Seúl, Corea del Sur...

Unas risas y unos gritos son los que provenían dentro un jardín de niños. Era un día como hoy en donde los niños iban a la escuela a aprender cosas nuevas o también poder ver a sus amiguitos y jugar con ellos.

Una chica delgada de cabello largo, lacio y oscuro, salió de su auto y caminó hasta la entrada del jardín de niños. Tocó el timbre y esperó unos segundos. La puerta se abrió.

— Oh Seulgi. Buenos días.— la saludó una chica pelirroja.

Seulgi sonrió.— Buenos días, Lisa.

— ¿Qué haces aquí? Aún no es la hora de la salida.— dijo revisando su reloj.

— Ya sé que no.— dijo riéndose con torpeza.— ¿Está la directora Lee?

— ¿Para qué?— Lisa le abrió el paso para que Seulgi entrara.— Es decir, sí está pero necesito saber el motivo.

— No te imaginas, Lisa. A que no sabes quién me llamó.— dijo mientras comenzaban a caminar.

— ¿Quién?

— Irene unnie. Me llamó desde Francia para darme la noticia de que volverá a Corea.

— ¿De verdad?— preguntó sorprendida.

— Por eso es que vine en cuanto pude. Si no, hubiera llegado más tarde como un día cualquiera.

— Qué feliz se pondrá tu sobrina cuando se lo cuentes.

— Precisamente vine aquí para darle la noticia a ella y a la directora.— ingresaron al interior.— ¿Cómo se ha portado?

— Sabes que siempre se porta bien, es una de las niñas más educadas de esta escuela porque con otros grupos una maestra no aguanta.

— Tienes suerte de que seas maestra de baile porque eres capaz de reprender a un niño si se descontrola.

— Me desesperan. De no ser porque Wendy unnie es la encargada de poner el orden, me hubiera convertido en Cruella de Vil y todos los niños fueran mi perros.— se detuvieron en la puerta que estaba cerrada.— Llegamos.

*Toc Toc*

— Adelante.~

— Soy yo, directora Hyunjoo.— dijo Lisa entrando.— Lamento interrumpirla, pero la señorita Bae está aquí para hablar con usted.

— Bueno, hazla pasar.

— No hay necesidad de decírmelo, porque ya pasé unnie.— dijo Seulgi como si nada.

Hyunjoo negó con la cabeza.— Tan babo como siempre.— dijo suspirando.— Te puedes retirar, Lisa.

— Claro.— obedeció la pelirroja cerrando la puerta.

— ¿Qué se te ofrece Seulgi?

Seulgi tomó asiento.— Vine aquí para darte una noticia y también para hablar de mi sobrina Yeri.

— No me digas que vas a volver a quejarte porque Wendy siempre está pegada a ella como la piel de un durazno.

— Claro que no, nunca lo hago— contestó con un puchero.— Entiendo que la quiere mucho, pero también la consciente demasiado.

— Ya lo hablamos, tú y yo sabemos que a Wendy le da pena verla tan sola.— suspiró.— 5 años y ya no tiene papá.

En un salón de clase estaba un grupo de niños dibujando tranquilamente y en cuanto terminaran se lo darían a la maestra para después jugar con los juguetes que ellos quisieran. Una niña de 5 años peinada con dos colas de caballo había terminado de dibujar, dejó los crayones y les mostró a sus compañeros su más apreciado arte.

— Miren lo que dibujé, es mi tía Seulgi.— dijo Yeri sonriente. En la hoja tenía el dibujo de un enorme oso.— Ya no tarda en venir por mí porque me prometió que estaríamos juntas el fin de semana.

— Claro, como tu papá ya se murió y tu mamá ya se olvidó de ti.— la atacó una niña.

— Eso no es cierto, Nancy. Mi mamá no se olvidó de mi.— se defendió Yeri.

— Eso no es cierto, tu ya no tienes mamá. Ella se fue lejos y nunca va a regresar por ti. ¡Nunca!

— ¡Mentirosa! ¡Eres una mentirosa!— le gritó corriendo a su lugar.

