V. Rosie.

Cuando las noches son de té y los días de lluvia

Jennie aparcó el auto de su madre junto a la entrada de Orange Island Coffee. Los últimos quince minutos de conducción desde el lugar donde vivía con su madre, hasta ahí, estuvieron plagadas de una charla anecdótica sobre su estadía en los Ángeles a comienzos del verano. Sucedió como un viaje de negocios; el productor Ryan Tedder consiguió a travesar los intrincados filtros impuestos por la empresa a las personas que querían colaborar con Blackpink. Mientras Lisa estaba ejecuntando los preparativos de su debut en solitario y Jisoo se encontraba en plena filmación de Snowdropp; Jennie y Rosie estaban lo suficiente “desocupadas” como para montarse en un avión que cruzar el Atlántico. Hubo mucha agitación en ese momento, la idea de poder hacer algo fuera de lo acostumbrado, lejos de los sombríos estudios de Black Label resultaba encantador. Tanto que incluso Jennie con cinco parches para la cinetosis no dejaba de rebotar emocionada en su asiento de avión. De hecho, fue la primera vez en que ambas estaban viajando juntas. Siempre se habían sub divido en los vuelos, en combinaciones bastante usuales; Lisa y Jennie, Lisa y Rosie, Jisoo y Rosie, Jennie y Jisoo. Entonces el volar con Jennie se convirtió en una nueva experiencia. Desde tomar su mano ante los movimientos bruscos, como intentar animarla al ver su piel sudar en color verdoso vomito.

Jennie fue quizás después de Lisa la primera persona que conoció en Seúl. Su primera amiga y la persona en la que más confió sus inseguridades como artistas y que le tendió la mano para fortalecer todas sus debilidades. Tal vez por eso tendía huir en dirección a ella cada vez que algo andaba mal. Adicionalmente el recuerdo de Los Ángeles, en pleno verano, en un clima húmedo, con personas que realmente no las que no tenía que cuidar tanto sus apariencias, fue como una reminiscencia agradable. Tanto como la agitación en su pecho al ver las banderitas de Pride plagadas en cada esquina lo logró alcanzar mirar. A pesar de incluso de la polémica que la gente generó al salir de una tienda para bebés.

—Tal vez pase navidad en L.A. —, Jennie dice con las cejas fruncidas. Incluso su voz parece demasiado melancólica, aunque eso es bastante usual en Jennie, ambas comparten ese anhelo por lugares en donde querrían estar. Ojala volver Melbourne otra vez, pensó.

El auto sigue estancando en la acera y el gentío sigue caminando apresuradamente. Es un contraste raro, por primera vez estar detenidas, observando como las personas se empujan en cadenas irrompibles. Siempre habían estado en movimiento. Desde aprendices, hasta ahora. Cinco minutos después seguían ahí. Afuera el frío zumbaba y llegó a pensar que su chaqueta no sería tan cálida para protegerla de las pequeñas ventiscas. Rosie estuvo conteniendo el vómito de palabras nerviosas arrugando su nariz.

Es uno de esos días en que su mente silbaba de manera transitoria de un momento a otro, de un instante a otro instante. Al mismo tiempo su nariz estaba comenzando a sentirse asediada por lo repulsivo que era para ella la máquina para café que la madre de Jennie tenía en su casa. De ahí fue el olor ajo muy fuerte en la calle, como cuando navegaba a través de las arterias de Incheon.

— ¿Sola?—, su pregunta sonó distante, más de lo que quiso denotar. Sus ojos estaban fijos en los últimos mensajes de su amiga Joan. No había tenido la oportunidad de salir con ella, así que estaba intentando concretar algún tipo de reunión con su grupo de amigas. Hablaba sobre salir en la noche a un nuevo bar en Itaewon y beber un poco mientras bailaban torpemente en la zona VIP en la que siempre terminaban atascadas por su culpa.

—Con mi madre—, aclaraba con bastante vaguedad antes de suspirar. —Lisa está enojada conmigo, por decimoquinta ocasión este año.

Luce muy frustrada cuando lo dice y Rosie deja de lado la tira de mensajes sin responder cómo ha ido su vida. Sus ojos se reducen a Jennie. Llevaba quedándose con Jennie y su madre, la señora Kim por los últimos dos días. Eso sirvió de mucho para estar al día con la novela dramática que tenían montada Lisa y ella. También para actividades como ver Netflix hasta que su cerebro ya no pensara en otra cosa que en alguno de esos Shows. Resultaba igual de des estresante que emborracharse hasta vomitar, como en esas fiestas americanas a las que fue en Los Ángeles. Esa ciudad sonaba tan remota que su viaje de a finales de Junio no se sentía como si hubiera sido ese año.

— ¿Ahora qué hiciste?—, Jennie la mira como si estuviera ofendida por la pregunta.

— ¡Esta enojada conmigo porque dije que Louise estaba gordo!

Cualquier tensión que engarrotara sus hombros o ansiedad sobre sus planes para hoy se habían esfumado en una sola oración. La carcajada brotó tan natural como el chorro de agua de una cascada. No pudo hacer otra cosa que doblarse de risa mientras Jennie apretaba sus dedos contra el volante mirándola con indignación.

—Creo que esa es la cosa más tonta por la que se ha enojado—, dijo después un par de minutos de risa descontrolada. —Además, se supone que sabes que a Lisa no le gusta que digan que sus gatos están gordos.

Jennie puso los ojos en blanco.

—Mi novia es una idiota.

—Ex novia—, corrigió conteniendo el aire mientras se armaba de valor para su intento de salir de ahí. Buscó a tientas la mascarilla negra oculta en bolsillo interior de su chaqueta. Jennie estaba absolutamente molesta y debió haber sabido que se debía a Lisa. Los últimos dos días había estado refunfuñando cada vez que algo le recordaba a la tailandesa. Incluso madre parecía reírse de eso. Pensar en como la madre de Jennie parecía haber limado sus asperezas con la idea de que ambas salgan sonaba tan gratificante. Incluso pudo notar la forma en que Jennie miró a su madre cuando está bromeaba a cerca de su relación, como si no fuera nada. Era ver a su Unnie mirar conmovida ese momento que pensó nunca llegaría. Momentos como esos le hacían sentir una envidia amarga que tenía culpa de sentir. Ojalas sus padres lo entendieran, incluso si les costara tanto, hicieran el esfuerzo como la señora Kim. La señora Kim que no dudo abrirle los brazos siempre que necesitaba un adulto en quien confiar.

—Que yo sepa todavía es mi novia—, espetó con un gruñido mientras tomaba su teléfono para comenzar a escribirle a alguien, posiblemente Lisa.

Los ojos de Rosie se abrieron de manera cómica y alegó: — A este paso vuelve a ser tu ex novia.

—Muy graciosa, Rosie Posie—, Jennie farfulló tirando su teléfono en su bolso. El apodo se asentaba de manera tan familiar que ya no le daba vergüenza escucharlo. En sus años de aprendices era diferente, se avergonzaba con todo y Jennie siendo el tipo de amiga cariñosa que encantaba ser extremadamente pegajosa no ayudaba en nada. Un rasgo que compartía con Lisa, para el gran pesar frustrado de una adolescente conviviendo con más de quince chicas hermosas en un lugar tan pequeño que apenas podía respirar.

—Se le pasara, en algunos días—, es lo único que pudo decir. Jennie y Lisa tenían ese tipo de relación poco convencional. De hecho la más cercano con lo que podría describirlas es con Normal People. Sin duda cuando vio la serie, se sentía reviviendo los años de drama. Desde Jennie siendo una completa idiota e insegura como Conell, hasta Lisa sintiéndose tan agotada como Marianne. Ambas sin saber lo que querían. A veces podía ser cómico, otras veces deprimente y era un ir y venir que hizo que Jisoo tomara cartas en el asunto: “Por el bien de Blackpink” la puede escuchar decir mientras Lisa lloraba sobre su estómago.

