Cap 6.

Insensata Geometría

Los cambios continuos en los horarios de las salidas y llegadas que tableteaban en los paneles indicaban que algo no funcionaba con normalidad. De hecho, Fiumiccino estaba convulsionado por una por una amenaza terrorista. Los agentes de seguridad caminaban afanosos por las dependencias del aeropuerto aferrados a sus walkite-talkies como hormigas desconcertadas y  finalmente todo los vuelos se cancelaron mientras las fuerzas especiales trataban de localizar el explosivo.

Cuando desde la cafetería oí que llamaban a los pasajeros con destino a Seúl, la voz anónima de la megafonía me tomó por sorpresa porque casi había olvidado donde estaba. Tuve que apelar a toda mi fuerza de voluntad para incorporarme y rumbear hacia la puerta del embarque, despidiéndome a distancia y con mucha pena de mi enigmática desconocida.

La noticia del atentado se había extendido entre los pasajeros como un charco de aceite a pesar de la discreción del operativo antiterrorista, y un oficial de Alitalia agrupó a quienes esperábamos el vuelo Roma-Seúl en la correspondiente puerta de salida sin apenas explicaciones.

Yo estaba un poco asustada, como supongo lo estaría el resto del pasaje, pero mas que nada furiosa por la desconsiderada falta de información sobre una situación tan delicada. Harta de perseguir a un agente de seguridad para exigirle una explicación, me desplomé en un sillón milagrosamente libre y procuré armarme de paciencia.

Miré a mi alrededor. Mas de un centenar de personas abarrotaban el recinto pero nadie parecía dispuesto a ejercer el elemental derecho a la protesta.

Como unos animales de ganado resignados a su suerte, esperaban solo los unos, reunidos en familia los otros, los niños correteando y dejando un reguero de patatas fritas a su paso, muchos sentados en el suelo enfrascados en sus crucigramas para distraer la espera.

¿Es que no eran, no éramos conscientes de que si efectivamente había explosivos en algún lugar del aeropuerto y estallaban sería una masacre? No tengo madera de heroína, pero al ver el modo en que nos amontonaban sin mayores consideraciones, faltos de protección o al menos de una explicación, sentí una indignación hacía presa de mi.

Una Taeyeon desconocida decidió pasar a la acción y me incorporé dispuesta a todo.

El caso es que hablé con casi todos los pasajeros invitándoles a exigir una solución colectiva y tan solo convencí a una pequeña agrupación de tres mujeres, un par de francesas que apenas hablaban italiano y una japonesa auténticamente furibunda, a las que se sumó un hombre que no cesaba de retorcer sus manos gordezuelas alegando que tenía suma urgencia en llegar a Seúl por un asunto de negocios.

Dejamos al grueso de la gente y salimos a la caza de algún responsable, pero ninguno de los de seguridad se detuvo a escucharnos.

Enfadados  y dando voces solicitamos la presencia de algún cargo superior, y noté con satisfacción que cada vez más personas se unían a nuestro grupito.

Exaltada- ¿Exaltada yo? – improvisé un breve pero encendido discurso acerca del respeto debido al ser humano. Acababa de descurbir este aspecto de mi personalidad. La gente aplaudió y quedé de piedra ¿Tambien era yo esta Taeyeon de hoy?

Surtió efecto y en pocos minutos apareció de la nada un encargado el cual se puso de nuestra parte, el pasajero es lo primordial y ha de saber que sucede, tienen toda la razón del mundo, “pero señores, comprendan que no podemos detener la actividad del aeropuerto por una llamada anónima de las tantas que se reciben diariamente- añadió con gesto bastante imperativo -, de modo que les ruego nos dejen hacer nuestro trabajo y esperen su vuelo con normalidad. Estamos convencidos de que se trata de una falsa alarma”. Nos dejó en las mismas.

Mis ex enfáticos seguidores dieron la media vuelta y rehicieron su camino hacia la sala de espera. Furiosa me senté en el suelo apoyando la espada contra la pared. Era una pataleta con todas las de la ley, y no pensaba volver a la puerta de embarque.

Eran ya las once y media de la mañana, deberíamos estar en pleno vuelo y sin embargo se presentaba una espere indefinida. Sentí el deseo de tomar un taxi y regresar a Roma. ¿Pero para qué? Ya tenía ganas de volver a Seúl, a mi apartamento, a la rutina que amaba porque la hacía y deshacía a mi antojo.

Procuré abstraerme de la situación y sosegar la ansiedad que me hacía respirar mas rápidamente de lo habitual. Mi arrebato me había cansado, pero sobre todo me extenuaban mis extrañas conductas, impulsivas y ajenas, cual si no me pertenecieran.

Busqué el libro que llevaba en mi bolso. El best seller de Han Chae, mi próxima tarea en los meses siguientes. Abordé las primeras frases sin centrarme en nada mas que la lectura.

-¿Tu te quedas? – me estaba preguntando la japonesa amotinada al pasar por mi lado-. Han dicho que el aeropuerto cierra hasta nuevo aviso y que vayamos a los autobuses. Por lo visto nos pagan el hotel en Roma.

