecciones de guitarra?

— Van bien, van bien.

— Eso es bueno.

Se quedan mirando un buen rato. 

Otra vez está ese atisbo en Rosé, tratando de pedir permiso, ¿De qué?, se pregunta consternada. 

A pesar del desconcierto y de su propio pecho compactándose dentro de ella, asiente de todos modos. 

Luego parece ponerse nerviosa, juega con los anillos de sus dedos, su espalda se yergue como girasol cuando la luz solar la acaricia sus pétalos y es cuando Ji-ji se da cuenta, cuando Rosé se inclina demasiado cerca que su aliento gravita entre ambas.

— ¿Enserio quieres besarme ahora? — gesticula con una ceja levantada.

Hay toque divertido en su voz mientras sonríe. Es el mismo que usa para seducir a las masas.

Rosé se estremece por un instante, pero luego cambia a un tono franco y juguetón.

Ambas hablan el mismo idioma es lo que se da cuenta.

— No puedo dejar de pensar eso desde hace semanas —, admite en un susurró y sin dejar de verle los labios.

No tardan en cerrar las brechas de sus bocas. 

El cabello de Rosé pica en las mejillas de Ji-ji, mientras delinea su mandíbula. La mano de Rosé posa en su cintura de manera firme. Siente su dedo pulgar moviéndose lentamente de un lado a otro sobre su chaqueta. 

Ella sigue sumergida en el sabor a comida tailandesa, en el sabor a té demasiado azucarado para su gusto. Incluso cuando su rostro se frunció, no dice nada, porque no quiere separarse de Rosé. 

No sabe cuánto tiempo pasan antes de detenerse, aunque hacen el amago de querer volver a besarse. 

No lo hacen, se alejan torpemente. 

Las mejillas de Rosé están ruborizadas y Ji-ji piensa que no existe nada más tonto que verla de esa forma. Es adorable. Se dedica a peinar el cabello rubio revuelto y luego apoya la frente contra el hombro de la neozelandesa por un largo rato respirando agitadamente al mismo ritmo que ella.

— Jimin está aquí… —, susurra sólo para Rosé, la cual asiente con un leve gemido de frustración. 

Sus dedos están sobre la pantorrilla de Su-ji, como si quisiera deslizarse aún más cerca de ella, tocar más a fondo.

— Lo sé.

— No voy a tener o contigo con mi prima pequeña aquí.

— Lo sé.

Luego eleva la mirada y ve los ojos de cachorrito que Rosé le envía.

— Rosé.

Ve cómo se estremece ante como la llama.

— D-dime… Puedes decirme Chaeyoung o Rosie. Rosé es sólo un espacio incompleto de mí. 

Su-ji se encoge de hombros: — Eso sería muy íntimo, no te conozco tanto para eso.

La sonrisa de Rosé se quiebra un poco. Luego Su-ji añade: — Pero, haré una excepción sólo porque me acosté contigo.

Rosé pone los ojos en blanco y asiente antes de besarla nuevamente, un poco menos apasionada que antes.

Mientras chocan sus dientes contra los suyos Su-ji repite lo mismo: — Jimin está aquí.

— Lo sé.

— ¡Chaeyoung! —, advierte cuando la joven sigue besándola con esmero.

¿Acaso le acaba de tocar una teta?

— Bueno.

Se separan y se quedan de nuevo en cada asiento.

Su-ji abanica un poco de aire con sus dedos: — ¡Jesús eso fue intenso!

— Sí… ¿Enserio no quieres…?

— ¡Chaeyoung!

— Está bien —, suspira resignada mientras sus manos van a sus rodillas que se mueven nerviosamente.

Hay un debate interno ocurriendo otra vez por la cabeza de Su-ji. 

¿Cómo demonios es que puede caer tan fácil contra Rosé?, ¡Chaeyoung!, se corrige. Incluso después de la forma en que se expresó de ella, incluso después de su trato frío y apático. 

¿Cómo puede estar temblando de deseo?, hace demasiado calor, se está incinerando y no se puede pensar adecuadamente. 

No cuando Ros… Chaeyoung la está mirando de esa forma.

Es incongruente, demasiado incongruente.

— Tengo que decirte algo —, Suzy dice seriamente. Si, Su-ji tuviera trece años otra vez, saliendo con Tae-yong haría muchas cosas; como salir huyendo de sus emociones ahora mismo; podría fingir que nada paso, podría dejarse llevar y vivir día a día con la espinita dentro de su cabeza machacándola hasta destruirla.

 

No la ama, por supuesto que no la ama. 

El amor tarda en construirse.

Y eso lo aprendió gracias a Minho.

