Capítulo 5: "Primera asignación"
#2 "Sweet Peril" (SinRin Ver.)
Cinco semanas pasaron ese verano sin escuchar de papá. Lo bueno era, que los Demonios Murmuradores estaban checándome sólo una vez cada par de semanas. Lo malo era, que odiaba estar encerrada en la oscuridad, y yo era impaciente. El verano pasó volando y había estado esperando conseguir que algunas cosas se llevaran a cabo antes al comienzo del último año.
Me senté en nuestro balcón antes de mi trote, deseando una brisa en el sofocante aire de la última hora de la mañana.
Tiff salió y me entregó una humeante taza de café.
—¿Trabajas hoy? —preguntó Tiff.
Sacudí la cabeza.
—Mañana. —Todavía tenía mi trabajo en el puesto de nieves.
Tomó un largo trago de su café y sonrió.
—¿Quieres escuchar algo raro? Me siento con ganas de gastar algo de ese botín demoniaco.
Casi me atraganté con el sorbo que justo estaba tomando. Tiff nunca quería gastar ese dinero, especialmente el botín que papá nos había dado. Se echó a reír con mi expresión.
—Vamos —dijo—. Será divertido. Pongámonos locas.
—No tienes que preguntarme dos veces —dije.
Estábamos exhaustas para cuando partimos a casa. Una buena canción salía de la estación country, y Tiff subió el volumen. Cantamos a todo pulmón el coro gangoso tan ruidosamente que es una maravilla que escuché el timbre de mi celular. Bajé el volumen de la radio y mi corazón martilleó con la vista del número de papá.
—¿Dónde estabas? —refunfuñó.
—Estoy en camino a casa con Tiff.
—¿De dónde?
Mordiendo la uña de mi pulgar, murmuré:
—Atlanta.
—¿Qué demonios estás haciendo allá afuera?
Me ericé con su tono.
—Sólo estábamos de compras.
—¿De compras?
—Tiff gastó una tonelada de dinero. Fue asombroso. —Reí entre dientes y Tiff golpeó mi pierna.
Papá gruñó algo incoherente, entonces dijo:
—Bueno, apúrate. Estoy en tu casa.
¡Sí! ¡Noticias! Sonreí, me sentí parte presumida de que había tenido que esperar por mí por una vez.
—Dile que sujete sus caballos —dijo Tiff—. Estaremos ahí en veinte minutos.
Cuando llegamos al apartamento, me detuve en la entrada, sorprendida de ver a alguien parada a un lado de Papá.
—¡Yuju! —No había querido correr a toda velocidad cruzando la pequeña habitación para abrazarla alrededor del cuello, pero lo hice. ¿Siempre había estado así de alta? Sentí su cuerpo retumbando con ligera risa. Se alejó de mi abrazo primero, dándome un sonrisa tímida que mostró el solitario hoyuelo en su mejilla. La negra insignia de Ira descansaba en su esternón.
Yuju nunca había parecido muy joven para empezar. Demasiada sabiduría vivía en esos ojos miel. Pero se veía incluso más madura esos días con su expresión concentrada permanente. Su cabello negro estaba mucho más largo y completamente lacio, y su piel era tan suave como siempre. Encontró mi mirada total y yo no podía parar de sonreír. Ver a una de mis amigas Neph después de todo este tiempo era fortalecedor.
—Te ves bien, Eunbi —dijo. No seguido usaba contracciones, pero los sonidos finales de algunas palabras eran recortados y suavizados en cierta forma lánguida y escurridiza, como cursiva verbal.
—Gracias, Yuju —le dije—. Tú también.
Giré mi atención a papá.
—¿Entonces? ¿Qué vamos a hacer? ¿A dónde vamos?
Su risita era seca y levantó el brazo para rascar su mejilla.
—Lo siento —dije, recordando mis modales—. Ustedes siéntense y entonces podemos hablar.
Fui hacia la cocina, donde Tiff ya estaba llenando cuatro vasos grandes con té frío. Papá y Yuju tomaron asiento alrededor de nuestro comedor.
Papá sacó un sobre grande color manila de su chaqueta y lo abrió, colocando unas fotos boca abajo, mientras Tiff y yo nos sentábamos frente a ellos.
—Todavía es importante mantener un perfil bajo después de esa pelea de interés en ti, pero creo que es seguro seguir adelante. Será mejor no darte todos los detalles sobre mi procesador, pero tengo varios humanos confiables y Espíritus quienes han estado recolectando información sobre los Neph en todo el mundo. Este es el primero que puedo decir con certeza que no tiene el corazón para el trabajo de su padre y puede estar dispuesto a ayudarnos.
Sonreí y mordí mi labio, entusiasmada y ansiosa. Volteó una foto, mostrando a una chica árabe con un vestido completo con un tocado. Sólo mostrándose un óvalo de su rostro oliváceo. En la siguiente foto ella estaba agachada enfrente de un niño con una rodilla pelada quien se había caído.
Era obvio que iba ayudarlo, pero la foto había sido tomada en el momento perfecto para capturar sus ojos dándole al área una escaneada furtiva, como si se asegurara de que su amabilidad no fuera presenciada.
—Su nombre es Chaeyeon —explicó Papá—. Vive en Damascus, Siria, con su padre, Sonellion, el Duque del Odio. —Un escalofrío se disparó hacia arriba por mi columna con el nombre de su padre—. Ellos se mudaron a Siria hace dos años desde el reino de Arabia Saudita. Siria tenía algo de disturbios civiles, pero el área donde ella vive todavía es segura en su mayor parte.
—¿Cuánto tiempo ha estado el Duque Sonellion en Medio Oriente? — pregunté.
Papá se detuvo.
—Va para treinta años, así que su plazo está por terminar. Estar en el epicentro de las tres religiones más grandes significa tensiones que ya están corriendo alto. Hace fácil trabajar para los Duques.
—¿Has trabajado ahí afuera? —le preguntó Tiff.
—No permanentemente. Sólo trabajos raros aquí y allá. Me llaman “el Duque nómada”.
—Suena como una mala canción country —dije.
Frunció el ceño cuando Tiff soltó una risita y la esquina de la boca de Yuju se torció.
—Sólo estoy bromeando —dije, mordiendo mi labio.
Me miró con furia, pero sus ojos mantenían demasiado afecto para sacarlo.
—De acuerdo. Basta de cháchara —dijo—. De vuelta a los negocios.
Nos inclinamos mientras él desplegaba un pequeño mapa del Medio Oriente y señalaba el país de Siria en el Mar Mediterráneo.
Comments