Nota de la autora: 

Quizás al leer el título de este capítulo habéis comprendido porqué tanto interes en los colores, en fin, este capítulo está dividido en tres partes, y ya sabéis como funciona un semáforo ¿no?, pues eso. (por si acaso aclaro que en España los semáforos contienen el color amarillo, algo así como corre y pasa antes de que se ponga en rojo)

EL SEMÁFORO

ROJO

El importancia de llamarse Hwang, muchos pensaban que era una bendición pero para Tiffany siempre había sido una carga demasiado pesada, era una Hwang cirujana por voluntad de su progenitor, un especialista en enfermedades cardíacas, en discursos magnánimos y en organizar las fiestas más tediosas de todo el universo.

Durante mucho tiempo Tiffany lo había tenido todo y posiblemente por ello había acabado harta de todo, hasta que conoció a Taeyeon, su demonio con cara de ángel, ella le atraía como una sirena hacia las rocas, ¡al diablo con la tripulación!, porque desde que sus labios se encontraron furtivamente en el callejón trasero de ese local, Tiffany soltó el timón, iba a hundir su barco.

Pobre Marc, el náufrago, su novio de entonces, el favorito de su padre, Marc el virtuoso del bisturí, el yerno perfecto, el pésimo amante.

Al principio se había sentido culpable, para sus principios cristianos engañar a tu pareja era imperdonable y la lujuria un pecado capital, pero al final sus remordimientos siempre se acababan perdiendo entre las sabanas de su amante, y es que Taeyeon era un pecado tan irresistible, qué culpa tenía ella si era la personificación del placer.

Inevitablemente Tiffany tuvo que soltar lastre, es decir, dejó a Marc, no porque estuviera enamorada de Taeyeon, no, eso vino mucho después, sino porque le era imposible fingir el  mínimo interés por su relación, Marc era como esas acelgas en el refrigerador, algo que nunca le apetecía.

 - ¿Fanny? – Taeyeon la miraba desde el marco de la puerta que daba al baño, el cabello mojado le caía pesadamente sobre sus hombros dejando que las gotas resbalaran lentamente por su cuello – ¿en qué estabas pensando? –

- En Marc – dijo Tiffany mientras contemplaba las viejas fotos de su antigua habitación.

- ¿En Marc? – Repitió Taeyeon mientras se acercaba a ella – En Marc, tu Marc, el Dr. Marc, ¿en ese? –

- Aja, ese Marc – afirmó Tiffany mientras acariciaba tiernamente los brazos de Taeyeon que ahora la abrazaba atrayéndola hacia ella.

- Entonces me veré obligada en hacerte pensar en otra cosa – Tiffany no pudo evitar sonreír ante la mirada de Taeyeon, sabía el significado de esa mirada y pese a los años que habían pasado desde la primera vez que la vio, aun no había aprendido a resistirse.

¡La fiesta! Tiffany tuvo que parar muy a su pesar a Taeyeon, estaban en casa de su padre y tenían una fiesta a la que acudir – deberías arreglarte – Taeyeon suspiró y abrió su maleta en busca de el conjunto que quería ponerse – TaeTae – dijo con voz dulzona – por qué no te pones el vestido que te regalé – Taeyeon no estaba convencida y parecía estar a punto de rechazar su sugerencia, así que Tiffany optó por su mejor arma, su sonrisa.

– bien, me lo pondré –

Tiffany era consciente de la rara oportunidad que esta fiesta le brindaba, su padre que tanto había protestado con su decisión de cambiar a su yerno favorito por Taeyeon parecía dispuesto a enterrar el hacha de guerra, solo tenía que asegurarse de que todo resultara perfecto a ojos de su padre, empezando por el vestido de Taeyeon.

Pero en cuanto vio a los invitados, supo que eso no era una fiesta, eso era una putada, con perdón, ¡madre mía que follón!, unos cuantos conocidos de la mal dicha clase intelectual de Nueva York mezclados con demócratas de segundo nivel, los favoritos de Taeyeon, a ellos les dedicaba las más duras sátiras en su columna semanal, sólo le faltaban un par de Pastores, ¡Virgen Santa!, qué decía, si lo tenía justo delante, el Padre Jhon el pastor de la iglesia donde su padre la llevaba a rastras cada domingo.

Pedantes, vanidosos, presuntuosos, engreídos, petulantes, esos eran solo unos pocos adjetivos que Taeyeon les dedicaba y eso que aun no había empezado a pensar en los que iban dirigidos expresamente a la clase política.

Tic Tac Tic Tac, Tiffany no podía dejar de oír ese reloj interno, si, como el temporizador de una bomba, no, por sus narices que aquello acababa bien, ella también era una Hwang maldita sea, iba a controlar la situación, sólo tenía que evitar, las conversaciones políticas, los problemas teológicos, los discursos pseudopsicológicos, los debates sobre las fuerzas armadas, sobre la situación económica, sobre el gobierno y eso sin olvidar darle una luz algo más clara a su situación sentimental, si, su padre quería dárselas de moderno con eso de la homoualidad, pero su historia con Taeyeon no era digamos muy políticamente correcta, solo la tenía que maquillar un poco.

