Luego de salir del país, volver, salir de la cudad, volver a la ciudad y pasar tiempo con mia amigos porque me queda poco tiempo antes de entrar al internado (T_T), entrar a clases, tener clases de lunes a sábado y turnos los fines de semana, estoy de vuelta... o algo así. Gracias Caro por ayudarme a traducir la segunda parte <3

PD: Dedicado a Aimé quien me hablo por Twitter hace poco pidiendome que actualizara. Perdón por no poder actualizar más pronto. ¡Suerte en la universidad, querida! 

Era media mañana y Suho se encontró en una pequeña tienda de campaña a las afueras de campamento. Era tenue dentro y olía fuertemente a hierbas medicinales. El hombre sentado en la cama parecía asustado y con miedo, lo que probablemente tenía sentido, teniendo en cuenta que la última vez que Suho lo había visto, estaba claro que había sido torturado. Ahora, sus heridas estaban cubiertas con vendas, y Suho ya no podía ver el alcance de los daños. Esperaba que al hombre le hubieran sanado algunas. Había sentido el dolor de las quemaduras, y pensaba que no lo desearía ni a su peor enemigo.

Yixing, que lo había llevado hasta allí, se había colocado en una silla de madera en el extremo de la cama. "Este es el Señor Suho," dijo, la voz un poco más tranquila que cuando había corrido hasta donde estaba Suho en la tienda del general. "Él es parte de la Nación del Agua. Debes decirle lo que me dijiste."

Los ojos del hombre estaban muy abiertos, y se encontraba todavía asustado. "Mi nombre es Chen, yo soy, yo era Jefe Shifter del Rayo." Suho contuvo el aliento, pero Chen probablemente no se dio cuenta. "Me vi obligado a luchar por el Ejército de la Nación del Fuego, mi pueblo—" se rompió.

"Lo sé," dijo Suho en voz baja, y Chen lo miró sorprendido. "Habíamos oído sobre esto, un poco. Sabemos lo que le hicieron a su clan, y sabemos que ustedes se vieron obligados a ayudarlos en la guerra. No es necesario hablar de ello si es doloroso. Puede continuar."

Chen asintió, mirando inseguro, pero aliviado de que no tenía que llamar a los recuerdos. "Después de todo lo que había sucedido, mis manos estaban atadas, y tenía que obedecer las órdenes que me fueron dadas. Aun así, estaba tratando reunir información, tratando de encontrar algo que pudiera usar a mi favor, cualquier cosa que pudiera utilizar para tener a otros a mi lado.”

"¿Fue exitoso?" Preguntó Suho. "¿Alguien más cuestionó a la Nación del Fuego?"

Chen dejó caer la cabeza. "No," murmuró. "Y si había otros, nunca me las arreglé para localizarlos. La Nación del Fuego ha cubierto sus huellas también. Los pocos que están han dicho que el resto de la gente que la Nación del Aire es responsable de... todo. Nadie está cuestionándola." Su rostro se torció, y luego hizo una mueca, tocó con los dedos las vendas a un lado de su cara. "Intenté, con desesperación, decirle al Fénix acerca de sus mentiras. Yo no tenía nada más que mi palabra, no tenía pruebas. Él no me creyó. Era la esperanza de un tonto pensar que lo haría. Y yo había sido demasiado apresurado y fui atrapado. Así que no, Señor Suho, no tuve éxito."

Suho asintió. El Oráculo les había dicho algo similar la noche anterior, después de su pequeña aventura. Suho miró a Chen, sus vendas y el vacío en sus ojos. No podía imaginar por lo que estaba pasando. El pueblo de Chen había sido asesinado por su propia nación, pero algunos dirían que a pesar de esta traición todavía les debía su lealtad. Y sin embargo, allí estaba, ahora oficialmente como un desertor, traidor. Suho no podía culparlo por ello, no después de lo que había sucedido. Pero ahora Chen nunca podría volver a casa.

El silencio se prolongó y Suho se le solicite, "¿Eso es todo lo que necesita decirme?"

Chen negó con la cabeza. Sus dedos estaban jugando con las sábanas, con los ojos mirando a Yixing cada cierto tiempo. "No lo es," dijo. "Hay planes— la Nación del Fuego tiene un plan."

Suho frunció el ceño, diciéndose a sí mismo que no acababa de sentir que un escalofrío le recorría la espalda. Eso era melodramático por decir lo menos. "¿Qué tipo de plan?"

"Ésta no es la totalidad de su ejército," dijo Chen, mirando a Suho. Estaba pálido y frágil, pero había acero en sus ojos. "Con los que usted luchó ayer fue menos de la mitad de su verdadera fuerza. Separaron el ejército en dos, parte de la cual marchó aquí y conoció a su ejército, como una distracción. La otra parte, la parte más grande, está marchando a través de las afueras de la Nación de la Tierra, se dirigían a la capital del Aire en esa dirección."

