Mientras Chen era llevado de nuevo al Consejo de Guerra donde por primera vez se había negado a ayudar, el guardia que lo acompañaba le soltó el codo, de modo que cuando entraron por la puerta, parecía que Chen había entrado allí por su propia voluntad. Resistió el impulso instintivo de huir, recordándose a sí mismo todo lo que estaba en juego dependiendo de la buena impresión que pudiera hacer allí.

La sala estaba llena, sólo un asiento en la mesa dejado para él. Se sentó en ella, mirando los rostros que lo rodeaban. El General Hwang, el general presente en el incendio de la ciudad de Chen, estaba allí, tal como otro que había vislumbrado durante una de sus sesiones de tortura. Sin embargo, no podía recordar a la mayoría de los otros, y se preguntó si alguno de ellos o todos sabían lo que le había sucedido.

“Señor Chen, que bueno que se haya unido a nosotros,” dijo un viejo general. “Apreciamos su cambio de corazón.” Él sonaba verdaderamente feliz, y Chen pensó que podría no saber realmente las circunstancias que habían conducido al supuesto cambio de corazón de Chen. Chen se tragó una oleada de ira dirigida hacia el hombre de más edad; su ignorancia era insultante, nada tranquilizadora.

“Es para mí un honor estar aquí,” Chen murmuró, bajando los ojos.

“Fénix,” dijo uno de los generales, “este es el Señor Chen del Territorio del Rayo. Él es el último de los territorios periféricos en aceptar para dar su ayuda en la guerra.”

Chen levantó sus ojos de nuevo, un poco sorprendido al escuchar el título de Fénix. Él no había reconocido a Chanyeol hasta entonces, sus ojos pasaron sobre el hombre delgado vestido con el uniforme del ejército de la Nación del Fuego, sentado en el otro extremo de la mesa. Chanyeol estaba sentado encorvado, con los ojos fijos en un punto justo en frente de él.

“Fénix,” dijo el hombre nuevo, un poco más nítido.

La cabeza de Chanyeol se levantó lentamente. “¿Sí?” Preguntó, con voz un poco ronca. Se aclaró la garganta. “Lo siento, ¿alguien dijo algo?”

“Este es el Señor Chen,” dijo otro general, sin perder el ritmo, como si eso fuera algo que sucedía con regularidad. “Él se ha comprometido a enviar gente a luchar en la guerra.”

Los ojos de Chanyeol se encontraron con los suyos desde el otro lado de la mesa, y no había reconocimiento en su mirada. No había mucho en ella, sólo una extraña inexpresividad hueca. Chen bajó sus ojos para escapar de ella. Había conocido a Chanyeol una vez, en la época en que el padre de Chen había sido el gobernante de su pueblo. A pesar de que ambos habían sido jóvenes, Chanyeol ya había sido reconocido como el Shifter de Fuego más fuerte en la nación, pero él siempre estaba en la mente de Chen no por su capacidad, sino por la forma en que actuó. No había sido estirado, o mezquino como muchos de sus compañeros Shifters, sino muy amable y juguetón. Chen recordó que durante su primera conversación con Chanyeol había sido regañado por uno de sus mentores por ser demasiado bulloso, y después de que el mentor se había ido Chanyeol se había reído detrás de su mano.

El hombre sentado en el otro extremo de la mesa estaba tan lejos de eso como nadie podría estarlo. Él ya había bajado sus ojos de nuevo a la mesa y no parecía estar prestando atención a algo en específico. La luz en él se había ido.

Después de un momento, la cabeza de Chanyeol se levantó otra vez, e interrumpió a un general que estaba hablando. “He oído que su ciudad fue destruida,” le dijo Chen. "Quemada por la Nación del Aire."

Chen tragó saliva, luchando por mantener su rostro en blanco. No podía pensar en nada que decir, así que se limitó a asentir, a sabiendas de que esa era la historia que le habían dicho y que él tenía que corroborar.

