XIII. Suzy.

Cuando las noches son de té y los días de lluvia

A su parecer la cena está yendo de puta madre.

La sonrisa que rezuma en su rostro es prueba primigenia de ello; tanto que sus cachetes se han adormecido. Hace mucho que ella no se sentía así de contenta. Y era verdad, no ha parado de sonreír desde que la tía Yeol puso a todos a configurar la mesa y mientras con ayuda del tío Jin terminaba de preparar la variedad de platillos que sin duda terminarán comiendo por el resto de la semana como sobras. Las proteínas estrellas del día eran el pollo y la ternera — este último se agregó después de que Hyun ya no tolerará ni el sabor, ni la textura del pollo, su tía había decidido buscar siempre alternativas para que Hyun se sintiera cómoda en la cenas —, además en el centro estaba una pequeña torre de pasteles de arroz que eran hechos a partir de la mítica receta de la abuela Sun-hee. Una forma de homenajear su vida.

Esta navidad en particular no se siente como las anteriores, piensa. Se siente como si después de una larga jornada trabajando a diestra y siniestra, sin dormir, ni comer adecuadamente pudiera volver a casa a descansar por un par de horas, para despertar fresca la mañana siguiente. 

Nadie en esta mesa parece triste, y desolado. A pesar de que en la mañana fuera de ese modo. Ahora todos ríen de ocurrencias alrededor de los platos con guarniciones. Y la risa, la risa se envuelve en Ji-ji como una llovizna; recorre su extremidades, cae por su frente, brinda en sus ojos, pasa por su labios que saborean la frescura de las nubes, recorre sus pómulos, delinea su mandíbula y baja por su cuello hasta escurrirse dentro de su ropa o filtrarse por su suéter, hasta que traspasa toda capa de ropa y le deja a ella sola y la suciedad que mancha su desnudes. La risa es como la llovizna que limpia el rastro de mugre de las aceras de su antiguo vecindario en Gwangju. Desprende la mugre que deja la aflicción y hace que se sienta impoluta, tanto como si hubiera fregado sus brazos con una fibra áspera hasta dejar su piel en carne viva. 

Se sorprende, es lo que piensa mientras revuelve el arroz con aceite de sésamo y pasta de chile. Es asombroso como una comida casera, una mesa llena de gente que ama, un poco de licor de arroz añejado por seis meses y un montón de rastros anecdóticos del pasado hagan que vivir se sienta tan simple como parpadear.

Los copos invernales no han vuelto a tropezar lejos del cielo. Ni siquiera la oscuridad de la noche ha sido empañada por una capa de bruma grisácea. Hasta ve pequeños orificios brillantes que muy pocas veces son posibles de captar por los altos grados de contaminación lumínica que hay en las ciudades sobrepobladas.  Daegu es una de las metrópolis más grandes de Corea del Sur. Aun así puede verse las estrellas destilarse por las ventanas. No es tan horrible como Seúl, piensa mientras deja escapar un pequeño resuello, uno casi inadvertido para la mesa, nada es tan horrible como Seúl.

Al menos en su antigua ciudad natal, las proezas astronómicas incluso se manifestaban como si algún tipo de deidad las desparramaba con torpeza, como quien derramaba por accidente un vaso de agua sobre la mesa.

— Ten, toma un poco más de arroz sobrina y no olvides los vegetales —, la voz de la tía Yeol le sacó del estupor. Ve su arroz con una apariencia marrón. Su tía está dirigiéndose hacía Jangmi, sentada a su lado mientras rellena el tazón y le pone algunas verduras encurtidas.

Su corazón se hincha como un sapo cuando ve cómo las mejillas de Jangmi están atestadas de comida. Sus ojos lagrimean de vez en cuando, pero, ha aprendido que las lágrimas no resuenan en tristeza, ni amargura. Las lágrimas parecen conectarse con su paladar. Sobre todo cuando el tío Jin comenzó a servirles a todos — excepto Hyun — el pollo frito bañado en salsa de mango, esa era la especialidad de la casa. La receta en sí la había conseguido su abuelo en su juventud, de un comerciante chino llamado Fang Hui. De ahí no se saben muchos detalles. El tío Jin siempre habla con demasiadas generalidades sobre el tema. Hoy ha vuelto a contarla para que Jangmi lo sepa. Ella no ha parado de abrir los ojos con sorpresa mientras engulle el pollo que el tío Jin pone amablemente en su plato. Él siempre dramatiza con el final y Ji-ji siempre rodaba los ojos de la misma manera en que Hyun lo hacía cuando comenzaba a recitar:  El resto es todo un misterio sin duda.

Pero ver a Jangmi jadear en respuesta la hizo sentirse emocionada. Era raro ver a su familia de esa forma, tan abierta a compartir este tipo de secretos que sólo entre ellos mencionan. Sobre todo verlos honestos y con los corazones sinceros para recibir a todos los que no eran Bae y estaban en esa mesa. Como las amigas de Jimin o la propia Jangmi.

Ellos nunca fueron así antes. La familia Bae siempre fue bastante difícil de tratar. Podían ser personas muy misantropas. Incluso llenas de desconfianza. "Confiamos en alguien una vez y eso mató a Tokki", eso le había dicho su padre cuando le prohibió hablar sobre la familia al publico. Lo mucho que Suzy podía decir eran generalidades y no recuerdos muy específicos. Fue sin duda raro para los Bae tener a dos de sus integrantes convertidas en celebridades, eso hacía que la privacidad que tanto ansiaba se pusiera en tela de juicio. Es cuando más se retrajeron. 

Por eso se puso estupefacta cuando sus tíos se volvieron bastante abiertos a tratar con Rosie. Sobre todo abrumador ver como el tío Jin sacaba sus tarjetas para intentar saludar en inglés y como obligó a la tía Yeol a hacer lo mismo. Ambos eran bastante estrictos cuando era pequeña, a pesar de la suavidad del tío Jin podía ser un hombre bastante firme en sus convicciones y sobre todo bastante severo cuando algo no le parecía bien. De la misma forma su tía era una fuerza de la naturaleza, llena de agallas y de dureza. Eran agradables y claro, no echarían en cara de nadie algo que no les pareciera, siempre guardaban silencio sobre sus ideologías. Pero esta vez estaban abiertos, tan transparentes y sinceros. Hoy parecían felices de que todos estuvieran ahí.

—¡M-Mu…Muchas…Gracias! —, Jangmi apenas se da entender, sus mofletes están hinchados de comida y Ji-ji arruga el rostro, aunque quiere pellizcarlos por lo adorable que se ve.