Habían sacrificado tantas cosas por un estúpido nombre. Aun así sentían que no habían hecho nada. Al menos, al menos ahora estaban bien. De alguna forma Lisa tenía razón cuando dijo que de alguna manera, si estaban destinadas a quedarse encontrarían la manera eventualmente de juntarse otra vez. Primero tuvieron que resolver sus mierdas, antes de poder amarse.

Eso no evitaba que fueran las personas más orgullosas del mundo.

—Bueno, te deseo que nunca le llames gordo a Louise.

Rosie se volvió a reír.

—No gracias, no quiere vivir en un mundo si Lisa.

Eso era verdad, Lisa era tan importante para Rosie que no había forma de expresarlo sin ponerse a llorar ridículamente.

—Como sea—, gimió Jennie. — ¿Te sientes bien?

Rosie elevó dos pulgares hacía arriba forzando una sonrisa. No estaba bien, se sentía horrible. Tenía náuseas por la mezcla entre la gasolina y el aromatizante de cerezas que estaba bañado en el interior del auto. Su sensibilidad en la nariz había alcanzado un grado de nivel estrafalario. No era algo que ocultara con las chicas. Una vez se había sincerado con Jennie sobre sus “problemas” de la infancia. Los doctores habían dicho que la hipersensibilidad sensorial era un rasgo común en las personas como ella. Eso hizo que vivir el día a día fuera un martirio. Desde sentirse abrumada al ser extremadamente empática, hasta sentir que su nariz está siendo demasiado dramática. Hoy era uno de esos días en que se sentía fuera de control. En que debió haber elegido quedarse en casa.

Y Jennie pareció captarlo porque le dio una mirada de te-conozco-demasiado-bien-porque-te-críe.

— ¿Enserio?, ¿Quieres verme la cara de estúpida?—, la molestia en el tono de su voz hizo que Rosie se tensara.

Su unnie podía ser una persona aterradora la mayor parte del tiempo; sobre todo cuando se trataba de proteger a sus seres queridos. Había estado dispuesta de incluso darle un par de golpes Allie, cuando tomó la decisión —sin consultarle a Rosie—, de que ya no podía vivir con ella nunca más. Tal vez supuso que verla entrar en crisis en pleno llanto mientras Lisa la sostenía no fue una experiencia nada bonita. Para Rosie sin duda fue un recuerdo sombrio e imborrable. Para Jennie fue una razón para que su sangre hirviera de manera iracunda. Por suerte estaba Jisoo, la persona más diplomática y con un temple de hielo que podía controlar los momentos difíciles. Logró evitar que Jennie hiciera un alboroto de tamaño astronómico. Incluso su madre la había obligado a sentarse antes de que condujera embravecida al bufete de abogados donde trabajaba su hermana y su padre. En cambio se limitó a dar esas miradas mortales cada vez que se cruzaba con ella cuando fueron a recoger el resto de cosas en el apartamento que compartía con su hermana… bueno si Alice aun la consideraba como tal.

—Estoy bien, unnie—, ratificó con firmeza mientras de la inquietud jugaba con los anillos en sus dedos. Eso servía para relajar su ansiedad, era como una inyección de anestesia para el dolor.

—Bien, haré como si te creyera—, Jennie entrecerró los ojos con sospecha.

—No tienes que estar cuidándome siempre, recuerda que también tienes que cuidarte a ti misma—, recalcaba recordando como Jennie podía ser bastante descuidada consigo misma hasta el punto de ser sacudida en repetidas ocasiones como una muñeca de trapo en foros de odio en PANN. Su unnie pareció ofenderse por la respuesta.

— ¡Por si te lo preguntas hago un estupendo trabajo cuidando de mi misma!—, bufó.

Rosie rodó los ojos.

— ¡Yo también estoy intentando…!

Las palabras se rompieron en su boca como el pinchazo que protegía las lágrimas de sus mejillas. Demasiado sensible como siempre.

Apretó su mano con suavidad y cambio por completo su lenguaje corporal defensivo a uno más dócil. Rosie no quería arruinar su maquillaje, se había esforzado en verse lo más decente que podía aparentar. Así que intentó contener un poco el ciclo habitual de las lágrimas resbalándose contra sus mejillas. Jennie le ayudó dándole un par de pañuelo, del paquete que siempre llevaba consigo en su bolso. Estuvieron sentadas en un silencio cómodo mientras Rosie se reponía de todo el sentimiento abrumador de lo mucho que estaba tratando. Jennie nunca la obligaría hablar, ella respetaba el silencio tanto como lo poco que podía sacara a relucir.

Rosie enserio estaba tratando de estar a gusto con todo. No era tan fácil. Extrañaba cuando su familia no la veía con decepción, ¿Si eso alguna vez fue posible?, extrañaba las miradas cómplices que se daba con su hermana; la risa estruendosa de su padre y la suavidad con la que madre la sostenía en sus brazos cada vez que necesitaba refugiarse de las cosa que no entendía ni interior ni exteriormente. En cambio estaba lidiando con todo esto sola. Con su cabeza siendo una constante lucha y con la fama que iba en aumento causándole más estrés que emoción. No ayudaban las migrañas, los mareos o dolor al oler un aroma que le resultaba fuerte.

Sin duda estaba tratando, pero por ahora Rosie se sentía como una cinta de mixtape atorada en la grabadora; atorada en el mismo sonido atronador.

—Lo que estaba diciendo—, habló con cuidado. —, es que mi madre y yo iremos a Los Ángeles en Navidad. ¿Un invierno menos frío no crees
?

Rosie elevó los ojos para ver a su unnie que esperaba ansiosa alguna respuesta de su parte.

— ¿Quieren que vaya?

—Te hará bien. Además, mamá te adora como una hija y cree que sería genial que te sintieras menos atrapada.

—Yo también adoro a tu madre… Todo lo que han hecho por mí desde siempre…—, balbuceó.

— ¿Vendrías entonces?

—Unnie. Me gusta L.A. enserio, pero, me gustan los días de invierno, las nevadas en la madrugada. La cocoa.

—No quiero que te quedes sola aquí.

—Técnicamente no estaría sola. Además, la navidad no importa tanto aquí. Ni siquiera es una tradición familiar. Es sólo San Valentín 2.0.

Jennie la miró con cierto recelo, luego suspiró derrotada: —La navidad es más divertida fuera de Corea.

Rosie asintió con una risa atronadora.

—Igual, muchas gracias por la invitación.

—Sí, sí, sí, ven a cenar el viernes… al menos, mamá te quiere ahí y tráete a tu estúpida amiga Lalisa.

Volvió de nuevo con su aura autoritaria, fingiendo que no le importaba que Lisa asistiera.

—No te preocupes, le diré a Lisa que te sientes horriblemente mal por decir que Loisie estaba gordo.

Volvieron a reírse sabiendo que no era verda.

—Bueno, Rosie, llevamos demasiado tiempo aquí. ¿No es hora de que vayas allá adentro?

Entonces todos los nervios volvieron como sacudida súbita y su cerebro se quedó en blanco. Pudo ver sus ojos muy abiertos en el espejo retrovisor y Jennie empezó a reírse.

—Eh…

—Dios…no puedo creer, una playgirl internacional asustada por ver a Bae Suzy cada vez—, se burló en inglés con ese acento extraño que ahora tenía; era una hibridez entre californiano y neozelandés.