Me incorporé no sin dificultad porque llevaba en la misma postura un buen rato y seguí al gentío que se dirigía a los autobuses que nos esperaban en la salida principal.

Había interrumpido bruscamente mi lectura en un momento muy interesante.

Ya en el autobús me senté en el primero sitio que encontré e, indiferente a la evidencia que regresábamos a Roma, retomé la lectura con deseo.

Ni siquiera me preocupé por obtener mas información sobre los vuelos, la devolución del billete o cuanto tiempo permaneceríamos a la espera. Estaba totalmente inserta en la lectura.

- ¿Esta libre este asiento? – oí preguntar en sordina a una modulada voz de mezzosoprano...

Molesta por la nueva interrupción levanté la vista dispuesta a despachar rápidamente el tramite pero enmudecí de inmediato. Mi bella desconocida estaba señalando mi bolso de mano invitándome a dejar vacío el sitio. Sonreí con gentileza: -Si, claro, perdón – respondí acomodándolo entre mis piernas -. Ya está.

Me devolvió la sonrisa y se sentó a mi lado.

Apenas lo hizo suspiró profundamente mientras amoldaba su cuerpo al asiento. Parecía cansada. Yo quedé en vilo. ¡Que inaudita coincidencia!

Hacia un rato la había contemplado desde lejos intentando desvelar las calves de su misteriosa identidad y ahora estaba aquí, a diez centímetros de hombro.

Confusa procuré enfrascarme otra vez en mi libro, pero el sonido de su voz ronca y seductora resonando en mis tímpanos como un sonido cálido que emanaba de su cuerpo me conturbaron en extremo. Decididamente esta mujer me fascinaba. Los acontecimientos habían hecho que me olvidara de ella, pero la casualidad, volvía a traerla a mi lado.

No pude concentrarme bien en el libro, de repente me costaba entender italiano. Releía una y otra vez la misma pagina sin retener el texto y además, para que negarlo, el texto había pasado a segundo plano.

Cerré el libro y me puse a mirar por la ventana. Conocía de memoria la carretera que une a Roma con el aeropuerto Fiumiccino,  ese trayecto siempre me aburre. Me había obligado a no mirar siquiera a mi izquierda y a concentrarme en el paisaje, pero no pude evitar hacerlo a hurtadillas de reojo.

Por la quietud de su cuerpo supuse que mi acompañante estaba dormida. Con mucha cautela, giré unos pocos grados la cabeza y pude ver su rostro, impasible, como si meditara con los ojos cerrados. De perfil era tan hermosa como de frente: la nariz proporcionada, la frente amplia y semi despejada, el contorno del rostro armonioso, brillante, un rostro clásico para a la vez muy contemporáneo.

Había dejado caer los brazos sobre el regazo y sus manos reposaban una sobre la otra como si se acariciaran sin rozarse.

Contemplé durante unos instantes fugaces y sentí que la deseaba tanto que me dolía el vientre, que apenas podía contener el impulso de inclinarme sobre su rostro y besar esa boca perfecta. La urgencia de mi deseo era tan apremiante que, temerosa de que la percibiera, abrí precipitadamente el libro como si buscara en las palabras impresas una via de escape. ¿Cuánto hacía que no sentía la violencia del deseo subir desde el fondo de mi o avasallando mis sentidos con una urgencia dolorosa?

Mucho, demasiado tiempo, pero no el suficiente como para no recordarlo, si es que el libido deja algún perdón al olvido. “He deseado a esta mujer desde que la vi hace un par de horas – admití mirando sin ver la pagina abierta – y me encanta sentirlo, me siento feliz de estar viva.”

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Comments

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audaf27 #1
!!?!?! donde anda?!?! no lo vayas a dejar así >>
yuyesj #2
Chapter 13: TIFF ES RARA, AUNQ TAE IGUAL, MMMMM AUN KIERE A SICA???
audaf27 #3
Chapter 13: sadsdsdsads *w* wooooo <3 <3 te esperé Dx... tardaste mucho >< pero te comprendo Dx... gracias por hacer esto muchas gracias ^^ :D
sonelf1509
#4
Chapter 13: Gracias por los dos capitulos :D esta muy bueno y ya hacía falta leer, continualo pronto por favor!!!
audaf27 #5
Chapter 11: dadsafsdafds ^^^<3 <3 sensual :D jajaja
yuyesj #6
Chapter 11: q buen finc me gusta mucho por fin Taeny, la menera en como esta escrita me gusta mucho, espero actualices pronto,
sonelf1509
#7
Chapter 11: Cada vez se pone mejor akdfjksdfj ya quiero la continuación!!!
tachineko #8
Habitación en Roma? O.O
audaf27 #9
Chapter 10: OMG!! sadsdsd estoy muriendo pero que genial... Fany eres una loquilla xD OMG!! s y continua por favor no lo dejes ahí asdsadasd :D :D <3
-Yiime- #10
Chapter 10: O.o me gusta esta tiffany xD sii va aver accion