Chanyeol confundió la emoción en su rostro, tomándolo por dolor cuando era más rabia apasionada. “El mío también.” Chen lo miró a los ojos de nuevo, y esta vez había un fervor extraño en ellos, un sentimiento que hizo a Chen temblar ligeramente. “Ellos van a pagar,” dijo suavemente. Era una promesa.

Chen había oído esa historia, sabía que la premisa para esta guerra era porque la Nación del Aire había atacado. Pero Chen no pudo evitar preguntarse si tal vez Chanyeol también se había visto obligado a ayudar como lo había hecho él, si Chanyeol se mantenía en silencio por un miembro de su familia que se encontraba metido en una celda.

“Mataron a mi familia,” dijo Chanyeol, casi gruñendo. “Mi amante me traicionó y destruyó mi pueblo y mi casa. No descansaré hasta que los haya destruido.”

No, Chen se dio cuenta, sintiendo un hundimiento en su estómago. Él cree que la Nación del Aire lo hizo. Pero yo no lo hago. Chen lanzó una mirada al General Hwang y vio que estaba sentado rígidamente, claramente infeliz con esta conversación. Chen sabía que estaba probando su suerte, pero él tenía que saberlo, tenía que reunir toda la información que podía. Él no sabía cuándo iba a ver al Fénix de nuevo.

“Tu amante,” preguntó Chen. “¿El Shifter de Luz, Baekhyun?”

Chanyeol se tensó, con sus dedos engarrotados por lo que sus uñas se clavaban en sus palmas. “Sí,” dijo. “Vendió información sobre mi paradero y el sistema de defensa de la ciudad a la Nación del Aire, y huyó durante el ataque, dejándome para que muriera.”

“Fénix,” interrumpió el General Hwang, disparando a Chen una mirada de advertencia. “Deberíamos discutir los planes para la formación de los nuevos reclutas.”

Chanyeol se hundió de nuevo en su silla, masticando la uña de su pulgar. Él asintió con la cabeza.

Todos comenzaron a hablar y Chen bajó sus ojos, ignorándolos y empezando a pensar. Había conocido a Baekhyun hace muchos años, aunque no había tenido una gran impresión como la que el Fénix tenía. Él era más tranquilo, más pequeño, más educado. Lo que se quedó en su mente era la manera en que Baekhyun miraba a Chanyeol; no había más que pura adoración en sus ojos. Chen no podía creer que él traicionara a Chanyeol, se preguntó cómo Chanyeol podía creerlo, pero luego miro la delgadez de Chanyeol y los círculos oscuros bajo sus ojos y se dio cuenta de que no estaba bien mentalmente por el dolor. ¿Cómo podría saber que los gobernantes de su país le habían hecho esto a él? Tenía más sentido decir que otra nación lo ha hecho, y si había un traidor en el interior ayudándolos, era aún más fácil.

Chen se sentó meditando esos pensamientos oscuros hasta que el sonido chirriante de sillas siendo empujadas lo devolvió al aquí y el ahora. La reunión había sido aplazada. El Fénix fue escoltado fuera de la habitación por un sirviente, demasiado rápido para que Chen hiciera otra cosa que verlo marcharse. Empujó su silla hacia atrás, preguntándose si se suponía que debía realizar su propio camino de regreso a la habitación que le habían dado, o si alguien vendría por él también.

Una gran mano se posó sobre su hombro fuertemente, y Chen se volvió para ver al General Hwang de pie a su lado, sonriendo con fuerza. Él no dijo nada mientras conducía a Chen por la habitación, y Chen no hizo preguntas, no se resistió. Una vez que estuvieron a varios pasillos de distancia el General Hwang desvió su agarre del hombro de Chen a su pelo, tirando con fuerza y ​​obligando a Chen a mirarlo.

“La próxima vez,” dijo entre dientes en la cara de Chen, “permanece en el tema o te voy a enviar la cabeza de tu hermana pequeña como un regalo, ¿está claro?”

