Chen asintió con la cabeza a modo de saludo a los soldados que pasaban junto a él, sus bromas juguetonas en suspenso mientras se inclinaban. El respeto que los hombres de más bajo rango en el ejército le daban lo hacía sentirse incómodo, como un impostor. Él no estaba allí porque quería, como ellos; él estaba allí porque se vio obligado a estarlo, y no creía que ninguno de ellos apreciaría saber la verdad sobre lo que realmente pensaba acerca de esta guerra. Era difícil, después de haber vivido toda su vida con su gente, que eran, en general, pacifistas, estar en marcha hacia la guerra con un ejército que vivía y respiraba lucha.

No había podido ver a ninguno de los suyos, ni siquiera los pocos que sabía que habían sido convencidos para unirse al ejército de la Nación del Fuego como soldados. Él se había resignado a no poder encontrarlos, y en su lugar había pasado el tiempo caminando alrededor del campamento, pensando en Chanyeol, y la historia que le había contado.

Chen no tenía ninguna duda a estas alturas que la versión de los hechos que Chanyeol le había dicho era falsa. Habían demasiados agujeros en la historia, demasiadas cosas que no cuadraban. El mayor obstáculo para Chen, hasta ahora, había sido la noción de la participación de Baekhyun en el ataque. No podía encontrar la manera en que Baekhyun encajara realmente en la historia, pero estaba bastante seguro de que la noción de Chanyeol de ser traicionado era falsa. Chen sólo había visto a los dos juntos una vez, pero incluso eso había sido suficiente para cimentar en su mente los sentimientos que los dos compartieron. No había ninguna duda, en aquel entonces, que ellos se amaban. Era cierto que las cosas podrían cambiar con el tiempo, y habían pasado muchos años, pero hay algunas cosas que nunca lo hacen.

"¡Señor Chen!"

Chen se volvió hacia el soldado de infantería que había llamado su nombre, y que ahora se inclinaba hacia él. Luchó contra el impulso de decirle que se mantuviese en pie y esperó a que el hombre levantara la cabeza. "Señor Chen," dijo el hombre, todavía con los ojos bajos. "El Fénix solicita su presencia en su tienda."

Chen suspiró con cansancio. Cenar con Chanyeol y otros generales se había convertido en algo normal, que era normalmente agotador e incómodo. Él había sido asignado al Fénix, aunque no sabía si como guardia o como ayudante. Entendía la lógica en la colocación de fuertes Shifters juntos para la lucha, pero a veces no podía evitar sentir que esto era sólo otra táctica de miedo. Chanyeol era tan frágil que Chen preferiría estar a kilómetros de distancia cuando explote.

"Gracias,” Chen le dijo al soldado, y lo vio alejarse corriendo. A pesar de que habían establecido un campamento para pasar la noche, el hombre estaba aún vestido con su armadura de batalla. El fervor de estos hombres hacia la batalla lo ponía nervioso. No podía compartirlo, y no podía entenderlo. Tal vez ninguno de ellos había matado antes. Tal vez entonces entenderían por qué no buscaba hacerlo.

La tienda de Chanyeol estaba en las afueras del campamento, lejos de los soldados normales. Cuando Chen entró, dejó escapar un suspiro de alivio al ver que el general Hwang no había sido invitado hoy. Esas cenas eran siempre lo peor; Chen no podía relajarse, apenas podía incluso comer, con el temor de que iba a hacer o decir algo equivocado, y su familia sería castigada por ello. Esta noche, sin embargo, no estaba más que un general mayor que no parecía prestarle atención a Chen, y un joven oficial que, Chen había oído, ideó los mejores planes de batalla de la Nación. Él siempre había anonadado a Chen por estar innecesariamente excitado por la guerra.

Chanyeol ya estaba sentado a la mesa, tamborileando con los dedos sobre su copa de vino. "Chen," dijo, animándose un poco cuando él llegó. "¿Dónde has estado? Llamé por ti hace mucho tiempo.”

"Mis disculpas," Chen murmuró, inclinando la cabeza mientras se abría camino hacia el lugar vacío en la mesa, que suponía era para él. "Estaba perdido en mis pensamientos y caminé más lejos de lo que había planeado."

