El día de Nochevieja, Jessica puso el intermitente de su Range Rover y salió de la autopista en la salida de Saranac Lake. El tiempo que había estado fuera de White Caps había pasado deprisa.

—Así que mañana es tu cumpleaños, ¿no? —dijo SunYe mirándola desde su asiento—. El día de año Nuevo.

Sunye había resultado ser una bendición durante las vacaciones. Había insistido en que fuera a su casa a pasar el día de Navidad. Su hermano Billy, que vivía en Boston, también había estado allí y los tres lo habían pasado muy bien. Billy era jugador de béisbol en los New England Patriots y era todo un caballero.

—Así es. Cumpliré treinta y un años mañana. —SunYe carraspeó.

—¿Por qué no me dices que te pasaba aquella noche que me llamaste?

—Oh, no era nada. Es sólo que me puse un poco sentimental.

—¿Por Hwang?

—Sun…

—Hablé con ella.

 —¿Con Yuri?

—Te llamé al teléfono móvil, pero fue ella quien  contestó.

—¿Qué te dijo?

—No mucho. Pero su tono de voz era exactamente como el tuyo.

—Sun, todo está bien.

Hubo una pausa antes de que Sunye hablara.

—Nos llevamos muy bien, ¿verdad? Me gustaría ser algo más que una amiga, pero sé que tú no sientes lo mismo.

—Oh, Sun. Eres una amiga estupenda.

—No te disculpes por ello. Es mejor así. De todas formas, no quiero que me mientas. Me lo tomaría como un insulto.

—Francamente, no hay nada entre Yuri y yo.

Jesss detuvo el coche. Había unos diez coches más aparcados frente a la casa y tuvo que aparcar el suyo junto a la puerta. Había luz al otro lado de las ventanas de la mansión y se podía ver gente moviéndose en el interior. Se preguntó cuál de aquellas sombras sería la de Yuri.

No le apetecía la fiesta ni estar bajo el mismo techo que ella otra vez.

Apagó el motor y miró a SunYe. Sus ojos marrones eran despiertos cálidos y, por la forma en que la miraba, era evidente que podía ver todo lo que había intentado ocultar con el maquillaje.

—Bueno, al menos podías darme una oportunidad. Ya sabes, para ver qué pasa — dijo y se inclinó para besarla.

Jessica ladeó la cabeza y apretó sus labios contra los de ella.

Sintió que se le agitaba la respiración a SunYe. Su cuerpo se puso tenso y rígido. Jessica continuó besándola, tratando de sentir algo, lo que fuera. La sensación era agradable, pero nada más. No tenía nada que ver con lo que había sentido con Yuri.

La rubia se apartó. Pero, ¿qué sabía ella? Yuri ni siquiera la había besado.

—Besas muy bien —dijo SunYe.

Ella rió, aliviada por su intento de hacer las cosas más fáciles, pero cuando la miró, se dio cuenta de que hablaba en serio.

—Me gustaría ser la mujer de la que te enamoraras —dijo Sunye abriendo la puerta del coche—. Hwang es una idiota.

***

Yuri miraba por la ventana del salón, viendo cómo Jessica besaba a SunYe. Aquella mujer estaba totalmente entregada, tal y como evidenciaban sus ojos cerrados y la postura de su cuerpo.

—Aquí está tu bebida, Hwang —dijo Seo—. ¿Qué estás mirando? ¡Ah! Jess y SunYe ya están aquí. ¡Excelente!

Seohyun se fue a la puerta de entrada. Yuri dejó el whisky y decidió torturarse mirando hacia el vestíbulo, esperando que la feliz pareja entrara.

De pronto vio que SunYe  caminaba con ella en brazos y no tenía ninguna prisa por dejarla ir mientras las anfitrionas se acercaban a recibirlas.

Hubo una cascada de risas mientras Jess señalaba sus tacones altos y SunYe la  soltaba. Esa noche, estaba vestida con todo el glamour de la sociedad de Manhattan: llevaba un traje de pantalón negro y un collar de perlas blancas grandes enrollado al cuello. A su lado, Sunye estaba algo azorada, seguramente por lo que había sucedido en el coche.

Mientras otras personas se acercaban a saludar a las recién llegadas, Yuri se quedó apartada, deseando poder salir de allí. Spike estaba en un rincón hablando con un grupo de mujeres.

Jessica estaba riéndose cuando se dio la vuelta y la vio. Su sonrisa se quedó helada y una sombra roja cubrió sus mejillas, claramente por vergüenza y no por placer,