No pudo ni siquiera dar una respuesta adecuada a las burlas de su unnie. Comenzó a balbucear una lista de motivos la mayoría exagerados de porque Bae Suzy podía ser una persona intimidante. Llegó a creer que si sunbaenim viera la forma tan acelerada de hablar, con esos gestos esporádicos se llegaría a morir de risa. Estaba tan nerviosa que se sentía como en el primer día de escuela en una ciudad desconocida.

—Ya—, Jennie estaba conteniendo su risa palmeando su hombro, mientras su cerebro hacía corto circuito.

—Es que si tuvieras…—, ni siquiera pudo terminar antes sentir una ola de electricidad que le llevó a ruborizarse. Sin duda no era momento para pensar en Suzy de una manera intima, no en el estremecimiento que le causaba su tacto o como sus labios se veían hinchados después de besarse —Es…Es… Una mujer bastante amenazadora.

Terminó cohibida en el asiento mirando como giraba los anillos alrededor de sus dedos. Jennie suspiró con pesadez y le dio esa mirada franca que siempre le daba cuando estaba comportándose como una idiota.

—Bueno, entonces ve…—, indica con su mano la entrada del café.

Rosie tragó saliva y negó.

— ¿Y si lo arruino?—, Jennie se rio volviendo a palmear el hombro de Rosie, haciendo una mueca ante la fuerza del golpe.

—Bueno, te disculpas—, dice como si fuera lo más obvio.

Rosie bajó la mirada. Jennie, ni nadie de Blackpink estaba enterada de sus últimos encuentros con Suzy. Para las chicas, Suzy era la sunbae que sentaba al otro extremo de la mesa de esas reuniones que Hyeri concretaba con sus amigas. La persona que exaltaba la timidez de Rosie y que cada vez se proponía romper sin éxito.

—Unnie…—, gimió de manera suplicante dándole esos ojos de cachorro que parecían hacer que Jennie suspirara.

—Puedes emborracharte en Paris, Nueva York o Los Ángeles y coquetear con cincuenta modelos en un elevador. ¿Pero no puedes sacarle plática a Bae Suzy?—, sintió el pellizco ligero en sus mejillas mientras Jennie rodaba los ojos. No eran cincuenta mujeres, eran cinco, ¡Cinco!

—Mmm…No.

Jennie palmeó su rostro.

— ¿Quieres que te lleve de la mano allá adentro?—, preguntó sonando como una madre pero de forma satírica.

—De ser posible…—, Rosie tragó saliva. —Pero, creo que puedo, ¿Puedo manejarlo?, ¿No?, digo es Bae Suzy, extremadamente hermosa y sin duda hay como cincuenta canciones de Taylor Swift que no podrían alcanzar a describir su belleza… ¿Tú crees que le guste Taylor Swift?—, Jennie tuvo que detenerla y le abrió la puerta de copiloto.

—Veremos, sólo haz lo que te digo. Entra, sonríe, saluda a todos y… ¡Salúdala!, te sientas a su lado y entonces distraídamente le preguntas sobre su orden—, dice Jennie.

—Bueno, usualmente siempre pide un espresso doble, nada más y nada menos, aunque a veces un té negro. Si no un americano, pero sin azúcar.

Jennie la miró con incredulidad.

—Enferma.

— ¿Qué?—, Rosie parpadeó confundida.

— ¿Acaso yo te enseñé a acosar a las personas?

—Bueno, cuando Lisa estaba teniendo citas con…—, Jennie paró cualquier mención de la época en que Lisa había decidido probar suerte saliendo con otras personas. Sin duda Jennie pasaba sus días enfadada en su habitación y sólo salía para mirar las personas con tristeza excesiva. —Lo que quiero decir es que… no la estaba acosando, sólo me di cuenta del patrón que tiene al ordenar.

Se rasca el lóbulo de la oreja ante la mirada de Jennie. Sin duda eso era una conversación incomoda pensó.

—Bueno, ve.

Rosie asintió y antes de irse giró a ver a su unnie.

—Gracias, por los últimos dos días—, señala y también toma la bolsa donde con un sinfín de tuppers con comida que la madre de Jennie le había dado.

La expresión de Jennie se volvió a suavizar y abrazó a Rosie haciéndola sobresaltar.

—Pase lo que pase, siempre, definitivamente me vas a tener a mí. Patearía traseros si alguien te hace daño. No dejes que nadie borre esa sonrisa—, dice al ver como involuntariamente Rosie sonrió.

—Voy, voy, deben de estar esperándome.

—Ten un buen día e intenta alejarte de las máquinas para café. Llámame cuando vuelvas a casa. Y dile a Bae Suzy: hola.

— ¡Muchas gracias unnie, tú también cuídate mucho, mantente saludable para que dures mucho tiempo con Lisa y sus mil gatos!—, exclama saliendo apresurada del auto escuchando los alaridos indignados de Jennie.

Su cabeza se siente pesada ante el hedor de la calle. Pero aun así agita su mano en un gesto de despedida cuando ve como el porshe de la madre de Jennie desaparece brumosamente entre la intercepción más cercana.

Hay un pequeño tirón en su pecho ahí cuando eso sucede. Las personas siguen caminando a través de las vialidades y ella está tan quieta. Tan estática que incluso duele pensar en ponerse en marcha. No hay otra cosa más que girar en dirección a la puerta de cristal, donde ya se asoman los vestigios familiares de Oranges Island. Donde esperan por ella, donde Suzy aguarda a que aparezca. No le queda más que ajustar la correa de su bolso en un suspiro exagerado. El invierno se acerca, las nubes son tan espesas como el olvido.

Pero hoy era el día de vivir sin miedo.

[…]

Sonaba como una calamidad para Rosie. La ausencia de Suzy siempre fue notoria en este tipo de reuniones. Sus hombros se desplomaron tan pronto la vio sentada con la pierna cruzada el cuerpo erguido. Se desanimó su sonrisa estudiada con anterioridad cuando su asiento habitual estaba vacío. Para Rosie la ausencia de Suzy en este tipo de actos es tan deprimente como la ausencia de las flores de cerezo. Es deprimente porque siempre puede encontrar en Suzy unos ojos donde posar, donde no tiene que esperar nada de nadie. Suzy era nerviosismo en sus entrañas, era el recuerdo de una infancia de represión y asfixia. Era el calor brumoso en su vientre en las madrugadas. Suzy era eso, era intenso y acogedor. No había nada que fingir ahí al menos. Pudo haberle escrito, haberle interrogado sobre si iría. En cambio tuvo que forzarse a ser el mismo robot dolorosamente autómata. Volvió a ensanchar su sonrisa mientras fijaba en su mirada en todas las presentes. A la primera que atacó en un abrazo sincero y fraternal fue Hyeri, que desde ese momento en que la vio llegar le sonrió con complicidad. Luego saludo a las hermana Yang, un par de empresarias que no eran parte de la industria, pero que por su padre conocían a bastante gente, entre ellos Hyeri. Simplemente les dio una reverencia y una sonrisa. Estaban en la mesa Hana, Jiyu y Eung-cho, una chicas pertenecientes a familias adineradas, sabía por ejemplo que Hana y Eung-cho eran modelos, que Jiyu estaba estudiando artes escénicas en la universidad de Yonsei, que por ejemplo Jiyu tenía un novio francés llamado Fabien. Para Rosie todas ellas eran sólo rostros con nombres adheridos a ellos, datos inexactos e historias que en su vida se iba a recordar. No criticaba la frivolidad de las reuniones, porque estar en esta industria, ser absorbida dentro del vórtice al que aceptas desterrarte es convertirte en eso. Lo único que detestaba era el aburrimiento, aburrido, impávido y a veces con comentarios susurrados tan sórdidos que le sacudían los oídos. Suzy siempre estaba ahí, perenne, soportando con una buena dosis de té o espresso, sonriendo con amargura cuando una de las hermanas Yang preguntara burlescamente sobre quién era el siguiente chico en su lista. El estómago se Rosie se revolvía y estaba tan quieta que simplemente astillaba sus dedos contra sus rodillas, esperando a que Hyeri cambiara de tema.