"Te perderás algún día,” dijo Chanyeol, casi en modo de regaño, "y entonces nunca te encontrare de nuevo."

Chen sonrió forzadamente y se sentó. Un criado se abalanzó de la nada y le dio un pequeño plato frente a él. Murmuró un gracias, incapaz incluso ahora de romper con sus hábitos de antes; no estaba muy acostumbrado a tener sirvientes para cuidar de todas sus órdenes. Platos similares eran colocados delante de los demás en la mesa.

“¿En qué estabas pensando?” Chanyeol le preguntó, casi con impaciencia. Él no parecía interesado en las otras personas en la mesa, o incluso en la comida.

"Nada de importancia," dijo Chen, dándole una ligera sonrisa.

"Lo suficientemente importante como para que te perdieras,” dijo Chanyeol. Empujó su plato a un lado, apoyando los codos en la mesa. Los criados se miraron, sin saber si se debían tomarlo. "¿Era en tu familia?"

Si su necesidad de forjar ese vínculo con Chen no hubiera sido tan engañosa y desesperada, hubiera sido casi entrañable. Chen negó con la cabeza, no estaba dispuesto nunca a dejar a Chanyeol entrar en el tema de su familia. "Estaba pensando en la guerra," Chen dijo. Una sombra pasó por el rostro de Chanyeol. Chen se sintió un poco culpable por ello, pero al menos le dio la espalda al tema de su familia.

"He sido informado de que estamos cerca de alcanzar al ejército de la Nación del Aire," dijo el joven oficial, absorbiendo la salsa en su plato con un pedazo de pan.

El general mayor asintió con la cabeza gravemente. “Han oído bien. La Nación del Aire está marchando hacia nosotros, y de acuerdo a nuestros espías, ya han pasado a territorio de la Nación del Fuego, por las ciudades que quemaron durante su incursión inicial."

"¿Vamos a conocerlos pronto?" Chanyeol preguntó, con una voz llena de tensión apenas reprimida.

"Sí, Fénix," dijo el general mayor. "Usted será capaz de conocer a la Nación del Aire en la batalla pronto."

Chen se obligó a comer su comida, con la cabeza gacha para evitar encontrarse con los ojos de alguien y mostrar que tan alarmado la noticia lo había puesto. Se estaba quedando sin tiempo. No podía permitir que Chanyeol conociera a la Nación del Aire; la guerra iba a ser sangrienta y lo suficientemente violenta sin el Fénix dentro la lucha. No podía dejar que eso pasara.

El oficial más joven comenzó a discutir sus planes para cuando se enfrentaran al ejército de la Nación del Aire; el ataque frontal y las fuerzas laterales que iban a detener. Chen se desconectó, dándole vueltas a todo lo que sabía en su mente. Había descubierto que era experto en hacerse a sí mismo un poco invisible, uniéndose al escenario de fondo de modo que las conversaciones fueran en torno a él que de otra manera se han mantenido en secreto. Había recogido valiosa información como esta, pero nada lo suficientemente concreto aún.

Estaba seguro de que la Nación del Aire no había tenido nada que ver con el ataque a la ciudad de Chanyeol, ni en las ciudades a las afueras de la Nación del Fuego. Su propia experiencia le mostraba con toda claridad que su nación era perfectamente capaz de matar a su propio pueblo. Había facciones dentro del gobierno de esta nación, hombres que sabían todo y los hombres que no sabían nada. En un ambiente así, era fácil torcer historias que se adaptaran a una agenda, y Chen no tenía ninguna duda de que esto era lo que había sucedido con Baekhyun.

La cena transcurrió sin sucesos, además de que Chanyeol no había tocado nada de su plato. Se sentó mirando a la pared de enfrente de la tienda de campaña, un ceño en su frente. La noticia de la inminente llegada de la Nación del Aire parecía haber roto su contacto con la realidad para el día, no se movió mientras los criados limpiaron sus platos al final de la comida. El general y el oficial ni siquiera dieron indicación alguna de que se habían dado cuenta de lo extraño de esto, y se fueron tras murmurar su agradecimiento y despedidas al Fénix.