— Jangmi, no hables mientras comes, te puedes ahogar —, deja ver su preocupación mientras frota suavemente el brazo de su “casi” novia.

— Sorrew! —, gime otra vez dejando abierta la boca haciendo que se notara el arroz molido por sus dientes. Ji-ji rueda los ojos y le pellizca el pómulo izquierdo que da en su dirección.

Dios tiene cinco años.

— Jangmi —, le dice tomando una bocanada de aire profundo antes de suspirar sirviendo un vaso de soda. — ten toma un poco de agua, no comas tan rápido.

Rosie está un poco colorada mientras le hace caso y da al principio pequeños sorbos. Ji-ji sólo se ríe entre dientes mientras le ayuda a limpiar el rastro marrón que deja sobre su mentón.

— Lo siento.

Le contesta un poco apenada. 

— ¡Aigoo tienes cinco años! —, se queja retorciendo las mejillas de Rosie haciendo que ría. Al escuchar la pequeña carcajada sonora, su corazón late fuerte y no puede evitar mirarla bañada por las luces sucias del bombillo arriba de sus cabezas. No puede evitar querer besarla, pero, sólo se conforma con acariciar el brazo con cariño.

Puede sentir la mirada intrigada que le da su hermana y Ji-ji sólo se encoge de hombros en su dirección. Sabía que Bin estaba bastante curiosa con el hecho de que Rosie estuviera aquí. Incluso tal vez pudo imaginarse lo sorprendida que pudo haberse sentido cuando llegó. Incluso si Bin puede fingir que no estaba pasando nada surreal — ¡Diablos era muy buena fingiendo! —, ella lo estaba. Conoce bien a su hermana y los desconocidos también la inquietan tanto como a Hyun. Sólo que ella puede fingir que no es así. Incluso cuando las cosas estaban mal en su vida, Bin siempre se mantuvo firme como un tronco desde el exterior, pero por dentro sus raíces estaban tan podridas que a gritos pedía ayuda. 

Estaba feliz de verla. No pudo evitar llorar después de que le entrara la histeria. No la había visto desde inicios del 2018. Cuando huyó de Corea del Sur. Sabía bien lo que pasaba, el tío Jin se lo había dicho. Cómo gastó algunos ahorros que tenía para una nueva cámara frigorífica para sacar a Bin de ahí. Ji-ji ya tenía mucho en la cabeza ese año, desde Minho y su inminente, ruptura como un montón de medios siguiendo sus talones, incluso habían sobrecargado su horario hasta más no poder. Era en ese tiempo cuando se sentía más como un títere, que como una persona. Se sentía que no era nada y esa ausencia dentro de sí misma fue difícil de volver a llenar. La verdad, si lo piensa ahora, Ji-ji cree que la razón por la que sobrevivió fue porque Dabin se encargó de parchar todos los huecos que aparecían. Y es por eso que estaba demasiado agradecida con ella. Sin Bin en su vida, fueron meses de una soledad que resonaba en las paredes. Aunque a veces entraba a la cama, agotada, después un día largo, con el cabello mojado porque estaba muy débil para secarlo. Minho estaba ocupando el otro lado, dándole una visión fría de su espalda desnuda. Ella se metía con él y se quejaba de sus calcetines de marsopas y ella pensaba lo mucho que lo odiaba y después cuando estaba apunto de desmayarse del sueño derramaba un par de lágrimas porque por un momento tomaba consciencia y se preguntaba: ¿Cómo es que llegaron a ese punto?

Tres días después de que Bin se largó. Ji-ji le transfirió el dinero del boleto a su tío, más una compensación por cualquier molestia. Él le llamó molestó, alegando que si sacó a Bin de ahí, fue para salvarla y que el dinero no era importante. Lo fue, necesitaban esa nueva cámara frigorífica. Hyun no pudo hacer nada, la empresa la ató de manos y pies, por oponerse algunas cosas respecto al grupo y le redujeron los gastos, alegando que tenía una deuda que pagar. 

— ¿Estás bien?

La voz de Jangmi la saca de sus pensamientos, entonces con los párpados revoloteando como mariposas mueve su punto de enfoque del plato de arroz hacía la neozelandesa. Piensa por un momento, pero, siente la mano de su hermana engancharse sobre su muñeca que aún sostiene los palillos contra el tazón y vuelve los ojos hacía Bin, que sonríe, sonríe mostrando sus dientes y al ver lo bien que está, que ha recuperado el atisbo de vida en sus ojos marrones: lo sabe.

— Sí.

Dice sonriendo.

— Ten, prueba un poco de pollo.

Rosie lo pone sobre la cuchara de metal un poco de pollo bañado en salsa de mango.

— Gracias. 

Siente que su cara hormiguea mientras lleva el contenido a su boca, dedicándose a masticar y sentir el sabor agridulce de la salsa de mango, mezclados con el arroz levemente picante por la pasta de chile y el pollo frito.

Gira a ver a Jangmi que tiene una sonrisa brillante en respuesta y se dedica a dar un gran mordisco. Ji-ji le repite después de tragar que no se atragante de arroz, no quiere verla ahogarse. Es demasiado especial en esos momentos y la conexión que forjan poco a poco, es algo que quiere seguir trabajando. Es alguien que de cierta manera quiere conservar en su vida. Así que después de limpiarse los labios con una servilleta de papel color marrón, se inclina para besar su mejilla.

— No has tocado tus verduras.

Le susurra y Rosie entonces que sigue quieta con la boca abierta y medio centímetro de una cucharada de arroz se gira para verla.

— No es lo que quisiera tocar ahora mismo.

Murmura y sólo Ji-ji lo escucha. Las palpitaciones de su corazón ensordece sus oídos y toda su sangre se reúne en su rostro. Sabe a lo que se refiere por el repaso descarado de la mirada de Rosie. 

No se atreve a decir nada más, pero la mano de Rosie se mueve debajo de la mesa para apretar su rodilla y entonces Ji-ji se sobresalta trayendo la atención de todos.

Ella se pone de pie carraspeando y levanta su vaso de coca cola.

— Pensé que sería algo bueno dar unas palabras.

La mirada de su hermana establece lo poco que le cree. Incluso Jimin la mira con curiosidad, luego mira a Rosie y tiene una sonrisa diabólica.

— Entonces… Sólo quiero dar las gracias, a… No sé…

— ¿Dios? —, dice Jangmi con confusión.

— Yo voy más por el diablo.

