Es lo mejor...

1.2 “AMOR HECHICERO” (YoonSeo Ver.)
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YOONA

Mientras esperaba la llegada de Seohyun, con una pequeña maleta y su carpeta de bocetos a los pies, Yoona estaba totalmente desorientada. Todavía no podía creer que iba a Nueva York, en el coche de Seohyun, para diseñar un vestido para la elegantísima amante de la mujer que amaba en silencio desde hacía años.

Cuando Seohyun llegó, bajó del coche, la ayudo a meter sus cosas en el maletero y la invitó a entrar. Yoona se sentó en el asiento de cuero y se puso el cinturón.

Cuatro horas después, Yoona llegó a la conclusión de que Einstein tenía razón.

El tiempo era relativo. El viaje se le había pasado volando.

—Jess vive en Park Avenue —explicó Seohyun cuando llegaron a la ciudad de los rascacielos, después de un agradable viaje en el que habían hablado de un sinfín de cosas.

—No conozco la ciudad —dijo ella—. Es la primera vez que vengo.

—¿De verdad? Entonces tendré que enseñártela. Nueva York es una de las mejores ciudades del mundo. A mí me encanta.

Yoona miró por la ventanilla, y lo que más le sorprendió fue la prisa que todo el mundo parecía tener. Hombres y mujeres andaban por las aceras como si tuvieran la urgente necesidad de llegar a algún sitio, donde su presencia era imprescindible. El ritmo de sus pasos les hacía parecer importantes.

Y por un momento, Yoona añoró la tranquilidad de sus montañas natales y deseó estar en White Caps.

¿Qué demonios estaba haciendo en Nueva York?

Respiró hondo y bajó la vista, como queriendo evitar toda aquella estimulación visual. Pero al ver la ropa que llevaba, se sintió todavía más fuera de lugar.

—¿Vienes mucho por aquí? —preguntó por decir algo, frotándose los pantalones de tela negros que llevaba.

—Doy clases en Columbia de vez en cuando y tengo un par de clientes. Normalmente vengo una o dos veces al mes. Por suerte, el vuelo desde Washington no es pesado.

—¿Tienes casa aquí?

—Una suite en el Waldorf Astoria.

Yoona se movió inquieta e intentó aflojarse el collar de la camisa negra. —¿Te encuentras bien? —preguntó la castaña, mirándola.

—Sí —dijo ella, aclarándose la garganta—. Sí, estoy bien. Seohyun le cubrió una mano con la suya brevemente.

—Te va a ir muy bien —le aseguró.

Yoona la miró, tan segura y relajada entre el tráfico y la multitud, y se preguntó si alguna vez habría tenido miedo, o se habría sentido perdida, o triste en algún momento.

—Eres muy afortunada —dijo ella la rubia.

—¿Por qué? —preguntó Seohyun, alzando las cejas.

 —Porque eres fuerte.

—No siempre —le aseguró ella, frunciendo el ceño.

Minutos después, Seohyun aparcó delante de un alto edificio con un toldo verde oscuro sobre la puerta principal. Un portero uniformado se acercó y abrió la puerta de Yoona.

—Señora Seo, qué agradable volver a verle. Señora —dijo el hombre refiriéndose a la rubia, llevándose la mano a la gorra.

—Rodney, ¿cómo estás? —Seohyun abrió el maletero y sacó la maleta de Yoona, que entregó al portero—. La señorita Yoona Hwang es invitada de la señora Jung, Yo sólo subo a acompañarla.

Yoona se dejó llevar. El lujoso vestíbulo del edificio tenía suelos de mármol y ramos de flores frescas en todas las mesas, y el ascensor, un aparato antiguo de bronce y cristal, funcionaba como si fuera nuevo.

Cuando se detuvo, Seohyun abrió la puerta y la hizo salir. Después le señaló la única puerta que había. Llamó al timbre y una doncella salió a abrir.

Jessica apareció casi detrás de ella.

—Qué bien, llegáis justo a la hora de comer. Seo, ¿te quedas?— Ella negó con la cabeza.

—Tengo clase dentro de una hora. ¿Estáis libres para cenar esta noche?

Jessica negó con la cabeza.

—Yo he quedado con Allison, pero estoy segura de que a Yoona le encantará salir a dar una vuelta, ¿verdad?

—No te sientas obligada conmigo.

—Pasaré a recogerte a las siete —fue su única respuesta antes de irse, no sin antes regalarle una sonrisa a las rubias.

Yoona repiqueteó con el pie la pata de la mesa de caoba y sacudió la cabeza. Jessica y ella llevaban horas hablando.