— Yeri es la única de nuestros alumnos que no tiene la dicha de disfrutar un hogar.— comentó Hyunjoo seriamente.

Seulgi asintió.— Sí, pero de hoy en adelante Yeri ya no estará tan sola. Hoy por la mañana recibí la llamada de mi hermana Irene, esta noche regresa de Europa.

Hyunjoo se sorprendió.— ¿De verdad?— Seulgi afirmó con un asentimiento en la cabeza.— Me da gusto, aunque hay algo que no entiendo.

— ¿Qué?

— ¿Es posible que una madre abandone por 3 años a una niña que necesita tanto su amor y protección?

— Sabes que no podemos juzgar a Irene unnie con severidad.— apretó sus labios.— Estaba enamorada de su esposo y el pobre murió de una manera violenta. Mi hermana enloqueció de dolor y se desapareció del mapa.

París, Francia...

Una chica delgada de cabello largo, ondulado y negro se encontraba en su departamento empacando su ropa. Hoy saldría al aeropuerto para tomar el primer vuelo a Corea. Estaba emocionada y a la vez nerviosa porque a partir de ahora comenzaría su vida desde cero y también intentaría recuperar el tiempo perdido. Se acercó a una mesita y tomó el portaretratos.

— Llegó la hora de regresar a Corea, Suho.— murmuró Irene mirando la foto del difunto hombre.— Siempre estarás en mi recuerdos y en mi corazón.— miró el anillo que llevaba puesto en su dedo anular.— Muy pronto estaré con Yeri, nuestra hija. Esa pequeña que te regalé hace 5 años y que tiene que ser mi razón de vivir.

Seúl, Corea del Sur...

Jardín de niños...

— Quiero darle la noticia a Yeri, ¿puedo?— suplicó Seulgi.

Hyunjoo sonrió.— Está bien. Dame un momento.

Hyunjoo tomó el interfon y apretó un botón esperando a que le entrara la llamada.

— ¿Sí directora?

— Wendy, necesito que traigas a Yeri a la dirección. Su tía está aquí y quiere hablar con ella.

— ¿Es algo malo?

— No, al contrario. Es una buena noticia.

— Bien, enseguida la traigo.

— Gracias.

La chica de nombre Wendy había colgado y corrió hacia una chica de cabello castaño.

— ¿Te puedo encargar a los niños, Solar? Tengo que llevar a Yeri a la dirección.

— ¿Qué hizo?— preguntó ella.

— No hizo nada, pero su tía está aquí y la directora me pidió que se la trajera.

— No te preocupes que yo me encargo de cuidarlos.

Wendy sonrió.— Gracias.

Wendy fue hacia la mesa en donde estaba Yeri quien jugaba con su muñeca, se acercó a ella y se puso de cuclillas para estar a su altura.

— Yeri-ah, necesito que me acompañes a la dirección.— dijo Wendy gentilmente.— La directora Hyunjoo quiere verte.

Yeri la miró.— ¿Por qué? Si yo no hice nada malo.

— Ya sé que no.— sonrió.— Pero adivina quién vino a verte... tu tía Seulgi.

Al instante los ojos de Yeri brillaron.— ¿De verdad? ¿Mi tía Seulgi está aquí?— preguntó con emoción.

— Sí pequeña.

— ¡Entonces vamos!— Yeri se levantó al instante y tomó la mano de Wendy mientras daba unos saltitos.

París, Francia...

Aeropuerto...

Irene entró al aeropuerto y tomó asiento esperando a que su vuelo saliera, se relajó un poco y cerró los ojos levemente.

....

"Te amo Irene."

"¿Ah sí? ¿Cuánto?"

"¿Ves el cielo?"

"¿Qué tiene el cielo? Ya es de noche y solamente están las estrellas."

"Exactamente, te amo a ti y a nuestra hija que tienes en el vientre. Las amaré de aquí hasta las estrellas."

....

Irene abrió los ojos al sentir una mano posar sobre la suya.

