Cap 13.

Insensata Geometría

La mañana siguiente amaneció transparente y azul. El día invitaba a salir y tanto Tiffany como yo teníamos ganas de cambiar de escenario y hacer un recorrido por el Veneto. Conozco poco esta parte de Italia y prefería ir a Udine o enfilar hacia el norte hasta Belluno y llegar a cortina, pero Tiffany había estado solo una vez en Venecia y de eso hacía bastante tiempo.
Deseaba mucho volver conmigo, y una estancia de un día le parecía poco.
No tuve ningún inconveniente en acceder a sus deseos. Venecia me cautiva y no me canso de regresar una y otra vez.
La duda se planteó a la hora de decidir si dejábamos ya el Winkler y regresábamos a roma directamente desde allí. Nos daba un poco de pena marcharnos sin más de un sitio que considerábamos nuestro.
Zanjamos la cuestión de manera salomónica: estaríamos un par de días en Venecia, y tras una pequeña gira por la comarca de Belluno pasaríamos la ultima noche de aquí antes de dar la vuelta rumbo a Roma.
La dueña, gentil como de costumbre, telefoneó en nuestro nombre a un amigo suyo dueño de un pequeño hotel en el Campo Manin e hizo las reservas, y también se ofreció a custodiar el grueso de nuestro equipaje mientras durara nuestra ausencia.
“Lo ideal es un único bolso con lo imprescindible – recomendó con buen criterio – Venecia es mal sitio para ir acarreando maletas.” Nos despedimos de ella con sonoros besos como si nos conociéramos de toda la vida. Tiffany tomó unas fotos para el recuerdo y partimos en nuestro Fiat Punto en dirección a la autopista A27.
Estabamos de un humor excelente, yo me sentía ligera como una mota de algodón y Tiffany confesó que el haber dormido cinco horas seguidas le había sentado de maravilla. Le di toda la razón. Haciendo cálculos, en los últimos cuatro días podíamos contar las horas de sueño con los dedos de las manos y aún sobraban. “Conduce tu – me había pedido -, quiero que me lleves a Venecia en persona.”
Durante el escaso centenar de kilómetros que duraba el trayecto no parábamos de hablar. Tiffany quiso presentarme a su familia y habló de ella. Era notorio que sentía gran devoción por su hermano Leo y por su madre, sobre la cual no escatimaba alabanzas. Esther era la madre ideal, muy sociable, mundana, excelente lectora, su belleza aumentaba con los años y en su magnifica cincuentena “los hombres todavía vuelven la cabeza por la calle para piropearla”, se ufanó Tiffany poniendo el acento en la anónima admiración masculina como prueba fehaciente del buen ver de su progenitora.
Colaboraba activamente con la Cruz Roja y la Asociación de lucha contra la esclerosis múltiple, era la primera en recaudar las cuestaciones.

Leo, a tenor de las descripciones de Tiffany, era la perfección hecha hombre.
Veintiocho años, alto, moreno, elegante, ocurrente, culto y generoso con sus amigos. Tenía alquilada una buhardilla en la plaza central – ella no, prefería vivir con sus padres en su chalet de barrio de Yongsan- y todo lo que ganaba como ingeniero de alto rango lo gastaba en viajes a Birmania, a la isla de pascua, a Zambia o a lugares tan ocultos como desconocidos, sitios de los que traía multitud de objetos extravagantes con los que decoraba su casa, abarrotada, según Tiffany, hasta la exasperación.
Lo que mas parecía gratificarla de su relación con su hermano era la complicidad. “Es como si fuéramos gemelos” – puntualizaba-, siempre sabemos lo que esta pensando el otro y nos contamos absolutamente todo.”
Yo conducía atenta a la carretera a la vez que escuchaba su relato. Hasta ahora había sido sumamente reservada y sabía poca cosa de ella, pero cuando conozco a alguien nuevo prefiero que hable de si a su aire y no suelo hacer demasiadas preguntas, por lo que consideré sus confidencias espontaneas como un regalo especial que me ofrecía y le retribuí con un silencio respetuoso.
Cuando le tocó el turno a su padre el tono eufórico bajo unos grados. También ingeniero, hacía tres años que un derrame cerebral le había condenado a una silla de ruedas, pero a Isaac – que así se llamaba – no le amilanaron las penurias y había propuesto a la empresa multinacional en la que trabajaba hacerlo desde su casa.

