TODA LA VERDAD SOBRE SUNNY LEE

Sunny Lee no era una mujer corriente, solo hacía falta fijarse en su mirada para vislumbrar que estabas ante una persona de gran inteligencia, y no es que hiciera alarde de una cultura superior a la media, nada tenía que ver esa inteligencia con los méritos académicos, no, ella estaba dotada de esa inteligencia que no se enseña en las aulas, una inteligencia natural que la hacía capaz de doblegar a cualquiera.

Sooyoung no tardó demasiado en darse cuenta de ello, bien fuese porque ella siempre había tenido cierta habilidad para desenmascarar la verdadera naturaleza de las personas o porque Sunny era objeto de todos sus pensamientos y pasiones, Sooyoung pudo adivinar rápidamente su juego.

Pocos podían resistirse a sus antojos y es que Sunny Lee era una autentica hechicera, te deslumbraba con su sonrisa, te hipnotizaba con sus dulces maneras y te encandilaba con ese tono de voz que tan hábilmente usaba, y al fin todos decían sí, si a todo, si quería agua le entregabas el mar entero y si quería calor capaz eras de prometerle el sol. 

- Disculpe, había quedado con la señorita Lee – dijo Sooyoung a esa recepcionista de mirada inquisitiva – Soy Choi Sooyoung –

La recepcionista la miró con cierta animosidad y como si fuera el trabajo más arduo del mundo levantó el auricular de su teléfono. En cuestión de pocos minutos Sunny hacía su aparición, con ese andar grácil y seguro.

- Gracias Martha – le dijo a esa antipática secretaría mientras le sonreía – podrías hacerme el favor de entregarle estos documentos a Joseph – y allí estaba, esa voz dulce, esa manera tan casual de acariciar su brazo, esa mirada directa, esa simpática inclinación de cabeza. 

- Claro – contestó la secretaria con una esplendida sonrisa – ningún problema –

Sooyoung observó la escena con cierto asombro, hacía tan solo un momento esa mujer era la personificación de la hostilidad y la pereza, pero ahora corría alegre a cumplir con la petición de Sunny, graciosa embaucadora.

Entonces los ojos de Sunny se posaron en Sooyoung, ahora era ella a quien dedicaba su sonrisa  - siento haberte hecho esperar, vamos, me muero de ganas por tomarme ese copa –

Y Sooyoung sintió como Sunny entrelazaba su brazo con el suyo – claro – contestó ignorando ese pequeño cosquilleo que recorría su cuerpo – como quieras – y así era, porque por muy consciente que fuera de la habilidad casi mágica de Sunny, ella caía una y otra vez en su hechizo.

Sunny era una mujer de facciones amables, mejillas redondas y labios carnosos  que le otorgaban un aspecto afable, su piel suave y fina como la seda y su pequeña complexión le concedían una apariencia frágil y femenina que despertaba en los demás un inmenso instinto protector.

Pero a Sunny de nada hacía falta protegerla, si por un momento alcanzabas a mirar más allá del espejismo de su aspecto veías a una mujer que emanaba seguridad, valiente y audaz, de palabras certeras y expresión vivaz, que no dudaba en utilizar a su favor ese complejo de príncipe de radiante armadura que provocaba tanto en hombres como en mujeres.

- Sooyoungie- le había dicho en un tono agudo y simpático – te apetecería hacer la última copa en mi casa – miró a su alrededor y juntó sus labios en una mueca adorable – creo que me está empezando a marear todo este ruido - 

Y era cierto que había demasiada gente en ese local, que apenas podías dar dos pasos sin tropezarte con otra persona, pero Sooyoung sabía que en realidad todo aquel ambiente no molestaba a su acompañante – si – sonrió sin poder evitar el nerviosismo de sus gestos – me encantaría –.

Se regañó a si misma por haber vuelto a mostrarle su timidez, por haber perdido la compostura ante ella,  por exponer su debilidad, porque cada vez que su mirada se perdía en esos labios, Sunny la observaba victoriosa y Sooyoung no estaba dispuesta a perder la partida ante una tramposa.

Bien sabía Sooyoung con quien estaba, se había enterado por casualidad, un susurro que se había perdido llegando a oídos equivocados - olvídate, dicen que sale con la nueva modelo – había oído mientras se cambiaba para la sesión fotográfica que se estaba realizando en uno de los estudios de la empresa Lee – No puede ser, acabará perdiendo el interés, Sunny se cansa rápido de todas – le había respondido la otra voz, y cuántas Sunnys podían haber en la empresa Lee, una, solo había una.  

Al principio no quiso dar crédito a esas palabras, al fin y al cabo los cotilleos mal intencionados eran un vicio demasiado extendido en el mundo de la moda, todos daban por sentado que en un mundo donde la aparie