Bin comenta sosteniendo su vaso con licor de arroz.

— ¿Naevis?

— ¿La Blackmamba? —, pregunta Minjeong.

— ¿Quién Naevis? —, pregunta Ningning confundida hacía Aeri.

— Tu dios todopoderoso —, le responde petulante.

— ¿Qué es la Blackmanba? —, Jimin cuestiona.

—Es mi reptil favorito, es una serpiente africana, una de las que tiene mayor longitud y su veneno es como un cóctel de analgésicos. 

— Cool.

Ji-ji rueda los ojos.

— ¿Taylor Swift?

Ji-ji se giró a Jangmin que se encogió de hombros.

— Hay mucha gente que dice que hay un culto a ella.

Ji-ji toma su vaso mientras ve que Jimin sigue mirándola y le da esa sonrisa petulante que dice: Yo sé lo que acaba de pasar.

— Quiero dar las gracias a Taylor Swift… Por… Por… Por All Too Well Ten Minutes Version. 

— ¡Amen!

Bin y Rosie casi gritaron.

Luego se encontraron a los ojos y tuvieron un raro intercambio de miradas que hizo que  Ji-ji le temblara un párpado. Miró a su hermana de mala manera y esta sólo le sonrió mostrando ambos pulgares.

— No te pongas celosa de mí, ponte celosa de las mujeres en general. 

— ¡Sobre todo las de París y Nueva York!

Jimin vociferó y sus padres la regañaron por eso.

Rosie se cohibió apenada en su silla mientras se ocupaba de jugar con sus anillos.

Ji-ji puso su mano libre sobre el hombro de su “casi” novia y agregó: — Quería sólo, agradecer de estar aquí con ustedes. Son personas importantes para mí. Tío, tía, gracias por cuidarnos a mí y a Bin cuando Abonim y Omonim, tuvieron que mudarse con Sang fuera del país. Bin, es bueno verte, ahora no me robes a mi novia sólo porque te gusta Taylor Swift —, le da una mirada de advertencia juguetona  a su hermana que niega elevando los brazos. Bin le dice que no Rosie no es su tipo, Rosie parece ofenderse, pero luego se ríe de manera nerviosa ante la mirada que Ji-ji le envía. — Hyun, hemos pasado mucho juntas, espero que el año que viene nos sonría. 

— ¡Nos urge comeback de Blackpink!

La tía Yeol manda a callar a las alborotadas amigas de Jimin, que hacen sentir a Rosie incómoda por media fracción de segundo.

— Pandilla de malhechores —, eleva su vaso de cristal hacía Minjeong, Ningning y Aeri, que solemnes hacen los mismo. Minjeong se negaba, pero Aeri le asestó un codazo que la hizo fruncir las cejas. — Gracias por ser amigas de Jimin y ojala aprueben sus parciales.

— Ojala y Naevis te escuche.

— Aeri, ya entendimos y nadie va a meterse a ese culto tuyo.

— ¡El metaverso no es un culto, es un estilo de vida!

Minjeong y Aeri comienzan a pelearse y Ji-ji rueda los ojos por quinta ocasión. Ve que Rosie tiene una sonrisa un tanto intrigante, es como si hubiera escuchado un buen chiste mientras ve a las chicas pelearse antes de que la tía Yeol las mande a callar.

— Jimin —, gruñe el nombre de su prima sabiendo que puede abrir la boca en cualquier momento. — Tengo un regalo para ti. 

— Áh, ¿Enserio?

Parece erguirse en su asiento ante eso con bastante emoción.

— Unnie te hará cumplir tu sueño. Te voy a llevar a ver una obra de Tiffany Young.

Realmente, Ji-ji no tenía un regalo, pero tenía que comprar el silencio de su prima. Jangmi se sentiría muy avergonzada si Jimin hacía uno de sus chistes. A veces tenía un sentido del humor bastante pesado y prefería no incomodarla. Además, tenía algunos negocios que involucran a Tiffany Young, así que estaba matando dos pájaros de un tiro. Aunque estaba pensando, ¿Por qué Jimin seguía adorando a Tiffany?, sabía que era su favorita de SNSD, después de la salida de Jessica Jung de la agrupación, sin embargo… No esperaba en realidad que le siguiera gustando la banda, no después de todo ese drama que artificio en 2018.

Sabía que Jimin no se lo perdonaría nunca a Taeyeon. Y eso fue quizás para su prima más pequeña fue un tajó milimétricamente bien enterrado sobre el corazón.Los ojos de Ji-ji vagaron a Hyun que la miró con una ceja elevada al notar la mirada triste que supuso le había dado.

Ser la líder de Red Velvet venía con problemas gratis. 

Supo aunque el dolor y la culpa le seguía pesando, detrás de su cráneo.

 Ji-ji tuvo que cuidar de Hyun en ese tiempo, era un añadido más a la montaña de cosas que tenía que hacer. Incluso la hacían llorar de la desesperación de no poder arrancarse la piel, ni su nombre.

"Si vuelves a buscar a Joohyun-ssi te juro que te voy destruirte, ¿Entiendes?, eso es todo!".

Su propia amenaza hace que se le revuelva el pollo, el arroz y quizás los vegetales encurtidos, como el rábano picante o el Kimchi. Ella se relame los labios intentando arrastrar lejos ese recuerdo y se le evapora al sentir los dedos de Rosie sobre su palma. Puede verla preguntando si estaba bien, a lo que ella da un asentimiento y luego atrae los nudillos de Rosie a sus labios dándole un pequeño beso. No le importa mucho la mirada quirúrgica que todos le brindan, ni mucho menos si ha sobrepasado cualquier límite que imponga un acto tan íntimo como ese. Su cultura usualmente desaprueba las muestras de afecto en público, pero, por alguna razón, no le importa mucho hacerlo frente a su familia, incluso si políticamente les ha faltado el respeto. Rosie se talla la rojez de su cuello y Ji-ji la mira un poco, un buen rato, algo turbada por como se le pone el cabello de un color dorado, como pequeños halos de luz, al reflejarse en la luminiscencia de las lámparas.

Sus tíos no parecen para nada molestos. Se los nota desconcertados, pero la sonrisa que crece en el tío Jin le hace darse cuenta de que está segura. Ahí está a salvo. 

Incluso Hyun que se ha tenido que adaptar a la presencia de Rosie en la cena, sonríe levemente. No está del todo feliz, porque ha tenido unos años de mierda, pero parece tranquila y no está tan apesadumbrada como a principios de año.