- ¿y cómo os conocisteis? – preguntó la mujer del pastor.

- en una fiesta benéfica – respondió Tiffany rápidamente, tan rápidamente que a Taeyeon no le dio ni tiempo a pestañear, una fiesta benéfica era el sitio ideal para la esposa del pastor, aunque nada de ello fuera verdad.

- Has oído Jhon – dijo sonriente la mujer del Pastor mientras llamaba a su marido – es que nosotras niñas somos muy modernos, mi marido siempre ha dicho que lo importante es el espíritu, en su iglesia siempre se ha dado la bienvenida a los de vuestra clase, verdad Jhon –

- ¿los de nuestra clase? – mormuró Taeyeon antes de que Tiffany la reprendiera con la mirada.

- Si querida – respondió el Pastor ajeno a las miradas que Tiffany y Taeyeon se dedicaban – lo importante es acoger la palabra del señor…-

Por suerte Tiffany consiguió deshacerse de ellos antes de que el pastor Jhon hallara el tiempo para sermonearlas sobre las virtudes de la vida en pareja, aunque para ello tuvo que asegurarle que se iban a casar tan buen punto como la legislación lo permitiera, de momento estaba a salvo y por lo menos Taeyeon no se había desmayado al oír la palabra matrimonio.

En dos horas, Tiffany sentía que había evitado no una bala, sino el cargador entero, por suerte todo el mundo parecía encantado con ellas, bueno, todos menos Taeyeon que empezaba a mostrar signos de irritación ante su actitud.

- Como te va hermanita? – Tiffany se giró con la copa en la mano solo para encontrarse con la alegre sonrisa de su hermano – estresada?, no te preocupes solo te quedan unas dos horas de agonía –

- Lo llevo bien – respondió Tiffany secamente, como le fastidiaba que su hermano en vez de ayudarla se dedicara a reírse de ella – podrías echarme una mano con papá –

- ¿yo?, que va, nuestro padre lleva años ahogándome con sus altas expectativas – dijo mientras sorbía tranquilamente de su copa de champán  - lo siento por ti, de verdad, pero no sabes cuánto me alegro que ahora los demócratas quieran atraer el voto de las minorías, nunca hubiera pensado que me alegraría tanto de que mi hermana se acostara con mujeres, eres la definición de modernidad hermanita –

- Me alegra poder serle tan útil a tu padre – a Tiffany no le hacía ninguna falta girarse para saber a quién pertenecía esa voz, como tampoco necesitaba mirar su cara para saber que Taeyeon no estaba molesta, sino bastante cabreada – porqué no les decimos también que soy hija adoptiva y que mis padres son negros, eso les encantará –

Antes de que Tiffany pudiera intentar calmarla, Taeyeon había desaparecido nuevamente entre los invitados – genial! – dijo mientras la buscaba con la mirada.

- ey – la voz de su hermano reclamaba su atención, pero Tiffany no tenía la intención de dejarlo hablar – Tiffany – no, no quería ver la sonrisa autocomplaciente de su hermano, lo que quería era encontrar a Taeyeon – Tiffany Hwang! –

- Qué! – dijo finalmente – qué quieres? –

Su hermano le indicó el camino con una simple mirada, Taeyeon estaba rodeada, su padre y dos de sus mejores “amigos” y un par de personas más a las que no conocía – yo de ti me daba prisa, llevan unos diez minutos hablando –

Tiffany se dirigió rápidamente a su encuentro, sabía que una Taeyeon enfadada podía resultar altamente inflamable.

- no creo que mi opinión vaya a servirles de mucho –

La voz de Taeyeon llegaba alta y clara, por suerte parecía estar esquivando la situación.

- insisto, al fin y al cabo usted se gana la vida con ello, verdad –

Oh no, por qué tenía ese viejo canoso que insistir en nada, Tiffany ya podía oler el humo.

- si insiste – ahí va, pensó Tiffany mientras esquivaba los reclamos de un par de invitados – le voy a decir que su uso de las palabras me deja atónita, pasión, pasividad, dominación, sometimiento, de hecho no sabría decirle si habla usted de política o de o duro, pero teniendo en cuenta como han manejado ustedes la situación casi preferiría que se hubieran dedicado a lo segundo.

PATAPAM. Ahí estaba, Taeyeon en estado puro, Tiffany había llegado demasiado tarde, lo único que pudo hacer fue llevarse a Taeyeon mientras se disculpaba con la mirada ente su padre.

- ESTAS LOCA! – le reprendió una vez que estuvieron a solas – tenías que hacerte la graciosa justo delante de mi padre verdad, es que no te sabes controlar! –

- yo? – le respondió Taeyeon – no te atrevas a levantarme la voz, esta vez no te lo permito, llevas toda la santa noche controlándome e inventándote mi vida, yo no soy una maldita marioneta dispuesta a bailar al son de tu padre –

- claro, tu siempre tienes que hacer lo que te da la gana verdad! –  Tiffany no sabía ni porque le estaba contestando, debería haberse callado, qué estaba