11. A corazón abierto
Nosotras, como tantas otrasA CORAZÓN ABIERTO
Sus manos entrelazadas y la mirada fija en sus labios que poco a poco empezaban a curvarse mostrando la sonrisa más cálida y entrañable de este mundo. Jessica tenía su propia selección de las siete maravillas, y no se trataba de la Pirámide de Guiza, del faro de Alejandría o de Chichén Itzá, esas las dejaba para la humanidad, las suyas eran mucho más modestas, como esa taza de café recién hecho por las mañanas, el delicado perfume de…, oh mierda, no quería ni pensar en ello, mejor concentrarse en otra de sus maravillas, la sonrisa de Tiffany, esa era una de sus preferidas, esa increíble sonrisa que la obligaba a sonreír con ella y que ahora contemplaba en su mayor esplendor.
- ooooo Jessie! – exclamó Tiffany conmovida por la dulzura de esa “confesión” mientras atraía a Jessica hacia su cuerpo y la aprisionaba entre sus brazos – Yo también te quiero – añadió alegre sin dejar de estrechar fuertemente el pequeño cuerpo de su amiga. – deberías haber usado el acento de esa telenovela venezolana que echan por la tarde, le hubiera dado más dramatismo y emoción – comentó tras unos momentos de tranquilo silencio.
- ¿Tú crees? – Tiffany asintió con la cabeza sin dejar de abrazarla – puede ser, pero se me dan realmente mal los acentos, además no sería demasiado… falso -.
- ¿Qué parte de esa confesión crees que podía llegar a parecer real? –
Jessica meditó brevemente su respuesta, de hecho había dicho dos únicas verdades, que Taeyeon estaba lejos era, de facto, una verdad como un templo, pero tampoco era de buen gusto repetírselo así que optó por la segunda verdad – oh, que te quiero, eso sí que es verdad –
- Ooooo – volvió a repetir Tiffany apretándola más si cabía.
- Si vas a hacer ese molesto “oooo” cada vez que te lo diga no lo voy a repetir nunca más – Empezó a moverse intentando romper ese interminable abrazo – cuánto tiempo vamos a quedarnos así – preguntó ante la resistencia que oponía Tiffany para soltarla.
Hasta que te decidas a explicarme toda la verdad – respondió Tiffany que ahora luchaba para evitar que Jessica pudiera zafarse de ella – Jessie… tienes que decirme que tipo de push-up llevas… -
- ¿Cómo? – Jessica que había conseguido alejarse levemente del cuerpo de Tiffany miró instintivamente hacia abajo, su tímido escote empezaba a revelar más de deseable por culpa, en parte, de la presión que el cuerpo de su amiga estaba ejerciendo en su pecho – por dios – exclamó mientras se apartaba con todas sus fuerzas de Tiffany y le propinaba un golpe en el brazo.
- Entonces qué – empezó nuevamente - Le has sido infiel o te ha sido ella infiel, os discutíais mucho, te aburría, no había o, se drogaba, tiene problemas con el alcohol, es ludópata, está loca o lo estas tú, es demasiado celosa, es una maniática del orden – recitaba como si estuviera hablando de una desconocida.
- No – negaba continuamente Jessica – NO – repetía cada vez más fuerte.
- Vamos Jessica tiene que haber algo, qué ha pasado –
- La vida ha pasado –.
Esa fue la respuesta más sincera que podía ofrecerle, no pretendía ser enigmática ni tan siquiera quería que su respuesta sonara a versillo de poeta deprimido, simplemente había dejado de esconderse tras unas ilusiones que no llevaban a ninguna parte.
Qué más podía decir, como explicar que lo que había pasado era que el ocaso era simplemente una puesta de sol, que la luz de la luna no era tenue ni suave sino fría, que las estrellas no alumbraban una mierda, que el corazón no dictaba ni hablaba simplemente bombeaba sangre al resto del cuerpo.
Tiffany la miró durante unos largos segundos, luego sacó su monedero de su bolso, pagó las cervezas y obligó a Jessica a seguirla, llamó a Daniel ya desde la puerta del bar y empezó a dirigirse hacia el coche.
- Ahora que mal bicho te ha picado – protestó Jessica algo molesta, esa era la segunda vez en una sola noche que sus amigos la arrastraban como si fuera una simple muñeca de trapo.
- Nada, saca las llaves – le ordenó – vamos a dejar a Daniel a su casa, vamos a comprar una botella de licor, nos sentaremos en el sofá y te obligaré a beber hasta que estés suficiente borracha, entonces vas a contarme toda lo triste y miserable que es tu vida, y más te vale no quedarte dormida o me veré obligada a usar técnicas poco amables para despertarte –
No protestó, ni tan siquiera lo intentó, harían lo que su amiga había dicho, que otra alternativa le quedaba, Tiffany no solo podía ser realmente mandona sino que además infundía cierto temor cuando quería, no, no pensaba contradecirla lo más mínimo.
- Verdad! Qué clase de mierda era esa, siempre tenía que llegar el maldito príncip
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