Rabia burbujeaba en la garganta de Chen, sus dedos hormigueando con la energía no utilizada de Shifting. “Sí, señor.”

El general hizo un sonido de disgusto y lo arrojó lejos. Chen cayó contra la pared, duro, sosteniendo un grito de dolor. El general se alejó mientras un guardia se acercó y tomó a Chen por la parte superior del brazo.

Chen lo vio salir con los ojos entrecerrados. Tendrás que pagar, pensó. Sentirás el dolor de mi pueblo por diez. No me importa si tengo que esperar años, te veré gritando.

Chen bajó sus ojos y dejó que lo llevaran de vuelta a sus habitaciones.

____

Suho se apoyó contra la barrera de la terraza donde estaba parado, mirando hacia abajo a la formación de soldados en el patio debajo de él. Los sargentos habían dividido a los Shifters de agua y a Shifters de aire en pequeños grupos, por lo que tenían varios equipos de seis para practicar juntos, la mitad de aire, y la mitad de agua en cada uno. Suho pensó que era una buena idea; sus países tenían una rivalidad natural por lo que ser puestos en dos grupos segregados no habría sido tan productivo como haciéndolos mezclarse entre ellos. El objetivo de capacitarlos juntos no era ver si un ejército podría superar al otro, sino para enseñarles a colaborar. La última vez que estuvieron allí no había habido ninguna cuestión de la colaboración, y la formación se había vuelto más como una competencia, pero ahora parecía que el ejército de la Nación del Aire se había vuelto un poco más progresista.

Un movimiento a su izquierda lo trajo de pie de nuevo, volviéndose cuando Baekhyun entraba al balcón. “Señor Suho,” murmuró, con una reverencia. Levantó la cabeza, una suave sonrisa en su rostro. Miró a Suho a los ojos, lo que sorprendió a Suho un poco; por lo que había visto hasta el momento le había sugerido que Baekhyun era demasiado pasivo como para mirar a alguien a los ojos. “Quería darle las gracias. Escuché que me defendió durante la primera reunión del consejo de guerra.”

Suho frunció el ceño. “¿Cómo te enteraste de eso?”

“Los nobles de la Nación del Aire chismorrean. Los nobles de la Nación del Aire con orgullo herido chismorrean más fuerte.”

“No fue mi intención herir sus orgullos,” dijo Suho con un suspiro. “Ellos son imposibles de complacer.”

Los bordes de los labios de Baekhyun se curvearon. “No, sólo hay que dar vueltas en el suelo cuando te lo ordenan.”

“Supongo,” dijo Suho con amargura. “No creo que pueda manejarlo." Estudió a Baekhyun por un momento. “Pero tú pareces que lo tienes controlado como un arte.”

“He tenido práctica,” dijo Baekhyun, y levantó una manga para mostrar a Suho los delicados adornos contra el dorso de sus manos. “Son recordatorios,” murmuró, “así no me olvido de lo que soy. Es fácil olvidar, a veces, debido a la forma en que Chanyeol me trata. Pero no puedo darme el lujo de hacerlo, o pensar de mí mismo con superioridad, porque el mundo no lo hace y no lo hará.”

“Sin embargo, no creo que merezcas ser tratado de la manera que estás siendo tratado,” dijo Suho con un resoplido.

Baekhyun le dio una suave sonrisa. “Suenas como Chanyeol.”

“De todos modos, es cierto,” Suho argumentó. “Tú eres un poderoso Shifter, no debería importar cuál sea tu filiación.”

“Es muy fácil decirlo,” dijo Baekhyun, “pero es más difícil ponerlo en práctica. Siempre habrá gente que me trate menos por ello. Pero no importa, en realidad no. Puedo jugar este juego. Si actuar como el esclavo de bajo nacimiento hará que las personas puedan ayudarme a conseguir a Chanyeol de vuelta, entonces es un pequeño precio a pagar.”

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