— Estoy bastante contenta esta noche y estoy muy feliz, de que hayas venido. Por favor, espero que nos sigamos entendiendo, cada vez mejor. Por favor mantente saludable y espero que… Espero estar a tu lado el siguiente año también.

Cuando la vergüenza la sacude se deja caer y se tapa las manos con el rostro. Su hermana  y Jimin la arrullan en burlas. Mientras Rosie sólo le abraza con fuerza, mientras intenta limpiarse las lágrimas.

— Ustedes son estupendos, son… Muchas gracias por dejarme estar con ustedes. Muchas gracias por… Suzie, cuando estemos juntas espero que creemos recuerdos, tristes o felices, pero, a tu lado.

A Ji-ji se le pinchan las lágrimas y sabe que ambas necesitan un momento de privacidad.

Le pregunta con la mirada a Rosie si la puede arrastrar a un lugar más privado. Ella asiente. Y Ji-ji toma su mano y la lleva a la cocina. El tío Jin entonces se pone a contar una anécdota sobre cómo una vez olvidaron a Jimin en E-World, más específicamente la Torre 83. Los quejidos de Jimin melodramáticos son silenciados mientras cierra la puerta tras de ella con suavidad. Se gira para ver a Rosie, las luces de la cocina están apagadas, así que sólo reconoce las sombras de su cuerpo. Ve la forma en que el suéter oculta la curvatura de su cuerpo, pero, aún puede ver donde están sus pómulos prominentes. No necesita preguntar ni decir nada. Ambas saben porque entraron dentro y entonces Ji-ji la acuna el rostro con tanta ternura, porque tiene miedo de que sea frágil y que la presión extra lo quiebre como vidrio. Se besan en la penumbra, acompañada por el goteo perpetuo del grifo y el zumbido del refrigerador encendido. Se toman algunos momentos, tocándose como si estuvieran cegadas. Mirándose con los dedos. La forma en que los hombros de Rosie son anchos y puntiagudos. La forma en que el cuerpo de Ji-ji tiene bordes menos afilados y más suaves. 

Nunca se habían besado de una manera tan amielada. Tan fuera de una llama errática; esta es como una llama débil y pequeña, casi apunto de apagarse. Pero que sigue tildando el cuarto de un tono ocre.

— Lo siento.

Ji-ji dice mordisqueando los labios de Rosie antes de separarse.

— Está bien, yo también quería besarte. Aunque no creo que la cocina sea un buen sitió para eso.

Sus ojos viajan atemorizados hacía la puerta y Ji-ji pone su mano sobre la de Rosie, envolviendola como si fuera un suave abrigo de lana.

— Ellos no van a decir nada, no es algo que las incumba y respetan eso.

— Jimin por otro lado…

— Creo que ya la soborné, así que no tienes que preocuparte por ella.

Se ríe y Rosie también lo hace.

Luego siente los brazos largos y delgados rodear su cuello. La cabeza de la rubia se aprieta contra su clavícula y parece estar aspirando fuertemente.

— Realmente me gustas mucho, me has gustado mucho desde hace tiempo.

— Tú también me gustas mucho, lo que dije allá es verdad. Quiero seguir a tu lado el próximo año, ¿Si me lo permites?

— A mi no me importaría darte la ciudadanía Neozelandesa o Australiana.

La escucha decir.

Se vuelven a dar un último beso, diciendo lo mucho que se gustan antes de refrescarse un momento y salir como si nadie supiera lo que pasó dentro de la cocina. Tal como lo prometió nadie dice nada, es como si no hubieran tenido un momento cursi. La tía Yeol les dice que se sirvan un poco más de comida, pero que guarden estómago para el postre. Luego le cuentan a Rosie sobre cómo sus tíos fueron con una chamana a que les leyera las manos y descubrieron que la tía Yeol fue un general bastante sanguinario en su vida pasada. Lo que hizo tragar saliva a más de uno. Y al principio todos se asombraron cuando dijeron como su tío y su tía estaban conectados desde la otra vida. El tío Jin había sido una doncella hija de un estudioso, que tuvo una aventura en la vida pasada del tío Yeol siendo trágicos amantes. 

— La chamana dijo que las cosas no terminaron bien para ellos. Él murió en una batalla, ella se casó con un emperador. Pero siempre lo amó a él. Dice que juraron encontrarse en sus próximas vidas… Y dios o lo que sea que fuera lo concedió, dijo que en esta vida, el destino nos había dado la benevolencia de vivir lo que no pudimos, el amor que no pudimos darnos para siempre.

— ¡Eso es tan tierno!

Rosie parecía encantada.

— Sí, lo es, esposa y yo estamos conectados, yo lo sabía. La primera vez que vi a Seung-yeol, sentí como si la conociera. Incluso me sentí abrumado y lloré.

La tía Yeol bufó cruzándose de brazos.

— Que no los time este payaso. Estaba así, porque un niño llamado Chin Chin-hun, casi lo noqueó después de retarlo a pelear afuera de la escuela. Mi padre era buen amigo de su padre, así que cuando vi cómo estaba tirado en el suelo, con la nariz sangrando y haciéndose pis, corrí a salvarlo. Ese tonto hermano tuyo fue por Tokki, así que nadie te iba a salvar. Era delgado, muy delgado, tenía las piernas de un galgo, un enjuto, se le marcaban los huesos en las rodillas y en los codos. Entonces le dejé un ojo morado a Chin Chin-hun, nadie le creyó que fui yo.  

— ¡Nonna!

El tío Jin se queja.

Es raro que la llame de esa forma. Sólo lo hace cuando se siente tremendamente avergonzado. Incluso a veces olvida que la tía Yeol es tres años mayor que su tío y que casi crecieron juntos como primos o parientes lejanos, sólo porque sus padres eran buenos amigos y cuando murió la madre de la tía Yeol, su abuela estuvo pendiente de ella y su hermana, para que no les faltara un figura femenina en su vida, ya que el padre de su tía es un tipo muy tosco y rudo, demasiado masculino. Siempre fue un hombre estricto, es lo que le contó Hyun una de esas veces en que bebieron hasta tarde y Hyun se quedó en el sofá dormida. Le dijo que el padre de la tía Yeol quiso educarlas para que fueran competentes y le ayudarán cuando ya no pudiera. Las hizo ir a cazar a las zonas rurales y un tanto inhóspitas. Hacían senderismo todos los domingos, de cierta manera les quitó la sensibilidad antes muchas cosas, como al no tentarse en matar ardillas o desollar el resto de animales que cazaban. El abuelo Paek era un tipo brutal, que solía pegarles a sus hijas cuando no hacían las cosas como él quería, como por ejemplo no sacar notas sobresalientes o no tener la cena lista cuando él llegara del trabajo. 