Siendo como era un excelente especialista en la construcción de puentes, la empresa había aceptado su oferta y vivía pegado al ordenador, al fax y a sus módems, porque los proyectos y consultas le llegaban por internet de todas partes del mundo. A diferencia de la rotundidad que había manifestado a la hablar de su madre y de Leo, resultaba evidente que Tiffany no sabia bien como describir a su padre.
- No es que sea distante ni mucho menos – explicaba -, ha pasado lo suyo, ¿sabes? El regreso de estados unidos fue muy traumático y se vio obligado a empezar de cero, creo que más tarde el mal trago le pasó factura dejándole invalido. Sin embargo es un hombre duro…bueno, no exactamente, es…concentrando en si mismo, ¿Entiendes?, como una caja fuerte herméticamente cerrada y de la que no te sabes bien la combinación.

La metáfora me hizo gracia. Yo estaba empezando a pensar lo mismo de ella.
- También es muy dadivoso y desprendido – concedió de inmediato -, y reconozco que me mima como a una cría. Por mi ultimo cumpleaños me regaló un cheque de cinco mil dólares, no esta mal ¿eh?
Enmudeció de pronto y se quedo mirando pensativamente la trasera del camión que nos procedía, como si la carga de chapas de uralita que portaba acaparaba toda su atención.
Yo me estaba habituando a esos frenazos repentinos que caracterizaban su discursos, y para que su propio silencio no le resultara violento (si que lo era), encendí la radio con el volumen muy bajo.
Sonaba música clásica, mas exactamente el Réquiem de Mozart.bosantes de geranios y campanillos llegaron los primeros acordes de Margherita. No me lo podo rebosantes de geranios y campanilld entera y que por lo visto reclnsabilidad o peor, la irresponsabilidad, corrl yo habnsables? red entera y que por lo visto recl

En ese momento los primeros acordes introducían el “Lacrimosa”, la maravillosa melodía que, a modo de siniestro presagio, Mozart no pudo acabar porque le sorprendió la muerte de la misma madrugada que la estaba componiendo.
“¿Será posible? – pensé estupefacta-. ¿Qué o quien maneja intencionadamente los hilos? Es inaudito que en este preciso instante suene el Requiem que Jessica y yo amábamos tanto, y además que sea la misma versión, la de Von Karajan con la filarmónica de Viena.” Pero si ya estaba perpleja con la música, me estremeció mas aun oír la voz de Tiffany, quien saliendo de su mutismo tan de golpe, como había entrado me preguntó de pronto:
- ¿ Querías mucho a tu pareja? 

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Comments

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audaf27 #1
!!?!?! donde anda?!?! no lo vayas a dejar así >>
yuyesj #2
Chapter 13: TIFF ES RARA, AUNQ TAE IGUAL, MMMMM AUN KIERE A SICA???
audaf27 #3
Chapter 13: sadsdsdsads *w* wooooo <3 <3 te esperé Dx... tardaste mucho >< pero te comprendo Dx... gracias por hacer esto muchas gracias ^^ :D
sonelf1509
#4
Chapter 13: Gracias por los dos capitulos :D esta muy bueno y ya hacía falta leer, continualo pronto por favor!!!
audaf27 #5
Chapter 11: dadsafsdafds ^^^<3 <3 sensual :D jajaja
yuyesj #6
Chapter 11: q buen finc me gusta mucho por fin Taeny, la menera en como esta escrita me gusta mucho, espero actualices pronto,
sonelf1509
#7
Chapter 11: Cada vez se pone mejor akdfjksdfj ya quiero la continuación!!!
tachineko #8
Habitación en Roma? O.O
audaf27 #9
Chapter 10: OMG!! sadsdsd estoy muriendo pero que genial... Fany eres una loquilla xD OMG!! s y continua por favor no lo dejes ahí asdsadasd :D :D <3
-Yiime- #10
Chapter 10: O.o me gusta esta tiffany xD sii va aver accion