Sin duda, Hyomin Park era un diez: preciosa y con unas piernas de infarto. Era

azafata de vuelos internacionales, de pelo azabache y profundos ojos azules que

destacaban a la perfección sobre su piel blanca. Tenía una hermosa sonrisa que dejaba

embobado a todo el que miraba en su dirección, y le estaba enviando todas las señales

apropiadas. Y sin embargo, cuando Tiff la miraba, no sentía nada.

 

— ¿Quieres bailar? —le susurró Hyomin al oído.

 

Lo que sonaba era Queen, que no era precisamente apropiado, pero bailar le pareció

una buena manera de evitar la desintegración absoluta de su conversación. Hyomin era

agradable, pero de lo único que quería hablar era de tiendas y de cenar fuera. La actualidad

y la política no le interesaban o bien quedaban fuera de su repertorio; Tiff no sabía bien

de qué hablarle y tampoco le interesaba lo bastante como para intentar averiguarlo. Le

tendió la mano a Hyomin.

 

—Claro, bailemos.

 

Cuando llegaron a la pista de baile, cambiaron de canción y sonó una melodía más

lenta y romántica. Hyomin le puso las manos en la cintura a Tiff y se arrimó a ella mientras

bailaban. Tiff se permitió relajarse y seguir el ritmo de Hyomin, a la vez que reflexionaba

sobre cómo le resultaba más sencillo perderse en la música que en la mujer que tenía entre

los brazos.

Pusieron «Naughty Girl», de Beyoncé, a todo volumen.

Al reconocer la canción versionada «Love to Love You Baby» de Donna Summer, sonrió.

La música retro era la mejor, no había vuelta de hoja, se dijo, mientras paseaba la mirada por la sala

distraídamente.

 

El Centro estaba repleto de políticos, personalidades y acomodados miembros de la

comunidad gay y lesbiana de Dallas.

Vio a Taeyeon con su cita, con las cabezas juntas, aparentemente sumidas en una interesante conversación.

Le vinieron a la cabeza muchos recuerdos de bailes del instituto, en los que quien hablaba así con Taeyeon

era ella y se intercambiaban profundas revelaciones adolescentes mientras sus citas las miraban

sentados, pensando en actos algo más íntimos que no llegarían a suceder.

En aquellos tiempos ponían más o menos la misma música que sonaba en ese momento. Incluso ahora,

siempre que oía alguna canción de Bangles, Janet Jackson o Gloria Estefan le venían a la

mente los buenos tiempos que había compartido con Taeyeon.

 

Desde que se habían conocido había sabido que serían amigas para siempre. La

belleza de Taeyeon la atrajo, pero fue su inquebrantable lealtad con lo que se la ganó, y

habían sido uña y carne todos aquellos años. Mirando a su mejor amiga, se preguntó qué

diantres podía tener en común con la espigada mujer castaña con la que había quedado.

Como no fuera la belleza, a Tiff no se le ocurría nada. Era modelo, así que no creía que

pudiera compartir muchas de las experiencias de Taeyeon, y mucho menos para mantener

una conversación profunda y significativa. Hacían una pareja fantástica, casi perfecta. La

castaña llevaba un vestido negro ceñido y Taeyeon estaba muy elegante con su traje Armani

negro y sus sandalias de tira Manolo Blahnik, con unos tacones que la elevaban por

encima del metro ochenta. Seguro que estarían hablando de cuántas veces lo harían y en

cuántos sitios nada más salir de allí.

 

Como si le hubiera leído la mente, Hyomin ladeó la cabeza para darle un beso y,

distraída con el balanceo de la música, Tiff no se apartó. Compartieron un beso suave y

agradable. Bueno, se dijo Tiff, a lo mejor Hyomin y ella también podían hablar de cuántas

veces y en cuántos sitios iban a hacerlo al salir de allí. Besó a Hyomin de nuevo, y esa vez

el beso fue más largo e igualmente agradable, aunque no hubo nada de fuegos artificiales.

Perseveró y Hyomin la correspondió, devorándole los labios cada vez más pegada a ella,

hasta que Tiff sintió sus pechos subir y bajar contra su cuerpo al respirar. Cuando

entrelazaron las lenguas, Tiff se percató de que tenía la boca tan seca como todo lo demás.

No había nada de malo con la técnica de Hyomin y su aliento olía a menta, pero «agradable»

no bastaba para encender la llama de la pasión.

 

Tiff empezó a apartarse, pero Hyomin no la soltaba. Inclinó la cabeza hacia atrás para

ofrecerle la garganta y miró a Tiff a los ojos.

 

— ¿Quieres llevarme a casa?

