Como me gustaría vivir un amor adolescente, borrar las memorias de mis fracasos y de los besos mal dados, deshacer los recuerdos de todas cuantas llegaron antes que yo, de quienes juraron amarte eternamente inconscientes que la eternidad se media en segundos y así, marcar tu piel con mis caricias, como si fueran tus primeras como si fueran mis únicas.

Pero si todo eso sucediera como sabríamos lo especial que es nuestro amor, porque tu corazón ya se ha roto antes, porque yo ya quemé mi inocencia en otros brazos, porque a fuerza de la experiencia aprendimos hace tiempo que el verdadero amor empieza allí donde acaban esos dulces cuentos de nuestra infancia, por todo ello y por todas las demás batallas que aun no hemos librado, sabemos lo maravilloso que es nuestro amor.

Y así, aun sabiendo que no eres perfecta, aun contando las amargas lagrimas que ya te he hecho derramar, pese a tus hirientes palabras, pese a mis odiosos gestos, aquí seguimos, porque nosotras nos amamos.

No hay nada nuevo en ello, porque quizá nos amamos de la misma forma que lo han hecho tantas otras antes, porque quizá nuestro amor nunca ha sido digno de las más fantásticas epopeyas románticas, porque quizá después de un nosotras venga un vosotras.

Y aun así, seguimos siendo nosotras.

Porque aunque ya hayamos dejado de creer el amor es solo dulce, porque aun y saber que también es amargo, nos empeñamos a amarnos, a salvar este bote lleno de agua, a tapar las brechas, a ignorar las heridas.

Porque anhelo este nosotras, aunque pueda doler como el de tantas otras.

Porque quiero este nosotras, aunque no sea más especial que el de tantas otras.

Porque amo este nosotras, aunque no sea tan puro como el de tantas otras.

Porque somos nosotras.

Nosotras, como tantas otras.