Su-ji ya no es una adolescente sin frenos, que rige su vida por los sentimientos pasionales, como si el amor fuera un rojo incendiario. No. Ya es mayor, lo suficiente como para cansarse con facilidad de las cosas que pueden arreglarse con un abrir y cerrar de ojos. 

Lo que sea, sólo quiere acostarse con Chaeyoung sin tener la duda de su indiferencia, sin tener la duda si la detestó en algún momento. 

Al menos de su parte, Chaeyoung merece saber que Su-ji pudo haber lanzado dardos en una fotografía suya. 

Estaba tan atrapada en sus pensamientos que cuando se volvió a enfocar se encontró con Chaeyoung. Se había girado para verla, pero estaba pálida, demasiado rígida, como si tuviera miedo de lo que sea que fuera a decir.

— ¿S-Sucede algo? —, su voz tiembla.

— De cierta manera sí.

— ¿Qué es?

Su-ji inhala un poco de aire antes de decirle.

— Tengo motivos por los cuales te he odiado por años.

Las cejas de Chaeyoung se elevan de sobre manera ante eso.

— ¿D- De verdad?

— Sí.

Exhala derrotada.

Se quedan un rato en silencio mirándose a los ojos y entonces Chaeyoung suspira con resignación.

— Creo que quizás necesitemos algo de café, vamos adentro —, contesta sabiendo que Su-ji parece decidida a seguir esta conversación hasta que termine de resolver cualquier duda que tenga.

Parece que Chaeyoung tampoco quiere detenerla.

La mañana siguiente, cuando Ji-ji despierta menos turbada. 

Se da cuenta de que se quedaron durmiendo en el sofá. Ambas están desparramadas con una enorme manta abrigándolas. Damon las observa en el suelo con atención mientras juega con hueso de hule que chilla de manera molesta y cuando gira hacía el comedor está Jimin sentada, parece distraída con una vieja presentación SNSD, coreando la letra de Mister, Mister.  A ratos se lleva una cuchara de cereal a la boca. Cuando se da cuenta de la mirada de Ji-ji una sonrisa burlona crece en sus labios.

— ¿Entonces le puedo decir cuñada? —, dice señalando a una adormilada Chaeyoung que se aprieta contra Ji-ji.

— ¡Jimin! —, chilla haciendo que Chaeyoung salte asustada llevándose la mano a su pecho.

— ¡Jesús!

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Thank you!
TorresMendoza
Espero que les guste.

Comments

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nishichan
#1
Nice
Kookkne
#2
Chapter 11: Pero qué fue todo este capítulo??? LMAOOO mi estado de ánimo se elevó diez veces con cada cosa que iba leyendo JSJS
Kookkne
#3
Chapter 10: Así que los Bae han pasado por muchas cosas eh, y también son otra cosa, pueden ser tan impactantes en cuanto a su apariencia como también su personalidad. Suzy ha pasado por mucho, espero que paso a paso vaya aprendiendo a sobrellevar todo mejor. Por otra parte autor(a), admito que me quedé en esta historia porque (aparte de lo interesante que es) tiene una etiqueta wenrene, en este cap ese pequeño atisbo de lo que pudo suceder entre las dos me dejó intrigada, tengo curiosidad por saber que fue lo que sucedió entre ellas (aunque también *inserta meme tengo miedo* porque suena a que sucedió algo que no es bonito). La tía Yeol es otra cosa, la parte en la que habla de la ardilla JSJS. A la espera del próximo capítulo 👀
Rose_124 #4
Chapter 9: Mi favorita historia en el momento
Kookkne
#5
Chapter 9: Wow cada vez se vuelve más interesante esta historia, me gusta. Admito que me sorprendió ver que era escrita en español, son escasos los trabajos en nuestro idioma así que me gusta la sensación de saber que el contexto lo puedo entender completamente sin tener la barrera de leer todo en un idioma extranjero y que maneja significados distintos.

Hasta el momento el desarrollo es genial y ver cómo de "odiarse" a luego terminar en una relación para llegar hasta este punto dónde Rosé está conociendo a la familia Bae es un crecimiento que hace que quiera seguir viendo que sucede después. La parte final de este capítulo JAKSK el próximo se ve prometedor, estoy impaciente por la prox actualización autor(a). Gracias por compartir esta historia :D
Noemami123xd #6
Chapter 3: Excelente historia!! Espero tener otro capitulo, tu forma de escribir me encanta!
Pmon21 #7
I loved it, I look forward to the next chapter
ettrrr #8
Chapter 3: No suelo comentar estas cosas pero me sorprendió no ver ningún comentario. Está muy bien escrito, sigue así!