"Espera," dijo Suho, su mente corriendo, "entonces ellos van a—"

"Ellos planean atacar la capital de la Nación del Aire mientras que las fuerzas conjuntas del Aire y Agua están lejos. Ellos sabían que habían llegado con toda su fuerza, y saldrían del país defendiéndolo con sólo unas pocas tropas. Ellos van a aprovechar el Capitolio, y destruir sus tropas con la otra mitad del ejército. Es por eso que el Fénix está aquí abajo, pero no se supone que debe saberlo, no hasta que consiguieran retirarse bastante al sur."

"Es por eso que están echándose hacia atrás," dijo Suho suavemente. "Quieren que los persigamos al sur."

Chen asintió. "Es una trampa, una a la que usted ha caminó directamente."

Suho tambaleó. Fue un plan brillante, uno que no sabía cómo mejorar, sobre todo si con lo que habían ido en contra el día anterior había sido menos de la mitad de su ejército.

No se había dado cuenta de que había estado balanceándose hasta Yixing corrió detrás de él con la silla en la que previamente había estado sentado. Suho se sentó en ella pesadamente. "Vamos a tener que decirle a los otros Generales," murmuró, más para sí mismo que para los otros dos en la tienda. "Y a los Ancianos, que tendrán que hacer llegar el mensaje a los que se quedaron en la capital." Él levantó la cabeza, mirando a Chen bruscamente. "¿Cuándo se fue la otra mitad? ¿Hasta dónde será?"

Chen dio un pequeño encogimiento de hombros. "Se fueron en el mismo día que nosotros lo hicimos. Hemos estado rezagados a propósito pero son mucho más grandes que nosotros, por lo que no van a viajar tan lejos, y su viaje los lleva a través de las montañas. En una mejor estimación, lo más probable es de una semana antes de cruzar a la Nación del Aire."

Una semana. ¿Son capaces de volver en una semana? ¿La segunda mitad del ejército de la Nación del Fuego los dejara siquiera retirarse? Suho se puso de pie. "Ven, tenemos que decirle a los otros generales de esto. No podemos darnos el lujo de perder el tiempo."

La cabeza de Yixing se alzó para mirarlo. "No se debe mover en este momento."

Suho frunció el ceño. Estaba demasiado en el borde para esto. "Él va a tener que ser capaz de moverse, ya que pronto vamos a estar en movimiento."

Yixing se cruzó de brazos. "Voy a realizar otra curación en él el día de hoy, pero en este momento él sigue estando ampliamente heridos y no se puede mover. Los Generales y los Ancianos pueden bajarse del pedestal durante una hora y venir aquí."

Suho miró el interior de la tienda críticamente, sin saber si todo el mundo podría en ella. Él decidió que no valía la pena discutir sobre ello. "Ven," dijo en su lugar, y llevó Yixing a la luz brillante de la mañana. El cielo estaba azul y despejado, el aire ya calentando mucho más de lo que para Suho era cómodo. "Ve a la tienda del general, y diles que vengan aquí. Informales que necesitamos ambos generales de Aire y Agua por igual, y que es mejor que los dos ancianos vengan también. Voy a encontrar a mis compañeros Jefes Shifters."

Yixing echó a correr. Suho recordó. No había visto a Tao desde que se había ido en busca de Kris, y por lo que Suho sabía, Kyungsoo todavía no había salido de su tienda esta mañana. Se dirigió a la parte de Kyungsoo del campamento, dando vueltas un poco fuera de su camino para pasar por la tienda de Tao. Las solapas de la entrada se retiraron, el interior vacío. Suho contuvo una maldición y escudriñó el área rápidamente, al ver a un grupo de Air Shifters pululando.

"¿Han visto a Tao?" Los llamo con brusquedad.

Parecían un poco sorprendidos, quizás porque él estaba hablando con ellos informalmente. "No lo hemos visto desde esta mañana temprano, mi señor," dijo uno de ellos, y los otros asintieron con la cabeza, echando la vista hacia abajo.

"Si lo ves, dile que se necesita con urgencia en la carpa del soldado de la Nación del Fuego que el Oráculo trajo al campamento anoche." Suho pasó junto a ellos antes de que pudieran responder, abriéndose paso rápidamente a la tienda de Kyungsoo. A diferencia de la tienda de Tao, todavía estaban cerradas las solapas de este.

"¡Kyungsoo!" Suho llamó, poniendo su cara cerca de la entrada. Débilmente podía oír un crujido provenientemente de dentro de la tienda. "¿Estás decente?" Kyungsoo hizo uno de sus ruidos de gorgoteo, y debajo de él se podía oír la risa ahogada de Kai. "Te necesitamos. Ahora. "Suho añadió lo último bruscamente, golpeando su mano en la puerta de la tienda. Kyungsoo graznó.