— Deberia haberlo visto cuando se quedó mirandome como un tonto, la boca abierta y muy quieto. Lo tuve que acompañar a su casa porque estaba muy espantado.

— No estaba espantado, sólo… Pensé que omonim querría darte algunas cosas.

— Él sin duda tenía miedo —, la tía Yeol siguió diciendo.

— Puede que no sea el mejor luchador, pero tengo una personalidad arrolladora y este rostro.

Dice señalando su rostro con una sonrisa encantadora.

La tía Yeol rueda los ojos molesta: — ¿Por qué me case contigo?

La voz con la que lo dice rezumba en cariño y la forma en que el tío Jin le sonríe con suavidad y ternura lo responde todo.

La cena termina un poco tarde. No ha bebido tanto como para sentirse mareada y caerse de bruces contra el suelo. Rosie parece estar igual. La pandilla de Jimin y Jimin se han ido a jugar en la nieve, con la promesa de abrigarse hasta las narices. El tío Jin les ha pedido a ellas —Bin, Hyun, Jangmi y Ji-ji—, si pueden limpiar. Él y la tía van a salir a pasear un rato en pareja al centro de la ciudad. A ellos les gusta mucho caminar por un pequeño túnel de luces navideñas. Así que, entre las cuatro se ponen manos a la obra. Hyun mete los manteles a la lavadora y barre los restos de suciedad del suelo. Bin mete el resto de las sobras en tuppers y los  ajusta en el frigorífico mientras Rosie y ella se encargan de lavar los platos.

— Solíamos trabajar medio tiempo, todos los veranos en el restaurante familiar.

Bin le contaba a una interesada Rosie.

— ¿Enserio?

Luego ve a Ji-ji con los ojos muy abiertos.

— Papá solía enviarnos a Daegu, desde que eramos pequeñas y aquí se necesitaban muchas manos.

Ji-ji se encogía de hombros.

Bin se rió melancólica y Ji-ji se giró hacia su hermana alumbrada por la luz del frigorífico mientras tapaba un recipiente con algunos pasteles de arroz.

— La tía Yeol es una dictadora. Empezamos siendo meseras y luego lavaplatos, éramos pequeñas y fue un desastre al principio. Ji-ji confundía las comandas y la tía Yeol nos regañaba y el tío Jin se reía diciendo que éramos muy pequeñas.

— No era gratis, nos pagaba y usábamos el dinero para comprar dulces o ir a ese puesto de Tteokbokki que a Hyun le gustaba mucho.

Ji-ji asiente de manera distraída secando los platos que Rosie le pasaba para colocarlos en su lugar.

— Es muy bueno, la ammonim siguen vendiendolos en la misma esquina de siempre, se lo he preguntado a Jimin cuando estaba quedando conmigo.

— Eso es genial, podemos ir, tienes que probar tus primeros Tteokbokki.

Rosie arrugó el rostro: — Pero ya los probé, mis primeros Tteokbokki en Seúl. Miyeon-ssi nos llevó a todas las aprendices, al puesto de su abuela.

— Habla de que estos son tan espectaculares que es como volver a tener el paladar virgen del Tteokbokki.

Ji-ji la vio meditando y luego sonrió de manera feliz.

— Me encantaría.

— Bien mañana llevaremos Blondie al cielo del Tteokbokki.

Al terminar de ordenar, las cuatro se sientan en el suelo, alrededor de la mesilla baja que estaba en la sala. Mientras Ji-ji tiene una conversación bastante trivial con Hyun y Rosie, su hermana mayor desaparece para regresar con una botella de Johnny Walker con etiqueta negra.

— ¿Qué tal si celebramos la navidad a la usanza inglesa?

Se burla moviendo las cejas y agitando la botella frente a sus narices. Rosie parece apoyarla de inmediato, su voz exclama que sí, pero luego se apaga de vergüenza cuando ve que Ji-ji la está mirando con cierta precaución. No sabe si sería buena idea beber en la sala de estar, cuando aún todos estaban afuera. Hyun parece igual de dudosa. Sin embargo su hermana y Rosie se alían para convencerlas y todas terminan en la habitación de Hyun sentadas en suelo, apoyadas contra la cama. Tienen cuatro vasos de vidrio largos, una bandeja con hielo en un cubito, una cuchara para mezclar, coca cola sobrante de la cena y se turnan para servirse la mezcla fuerte, pero endulzada por la coca cola. 

— Sólo nada de excesos —, dijo llevando su propio vaso a los labios. 

Hyun la secundaria.

— Mamá es capaz de ponernos a trabajar mañana.

Entonces Bin gimió.

— ¡No, por favor!

— ¿También yo? —, Ji-ji ve a Rosie que se apoya sobre su hombro. La abraza para atraerla más cerca suyo y deposita un beso húmedo en whisky y soda sobre su frente. La vio estremecerse por el témpano de hielo que deben de ser sus labios.

— Posiblemente, lo siento por eso.

— Ella necesita manos —, Hyun suspira llevándose las manos a la cara.

—  No te preocupes, Ji-ji y yo vamos a cuidarte, también Hyun.

Todas fijan sus ojos en una Hyun comenzando a servirse otro trago. Ji-ji se ríe al ver la reacción de gato huraño que tiene al saber que todas se le quedan mirando.

— Jennie me mataría si no lo hago.

Suspira exageradamente.

Luego comienzan a contarle algunas reverberaciones sobre sus experiencias en el restaurante familiar. La favorita de Ji-ji fue esa vez a las doce, cuando Hyun, Bin y ella se quedaron atrapadas en la cámara frigorífica. Se supone que su tía Yeol les había puesto a lavarla. Habían comenzado después de unas horas descongelando ese lugar. Habían comenzado a limpiar la sangre seca de los pollos muertos con algunos productos, después de pasar algunas cubetas con agua caliente. Mientras tallaban el líquido marrón rojizo cantaban una canción de Boa de manera distraída. No recuerda mucho de cómo sucedió, pero Bin iba a salir para traer una cubeta de agua cuando se dieron cuenta de que estaban encerradas. 

— En vez de conservar la calma todas comenzamos a  llorar. Hyun estuvo pegando manotazos a la puerta, para ver si alguien andaba. Claro, la tía Yeol nos decía que le pusiéramos un tope a la puerta por si algo así pasaba. Ya sentía su regaño, nos iba a matar o a colgar como los pollos muertos que enganchaba con las patas amarradas.