Esta vez Suzy no estaba ahí. Lo debió haber supuesto. Jimin seguía siendo su responsabilidad, supuso que no querría estuviera ahí. No la dejaría sola tampoco. Lo poco que podía inducir de la Bae más pequeña era que resultaba ser una persona bastante impaciente, bastante enérgica y bastante descarada. No le haría bien sentarse en esa mesa y engarrotar sus músculos escuchando señalamientos aburridos. A Rosie tampoco le gustaba mucho. Adoraba a Hyeri, pero no podía soportar a la demás, no al menos sin cinco copas de vino y una pequeña dosis de coñac. Podía fingir se agradable, accesible, estaba acostumbrada hacer que las personas se sintieran especiales; que vieran cualidades en ella que no tenía. Quizás lo más deprimente era pensar que las chicas en esa mesa realmente pensaban en Rosie como una amiga cercana. No confió en nadie más de esa forma, no después de Gyeong se metió tan dentro de ella que la destruyó. Tampoco se quedaría ahí. Podría ver a Hyeri en otra ocasión, pasar un rato realmente agradable en ese nuevo restaurante donde servían una selección de quesos y vino de una campiña francesa. Podía salir con ella en miles de ocasiones. No ahora. No cuando se sentía fatal y no podía cavilar una oración coherente. Lo mejor que podía hacer y eso estaba bien, sería irse a casa a descansar junto a Hank. Olor a café era inaguantable para ella en eso momentos. Lo peor era olor de las fragancias, eran siniestras. Estaba tan metida en sus pasillos más profundos que no recuerda cómo salió del café, si se despidió de los presentes, si hizo algo que no debería haber hecho. Cuando se dio cuenta era una planta tiritando por el frío. Sacando teléfono del bolso para pedir un taxi que la llevara a casa.

— ¡Naur!—, se llevó las manos al pecho del mero susto y tuvo que hacer un par de movimientos frenéticos con los brazos para poder evitar que su teléfono se resbalara. Sus ojos después de respirar con alivio pasaron a puro asombro. Jimin estaba ahí, sonriéndole con esa sonrisa insondable. Estaba vestida con un look bastante underground, con botas y una camisa de cuadros debajo de su abrigo beige.

— ¡Jesús!—, respondió intentando contener las ganas de lanzar una maldición.

— ¡Jimin!—, la voz de Suzy hizo que dejara de ver a Jimin con las cejas fruncidas. Se encontró cortando su respiración nuevamente, esta vez sin frenetismo. Ahí estaba Suzy, saliendo apresurada del asiento conductor de ese Bentley negro. Estaba vestida de manera preciosa a su parecer, una ropa bastante elegante, muy diferente a Jimin. Camisa seda color crema, falda de tubo color blanco a juego con esos tacones de aguja, un abrigo blanco y largo. Estaba impecable, desde el lápiz labial rojo, hasta el pelo sujetado sin ningún mechón saliéndose de control. También notó las medias que cubrían sus piernas del frío. — Intenta no asesinar a nadie—, regañó a su prima con las cejas levemente fruncidas.

Se aproximó a hacía ambas con los brazos cruzados mientras ponía la alarma en el auto.

Se veía bastante, joder… Rosie estaba sintiéndose como una adolescente hormonal nuevamente.

—Lo siento, Naur-unnie—, Jimin al menos cortó sus pensamientos que podían tornarse un tanto impropios.

Aunque rodó los ojos ante el apodo. Le había estado diciendo de esa manera diez minutos desde que se conocieron.

—P-Pensé, p-pensé que no vendrías—, dijo enfundando sus manos heladas en los bolsillos de su chaqueta. Para nada le estaba protegiendo del frío.

Suzy se encogió de hombros, sus labios parecían tener una mueca de molestia.

—Pensé en no venir. Pase a saludar en realidad. Jimin y yo venimos de compras.

— ¿Adivina quién va a perder el semestre quedándose hasta navidad?—, Jimin dijo apuntándose a sí misma con una sonrisa de orgullo.

Suzy puso los ojos en blanco.

—Tío no está para nada contentó por ese cambio de planes—, añadió Suzy mientras Jimin rebota en su lugar con alegría. Puso su mano en el hombro para detenerla.

—Entonces estarás en Seúl por un rato…—, Rosie le sonrió de manera alegre. —Tenemos que salir alguna vez.

—Genial, dos jóvenes mujeriegas en busca de mujeres mayores por la ciudad.

Suzy siguió cruzada de brazos y las miró con suma molestia, no había forma de no delatar su enfado: — Ni si quieras se les ocurra. No pienso quedarme mirando como aterrorizan a media población femenina de Seúl.

Ante eso Jimin abrazo a su prima por un lado mientras la sacudía de manera insistente intentando que cediera a sus demandas.

—Oh, vamos, no te pongas celosa…—, dijo ya rindiéndose. Rosie enarcó una ceja en su dirección, Suzy pareció esquivar su mirada pero pudo ver el rubor en sus pómulos.

— ¡No estoy celosa!—, alegó intentando separar a ese cachorro insistente.

— ¡Lo estas!

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

—No.

—Chicas…—, el pequeño tira y afloja entre ambas Bae no pudo distraerla de la migraña que sentía. Se frotó las sienes con una expresión adolorida. Poco a poco el olor se volvía más intenso.

Los ojos preocupados de Suzy registraron eso.

— ¿Estas bien?—, dijo acercándose para verla de cerca. Puso sus dedos sobre ambos hombros de Rosie intentando revisar qué estaba mal. Se quedó sin habla ante su cercanía y aunque la fragancia floral flotaba entre ellas, estaba más concentrada en los labios rojos delineados de manera prolija.

Quiso besarla, quiso hacer muchas cosas que no venían al caso. También quiso vomitar.

—No…—, respondió con franqueza.

— ¿Jimin está bien si llevamos a Rosie a su casa?—, Suzy se giró hacía su prima que ya estaba desbloqueando el Bentley. — ¡Oye, ¿Cómo demonios sacaste las llaves de mi bolso?!

— ¡El amor te vuelve estúpida unnie!—, indicó con sorna abriendo el asiento copiloto para que Rosie se deslizara.

— ¡Bae Jimin!—, Rosie jura que ese gritó es escuchó hasta la estratosfera.

 

 

Suzy condujo hacía la zona residencial donde Rosie había estado viviendo en las últimas semanas. Mientras sus ojos se concentraban en no estamparse con ningún auto, daba una increíble conferencia sobre como Jimin debería evitar tener conductas criminales. Jimin pareció hacer oídos sordos mirando con burla Rosie. Ella misma se defendía diciendo que sólo había tomado las llaves de su bolso, porque estaba tan distraída con querer besar a Rosie que no se dio cuenta que estaba acelerando su huida. Entonces estuvo media hora atrapada en una pelea, que era como juedo de ping pong donde ninguna cedía. Se preguntó si así era toda la familia de Suzy, llegó a imaginarse a los Bae de Daegu con esas expresiones indiferentes y esa retórica enérgica, que intentaba tener la razón. Al mismo tiempo, ella estaba recargada sobre el vidrio polarizado, la sensación del oscilamiento golpeteaba contra sus sienes, era frío y confortante. Aunque quiso estar mirando el mayor rato posible a Suzy — ¿Quién no querría hacerlo cuando se veía como una diosa?—, se mantuvo con los ojos cerrados en una postura letárgica. Un mal día.

Fue Suzy quien se ofreció a acompañarla hasta la puerta de su apartamento. Jimin se quedó jugando Candy Crush de manera distraída con la radio encendida con un sencillo de Baekhyun de Exo que le hizo arrugar la nariz. La actriz le quitó la mochila con algunas mudas de ropa y la bolsa con los tuppers de la madre de Jennie.

