Min SunYe pidió a su chofer que se detuviera.

—Enseguida volveré, Joel. Voy a ver cómo está la señora Jung.

 —Por supuesto, jefa.

Sabía que Jess había vuelto a la ciudad porque había hablado con Seohyun después de tres días de dejar mensajes en su contestador. Algo estaba ocurriendo e iba a averiguarlo.

Se puso el abrigo y se acercó al semáforo. Entonces, vio al hombre del pelo de punta sentado en un coche aparcado frente al edificio de Jess y se acercó.

Spike había reclinado el asiento y parecía dormido. Sean golpeó la ventanilla con los nudillos.

—Escuche, ¿está Hwang arriba con Jess? —preguntó levantando la voz para que la oyera.

Spike bajó la ventanilla.

—Sí. No se entrometa, tiene algo que decirle.

 —¿Cuánto tiempo lleva aquí?

—Una hora.

Era un milagro que aquel hombre no se hubiera quedado helado con el frío que hacía.

—¿Cree que se quedara aquí mucho más? —preguntó Sunye mirando hacia su limusina.

—Eso espero.

—¿Tiene un teléfono móvil en el que Hwang le pueda localizar?

—Sí.

—¿Quiere dejar de pasar frío? ¿Quiere tomar algo? Mi casa está a dos manzanas.

Mientras señalaba hacia la derecha, pensó que podía ser divertido conocer a aquel hombre. Seguro que había una buena historia detrás y  las buenas historias le gustaban.

Spike subió la ventanilla y salió.

 —¿Ricky? —gritó.

Richard, el portero, asomó la cabeza desde el vestíbulo.

 —¿Sí?

—Voy a dejar el coche aquí. Tardaré un rato.

—De acuerdo, Spike.