— No recuerdo cuanto estuvimos ahí. Aún conservaba cierta temperatura fría, pero, sí recuerdo que el tío Jin llegó alarmado y nos miró a todas tiradas sobre el agua pestilente —, Ji-ji se ríe levemente, la risa le viene fácil y es por el alcohol. Sabe que Jangmi la observa, puede sentir cómo la ve, con la boca ligeramente abierta y ratos dándole algunos tragos a su bebida.

— Bueno, Omonim nos asesinó esa vez. Desde entonces siempre recordé poner un tope. Le he dicho a Jimin que por favor siempre lo ponga, no quiero que se quede encerrada, es algo claustrofóbica.

Todas mueven la cabeza de manera afirmativa con pereza ante las palabras preocupadas de Hyun.

Cambian de tema. Comienzan a ponerse al día con Bin. No había visto a su hermana en más de tres años y medio.  Y de cierta forma extrañaba tenerla cerca. Bin casi casi se había encargado de cuidar de ella.  Eran demasiado unidas de pequeñas, Bin siendo una fuerza de la naturaleza protectora, se encargaba mucho de velar porque Ji-ji hiciera su deberes, se atara los cordones de los zapatos correctamente y tuviera una cena balanceada. Tomaba su mano cuando iban juntas a la escuela desde el preescolar y le obligaba a guardar sus lápices de colores en su lapicera. Cuando Sang nació y toda la atención de sus padres se centró en él, Bin centró toda su atención en ayudar a Ji-ji, así su madre no tendría que preocuparse de ambas. De cierta manera, Bin se había convertido en una adulta a una edad bastante corta. No era para más, Sang estaba enfermo y era el pequeño rayo de esperanza de sus padres. Así que Bin aprendió a agachar la cabeza y a obedecer, incluso si a veces se ponía algo crítica. Ji-ji y ella discutían mucho, Ji-ji era una rebelde, una chica que frenéticamente sabía lo que quería y cómo lo quería. Ahora había crecido, ya no era la misma inconsciente, pero en ese tiempo no había día en que no le diera migrañas a sus padres y que Bin tuviera que ser reñida por su culpa. 

Al pasar de los años, con ella asentándose en la industria le pidió perdón a Bin por todos esos malos tragos. "Está bien, no importa mucho ahora, eres mi hermanita y estoy orgullosa de tenerte, te quiero". Que Bin ya no estuviera a dos horas de tren de distancia si fue duro. Ji-ji se sintió tan sola, tanta desolación la había dejado vacía como una muñeca hueca. Pero, ahora estaba feliz, de estar ahí sentada en el piso. Rosie tenía su cabeza sobre sus piernas. Perezosamente se había encargado de acariciar su cabello, notando los pequeños asomos de raíces oscurecidas. La voz de su hermana resonaba en emoción, hablaba sobre su vida en Londres. Les contó sobre su grupo de amigos, con los que iba todos los viernes por una copa o en cada final de algún equipo de fútbol. Ella no estaba tan interesada en el deporte o el equipo en la primera posición de las tablas. Sólo le gustaba la emoción de las personas a su alrededor. Ella estaba estudiando su tercer año de fotografía en la Universidad Westminster. Tenía un colega llamado Albin Dixon que cubría algunos eventos para un fotógrafo irlandes George “Georgie” Keegan. Usualmente cubren pasarelas y eventos relacionados con el mundo de la moda, o algún estreno de alguna película. Georgie era uno de los creadores de una revista virtual llamada Fashion Report. No eran tan conocidos como otros medios, pero sin duda tenían una pequeña base de seguidores en diferentes plataformas. Así que tenían algunos pequeños equipos de fotógrafos navegando en algunos eventos. Uno de los editores llamado Thamir Assaraf tenía bastantes conexiones de la élite y de la industria, así que así era como tenían pases de acceso.

— Cada trimestre nos dan un calendario de actividades que cubrir. A veces les ayudo como reportera junior, por mi licenciatura en periodismo.

Su hermana se encoge de hombros.

— ¿Y te tratan bien?

Bin hace una mueca de disgusto.

— Georgie está drogado o ebrio la mayor parte del tiempo. No sé si las dos. Thamir es una mierda, que se la vive lanzando los artículos de algunos de sus enviados reporteros. Pero la paga es buena, si sacó una gran toma, me aumentan el precio. Si las cosas siguen así, compraré un auto, si siguen mejor me Dix y a mi nos enviaran a cubrir altos eventos. Thamir tiene un colega frances Victor Boulet, tiene conexiones grandes con algunos organizadores de la semana de la moda en París. Thamir quiere cubrir algunos eventos, a una tal Collette Besnard.

Rosie se quitó del regazo de Ji-ji para ver a Bin.

— ¡Oh la conozco!

— ¿Enserio?

La rubia asintió.

— Anthony me la presentó en la after de YSL. Es bastante excéntrica y su esposo es un bulgro llamado Teodor. Son gente simpática, pero tienen que tener cuidado sobre  ellos. No son confiables a  menos que se trate de negocios. Hacen algunas piezas de joyería para algunas marcas.

— Cool. Ella le está ayudando a conseguir el acceso.

— Sólo ten cuidado con Besnard, no es alguien con quien quieres estar atrapada en una fiesta. No dejes que te suba a su auto.

Ji-ji la miró con la ceja enarcada y Rosie se volvió a acomodar en su regazo.

Después Bin les preguntó sobre cómo se habían conocido. Cada una contó el vergonzoso punto de vista de la historia. Hyun estaba tan ebria que se reía como una foca sin aliento con cada torpeza de Rosie o con cada mala impresión que Ji-ji recordaba tener. 

Ese fue el motivo por el cual tuvieron que quitarle el teléfono a Hyun, antes de que comenzara a enviar selfies al grupo de Kakaotalk de Red Velvet. Había un montón de llamadas de Son Seungwan sin atender. Ji-ji apagó el teléfono. Llegó un punto en que ya sus piernas flaqueaban un poco y tuvo que arrastrar a su… ¿Novia?, bueno, tuvo que arrastrarla a su propia habitación. Bin y Hyun se acomodaron en la cama incómodamente abrazadas en una cuchara antes de graznar un buenas noches. Rosie se enganchó a su cuello, mientras usaba las paredes para equilibrarse. Intentaron no hacer ruido, ni tirar los marcos con fotografías familiares. Intentaba no reírse, pero cuando Ji-ji bebía mucho era muy fácil que la risa le brotara. Cuando llegaron a la habitación casi fueron derribadas por Hank y Damon. Sin embargo, Rosie la sostuvo para que a Ji-ji no se le doblaran las piernas. 