—Ignora eso—, dijo mirando la cara de repulsión de Jimin mientras Candy seguía sonando en el auto. Estaba caminando hacía adentro para subir por el ascensor.

— ¿Por?

—Oh, odia a Baekhyun desde que a Minjeong comenzó a parecerle atractivo—, contestó encogiéndose de hombros.

— ¿Quién es Minjeong?—, sin duda estaba un poco fuera de contexto, tal vez había sido muy intrusiva con esa pregunta. Suzy pareció no importarle responderla.

—Es su mejor amiga desde prescolar. Minjeong también es bastante excéntrica. Min es bastante… dócil con ella—, dice de manera bastante burlona, tanto la ve sonreír enseñando sus dientes.

—Eso suena bastante lindo, digo, no lindo de qué Jimin sea una total pasiva ante Minjeong, digo… ¡No hablo de esa forma de pasiva!, tiene quince y eso sería ualizar alguien de su edad, digo no es correcto que yo este…—, Suzy puso la mano en su hombro haciéndola tragar saliva.

—Entendí el punto, Chaeyoung.

Rosie sólo asintió avergonzada de sí misma.

Cuando llegaron al umbral de la puerta Rosie se giró para despedirse de Suzy.

— ¿Segura que no necesitas nada más?—, preguntó con preocupación.

—Sí, es sólo… Me pasa a veces—, se encoge de hombros. —Cuando era niña era peor, créeme.

Le dio una mirada bastante honesta que no pareció aliviar la preocupación en Suzy. Ella misma quiso reírse de eso, pero la verdad es que era un poco agotador tener que explicarlo todo, más cuando estaba sintiéndose horrible.

—Por favor, cuídate mucho—, le pidió.

—Lo haré—, aseguró.

Ella estaba por darse la media vuelta cuando Rosie se apresuró a decir de manera torpe haciéndola volver a verla: —Oye… estaba pensando, no sé, si tú quieres, pero…me quedé con ganas del café.

—Puedes decirle a Hyeri que organice otra cita para almorzar—, dice encogiéndose de hombros no captando la indirecta.

— ¡Lo que quiero decir…!—, se detuvo al ver la mirada indiscreta de un vecino. Luego hablo de manera un poco más baja. —lo que quiero decir es que, tú y yo, sólo tú y yo.

Suzy parecía pensativa y luego dijo con una mirada desalmada, igual a las que había visto en Jimin: — ¿Sabes?, creo que una de las hobaes de mi prima Hyun, está en la ciudad, tal vez pueda cuidar de Jimin por un par de horas.

Estaba tan incrédula que en el momento de responder, mientras miraba a Suzy con la boca abierta como si fuera Joohwang dijo: —Jennie unnie dice hola.

Suzy la miró consternada.

— ¿Qué?

Mierda…Eso no iba ahí.

[…]

Rosie endereza su espalda encorvada. Están sentadas en una mesa, al lado de un corral de dos lindas ovejas. Intenta mantener la mirada gacha para que las personas que estudian las puntas de su inusual cabello rubio no saque conclusiones precipitadas. Las especulaciones siempre están en la orden del día. De reojo ve a Suzy ensombrecer su rostro inclinando hacía adelante la gorra azul de los Yankees. Es poco decir que esta intranquila; lo ve en la forma en que sus labios hacen una mueca. También se ve inquieta, tal vez toda esta euforía que las golpea darse cuenta de que está sucediendo. De alguna manera están ahí, sentadas fingiendo que todo está tranquilo. Suzy cruza la pierna y pasa sus dedos través de las transcripciones del menú. Rosie está jugando con un par de pulseras Jennie había hecho para todas las integrantes de Blackpink unos días antes del debut. Es un recuerdo que le da cierta nostalgia al brillo halo inocente que todavía conservaban en sus ojos. No es la primera vez que están solas. Las circunstancias claro eran diferentes. Estaban en público, no escondidas bajo las sabanas, ni sentadas en un sofá, ni desparramadas por la alfombra azulada. No estaba acorazadas por paredes color blancas, ni mirando la ciudad desde un balcón. Ahora estaban esa linda cafetería en Hongdae, cerca de la estación del metro que está en la Universidad de Hongsik. No es un lugar fácil de encontrar a buenas a primeras. Rosie ya había ido con anterioridad una vez que Lisa estaba completamente desecha; y la hermana mayor de Jisoo, Jiyoon les había contado de una cafetería donde había un corral con dos ovejas. En Seúl podías encontrar de todo, en cuánto establecimientos, desde lugares donde interactuabas con gatos, peces, perros, ¿Pero Ovejas?, ¿Eso era posible?, sin duda la estabilidad emocional de Lisa supo apreciar ese gesto. Por eso pensó que quizás Suzy lo apreciaría de la misma forma. No pasó desapercibido por sus ojos que al llegar, el rostro de la actriz se encendió como una estela luminosa en plena madrugada. El ver a las ovejas tupidas fue un gran éxito, dejando de lado el fiasco que era tener que romper el hielo en medio de la discreción.

Tampoco se habían encontrado directamente en Thanks Nature Cafe. Era domingo, como todos esos días ella tenía la costumbre de ir a la iglesia. Sí, a pesar de que la iglesia en gran medida fue una gran parte de sus “traumas” durante la adolescencia, al llegar a Seúl continuó asistiendo a los servicios dominicales. Al principio iba porque sus tías la obligaban a ir con ellas y su familia. Después por mero habito. Al hablarlo con la señorita Ha, ella señaló con hincapié que quizás con el tiempo pudo haber hecho las paces con esa parte de su vida que alimento sus demonios. La religión ya no era el estatus quo que la regía con fiereza. Era la pasión por lo que amaba. Rosie lo convirtió en un sitio al cual acudía para alejarse del bullicio acelerado de la ciudad; era silencioso y reflexivo. También ahí fue donde conoció a Ashley, una de sus mejores amigas fuera del grupo. Ambas acudían juntas a los servicios y después tenían la tradición de ir a comer Pho a un local a dos cuadras de la iglesia.

Esa vez fue completamente diferente. En todo el sermón no dejó de estar moviendo su pierna de manera ansiosa contra las baldosas quebradizas del suelo. El traqueteo era demasiado relajante para ella, a diferencia de la anciana sentada a su izquierda. Ashley le había estado susurrando que parara, pero simplemente no podía parar. Suzy llegaría en cualquier momento. Habían acordado verse al finalizar el sermón. La actriz iba a dejar a Jimin con alguna conocida muy querida de la hermana mayor de ésta, después conduciría hasta la iglesia para recogerla. El plan no era tan elaborada, era una simple salida de ¿Amigas?, a esa cafetería. No es que haya estado revisando y mapeando los mejores lugares de Seúl. Tampoco es que nerviosamente haya pedido su opinión a Lisa sobre sus establecimientos favoritos. Ni que estuviera leyendo por horas reseñas en internet. Ni siquiera se imaginado un montón de escenarios posibles o había practicado frente al nuevo espejo que Jisoo le había regalado, para suplir el que tenía en casa de Alice. No, sin duda no hizo eso… Tal vez lo hizo, pero no lo quería admitir. Lo que sí es que la bendita intuición de Ashley estaba sobre ella. El comportamiento tan errado y nervioso era el mismo que tenía la primera vez que la había llevado a un bar gay en Seúl cuando cumplió la mayoría de edad. Es la forma en que se comportó cuando un grupo de chicas lindas le quiso invitar una bebida. Y tenía esa misma estúpida sonrisa que indicaba que se estaba divirtiendo de sus pequeños colapsos nerviosos. Ella sabía, Ashley sabía de alguna manera que había una mujer que la estaba volviendo loca. Por eso tampoco hizo ninguna mención de ir almorzar juntas, sólo salieron de ahí en silencio.