—No, Jess, te equivocas. El mejor color para este traje es el rojo. Si elegimos el traje de cuello alto, resaltará el tono de tu piel, que a la vez será parte de efecto global del vestido. El rojo ascenderá por el torso y te enmarcará la garganta y la mandíbula. Así tu cara dará la impresión de estar dentro de una flor.

Yoona apenas podía creer lo directa que era, pero estaba totalmente segura. Sabía exactamente cómo sería el vestido, de su color y de la caída de la tela de satén.

—Pero no… no quiero imponer nada —añadió.

—No te preocupes —le dijo Jess con una sonrisa—. Cielos, eres mucho más que buena. Y tienes toda la razón. Que sea rojo.

Yoona hizo un esfuerzo para que su sonrisa no expresara toda la alegría que sentía. —No te arrepentirás. Te lo prometo.

Un reloj de pared empezó a dar la hora.

—Las seis —dijo Jess—. Seohyun llegará dentro de nada y tienes que arreglarte.

Yoona empezó a recoger sus bocetos, y se sintió empequeñecer. Al recordar que iba a cenar con la imponente castaña, se puso nerviosa. Además, se sentía un poco fuera de lugar.

Todo lo que le rodeaba, desde las pesadas cortinas color marfil a la alfombra Aubusson que cubría casi todo el parquet y los cuadros al óleo que decoraban las paredes, había sido seleccionado con exquisito gusto. Y una cuenta bancaria inagotable.

Hablar de diseños y de moda con Jess había sido tan fácil que Yoona casi había olvidado que pertenecían a dos mundos totalmente diferentes.

Pero ahora la realidad se imponía de nuevo.

—¿Yoona?

—¿Mmm?

—Entre Seohyun y yo no hay nada.

Las manos de Yoona se detuvieron sobre los bocetos. —Eso no es asunto mío.

—Quizá no, pero pensé que te gustaría saberlo. Seohyun y yo somos amigas desde hace años. Fue uno de mis primeros clientes cuando empecé a trabajar como arquitecto —dijo Jess, recogiendo algunos de los lápices de colores que había por la mesa—. ¿Puedo preguntarte algo personal?

Yoona se encogió de hombros, recogiendo sus cosas con rapidez. —¿Cuánto tiempo hace que te gusta Seohyun?

Yoona se quedó inmóvil, sin saber qué responder.

—Perdona, Yoona. A veces puedo ser muy directa.

—Eso no me importa —dijo ella, alzando la cabeza y mirando a la mujer—. Pero la verdad es que no me siento muy a gusto hablando de ella.

—Lo entiendo.

Jessica permaneció un par de minutos en silencio, y después sonrió.

 —¿Puedo preguntarte al menos qué te vas a poner esta noche?

—Oh, no lo sé. No tengo nada elegante. No esperaba salir a cenar.

 —¿Te gustaría ponerte algo mío? —preguntó Jess.

Yoona la miró y por un momento hubiera jurado que había un pícaro destello en los ojos de la mujer.

 

SEOHYUN

La castaña salió del ascensor y llamó al timbre de la puerta de Jessica.

Cuando ésta se abrió, una Yoona Hwang totalmente nueva apareció ante ella. Notó cómo se le abrían desmesuradamente los ojos y la boca, e intentó controlarse.

Yoona llevaba un vestido negro con un pronunciado escote que mostraba generosamente las suaves curvas del pecho, que se adivinaba sin sujetador, firme y erguido, bajo la suave tela de seda. La melena, larga y dorada, caía sobre su espalda, y Seohyun sintió el deseo de acariciarla y enterrar la cara en ella.

Se aclaró la garganta y rápidamente se acomodo el cabello a un costado, en un intento de ocultar la instintiva reacción de su cuerpo y parecer naturalmente relajada. Aunque no lo consiguió. El rubor en las mejillas de la rubia lo decía claramente.

—¿Estás lista? —preguntó ella, rezando para que la respuesta fuera afirmativa. Porque la gata en celo que había en ella estaba diciéndole, con una lógica admirable, que si Yoona había abierto personalmente la puerta, no podía más que significar que estaba sola en casa. Y que si tenía que entrar a esperar, no estaba segura de volver a salir.

—Mm, sí —dijo la rubia, alzando la barbilla, mientras se pasaba los dedos por el escote del vestido, como si no se sintiera muy cómoda en él.

Tomó el bolso negro que había sobre la mesa del recibidor y pasó delante de la castaña. Seohyun aspiró su perfume y cerró la puerta sin rozarla, consciente del peligro que eso suponía.

—¿Dónde vamos? —pregunto la menor en el ascensor.