Ni siquiera era consciente de cómo terminaron en la cama. Rosie estaba bastante tomada y demasiado pegajosa. No dejaba de buscar contacto físico o restregar su nariz contra el cuello de Ji-ji, haciendo que se le pusiera la piel de gallina en esa zona.

— Tienes que controlarte un poco —, le susurraba sujetando el mentón antes de que Rosie le metiera la lengua en la boca. El sabor a whisky con cola le hizo estremecer. — ¡Jangmi!

El quejido hizo que ella se detuviera. Parecía como si recibiera un disparo de un taster. 

— Lo siento, sólo me pones caliente.

Se echó a reír separándose un poco de Ji-ji. 

— Más bien el alcohol te pone .

— Sí, tienes tanta razón.

Ji-ji vio como Rosie movía el pie estirado de un lado a otro en la punta de la cama.

— Tengo un regalo para ti.

— ¿Enserio?

— Sí, no sé si sea la gran cosa.

Dijo mientras se giraba para verla. Rosie se giró para que su ojos estuvieran de frente.

— ¿Por qué no lo sería?

— No podría competir contra lo que supongo todos te darían.

Rosie negó y acarició el labio superior de Ji-ji con el dedo pulgar. Parecía bastante centrada en sus labios. Luego se inclinó y depositó un beso cerca del surco nasolabial.

— No creo. Pienso que quizá lo atesore mucho.

— Es tonto.

Ji-ji mascó la mejilla. Estaba navegando por Amazon unos días antes de navidad, cuando vio algo que a Jangmi le gustaría. No era la gran cosa, ni siquiera era caro. Sólo pensó en su pensamiento pragmático que sería útil. 

— No. En realidad, ¿Puedo verlo?

— ¿Ahora? —, interrogó.

Rosie asintió de manera efusiva.

Ji-ji suspiró y se levantó. El colchón crujió y caminó torpemente evitando las embestidas de las patas delanteras de Hank. Cuando se agachó para rebuscar en su maleta, Hank se acercó a lamerle la oreja. Ella le pidió que la dejara buscar la caja con el regalo de Rosie y él seguía gimiendo por la atención de Ji-ji. Ni siquiera Damon parecía así. Su chico parecía siempre estar bien de ser privado de sus afectos. Cuando se giró lo miró estar acostado sobre el estómago de Rosie, que se dedicaba a jugar con sus orejas de manera perezosa. Su corazón creció diez mil veces más por la escena. Cogió a Hank por la panza, haciendo que sus patas se tambalean en el aire mientras se subía a la cama y lo acostaba en medio de ambas.

— Mira.

Rosie se gira para ver la caja extendida. Estaba envuelta en un papel de regalo metálico, de un color dorado reluciente que tenía atisbos de brillos aun en la penumbra.

Jangmi comenzó a abrirlo. Mientras Ji-ji calmaba su ansiedad con los lengüetazos de Hank en sus mejillas. Cerró sus ojos no queriendo mirar la reacción de Rosie aunque el jadeo indicó sus sorpresa.

— ¿Suzie…?

Ji-ji la encontró con la mirada acuosa. Vio el pequeño cubo que podía cubrir con toda la palma de su mano. Tenía colores morados, azules, negros, como el de las galaxias, incluso una breve bruma magenta.

Los dedos de Rosie se movieron curiosos como sus cejas fruncidas en concentración.

— Te veo todo el rato jugando con tus anillos. El metal rosa tu dedo y deja marcas. Pensé, pensé que te gustaria esto. Es un cubo infinito. Cuando te sientas ansiosa puedes manipular todas sus partes.

Le indicaba mostrándole algunos patrones que podía hacer con él.

Rosie parecía sin aliento y le dio una mirada de agradecimiento.

— No, no tenías que darme algo como eso.

— Lo sé, pero, quería que tuvieras algo. Los caballeros tienen espadas, los magos tienen cetros poderosos y bueno, sé que tienes la música. Pero no siempre puedes llevar tu piano o tu guitarra. Es pequeño y discreto. Es una herramienta funcional.

Rosie asintió mientras escuchaba el traqueteo que el cubo produce al moverse.

— El sonido… Es bastante reconfortante.

Aspira y luego parece centrarse en mover y cambiar de lugar las piezas.

Así están un buen rato. Hasta que Rosie se escabulle y camina hacía su mochila para sacar una bolsa de regalo.

Se la tiende Ji-ji que se incorpora en la cama bastante consternada, ¿Qué era eso?, la pregunta resuena en su cabeza.

— Abrelo, es para ti.

Jangmi la alienta y quita la cinta adhesiva de los bordes.

Al ver el peluche soltó una carcajada.

— ¿Estás jodiéndome?

Rosie sólo comenzó a reírse ella también.

— Es para que tengas consciencia en los pingüinos, pro asesinos de pingüinos.

— ¡Selección natural!

Se queja sacándole la lengua mientras ve el adorable pingüino de felpa. Incluso la textura era suave. Tenía una especie de sombrero azul aguamarina con una balanza que en un extremo tenía una estrella dorada y al otro una luna menguante del mismo color.

— Es de tu signo zodiacal, venían al azar y tuve suerte. Bueno no tengo tanta suerte, y quizá tenga veinte peluches en mi casa. Pero bueno. Lo compré en línea en un Minisoo.  Espero que te guste.

Ji-ji abrazó al peluche contra su pecho sintiéndose tibia.

— ¡Me encanta es tan suavecito, como tus mejillas!

Comienza a apretarle los mofletes, haciendo que Rosie se queje. Luego se vuelven a pesar y pasan un enorme rato entre besos perezosos parpadeando por el sueño. Ji-ji se acurruca contra Jangmi al dormir.  

Su cuerpo era lo bastante cálido como para un invierno tan cruel y despótico de Daegu.

Al día siguiente se levanta muy temprano. La tía Yeol cumple lo que esperaban y pone a todos a trabajar en el restaurante. A las chicas las manda al fondo. Lavando platos. Sus tíos les dieron el día a sus trabajadores y ellos sólo abrieron hasta medio día. Jimin y su pandilla atienden las comandas, sus tíos cocinan. Hyun, Rosie y Ji-ji lavan los platos, mientras Bin ayuda a sus tíos cobrando. Las chicas tiene una libreta y anotan una raya por cada vez que escuchan a  Bin rezongar diciendo que no es Irene de Red Velvet. Luego el tío Jin y la tía Yeol les dan un tour por la ciudad. En la tarde van a comer el Tteokbokki y Ji-ji graba como Rosie llora al dar el primer bocado diciendo lo delicioso que estaba. No para de decirlo por el resto del tiempo que pasan ahí. 