Chen esperó unos minutos, ansioso por salir, pero no queriendo irse por si Chanyeol lo necesitaba. "Fénix," dijo, cuando Chanyeol siguió sin moverse. Lo repitió más fuerte.

Chanyeol se concentró de nuevo, levantando los ojos para mirar a Chen. Chen casi se estremeció ante la tristeza en ellos, luchando con la locura y el dolor por la dominación. "¿Sí?" preguntó Chanyeol y su voz ronca. "Lo siento, debí haber..."

"No te preocupes," Chen aseguró. "¿Simplemente me preguntaba si me necesitabas para algo?"

Chanyeol miró a su alrededor, notando por primera vez que sus invitados se habían ido. "No," dijo. "No te necesito. Voy a estar dando vueltas en la cama pronto. Puedes irte. Gracias."

Chen asintió y se fue antes que Chanyeol cambiara de opinión. Deambuló por el campo como lo había hecho antes de la cena, aunque su mente estaba corriendo con todas las cosas que él todavía tenía que hacer. Debía ser más comunicativo, más emprendedor. Ya no podía confiar en los pequeños fragmentos de información que pudo encontrar. Tenía que buscar evidencia más firme, encontrar la información que necesitaba para demostrar a Chanyeol que esta guerra se está librando bajo falsas pretensiones, antes de que fuera demasiado tarde.

Dobló una esquina, en dirección a los cuarteles de los soldados más bajos, donde podía caminar y pensar bajo la cubierta del ruido y el bullicio de los hombres. En lugar de ello, se encontró cara a cara con el General Hwang, al parecer esperando por él, con los brazos cruzados sobre el pecho. Chen dio un paso atrás, su instinto casi haciéndole huir.

"¿Qué crees que estás haciendo?" El General Hwang gruñó, avanzando hacia adelante, imponiéndose sobre Chen. "No deberías estar vagando por ahí."

"¿Cómo lo sabe?" Preguntó Chen, mirando hacia él.

"Tengo mis métodos," dijo Hwang, agarrando el hombro de Chen en un apretón doloroso, cruel. Le dio vuelta alrededor a su cuerpo. "Vuelve a tu tienda y quédate allí. El hecho de que estamos en la marcha no significa que no soy capaz de hacerle daño a tu familia si continúas desafiándome."

Chen trató de salir de su agarre pero no pudo. Se vio obligado a caminar el resto del trayecto a su tienda con los dedos de Hwang clavándose en su hombro, con tanta fuerza que iban a quedar moretones. Hwang lo empujó a través de las solapas de su tienda y luego se fue después de una amenaza más si caminaba por el campamento como si había estado haciendo.

Chen se dejó caer en su cama, con un brazo en la cara. No podía evitarlo. Tendría que correr el riesgo. Él tenía que saber la verdad. Había demasiado en riesgo si no lo hacía; veía ahora que esto era más grande que él mismo, o incluso que su pueblo. No podía simplemente sentarse y ver al mundo arder a su alrededor.

______

Tao siempre había sido callado durante las comidas, siempre un poco pensativo, pero a Kyungsoo ya no le importaba realmente. Suho hablaba lo suficiente por ellos, siempre charlando al otro lado de la mesa, por lo general sobre nada de mucha importancia. Kyungsoo pensaba que lo hacía para mantener su mente fuera de la batalla que se avecinaba.

Kyungsoo cavó su uña en la madera de la mesa llena de cicatrices, mirando los ojos de Suho, y como el otro hombre se volvió hacia Tao, animadamente hablando de algo que los soldados inferiores habían hecho ese día, cogió un rollo de la canasta delante de él metiéndoselo rápidamente en la manga.

Tao asentía, los ojos alerta, a diferencia de muchos de los soldados a su alrededor cuyos ojos estaban vidriosos por este punto. Kyungsoo mordisqueó un trozo de carne seca antes meterla también en la manga junto con el rollo.