 

Tiff guardó silencio un largo segundo, a sabiendas de que muy pocas rechazarían

a la preciosa señorita Park. Entonces abrió desmesuradamente la boca en un bostezo

que no pudo disimular.

 

—En realidad, estoy muy cansada y tengo que ir al restaurante temprano. ¿Te importaría que nos

marcháramos ya?

 

Fue fácil de ver que Hyomin se quedaba decepcionada ante el súbito anuncio de que la

velada tocaba a su fin. Le acarició la cadera a Tiff lentamente y su mirada se tornó

seductora, dejándole bien claro que tenía una opinión diferente sobre la petición de Tiff.

 

—No tenía en mente marcharme a casa tan pronto, pero tienes razón. ¿Para qué

esperar a quedarnos sin energías?

 

Tiff titubeó un instante, tratando de razonar consigo misma. A lo mejor lo que tenía

era algún tipo de crisis de confianza y se le quitaban todas las tonterías cuando estuviera

a solas con Hyomin en su casa. La solución perfecta a su carencia de libido estaba justo

delante de sus narices. Aquella hermosa mujer seguramente tenía un ligue en cada ciudad

que pisaba, así que no habría ninguna complicación si al día siguiente no se llamaban.

Tiff no tenía que casarse con ella, ¿qué problema había?

 

Desconcertada y algo avergonzada ante su falta de interés, farfulló una evasiva y

acompañó a Hyomin de vuelta a la mesa. Taeyeon estaba tan concentrada en su glamurosa cita

que ni siquiera se dio cuenta de que habían vuelto hasta que Tiff carraspeó.

 

—Taeyeon, ¿nos vamos ya? Mañana me levanto temprano.

 

Taeyeon contestó sin apartar los ojos de la mujer castaña.

 

—Claro, Tiff. ¿No querrás decir que quieres acostarte tarde esta noche?

 

Tiff reprimió un suspiro. Si Taeyeon no fuera la encargada de conducir aquella

noche, ni siquiera estarían teniendo aquella conversación. Sabía que tendría que haber

venido en su coche.

 

—Taeyeon, si tú te quieres quedar, yo me voy en taxi.

 

La brusquedad de su tono captó la atención de Taeyeon, que se levantó y le dijo a su

chica:

 

—Voy a recoger las ganancias de la subasta silenciosa con Tiff. Enseguida

volvemos.

 

Agarró a Tiff del brazo y se la llevó al otro extremo de la pista de baile, dejando a

las otras dos mujeres en la mesa.

 

— ¿Por qué te quieres ir? Creía que lo estabas pasando bien.

 

—Me lo he pasado genial, pero es tarde y mañana tengo que ayudar con la

degustación del menú nuevo.

 

— ¿Y qué pasa con Hyomin? Me parece que a ella le gustaría pasar más tiempo

contigo.

 

—Hyomin está bien, pero no quiero acostarme con ella. Quiero irme a casa. Sola.

 

—Vale, te llevo. Es imposible encontrar un taxi en Dallas.

 

—Gracias. Prometo que solo te molestaré el ratito de llevarme a casa.

 

Taeyeon la miró con extrañeza.

 

—Eso no me preocupa. Oye, lamento mucho que no te lo pases bien. Me pareció

que podíais caeros bien.

 

— ¿Por qué, Taeyeon? ¿Porque somos igual de altas? —le espetó Tiff. Enseguida se

contuvo y rectificó—. Perdona. Estoy cansada. Admito que es muy guapa, pero un poco

superficial. Está bien ser bonita, pero no está entre mis prioridades de lo que busco en una

amante. Necesito a alguien con quien poder hablar de algo más que de las últimas rebajas

de zapatos en Nordstrom.

 

Taeyeon le dio un abrazo conciliador.

 

—Bueno, cariño. Para eso me tienes a mí.

 

*

*

*

 

—Si yo fuera tú, vendería mi casa y viviría aquí, en el Muelle.

Soo Young echó la cabeza hacia atrás y aspiró hondo el aire fresco que rizaba el lago.

Dobló el periódico dominical que había estado leyendo y lo dejó en la mesa.

 

—Zhoumi podría prepararte todos los aperitivos ricos que quisieras y podrías hacer

que una de tus bonitas camareras te sirviera de rodillas. De vez en cuando podrías

enrollarte con alguna ciclista escultural recién salida de la carretera que entrara en busca

de algo para beber, tú ya me entiendes.

Tiff cerró el libro que estaba leyendo.

 

—Sí, a lo mejor debería seguir tu consejo. Podría holgazanear aquí fuera y, aun así,

seguir conectada con el mundo exterior. —Se arrellanó en la tumbona acolchada y cruzó

las piernas—. Vamos a ofrecer wifi gratis a los clientes.