Caminan por los callejones familiares a sus ojos, con la nieve controlada por las barredoras. Y en vez de sentirse abrumada por recordarse a sí misma siguiendo a su desorientada abuela. Camina animada. A pesar de la capa de guantes térmicos, puede sentir el calor que emana de la mano de Rosie que se aferra a ella. 

Delante de ellas iban Bin y Hyun. Ambas anda empujandose mientras se rien de un recuerdo tonto de cuando tenían siete. 

Y es extraño y abrumador pensar que la navidad se siente menos melancólica y más esperanzadora. Los colores son más vivos, los sonidos más intensos y el sol calienta su rostro entumecido por el invierno.

Se contiene de besar a Jangmi con el cabello cubierto por la capucha y el rostro tapado por la mascarilla. En cambio recuesta su cabeza en el hombro, y siente como el mentón de Rosie se aprieta contra ella.

La cena es igual de animada que las anteriores e intenta preservar todo en su memoria. Las risas, la dulzura de las voces zumbando. Al subirse al tren de regreso a Seúl, todo se siente un poco más estático. Jimin lloró un poco abrazando a Rosie, pidiéndole que le escriba cuando pueda y que su hermana o su prima Bin están calientes, para que se quede en la familia si no es con ella. Ningning y Aeri choca puños con las dos. Minjeong suelta un dato sobre como las ardillas pueden girar los tobillos 180°. Recuerda que Jangmi apoyó sus palmas en la mesa y le mostró cómo podía girar su muñeca alrededor de su eje. Hyun dice que irá días después y que se llevará a Bin con ella. 

Se vuelve a aferrar al abrazo de su hermana y se prometen estar en contacto. Sus tíos les dan grandes cantidades comida tuppers para que lleven. Incluso a Rosie le dan un par de paquetes con quinchos de pollo con una tarjeta que tiene el nombre de Kim Jisoo en Hangul.

Ellas tienen que marcharse. Ji-ji aún tiene que empacar y terminar de arreglar sus papeles. El viaje a  Melbourne es al día siguiente y tienen que tener todo listo. 

En el tren se recuestan sobre la otra. Rosie está ocupada moviendo el cubo mientras la estación de Daegu desaparece.

Cuando lo hace se siente triste, se siente como dejar Gwangju hace algunos años.

Luego fija su vista en la rubia que la mira en silencio, meditando.

— ¿Estás segura de que quieres ir conmigo a Melbourne?

Ji-ji le da una sonrisa juguetona.

— Compre un diccionario de inglés y mi tío me acaba de enviar una página interesante sobre frases en acento australiano. Ejem, oye …  G’day mate, i’m Suzie, how are you going?, también aprendí a decir gracias diciendo: Ta.

Rosie se palmea el rostro.

— Eres una idiota, ¿Por qué me gustas tanto?

Se queja con una mueca divertida.

Ji-ji se ríe.

— Es algo que toda persona que sale con un Bae se pregunta.

Rosie rodó los ojos. 

Ji-ji no estaba exagerando. Así era. Los Bae eran gente muy rara y complicada. Fáciles de querer, pero difíciles de entender. Sin embargo, incluso cuando tenía dudas de quedarse enterrada en la nieve, la forma en que Rosie la miraba, no pudo tener muchas dudas sobre eso.

Se perdieron en las imágenes desérticas de un campo glacial. Más se alejaban de Daegu y Ji-ji no pudo evitar que las lágrimas le pellizcaban las mejillas.

Si ella tuviera que elegir un hogar, sería Daegu.

Pensó que incluso en la tristeza de este panorama tan esteril, había una belleza rezumbando en el horizonte.

Jangmi apretó su mano y estuvo sosteniéndola todo el viaje.

Mientras compartían suspiros, auriculares, una lista de Spotify y Chasing Cars de Snow Patrol.

If I lay here.

If I just lay here.

Would you lie with me and just forget the world?

 

 

 

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TorresMendoza
Espero que les guste.

Comments

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nishichan
#1
Nice
Kookkne
#2
Chapter 11: Pero qué fue todo este capítulo??? LMAOOO mi estado de ánimo se elevó diez veces con cada cosa que iba leyendo JSJS
Kookkne
#3
Chapter 10: Así que los Bae han pasado por muchas cosas eh, y también son otra cosa, pueden ser tan impactantes en cuanto a su apariencia como también su personalidad. Suzy ha pasado por mucho, espero que paso a paso vaya aprendiendo a sobrellevar todo mejor. Por otra parte autor(a), admito que me quedé en esta historia porque (aparte de lo interesante que es) tiene una etiqueta wenrene, en este cap ese pequeño atisbo de lo que pudo suceder entre las dos me dejó intrigada, tengo curiosidad por saber que fue lo que sucedió entre ellas (aunque también *inserta meme tengo miedo* porque suena a que sucedió algo que no es bonito). La tía Yeol es otra cosa, la parte en la que habla de la ardilla JSJS. A la espera del próximo capítulo 👀
Rose_124 #4
Chapter 9: Mi favorita historia en el momento
Kookkne
#5
Chapter 9: Wow cada vez se vuelve más interesante esta historia, me gusta. Admito que me sorprendió ver que era escrita en español, son escasos los trabajos en nuestro idioma así que me gusta la sensación de saber que el contexto lo puedo entender completamente sin tener la barrera de leer todo en un idioma extranjero y que maneja significados distintos.

Hasta el momento el desarrollo es genial y ver cómo de "odiarse" a luego terminar en una relación para llegar hasta este punto dónde Rosé está conociendo a la familia Bae es un crecimiento que hace que quiera seguir viendo que sucede después. La parte final de este capítulo JAKSK el próximo se ve prometedor, estoy impaciente por la prox actualización autor(a). Gracias por compartir esta historia :D
Noemami123xd #6
Chapter 3: Excelente historia!! Espero tener otro capitulo, tu forma de escribir me encanta!
Pmon21 #7
I loved it, I look forward to the next chapter
ettrrr #8
Chapter 3: No suelo comentar estas cosas pero me sorprendió no ver ningún comentario. Está muy bien escrito, sigue así!