Suzy ya estaba esperándola afuera. La divisó apoyada torpemente en el barandal de las escalinatas. Parecía demasiado concentrada tecleando en su teléfono, no que se dio cuenta de las grandes masas de personas que brotaban desde las fauces del templo. Tan sólo verla desde la distancia ya había hecho que sus mejillas se plagaran de colores rojizos súbitamente intensos. Ashley parecía entender de quién se trataba de inmediato, incluso si vestía de la manera más errada.

Oh, Rosie—, le había dicho palmeándole el hombro con una sonrisa burlona.

No supo si quiera cómo reaccionar a ello. Se sentía bastante…estúpida. Lo cual la señorita Ha y el resto de terapeutas que habían venido antes que ella, habrían desaprobado. Desde que comenzó a sentarse en esos sillones demasiado blandos, por más de una hora y media, la regla número uno había sido nunca llamarse estúpida, ni insultar su intelecto. “Eres brillante Roseanne, como el resto de los niños. Sólo que… tu percepción es muy diferente” le dijo una vez el señor Calmequis, el primero en su lista de personas con mirada indescifrable que tendía contrariar cada una de sus palabras.“Sí, soy miope” recuerda contestar con el ceño fruncido.

Como sea, se sentía torpe, ¿Torpe puede funcionar?, es mejor que estúpida y demuestra su ineptitud para ser un ser humano funcional cada vez que Suzy estaba ahí.

Ashley no le dijo nada más. Se apresuró darle un abrazo rápido antes de irse por otro lado. Sabía que esa misma noche estaría mandando una gran tira de mensajes queriendo saberlo todo. Por ende Rosie tuvo que apresurarse a Suzy. Estaba siendo un manojo de nervios cuando su sombra cubrió parte del cuerpo de la actriz. No es que no estuviera acostumbrada a ver a Suzy en ropa casual. ¡Diablos la había visto desnuda!, no es que tampoco estuviera muy orgullosa de esa noche. ¿Quién interactúa por primera vez de manera cercana alguien estando desnuda?, aparte claro de Jisoo y Jennie en ese baño comunitario. Es bastante gracioso, ¿No?, Jisoo suele defenderse de ello mientras Jennie la derribaba en un abrazo: “¡Ya les dije que fue de vida o muerte, Miyeon-ssi se terminó el agua caliente, no pensaba morir por hipotermia!”.

Pero es que… Joder… Suzy se veía espectacular. No estaba vestida como la vez anterior, cero elegancias en su atuendo; jeans oscuros y nikes blancos. Incluso llevaba una enorme sudadera de Mercedes, que parecía sacarle cinco tallas más. No era probable de que fuera de ella y tampoco quiso pensar más sobre eso. Asimismo llevaba la gorra de los Yankees de Nueva York en color azul. La había visto usarla en un sinfín de ocasiones informales.

Rosie recuerda que cuando se saludaron fue bastante torpe, eran unas ineptas, un chiste mal contado en un stand up nocturno. Sólo caminaron juntas a una distancia respetuosa hacía el Bentley estacionado abajo, al lado de la acera.

Ya en la cafetería estaban intentando fallidamente romper el hielo.

Lisa una vez le dio un consejo muy útil: Atención a los detalles. Es lo poco que recuerda porque esa vez estaban tan borrachas en ese bar gay en Japón que recuerda haber tenido una sesión de besos con una chica de Twice. Rosie le había confesado a su mejor amiga su incomodidad al estar con mujeres, sino pasaba la mayor parte del tiempo dispersa, era poco probable que las mirara a los ojos. Su respuesta fue tan clara que no hubo objeción alguna: “¡Qué clase de lesbiana inútil hace eso, tienes que verlas, si no ves, no entiendes si quiere meterte su lengua hasta la garganta en los baños!”. Tampoco es que Lisa sacara ese consejo de la nada. En sus épocas de aprendiz les habían dicho lo mismo cuando tomaban esos cursos de etiqueta.

Así que siguió sus “instintos”. Jesús… Ella había podido notar que Suzy siempre pedía espressos dobles o algún tipo de té negro en Orange Island. Rosie podía intentar volver a fijarse en algo, lo primero que le llamara la atención y la verdad no existía nada más llamativo en ella que el logo de Mercerdes en su sudadera. Incluso pensó que era adorable la forma en que las mangas eran más largas que sus brazos y enguantaban sus manos.

Mercedes…—, planteó de manera vaga con torpeza mientras la actriz estaba dando un pequeño trago al vaso de agua que había venido con su bebida. Ella asintió distraídamente mirando con ternura a las ovejas jugar animadamente en el corral. Incluso Rosie no pudo apartar la mirada de ellas. La tentación de ir a abrazarlas estaba ahí, latente en su interior, pero tuvo que usar todo su autocontrol para evitarlo. Había usado eso muchas veces, como la vez pasada que quiso empujar a Suzy contra el elevador y besarla hasta que se quedara sin nada de aire. Mierda… otro rubor por eso.

—Oh, sí.

— ¿Te gusta la Formula 1?—, preguntó. No es que Rosie fuera fan de la fórmula 1, es que su padre era fan de la fórmula 1.

De alguna manera pensar en su padre hizo que inconscientemente sus papilas gustativas sintieran amargo el chocolate caliente que estaba tomando.

Suzy sacudió la cabeza de manera efusiva: —No, definitivamente la detesto.

Por alguna razón pudo ver una mezcla de sentimientos encontrados en su respuesta.

Oh.

Bueno, cualquier punto de partida para ganarse al padre de Rosie acababa de morir en ese instante. Aunque resultaba completamente incongruente que usara mercancía de algo que detesta. La realidad era que resultaba bastante común en la industria usar productos sólo por contrato y no porque en verdad les gustara. Al menos estaba agradecida de que YSL y Tiffany’s le gustaran. Pero según lo poco que sabe, Suzy no tenía ningun contrato con la marca de Mercedes o con FIA.

—Eso suena extraño.

—No es que la odie—, se encoge de hombros pensativa, dibujando patrones en el mantel.

Tal vez aun exista esperanza de que Suzy y su padre prosperen…

¡Espera… ¿Por qué está pensando en Suzy y su padre?!

Su padre ni siquiera le habla en estas instancias…

— ¿Entonces…?

—La sudadera es de mi hermano menor, Sang—, contestó suspirando con pesadez.

— ¿T-Tienes un hermano?

—Sí, tengo dos—, dijo elevando dos dedos. Rosie asintió, ni siquiera sabe por qué, pero lo hizo. — Su-bin y Sang. Su-bin es mi hermana mayor y Sang es el menor.

—Oh. Yo tengo…bueno…—, se relamió los labios intentando no sentirse como si el agua helada hubiera le hubiera dado un shock hipotérmico.

— ¿Estás bien?—, la mano de Suzy era cálida cuando se deslizó cerca de la de Rosie. Esa mirada en los ojos significaba mucha cosa y era demasiados desinteresados y empáticos.

A pesar de las habladurías que podían gestarse dentro de muchas personas de la industria. Se había dado cuenta de que Suzy podía ser una persona demasiado amable. Lo cual era raro de encontrar. Resultaba difícil sentir que podías confiar en alguien, no cuando todo el mundo esperaba un trozo de tarta para ventilar todos tus secretos. Pensar en que por alguna razón la forma en que los ojos de ella eran tan suaves como un sol estival significaba mucho. Siendo ella una persona criptica que tenía miedo a la vulnerabilidad y al llorar en el hombro de los extraños, aventando sus tormentos más confusos y profundos, fue raro sentirse menos pesada al sentir la presencia de Suzy, como uno de esos árboles frondosos donde se recostaba en el los días de calor volcánico en Melbourne.

