La Dulce Princesa trabajaba en su laboratorio desde hace una semana. No salía para nada de ahí. El lugar era ya un desastre, con papeles tirados y restos de comida por todo el lugar. Apenas si dormía y eso se notaba. Varias veces Mentita la encontró acostada sobre el escritorio y tuvo que llevarla a su habitación, solo para que después de una o dos horas de sueño volviera a escabullirse al laboratorio. La misma ropa la uniformaba desde entonces: una larga bata de laboratorio sobre un suéter del que sólo sobresalía un cuello de tortuga; su cabello en una cola de caballo y un par de enormes lentes frente a sus ojos. Estaba completamente en su laboratorio, o eso creía, hasta que...

-Sal de ahí taeyeon. Sé que estás aquí-

taeyeon  salió de su modo de invisibilidad.

-¿Cómo supiste?-

-Me pareció extraño que de repente el lugar se llenara con olor a frutas rojas-

-Ah, entonces, ¿reconoces como huelo? ¿Te gusta?-, dijo la vampiresa con voz seductora, tomando a la princesa por los hombros.

La soberana de dulce se separó inmediatamente, sin querer mostrar el nerviosismo que le provocó el movimiento de taeyeon.

-taeyeon, por favor, no. No podemos. No puedo-

-¿Cuál es tu problema?-, gritó

-¡Tengo responsabilidades! Además, yo con... contigo-

-¿Qué hay de malo conmigo?-

-Contigo, nada-, la respuesta sorprendió a la vampiresa y la hizo sonrojar, -Mi gente es la que...-

-¡Pues déjalos que piensen lo que quieran!-

-Es fácil para ti decirlo. Tú no gobiernas sobre nadie. No tienes ni idea de lo que es la responsabilidad-, reclamó tiffany

-Así son las cosas, ¿no? No busques engañarte. Sé que quieres lo mismo que yo-

-No. No lo quiero-, respondió tiffany  fríamente

-No lo creo-

-Pues créelo. Porque es la verdad-, respondió la princesa pero, al ver a los ojos a taeyeon, suspiró, -escucha, nuestra amistad apenas se vio arreglada y no quiero arruinar eso... otra vez. ¿Podemos al menos... seguir siendo amigas?-

tiffany  extendió y abrió sus brazos. La vampiresa la miraba con incredulidad.

-¿Me pides que olvide lo que siento... lo que sentimos... ofreciéndome un abrazo?-

La princesa se encogió de hombros y sonrió, una sonrisa que ella misma sabía fingida. La vampiresa se lo pensó bastante tiempo. Finalmente, viendo que la princesa no bajaba los brazos, se rindió y aceptó el abrazo. Ambas sabían que solo se estaban engañando y que aceptar la amistad era solo un último recurso para no separarse otra vez.

tiffany regresó a su mesa de trabajo, dándole la espalda a la vampiresa. Cuando taeyeon  iba a salir por la ventana (afuera era un día nublado), se detuvo.

-Si cambias de opinión, ya sabes que estoy disponible siempre... por la eternidad-

Mientras se iba flotando, la princesa dejó salir una sola y única lagrima desde su ojo izquierdo, la secó y volvió a trabajar.

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La princesa corría por los jardines del castillo alegremente. Su nariz percibía las dulces esencias de las flores de azúcar y las rosas de chocolate que crecían allí. Su joven y lisa piel recibía el calor que Apolo brindaba desde lo alto. Su cabello rebotaba con cada pisada que daba y su risa inundaba el lugar. Dando vueltas sobre sí misma, disfrutaba de su libertad, tal como lo hacían todos los niños que, como ella, tenían 13 años. O así era, hasta que una voz madura, pero suave, la llamó.

-tiffany, hija, ¿puedes venir por favor?-

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La escena era distinta ahora. La princesa, evidentemente con más edad, alrededor de unos 15 o 16 años, se encontraba en un gran salón, frente a una tribuna circular en la que se encontraban alrededor de 8 seres de dulce. Sólo que estos no eran dulces comunes; eran el Consejo del Dulce Reino.

-Princesa tiffany  Bubblegum-, exclamó el miembro más anciano, -¿conoce usted la legislación real del Dulce Reino?-

-Sí, de memoria-, contestó seria

-¿Entonces entiende usted lo que procede en casos como este?-

-Sí, lo entiendo-, dijo con la misma seriedad, pero con un dejo de tristeza casi imperceptible en su voz

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-¡No mami, no te vayas!-, suplicaba la pequeña con lágrimas a punto de salir.