Suho se volvió hacia él de repente, los ojos brillantes, y le preguntó qué pensaba sobre la marcha de ese día. Kyungsoo empujó la mitad de un rollo en su boca y murmuró a su alrededor, agitando las manos. Fue suficiente respuesta para Suho. Una vez que el otro hombre estaba mirando hacia otro lado de nuevo, la otra mitad del rollo que quedo en su mano la acercó a su otra manga.

"¿Le da hambre en medio de la noche, príncipe Kyungsoo?" Preguntó Tao suavemente, sin dejar de mirar la sopa delante de él.

Kyungsoo tragó su bocado de pan, haciendo un ruido evasivo que era más bien un gorjeo evasivo, y luego se puso de pie. "Debo retirarme. Yo. Adormecido." Se inclinó sobre el banco de madera y salió corriendo de la tienda comedor, respirando un poco más fácil fuera.

Él suspiró, tomando un momento para mirar a las estrellas, tan brillantes allí en el desierto, antes de escabullirse furtivamente alrededor de la gran carpa, fundiéndose con las sombras. Tenía que aprender de nuevo el campamento cada vez que se movían, pero nunca fue difícil. Pronto había llegado al borde del mismo, y todo lo que estaba delante de él era tierra estaba agrietada. Sus ojos recorrieron todo el horizonte hasta que vio lo único que lo perturbaba; un bulto grande negro, alrededor de casi un kilómetro de distancia.

Esa siempre era la parte difícil. Kyungsoo miró a la izquierda y a la derecha, no vio las antorchas, y corrió hacia el bulto que sabía que era dragón acurrucado de Kai. Tuvo que detenerse una vez porque un rollo cayó, y lo recogió, lo desempolvó si fuera poco, antes de continuar su camino. El dragón de Kai estaba enroscado en forma de media luna, de espaldas al campamento. Kai estaba en el medio de ella, sentado junto a un pequeño fuego que no podía ser visto desde allá.

Kyungsoo tiró el rollo ligeramente sucio a la cabeza de Kai en especie de saludo. Rebotando en su cabeza y alejándose. Kai se frotó el lugar donde lo había golpeado. "Juro esas cosas se ponen más y más duras cada noche."

Kyungsoo no respondió y en su lugar comenzó a verter el contenido de las mangas en el regazo de Kai. Era más que todo pan y carne seca, pero al final Kyungsoo sacó una bolsa pequeña un con broche de oro. "Frutas secas," explicó, y los ojos de Kai se iluminaron.

Kyungsoo sentó junto a Kai mientras comía. Cuando finalmente llegó a la fruta ofreció a Kyungsoo una pieza primero, la cual Kyungsoo declinó. Cuando estaba mordisqueando un trozo de manzana, Kai dijo, "Te van a atrapar uno de estos días."

"Meh," dijo Kyungsoo con un gesto de mano. "Me he vuelto bastante bueno en esto de las escondidas. Soy cauteloso. Como un ninja." Kai y el dragón se burlaron al mismo tiempo.

Kyungsoo echó un vistazo al bulto negro que él supuso era la cabeza del dragón. Se levantó y fue a buscar el rollo que había lanzado antes, se acerca el rostro del dragón. Ella abrió un ojo y lo miró. Entonces, el dolor de cabeza había vuelto, repentino y fuerte, y Kyungsoo intentó no estremecerse. Se retiró con la misma rapidez con la que había llegado y entonces ella abrió la boca ligeramente, dejando que Kyungsoo tirara el rollo dentro. Ella hizo un ruido feliz.

Kyungsoo se sentó, frotándose sus sienes. Había obtenido el truco del dragón, pensó. Kai lo miraba, masticando lentamente. "Puedo tener mi propia comida, sabes. No quiero que te reprendan por esto."

Kyungsoo puso los ojos en blanco, agarró uno de los rollos restantes del regazo de Kai, y dijo: "¿Podrías dejarlo?" Metió el pan en la boca de Kai para dar énfasis. "Come tu asquerosa cena seca."

El rostro de Kai se arrugó, masticando con dificultad. Kyungsoo le pasó la bota de vino. "Gracias," Kai murmuró desp