— ¿En qué piensas?~

Irene negó levemente.— En nada, solo estaba meditando.— contestó.— ¿Estás seguro de que quieres venir conmigo a Corea?

El hombre sonrió.— Ahora eres mi prometida y te prometí que estaría contigo, así va a ser. Aunque en Corea volverán tus recuerdos.~

— Son recuerdos del dolor, tremendos, tristes... pero si no estuviera curada, no regresaría.

— Llevamos un año de conocernos amor y ahora dentro de poco serás mi esposa.~

— No sé cómo lo vaya a tomar Seulgi, primero quiero consultarlo con ella. Aunque sé que me va a matar por todo lo que he hecho...

— ¿Y la niña? Ella te recuerda mucho a Suho... y no sé cómo reaccionará a lo nuestro.~

— Escucha, no le diré nada de ese tema porque aún está pequeña para que entienda estas cosas... lo primero que quiero hacer en cuanto llegue es abrazarla y decirle cuánto la extrañé. Suho siempre estará en mi corazón y Yeri es el fruto de ese amor, es mi motivo por el que estoy aquí.

— Pero amor...~

Irene se puso de pie.— Tenemos que entrar, el vuelo ya va a salir.— dijo a secas y comenzó a alejarse.

Seúl, Corea del Sur...

Jardín de niños...

*Toc Toc*

— Adelante.~

La puerta se abrió y Wendy entró con Yeri de la mano.

— Aquí está la niña.— anunció Wendy.

— ¡Tía Seulgi!— Yeri corrió hacia la chica quien se puso de cuclillas con los brazos abiertos.— Viniste temprano.

— Solo por ti.— Seulgi la abrazó con efusividad y se separaron.— Te tengo una sorpresa.— sentó a Yeri en su regazo.

— Me gustan las sorpresas. ¿De qué se trata?— preguntó curiosa.

Seulgi sonrió.— Mañana regresa tu mamá.

Yeri abrió la boca ligeramente. Estaba sorprendida por la noticia que le acababan de dar, su pecho comenzó a sentir una sensación extraña que nunca había experimentado. Finalmente la volvería a ver.

— ¿Regresa mi mamá? ¿Esa mamá que yo tenía?— preguntó Yeri emocionada. Wendy y Hyunjoo sonrieron con ternura.

Seulgi acarició su cabeza.— Esa mamá que tuviste siempre.

— ¿Y viene para quedarse? ¿Para que la agarren y no me la suelten?

— Nunca volverá a soltarte.— al instante Yeri comenzó a llorar.— ¿Qué te pasa, Yeri? ¿Por qué lloras?— preguntó preocupada.— ¿No te gustó la noticia?

— No es eso... estoy llorando pero de alegría. Mi mamá... mi mamá bonita, ahora seré como todos esos niños porque ahora tengo mamá.— Seulgi la abrazó con fuerza.— Aunque la maestra Wendy también es como mi mamá. Mi segunda mamá.

— Wendy ha hecho un buen trabajo como maestra.— habló Hyunjoo.

Wendy sonrió con timidez.— Es mi deber, además entre Yeri y yo hemos entablado una hermosa amistad.

— ¿Puede venir Wendy a almorzar con nosotras?— preguntó Yeri mirando a Seulgi.

— No sé qué diga ella.— dijo Seulgi.

— Claro que sí.— contestó Wendy.— Pero será más tarde, ¿de acuerdo?

— ¡Yay!

Por otro lado...

El avión dio el despegue, Irene estaba en su asiento con los ojos cerrados intentando conciliar el sueño. Sería un viaje largo y necesitaba descansar un poco, pero lo único que aparecía por su mente era Yeri, a esa niña que había abandonado por 3 años y que ahora finalmente estaría con ella para siempre. El accidente de avión fue lo que le arrebató la vida a Suho, se sintió muy deprimida que ni siquiera se puso a pensar en su niña de entonces 2 años y por eso tuvo la decisión de alejarse de todos yéndose del país. Desde su estadía en Parías recibía fotografías de Seulgi le enviaba sobre cómo