—Sí… lo que digo, es que tengo una hermana, bueno se supone que tengo una hermana mayor, Alice—, intentó aligerar el sentimiento con soltando una pequeña risilla sardónica que sólo hizo delatar el agrietamiento de sus ojos. —No estamos en los mejores términos ahora, pero digo, ¿Quién está en los mejores términos con sus hermanos?, ¿No crees?, los hermanos pelean todo el tiempo. Cuando era niña éramos muy unidas, tal vez no hemos tenido una discusión tan severa. Digo… he tenido peleas fuertes con las chicas. Sobre todo con Lisa, son como hermanas y las hermanas pelean demasiado y a veces sientes que no se van a reconconciliar, pero cinco minutos después, ¡Boom!, están teniendo un tazón de helado con jarabe y cantando canciones de Frozen… Yo sólo…los hermanos pelean, se odian y a pesar de todo… no tienes que pedirles que se queden pero… ¿Lo hacen?, ¿No?, no te dejan tirada en el suelo retorciéndote de dolor. ¿No son tan crueles verdad…?

Y la risa hace que sus lágrimas sobresalgan más y aunque no puede soportar la mirada de Suzy la ve.

Dios, ni siquiera con su psicólogo había dicho mucho y poco. Es un asco. Lo arruinó. Estúpida, estúpida, estúpida, estúpida. Luego se quedó tan quieta y sin aire cuando ella comenzó a limpiar el rastro de lágrimas que ni siquiera se dio cuenta que ya se había escurrido por sus pómulos.

—Perdón…—, se sintió tan minúscula mientras lo decía que Suzy pareció negarlo.

—Los hermanos pelean—, afirmó y no dejó que Rosie bajara la mirada. —Todo el tiempo, créeme, yo… Tuve varios encontronazos con esos dos soquetes que tengo por hermanos. He tenido momentos en que pensé: ¡Mierda se acabó lo arruine!, pero no es así.

— ¿Aun cuando no están de acuerdo con quién eres en verdad?—, preguntaba como si fuera una especie de niña pequeña que necesitaba la seguridad de que esa vacuna no iba dolerle cuando si iba a doler.

Suzy asintió: —Incluso cuando no están de acuerdo. ¿Sabes?, al diablo. Amo a mis hermanos, pero si ellos se sintieran los jueces sobre la forma en que vivo mi vida, sobre la persona que amó, cuando no hay nada malo, no son mis hermanos.

—Eso suena triste, digo, el tener que romper algo de años—, entonces puede escuchar su risa hueca. Es como si en verdad lo entendiera bien.

—Chaeyoung, el mundo está en constante cambio, ¿No es así?, el invierno está a la vuelta de la esquina, los árboles se han librado de su investidura… Ya nada es igual que cuando los cerezos florecieron en primavera. Lo que trato de decir es que las relaciones a veces no significa que son para siempre, incluso si son años y años de trabajar para que se mantengan. Mueren, Chaeyoung, mueren cuando llega el momento y cuando es sano que tenga que extinguirse.

—Sí, supongo que tienes razón, digo lo sabía. ¡Hasta Taylor Swift maldita sea tiene una canción o diez mil canciones sobre eso!

Suzy rio asintiendo dando un trago a su espresso.

—Sí.

—Es difícil soltarlas. Es como cuando sacas una canción, ¿No?, has trabajado duro y celosamente cuidando cada detalle y ¡Bam!, dejan de pertenecerte y ahora son de otras personas.

—Lo necesitan.

—Lo sé, ¿Cuántas canciones no hemos hecho nuestras?, créeme creo que he cantado mil veces Dear Jonh en la regadera mientras lloro como una desquiciada. ¡Dios eso suena tan patético!

Ella volvió a reir.

—No, es lindo y triste, digo… es horrible, pero… es que te veo y no sé… Eres demasiado linda.

Rosie se quedó completamente sonrojada y no atinó a nada más que decirle: — Tú eres una especie de sol crepuscular.

—Eso suena mejor que mi halago. Debo de pensar en algo mejor que eso. Pero volviendo a Dear John en la regadera, yo en realidad estuve borracha cantando Irreplaceable de Beyoncé mientras Damon me veía llorar frenética en el sofá. Una experiencia surrealista.

—Dios que gran canción…

—Lo sé, pero me sentí tan identificada con la estúpida letra—, soltó de manera bastante cómica con los ojos muy abiertos, luego se reclinó en su lugar y dio un último sorbo a su espresso.

— ¿Mala ruptura?

—Más bien, necesaria—, gimió.

— ¿Qué tan malo es que pregunte?

—No sé, escuche, que es bueno preguntar por ex en una cita.

Luego Rosie se quedó consternada porque estuvo parpadeando un buen rato: — ¿C-Cita?

—Chaeyoung, me pediste una cita.

—Ah.

La actriz se rio: —Dios, eres adorable, ni siquiera me puedo enfadar con eso.

—Digo, no tiene que ser una cita si no quieres.

—Creo que hemos empezado de manera opuesta.

Soy miope—, se encogió de hombros.

— ¿Eso significa algo malo?

—No, pero es lo que suelo decir como justificación.

—Sobre mi ex novio. Minho.

—Oh mierda, vamos hablar de él—, hizo hincapié en él. Lee Minho era el novio más conocido de Suzy. Habían durado dos años lo que para muchos era un record mundial de citas. Ambos eran atractivos, talentosos y con un futuro prometedor. Eran icónicos. Aunque no se veían mucho en público, se decía que eran perfectos juntos… Rosie por una vez quiso sentirse egocéntrica, pensó que la actriz y ella se verían mejor en las fotos. Sí, tenía que ser positiva decía la señorita Ha. Sí, Bae Suzy y Rosé serían una pareja definitivamente más candente que Lee Minho y Bae Suzy. Lisa lo había afirmado dos horas después de leer el artículo de Naver.

—Sí, ¿Te sientes cómoda con eso?

— Bueno… es tu ex por algo, digo tú te sentirías incomoda si hablo sobre mi ex en algún momento, no digo que ahora, pero digo, ya sabes…

—Sólo digo que nuestra ruptura fue un corte clínico. Pero ya sabes cuando tienes que quitar una raíz que ya estaba enraizada dentro de ti. Duele, duele mucho y es por la costumbre y los años.

—Ahora siento como si hubiera cortado con mi hermana y esto no es Juego de Tronos lo que lo hace ver enfermo. Digo, Juego de Tronos ya es lo suficientemente enfermo.

—Qué final de porquería—, espetó Suzy ante la mención de la serie.

Rosie asintió: —A la cuenta de tres digamos personaje favorito.

—Uno.

—Dos.

—Tres

— ¡Margaery!

— ¡Dorian Martell!

Se quedaron mirando por un segundo. Luego Rosie procedió a hacer una interpretación demasiado grafica de la muerte de Dorian Martell bajo las enormes manos de La Montaña que hizo reír a Suzy.

—Ahora yo soy la enferma por reírme de eso.

—Yo soy la enferma en realidad, hay niños aquí—, inclinó susurrando eso mirando hacía una de las familias que las miraba con disgusto.