-Tranquila hija. Sólo será durante un tiempo. Largo, sí, pero no para siempre-, le decía aquella mujer con voz dulce y suave mientras secaba las lágrimas de la niña

-Pero, ¿y si te pasa algo?-

-Entonces el reino quedará en buenas manos, porque al frente quedará la persona más inteligente, dulce y cariñosa que conozco...-

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-Quedando eso claro, y en vista de los lamentables acontecimientos recientes, este Sumo Consejo la nombra a usted como nueva gobernante del Dulce Reino. Continuará con su título de princesa hasta que contraiga matrimonio con algún gobernante de origen noble-

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-...tú-

-¡Pero yo no quiero encargarme del reino! Es muy aburrido. Los vejetes del consejo no me dejan jugar, no me dejan hacer nada. Sobre todo el más viejo, siempre me está regañando cuando corro en el castillo-

-tiff, yo sé que no te gusta la idea. Pero tienes que entender como son las cosas. Tienes que despertar...-

-Bobs...-

-...tienes que...-

-Bobs...-, se volvió a escuchar, sin encontrar el origen de la voz

-...despertar...-

-Bobs...-

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-¡Bobs, despierta!-

-¿Eh? ¿Qué? ¿Quién está ahí? Menti, ¿eres tú?-, preguntó la princesa adormilada mientras se levantaba del escritorio con una rebanada de pizza pegada a su cara.

-La Princesa Flama ya llegó-, respondió el fiel mayordomo.

-¡Oh no! ¡Era hoy! ¡Y yo no estoy lista!-, exclamó la princesa al ver las manchas en su bata, sentir el queso derretido en su cara y tocar su cabello despeinado.

-Puedo decirle que venga otro día-

-¡No! ¡Es el momento perfecto para probar la máquina que inventé!-, dijo emocionada, quitando una manta que cubría una capsula metálica grande con una puerta, -esta máquina me dará un baño rápido y me vestirá. Es perfecto para situaciones como esta-

La princesa oprimió una serie de botones en el panel que se encontraba a un lado de la puerta, la cual se abrió casi inmediatamente. La princesa entró en aquella capsula y la puerta se cerró, dando lugar a una serie de sonidos de maquinaria, que fueron cortados segundos después por un grito proveniente del interior.

-¡AAAAHHHH!-

-¿Estás bien?-, preguntó Mentita preocupada

-¡El agua está helada!-, respondió tiffany

-¿Olvidaste instalarle un calentador de agua?-

-No. Se supone que sea helada, para reavivarme. Pero tal vez debería bajar la presión con la que sale-

Después de poco más de un minuto, la capsula se abrió de ella salió una reluciente tiffany, con su traje clásico, su cabello arreglado, ni una sola mancha en su rostro y con su corona pulida y brillante.

-¿Cómo me veo?-

-¡Genial! Es como si toda esta semana de encierro desapareciera en unos minutos-

-Entonces este invento es todo un éxito. Vamos, Flama me está esperando-

Después de salir del laboratorio, tiffany  encontró a Flama en un pasillo, junto a la puerta del comedor donde solían reunirse.

-¡Hola Flama!-, saludó sonriente

-¡Hey, hola tiffany!-, contestó la elemental

-¿Te hice esperar mucho? ¿No tienes nada más que hacer como salir con Finn?-

-No, no te preocupes. Iba a ir con taeyeon pero eso será más tarde-

Ante el pronunciamiento de aquel nombre, la Dulce Princesa sintió un vértigo que le hizo perder cualquier noción espacial del arriba y el abajo. Los eventos de hace algunas horas llegaron a su mente y junto a ellos el cansancio acumulado de una semana, que ni con diez baños de agua helada podrían desaparecer. Dio unos pequeños pasos erráticos y se recargó sobre la pared para no caer a causa del mareo.

-tiffany, ¿estás bien tiffany? ¿Qué pasa?-, preguntó preocupada Flama, acercándose a ella y ayudándole a sostenerse.

