Jessica salió de la ducha caliente y agitó la cabeza, haciendo que el agua cayera por su cuerpo. Estaba temblando y no era debido al frío. Era por Yuri. La había desvestido de un modo mecánico, pero el sentir sus largos dedos desabrochando su camisa y luego sus pantalones… Había deseado tumbarse en la cama y atraerla hacia ella.

Jessica cerró los ojos. Sabía que sería muy agradable sentirla junto a ella. Su cuerpo sería cálido y pesado y sus músculos se tensarían al amarla con todo su cuerpo. Aún recordaba su imagen, desnuda al salir del cuarto de baño del barco. Abrió los ojos y se rodeó con sus brazos. La deseaba desde hacía mucho tiempo.

Todo había empezado en aquel viaje que Sooyoung y ella habían hecho con Yuri a las Bahamas. Durante aquel viaje, la había sorprendido desnuda. Había bajado por algo de beber, pensando que Sooyoung y ella estaban solas en el barco. Yuri había salido del baño completamente desnuda, con la piel cubierta de gotas de agua y al girarse, la había visto allí.

Aquel día, debía de haber notado algo en su cara y seguramente por eso, había abandonado el barco en el primer puerto. No era de extrañar que no quisiera tenerla cerca. Yuri era una mujer honrada que no soportaría que la mujer de su mejor amiga la devorara con los ojos.

Abrió los ojos y se quedó mirando el jabón y el champú que la morena usaba. Mientras se la imaginaba desnuda en el mismo sitio donde estaba, decidió que tenía que volver a casa de Seo inmediatamente.

Le convenía seguir enfadada con Yuri, pensó. Porque ahora, después de pasar dos horas a la intemperie y ser rescatada por ella, se sentía vulnerable. Y eso no era bueno estando junto a ella.

Al salir de la ducha, buscó una toalla. Abrió la puerta un poco y vio a Yuri sentada en su escritorio, estudiando los planos de un velero. Reparó en que se había quitado la férula.

—Discúlpame, Yuri.

—¿Sí?

—¿Puedes dejarme una toalla? —Le pareció oírla maldecir mientras se levantaba de la silla. Abrió un armario y sacó una toalla que sacudió para desdoblarla. Ella extendió su mano, pensando que se la lanzaría. Pero en su lugar, se la acercó.

—Gracias. —Ella tiró de la toalla, pero él no la soltó. —¡Yuri! —dijo mirándola a los ojos. La morena no dijo nada.

Se hizo un tenso silencio entre ellas y Jessica tuvo la ligera sensación de que estaba a punto de ocurrir algo entre ellas.

—¿Yuri?

Nuevamente la morena no dijo nada y empujó con su hombro la puerta, entrando en el cuarto de baño y rodeándola con la toalla. Al cerrar la puerta tras de sí, la rubia retrocedió hasta la ducha. Entonces, Yuri alargó la mano y le soltó el moño que se había hecho para recogerse el pelo.

—Yuri, ¿qué estás haciendo?

Yuri levantó la mano y la tomó por la barbilla, acariciándole con su dedo pulgar el labio inferior.

Su cuerpo volvió a la vida y su sentido común se esfumó. Jessica la miró fijamente, incapaz de moverse. Tenía el rostro imperturbable, de piedra, pero podía sentir el deseo en ella, un poderoso instinto ual que fluía en su sangre.

Introdujo el dedo en su boca, mientras sujetaba con fuerza su barbilla. Lo metió y sacó varias veces, acariciándola, y su cuerpo reaccionó como si en vez de su dedo fueran sus caderas las que se movían. Jessica dejó escapar un gemido mientras su corazón latía con fuerza.

Una sensación de confusión se apoderó de ella. No comprendía cómo había acabado en el cuarto de baño con Yuri y por qué la estaba acariciando de aquella manera. No lograba entender cómo había llegado a aquella situación. Pero había dos cosas de las que no tenía ninguna duda, el deseo de Yuri y su propia reacción.

—¿Te gusta esto? —preguntó Yuri bruscamente.

Aquello era una locura. Suponía un cambio radical en ella y una revelación para Jessica. Y eso le gustaba.

Yuti se inclinó hacia delante y cuando sus labios estaban a punto de rozarse, la morena se inclinó y besó su cuello. Jessica dejó caer la cabeza hacia atrás mientras Yuri la atraía hacia ella.

La morena al ser evidentemente más alta que la rubia,  tenía que inclinarse para lamerle el cuello. Jess podía sentir las puntas endurecidas de los pezones en la morena, su abdomen y sus muslos contra ella. Y entre las piernas, su centro se sentía en llamas aún por sobre la tela.

Estaba sorprendida de que la deseara. De pronto comenzó a recorrerla con sus manos y dejó de pensar. Yuri deslizó sus labios hasta la clavícula y ella se agarró con fuerza a sus hombros.

—Jessica —dijo sobre el hombro de ella—. Si no me pides que me pare ahora mismo, voy a terminar lo que he empezado.

Su voz era serena. No entendía cómo podía controlarse ya que ella estaba comenzando a jadear.

¿Deseaba que aquello pasara? ¿Estaba preparada para hacer el amor con otra mujer y precisamente con Yuri?

Yuri deslizó sus manos hasta las caderas de Jessica y la atrajo hacia ella. Dejándose llevar por el instinto, la rubia la rodeó con una pierna, frotándose contra ella.

—Pídeme que me pare Jessica o te llevaré a la cama. —Ella vaciló antes de contestar.

—Tómame —susurró.

Yuri pareció palidecer, como si aquella respuesta fuera lo último que esperara oír y, de pronto, abrió la puerta. El aire fresco hizo desaparecer el vaho, pero no hizo nada por despejarle la mente. Seguía flotando en una nube, como si todo aquello que estaba pasando fuera un sueño.

—¿Estas segura? —preguntó Yuri.

—Sí.

No había estado con nadie desde Sooyoung y después de que descubriera que la engañaba, tampoco había hecho el amor con ella. De eso hacía dos años claro que también había otro aspecto del cual preocuparse, pero eso lo verían después.

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