El tiempo nunca fue un gran amigo de Kyuhyun.

Siempre dicen que el tiempo sirve para olvidar y para curar las heridas pero jamas olvidó su accidente, aun después de tanto tiempo lo tiene imprimido en la memoria como si aun estuviera viviéndolo.

Y tampoco esta vez lo estaba ayudando, el dolor no se iba, y aquella sensación de angustia que te hace casi sentir un dolor físico tampoco se iba, dolía tanto que ya no tenia lagrimas, ya no salían.

Cortarse tampoco ayudaba, el dolor físico que se podía procurar atrevés de los cortes, del agotamiento, ya no se podía paragonar a lo que tenia dentro de si, cortarse ya no servia.

Tenia la mente vaciá, el corazón tan herido que ya no sentía nada más, Cho Kyuhyun ya no asistía, topo lo que quedaba de él era una mascara media quebrada que no iba a durar aun por mucho.

Era como vivir la vida de alguien más, como si estuviera asistiendo un film y ya estuviera cansado de verlo, ahora quería que terminara.

Esa noche había sido diferente, después de mucho tiempo Super Junior, o lo que quedaba de él, por fin había tenido una presentación juntos.

Esa persona, por el cual su corazón latía tan desesperamente y por la cual su piel se erizaba y cambiaba color sin ningún control, no se había despegado de él.

Asco, eso era lo que sentía, no por su hyung, que era una persona maravillosa que seguro no se había despegado de él porque lo tenia preocupado o algo así, más por si mismo, no era normal, no estaba bien, tener deseo por otro hombre, y no uno cualquiera más uno que prácticamente era como un hermano para él.

Esas lindas sensaciones de querer besar, abrazar una persona, hacerles mimos y ser diferentes con ellas no estaba bien sentirlas por su hyung, que siempre fue bueno con él y siempre lo trató como familia.

Jongwoon no se merecía eso, no se merecía esa clase de sentimientos, por lo menos no de su parte, su hyung era una buena persona no podía hacerle algo como eso.

Jamas en su vida se había visto en esa situación y tampoco jamas había tenido este tipo de sentimiento.

Estaba sentado en la terraza del departamento, no había nadie en casa, todos estaban aún trabajando.

No era la primera vez que se sentaba ahí y pasaba horas con la mirada perdida en la ciudad, pero definitivamente era la primera vez que se levantaba y miraba tan detenidamente en bajo.

Sus pies se movieron solos y ya no estaban plantados en el piso frio de la terraza más bien en la baranda de hierro, el panorama estaba tan tentador, su corazón tan adolorido, su cabeza tan vaciá ya no podía pensar en nada más.

Sin ni siquiera darse cuanta estaba por superar el limite, el limite de su dolor, ya no había vuelta atrás, su pierna derecha se estaba moviendo sola cruzando como podía la valla de seguridad, estaba casi hecho, solo un pequeño impulso y el dolor iba a desaparecer.

Tan fuera del mundo estaba que a penas se dio cuanta del fuerte rumor atrás de él y de las manos alrededor de su cintura empujándolo hacia atrás.