-Nada, es solo... que he trabajado una semana completa y no he descansado ni comido bien, es todo-

-¿Es todo? ¡Es muy grave! Ven, vamos a comer algo-

La princesa del Reino del Fuego ayudó a su homóloga del Dulce Reino a llegar hasta una silla en una pequeña mesa del comedor. Una vez sentada, la adolescente salió del comedor hacia el pasillo, regresando en menos de un minuto.

-Ya hablé con uno de tus sirvientes. Nos traerá algo de comer y beber-

-Gracias Flama, de verdad, muchas gracias-

-No hay nada que agradecer-, dijo sonriente

La princesa también sonrió, alegre por tener alguien que la apoyara. Sin embargo, también sentía algo de tristeza, pues no tenía a nadie que comprendiera su verdadero pesar, no tenía a nadie a quien contarle del dilema tan grande que había en su corazón; no para pedir un consejo, pero por lo menos para desahogarse.

-Y, ¿cómo te va con Finn?-, preguntó tiffany

-¡De maravilla! El otro día...-

La Dulce Princesa intentaba poner atención al relato amoroso que la adolescente contaba, pero le era difícil escuchar sin verse tentada a imaginar esos escenarios con la reina vampiro. Quería ser ella quien contara la historia. El trabajo de toda una semana entera y los pensamientos sobre taeyeon  no ayudaban a su calma. ¿Por qué le tocó esa vida? ¿Por qué había que tener tantas responsabilidades? No había salida. No había escapatoria. Estaba secuestrada; secuestrada por la responsabilidad.

Luego de unos instantes, llegó la tan esperada comida. Un sirviente alto y cubierto por una capucha se acercó hasta la princesa y depositó en la mesa una charola con un plato lleno de espagueti y una taza de té. tiffany  no puso demasiada atención a la charola, sino más bien en aquel extraño ser que, al parecer era su sirviente. No recordaba tener ningún sirviente tan alto y que usara una capucha para cubrir su cuerpo entero. Tal vez era nuevo, o tal vez estaba tan mareada que empezaba a perder noción de la realidad e imaginar cosas. Después, este mismo ser colocó una charola con el mismo contenido en el lugar de la Princesa Flama.

-Gracias-, le dijo Flama al sirviente

tiffany  seguía pensando en aquel ser, pero al ver el contenido de su plato, sus pensamientos cambiaron hacia uno más primario y... un poco salvaje.

-Oh, mira, espagueti. ¿No es el espagueti tu platillo...?-

Las palabras de la adolescente se vieron cortadas al observar como la joven frente a ella devoraba sin compasión aquella pasta. Con el tenedor tomaba grandes porciones que le llenaban la boca. Apenas si masticaba, tragaba casi inmediatamente para dar lugar a la siguiente carga ya tomada con su tenedor. Un pequeño rayo de razón cruzó por su mente, recordándole donde estaba, con quien estaba y quien era ella misma. Con los cachetes inflados por la carga de comida y algunos espaguetis colgando fuera de su boca, volteó a ver a la chica frente a ella, la cual tenía su cabeza inclinada y una mirada confundida pero sonriente. Tragando lo que estaba en su boca, soltó una risilla y se llevó la mano a la boca.

-Lo siento-, dijo un tanto divertida

-Nah, no hay problema. Somos amigas. Conmigo puedes ser como quieras ser. Vamos a tomar té, eso te aliviará el estrés-

La princesa afirmó con la cabeza y tomó de su taza mientras que escuchaba que la princesa también sorbía de la suya. Haber comido aquel delicioso manjar le devolvió algo de energía. Al pasar el té por su lengua, recordó aquella noche en que taeyeon  la rescató del Rey Helado y le contó sobre su historia con él, de la plática a media madrugada y las risas que allí hubo. Al pasar el té por su garganta, recordó aquel momento, frente a frente, en que sus alientos casi chocaban, con las manos de taeyeon en su cintura y sus ojos fijos unos en los otros.

-¿No crees que el té sabe un poco... extraño?-, preguntó Flama, sacando a tiffany  de sus pensamientos.

-¿Qué? ¿El té?-, preguntó tiffany, todavía algo ensimismada.

Probó de nuevo el té y lo pasó detenidamente por su lengua. En efecto, había algo extraño. Al principio, no parecía haber nada, pero después saborearlo por más tiempo, parecía tener un sabor más amargo de lo normal (o al menos para ella, a quien le gustaba el té bastante dulce). Trataba de identificar que podría causar aquel sabor, pero el sonido de algo chocando contra la mesa la alteró.