Después de un momento Kyungsoo salió de su tienda, con la cara enrojecida. Estaba vestido con su uniforme, aunque un poco al azar, la ropa le sentaba bien. Rápidamente se pasó las manos por el pelo y le dijo: "Suho. ¿Qué es?"

Suho negó con la cabeza. "No quiero explicar más de una vez. Hay nueva información sobre la Nación del Fuego y sus planes de batalla. Es todo lo trastorna por completo. Ven." Suho se alejó, dejando Kyungsoo ir tras él.

"¿Ha estado tomando lecciones de Tao?" Preguntó Kyungsoo con amargura. Suho no respondió, y algo en su rostro le hizo dar a Kyungsoo una pausa. "Es malo, ¿no?"

"Sí." Habían llegado a la tienda de Chen. Había un par de generales pululando exterior. Suho los señaló, y todos ellos entraron. Los Ancianos que ya estaban allí, al igual que la mayoría de los otros generales. Era muy estrecho. Chen estaba sentado muy erguido en su cama, el cuerpo rígido por la tensión. Suho hizo un barrido visual y no vio a Tao.

Justo cuando se preguntaba si debía salir a buscarlo, Yixing pasó entre los generales de pie en la entrada. Después de barajar alrededor, Tao siguió a Yixing. Él se movió para pararse junto a Suho, presionando su costado. Su rostro estaba pálido, con los ojos hinchados y rojos. Su mirada estaba desenfocada, como si su mente estuviera a millas de distancia.

Suho le dio un codazo. "Ey, esto es importante, te necesitamos aquí." Tao se estremeció, sus ojos encontrándose con los de Suho, gran dolor en su mirada. "Encontraste a Kris." El estómago de Suho se sacudió.

Tao asintió, susurrando: "Sí."

Suho luchó por no estremecerse. "¿Y?"

"Está vivo," Tao murmuró. Él negó con la cabeza. Cuando volvió a hablar, su voz era más fuerte y de regreso a su tono habitual recortado. "¿Qué pasa?"

"Sí, ¿qué?" ​Dijo un general en voz alta. Fue uno de los de Suho.

Chen hizo una mueca al escuchar el tono alto. Tenía las manos hechas puños en el cubrecama de nuevo, mirando a la gente reunida con cautela. Suho se empujó hacia adelante hasta que estuvo de pie cerca de la cama, Yixing en la cabeza de ésta, con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando casi premonitoriamente. "Este es el hombre que trajo el Oráculo desde el campamento de la Nación del Fuego," dijo Suho, señalando a Chen. "Su nombre es Chen, y él nos ha traído un poco de información vital." Él le dio Chen una amistosa sonrisa, tratando de tranquilizarlo un poco. "¿Puedes decirles lo que me dijiste?"

En silencio, voz vacilante con los nervios y el cansancio, Chen le dijo a los hombres reunidos sobre el plan de la Nación del Fuego. Había algunas interjecciones, en su mayoría los comentarios de los generales de Suho sobre la fiabilidad de esta información. Se les aseguro rápidamente que Chen les estaba diciendo la verdad, la voz de Chen elevándose después de sus comentarios en una rápida protesta aguda por haber sido acusado de mentir.

Una vez hubo terminado, hubo silencio en toda la tienda, las noticias hundiéndose en él. Tao se había vuelto aún más pálido. "¿Así que esto significa que dejamos nuestra capital abierta para ser atacada?" Preguntó, con voz apenas más que un susurro. En el silencio sonaba tan fuerte como si hubiera gritado.

"Su ejército está alrededor de una semana a partir de la frontera," dijo Suho. "A partir de ahí, es menos de una semana hasta que lleguen a la capital."

"Otro ejército del tamaño de éste," murmuró uno de sus generales. "No podríamos ganar, no en contra de estos números."

"No podemos pensar de esa manera," dijo Suho, a pesar de que estaba de acuerdo. Además de sus grandes números, la Nación del Fuego todavía tenía al Fénix, y él estaba empezando a pensar que ni siquiera los tres de los otros Shifters Jefe podrían derrotarlo. "Tenemos que tomar las cosas como vienen. En primer lugar tenemos que retroceder, llevar nuestro ejército de nuevo a la Nación del Aire para defender las fronteras. La capital debe fijarse antes de poder pensar en otra cosa."

"A partir de allí vamos a estar atrapados," dijo un general de la Nación del Aire con voz ronca. "Vamos a estar rodeados de números mucho mayores que los nuestros. Nos tomaran hasta que no tengamos nada, y luego tomaran la capital de todos modos."

"¿Y qué otra cosa podemos hacer?" Suho espetó. "Podríamos tratar de tomar su capitolio a cambio, pero al mismo tiempo eso les daría el tiempo para tomar la suya, y todavía tendrían un ejército más grande que el nuestro nos gustaría aún sin haber luchado. Debemos volver a territorio de la Nación del Aire y montar guardia. A partir de ahí, vamos a mantenerlos a raya hasta que p