Suzy se rio nuevamente y contagió a Rosie haciéndola sentir ligera. Sin duda era extraña la forma en que pudo pasar de sentirse miserable a estar riéndose de la muerte de La Víbora Roja. Después empezaron a hablar sobre cómo había conocido la serie, sus momentos favoritos, los momentos que las dejaron perturbados y confirmaron que La Boda Roja fue uno de los mejores momentos de la historia. Compartieron un waffle helado y Rosie le contó cómo había conocido ese lugar. Pasaron después a ir a ver a las ovejas, cuando ya no había nadie haciendo cola y la afluencia de gente había bajado significativamente. Se sacaron algunas fotos y estuvieron abrazando a los animales. Incluso tuvieron una charla con el dueño al cual las ovejas se le acercaban de manera juguetona. Él le había pedido su autógrafo a ambas. Sin embargo, Suzy rechazó con disculpas. Fue Rosie quien los firmó y con eso bastó para cobrar sus insumos. El dueño alegó que un autógrafo de las Pinks valía muchos en este tipo de establecimientos, Suzy asintió diciendo que había escuchado las largas filas de una hamburguesería donde Jennie Kim había estado. Eso la hizo sentir tan sonrojada que se estremeció al sentir como Suzy la rodeó con sus brazos mientras se despedían del hombre para salirse de ahí.

Mientras caminaban por la calle en una breve caminta estaba mirando las fotos. En muchas Rosie salía besando a los ovejas.

—Esto es como con un delfín en Hawái—, comentó con gracia. Suzy arrugó las cejas. — ¿Por qué la cara?

—Los delfines son unos degenerados.

— ¿Es enserio?, porque te juro que yo pensé que uno de ellos estaba muy enamorado de Jennie.

—Oh dios…—, dijo bastante horrorizada.

Así es como Rosie descubrió la afición de Suzy por las marsopas y las belugas, como su odio por los delfines. Incluso compartió su afición por coleccionar objetos como tazas, llaveros o calcetines, los cuales eran su tesoro más preciado según ella.

—Te juro que las horcas no son tan malas como esos engendros del diablo que todo mundo adora—, reconocía mientras defendía ferozmente Free Willy.

—Matan pingüinos—, Rosie defendió.

— ¡Los delfines matan bebés focas!

—Matan pingüinos también—, volvió a defender mientras iban del brazo.

— ¡Qué tienes encontrar de los asesinos de pingüinos!

— ¡Eso!—, señaló exageradamente como si fuera evidente.

Es selección natural—, ella rodó los ojos.

—Dejaste la escuela—, dijo en broma.

— ¡Oye si terminé de cursar la escuela aquí en Seúl!

—Yo también.

—Oh genial.

—Sigo sin justificar a los asesinos de pingüinos. Dios… eres una defensora de los asesinos de pingüinos. Mataron al padre de Maverick.

— ¿Mave…Qué?

— ¡Cody Maverick!

—No sé de qué diablos hablas.

Rosie no podía creerlo.

— ¿Y te haces llamar amante de la vida marina?

Suzy estaba con los ojos muy abiertos de confusión.

—Estoy bastante perdida…

— ¡Es la mejor película animada de pingüinos!—, casi gritó en plena avenida. Incluso algunos peatones se quedaron mirándolas con rareza —Contrario a lo que muchos piensan la película de Los Pingüinos de Madagascar no es tan genial como Surf’s Up. Tiene todo, formato documental, personajes icónicos como Pepe, el pollo, comedia satírica y una competencia muy al estilo Rocky. Además Zoey Deschanel dobla a Lani lo que ya es una cosa por la cual verla.

—Sin duda te gusta mucho esa película—, dijo la actriz mientras le abría la puerta del asiento copiloto.

¿En qué momento habían regresado a donde estaba el auto de Suzy?

Tal vez volvió a meterse de lleno con sus divagaciones. Lo que sea que fuera Rosie sentía bastante feliz. Se siente bastante gratificante hablar con Suzy sin presiones. De hecho es una oyente bastante agradable. Usualmente sólo Jisoo es capaz de tolerar una alta dosis de su fanatismo por las películas de animación sobre pingüinos. Incluso Jennie había estado harta de pasarle pañuelos cuando vieron Happy Feet una vez, pero bueno es Happy Feet la película de pingüinos más sentimental de la historia.

—Creo que la apuntare en las películas que debo ver—, dice Suzy sacando su móvil. Luego se lo tiende Rosie—, ¿Me puede ayudar?

Rosie asintió. Cuando comenzaba anotar el nombre de la película, un mensaje de Jimin apareció en la barra de notificaciones, era imposible no verlo:

<< ¡Unnie, creo que rompí a Seulgi AYUDAAA!>>

Cuando terminó de anotar le pasó el teléfono a Suzy. Ésta al ver el mensaje parece comenzar a reírse de manera sofocada.

— ¿Todo bien?

—Es sólo Jimin siendo Jimin—, contesta después de calmarse.

Rosie se rio asintiendo: — Creo que lo puedo imaginar, ¿Sabes yo era muy Jimin cuando era pequeña?

— ¿Impertinente?

—Una bola de energía.

—Creo que lo sigues siendo—, dice arrancando el auto.

Quizás que puede acostumbrarse a eso. La sensación del viento moviendo su cabello es tan All Too Well… Sin embargo, la forma en que los ojos de Suzy se achinaban en una sonrisa y la forma en que su corazón se sentía tranquilo y desacelerado no era rojo intenso. Marchan por las calles del centro de Seúl intentando evitarse cualquier embotellamiento. A veces encuentra Suzy mirándola de reojo y es lindo verla sonrojarse cuando Rosie arquea juguetona la ceja. Es lindo sentirse de esa forma, bien.

Cuando ven el trafico acrecentarse ella es quien la deja conectar su teléfono al automóvil.

Y al momento de pensar en una canción que buscar en Spotify no puede dejar de pensar de que en verdad existe una canción de Taylor Swift que hable sobre eso.

Y eso por primera vez, no se siente como un mal augurio.

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Thank you!
TorresMendoza
Espero que les guste.

Comments

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nishichan
#1
Nice
Kookkne
#2
Chapter 11: Pero qué fue todo este capítulo??? LMAOOO mi estado de ánimo se elevó diez veces con cada cosa que iba leyendo JSJS
Kookkne
#3
Chapter 10: Así que los Bae han pasado por muchas cosas eh, y también son otra cosa, pueden ser tan impactantes en cuanto a su apariencia como también su personalidad. Suzy ha pasado por mucho, espero que paso a paso vaya aprendiendo a sobrellevar todo mejor. Por otra parte autor(a), admito que me quedé en esta historia porque (aparte de lo interesante que es) tiene una etiqueta wenrene, en este cap ese pequeño atisbo de lo que pudo suceder entre las dos me dejó intrigada, tengo curiosidad por saber que fue lo que sucedió entre ellas (aunque también *inserta meme tengo miedo* porque suena a que sucedió algo que no es bonito). La tía Yeol es otra cosa, la parte en la que habla de la ardilla JSJS. A la espera del próximo capítulo 👀
Rose_124 #4
Chapter 9: Mi favorita historia en el momento
Kookkne
#5
Chapter 9: Wow cada vez se vuelve más interesante esta historia, me gusta. Admito que me sorprendió ver que era escrita en español, son escasos los trabajos en nuestro idioma así que me gusta la sensación de saber que el contexto lo puedo entender completamente sin tener la barrera de leer todo en un idioma extranjero y que maneja significados distintos.

Hasta el momento el desarrollo es genial y ver cómo de "odiarse" a luego terminar en una relación para llegar hasta este punto dónde Rosé está conociendo a la familia Bae es un crecimiento que hace que quiera seguir viendo que sucede después. La parte final de este capítulo JAKSK el próximo se ve prometedor, estoy impaciente por la prox actualización autor(a). Gracias por compartir esta historia :D
Noemami123xd #6
Chapter 3: Excelente historia!! Espero tener otro capitulo, tu forma de escribir me encanta!
Pmon21 #7
I loved it, I look forward to the next chapter
ettrrr #8
Chapter 3: No suelo comentar estas cosas pero me sorprendió no ver ningún comentario. Está muy bien escrito, sigue así!