Tendida sobre la mesa, se encontraba la Princesa Flama, como si se hubiera desmayado. Esto alertó a tiffany, quien intentó ponerse en pie para saber que pasaba, pero un nuevo mareo la detuvo.

-¿Es esto por el trabajo? No, esto es diferente, yo ya me sentía mejor. El té... estaba... ¿envenenado?-, el pensamiento de la princesa le hizo helar la sangre. No quería creerlo, pero parecía lo más plausible.

Intentó llamar a los bananaguardias, a Mentita, a quien fuera; pero una sensación somnolienta le arrebató las fuerzas, sus parpados pesaban y ya no podía pensar con claridad. Pensó incluso en llamar a Finn, sabiendo bien que no podría escuchar sus llamados. Un último pensamiento desesperado llegó a su mente, un pensamiento expulsado en un susurro:

-taeyeon...-

Y después, sus ojos se cerraron.

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taeyeon  estaba recostada en el sofá. Recuerdos fugaces de las últimas veces que había llorado paseaban en su memoria. Una de ellas era la misma causa que hoy. Lo recordaba bien, aunque preferiría tenerlo borrado de su mente.

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Aquella tarde frente a la gran puerta detrás de la cual se escondía el Portero. No podía aguantar la rabia que le provocaba la actitud de taeyeon. No pensaba bien, solo rabia, esa horrible y corrosiva sensación. En una actitud guiada por tan terrible motor, decidió escupirle. Pero, con un poco de razón que se interpuso a tiempo, el proyectil de saliva no salió directo a su cara, sino a su hombro.

La respuesta de tiffany  no se hizo esperar; sabía que no respondería de una manera tan visceral como ella, solo se indignó y se fue.

Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos. Lágrimas de rabia, de impotencia. No sólo hacia la princesa del Dulce Reino. Ahora ella misma era el blanco de su ira. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué no se controló? La impotencia de no poder cambiar lo que ya había hecho. Ella quería recuperar esa vieja amistad, de verdad lo quería. Pero sus actitudes y humores siempre chocantes lo evitaban. Y, aunque al final todo se resolvió y su amistad volvió por lo menos un poco, no podía dejar de lamentarse por aquel arrebato de sus emociones.

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Y ahora, con la cara hundida en aquel viejo y duro sofá, las lágrimas volvían a sus ojos. Igual que antes, la ira era quien exprimía su ser para sacar esas gotas saladas. ¿Por qué tenía que ser tan testaruda? ¿Por qué tenía que ser tan apegada a las reglas y a las responsabilidades? ¿Por qué no dejarlo todo? Al fin y al cabo, sentían lo mismo. ¿O acaso el sentimiento de tiffany  no era tan fuerte como el de ella?

Dejarlo todo. No parecía tan mala idea. Volver a irse como antes. Sin decir adiós, sin avisar. Simplemente irse. Regresar en unos cuantos años, cuando la naturaleza mortal hubiera hecho su trabajo.

Pero no. No podía hacerlo. Solo serían centurias, quizá otro milenio, con un recuerdo amargo, teniendo siempre presente que prefirió huir antes que enfrentar los problemas. Y así no era ella. ¡Por Grod, ella era la Reina de los Vampiros! Siempre confrontando los problemas, incluso disfrutando de ello, sin miedos, sin temores... sin sentimientos.

¿Tenía que ser siempre así? Así había sido desde que se alejó de Simon. Tenía que ser fuerte en un mundo en el que comes o te comen. Los sentimientos eran signo de debilidad. No había lugar para ellos.

Tocaron la puerta, con fuerza y, al parecer, desesperadamente.

-Hoy no estoy para nadie-, susurró

Volvieron a llamar a la puerta, con la misma fuerza y aparente desesperación. taeyeon  siguió sin contestar.

Llamaron una, dos y tres veces más. Cada vez con mayor desesperación. Finalmente, harta de que la molestaran en aquel momento, se levantó del sofá y con violencia abrió la puerta.

-¿Qué demonios quieren?-, gritó

Una agitada Princesa Flama se encontraba enfrente de ella; al parecer había corrido por un largo tiempo.

 

-tae.... taeyeon-, dijo jadeando, -tiff... tiffany está en peligro-