—Al Congress Club. Es un club privado aquí en Manhattan —explicó ella.

—Oh. ¿Voy bien así? —preguntó rubia, indicando la ropa que llevaba.

 —Tranquila, vas bien —respondió, mirándola una vez más de arriba abajo. ¿Sólo bien? Estaba irresistible.

 

YOONA

Quizá el vestido no fuera tan buena idea, pensó Yoona al montarse en la limusina. «Vas bien».

Desde luego no era un cumplido muy halagador. De hecho, Seohyun estaba sumida en un tenso silencio, y Yoona sintió ganas de subir de nuevo al apartamento y ponerse otra vez sus pantalones y su suéter negro. Por modesta que fuera, era su ropa.

Cuando la limusina arrancó, Yoona miró a Seohyun, sentada en el otro extremo del asiento de cuero. Ésta miraba por la ventanilla, con el codo apoyado en la puerta y la barbilla apoyada delicadamente en el dorso de su mano.

—Quizá no haya sido tan buena idea —observó sin poderse reprimir.

 —¿Estás cansada?

—No, en absoluto.

—Pareces preocupada —dijo la rubia—. Y no tenemos que ir a cenar. Puedo ir sola. De hecho, ¿por qué no nos despedimos cuando lleguemos…?

—Yoona, no te ofendas, pero cállate —dijo ella, volviendo la cabeza hacia la ventanilla.

Yoona la miró furiosa. Bajo el elegante vestido blanco marfil, bajo el civilizado disfraz de  seda  y los pendientes  de  oro,  ella estaba  tensa.  Como  si ella  la  hubiera ofendido. O hubiera dicho algo para molestarla.

—Perdona —masculló la castaña, un minuto después—. Cuando me pongo así, soy insoportable.

—¿Prefieres estar sola? —preguntó ella.

Los ojos de Seohyun se deslizaron sobre su cara y bajaron un momento hasta donde se mostraba un poco de piel de su busto. Su expresión era tan intensa que Yoona tuvo que parpadear.

—No. No quiero estar sola —dijo con voz ronca y pastosa—. Ése es el problema.

Yoona soltó lentamente el aire que estaba conteniendo y bajó los ojos hacia su escote. En la penumbra de las luces de la limusina, se adivinaban claramente las curvas de sus senos. Incluso a ella le parecían hinchados y tentadores.

La limusina se detuvo y un hombre en un uniforme verde y dorado abrió la puerta. Seohyun fue la primera en salir, y después le ofreció una mano.

Yoona recordó lo que Jessica había dicho, que Seohyun y ella no eran amantes. Si eso era cierto, y la mujer no le parecía una mentirosa, lo ocurrido aquella noche en la biblioteca de Seohyun sólo había tenido que ver con ella.

Y la castaña también la deseó mientras bailaban en la plaza de Saranac, ¿o no?, se dijo. Quizá después de una década de soñar con ella, de imaginarse en sus brazos, se había cumplido su sueño de cenar con ella. Y de que Seoh

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Comments

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UnicornBronze92
#1
Chapter 16: OOHHH YEAAAAH!! A FIN CARAJO!!
*lloranding de felicidad* Gracias por compartir la historia :3
sakuratsukino #2
Chapter 14: actualiza pronto porfa, muy buena historia
mv007842 #3
Chapter 13: Actualiza pronto esta buenisima segire esperando no tardes bay
UnicornBronze92
#4
Chapter 14: Oh dios pero por que son tan tercas estas mujeres ??? SOLO DIGAN QUE AMAN Y YAAAAAAAA
gabriela021
#5
Chapter 13: :O Actualiza prontooooo seo me esta desesperando con esa actitud, le daría unas buena cachetadas para que reacciones. Podrías hacer como una segunda parte de esta historia pero con el yulsic(?) es decir que esta vez se enfoque en ellas, saber que pasará con ellas, y que fue lo que paso para que yuri pasará por aquellas operaciones en su pierna y eso (ya sé, enfado mucho)
gabriela021
#6
Chapter 12: Yo no me quede con ganas de saber sobre el taeny, pero si sobre yuri y jessica, a demás de saber que pasará con yoona y seo
Luhana2005 #7
Chapter 11: ;) gracias.. Una excelente historia..
L2asfje #8
Chapter 12: Alv!! Se les quemo la casa!!
UnicornBronze92
#9
Chapter 12: LA COCINAAAAA!! La casa volo por los aires debido a la fuga de gas .__. oh !!
UnicornBronze92
#10
Chapter 11: Ooooh que genial va esta historiaaa!! me encantaaaaa