 

—Ya era hora —dijo Soo Young—. Me paso media vida leyendo blogs. Podrías poner

una «web del día» en el tablero de los platos especiales para los clientes que quieran usar

Internet por las razones adecuadas: por diversión.

 

— ¿De qué tipo de diversión estamos hablando? —les gritó una voz desde el camino

que discurría bajo la terraza.

 

Taeyeon se les acercó; venía de montar en bicicleta, con el pelo algo alborotado,

mallas de ciclista, un jersey Pearl Izumi y zapatillas Sidi para bicicleta. Dejó la bici en el

aparcabicicletas del borde de la terraza y subió al Muelle.

 

—Hablando de ciclistas esculturales, mirad quién ha decidido unirse a nosotras en

lugar de darse un baño —anunció Soo Young, al tiempo que se apartaba todo lo posible con

la tumbona, como para poner espacio entre Taeyeon y ella.

 

—Huelo a buena salud —afirmó Taeyeon, pasándose los dedos por el ondulado pelo

cobrizo—. Cincuenta kilómetros y no tenía ni calor para cuando me he dado cuenta de la

hora que era. He pensado que mejor me venía para acá antes de que Tiff les diera mi

almuerzo a los pájaros. ¿De qué diversión hablabais?

 

—Tiff ha entrado en la Era Moderna y ha puesto wifi en el restaurante —explicó

Soo Young.

 

—Fantástico —dijo Taeyeon, que se sentó en la tumbona más cerca de Soo Young. Esta

hizo un gesto con la mano para alejarla y se tapó la nariz con los dedos—. ¿Te importa

que mire mi correo electrónico mientras esperamos al almuerzo? Quiero enviarle un

mensaje rápido a mi adorable cita de anoche para darle las gracias. Esta mañana seguía

dormida cuando me he marchado.

 

—Me parece increíble que tengas fuerzas para pedalear cincuenta kilómetros a

primera hora de la mañana después de pasar una noche de ardiente pasión —comentó

Tiff.

 

En realidad, lo que le sorprendía era lo guapa que se veía Taeyeon después de una

noche de actividad física intensa seguida de una mañana de más de lo mismo. El jersey

sin mangas y las ajustadas mallas de ciclista evidenciaban cada uno de sus firmes

músculos, y su tonificado cuerpo bronceado relucía por el ejercicio.

 

— ¿Y no puedes llamarla por teléfono, como hacen las mujeres normales a la

mañana siguiente?

 

—Un correo electrónico es de todo menos romántico apuntó Tiff.

 

—No todas podemos ser tan románticas como las protagonistas de tus queridas

novelas —replicó Taeyeon con naturalidad—. Y después de la noche que hemos pasado,

seguramente sigue durmiendo. No sería muy amable por mi parte despertarla con el

timbre del teléfono. Si le envío un correo, lo podrá leer y contestarme cuando mejor le

vaya. Y, lo que es más importante, podré ser breve e ir al grano.

... —reflexionó Tiff en voz alta—: no quieres que te ponga en evidencia

con preguntas tipo: ¿Cuándo volveremos a vernos?».

 

Antes de que Taeyeon pudiera responder, Soo Young intervino.

 

— Yo no creo que haya nada de malo en escribirle en lugar de llamarla. Fijaos en

cuántas páginas web de contactos hay. Poco a poco las páginas web están sustituyendo a

los bares y el correo electrónico reemplaza al teléfono. Es todo virtual.

 

—Pues qué bonita manera de encontrar a la mujer de tus sueños —opinó Tiff, con

ironía—. Podría estar tirada en casa con el pijama y salir con alguien por Internet.

 

—Esperad un segundo —dijo Taeyeon—. Creo que el correo electrónico está muy

bien, pero no sustituye a quedar con la persona en carne y hueso. Yo tengo que ver en qué

me estoy metiendo antes de perder el tiempo.

 

—Claro, no fuera a ser que desperdiciaras una tarde entera averiguando quién es o

cómo es una chica —afirmó Soo Young—. ¿No te preguntas nunca cómo sería pasar tiempo

charlando con alguna de tus conquistas sin distracciones físicas?

 

—Para mí lo físico no es una distracción: es el quid de la cuestión. En cambio, lo

de charlar me corta el rollo.

 

—No le hagas caso —le pidió Soo Young a Tiff—. A lo mejor no hay esperanza para

ella, pero para ti puede que sí. Apúntate a alguna web de contactos. Nunca se sabe, quizá

conozcas a alguien especial.

 

—Tiff tenía a una mujer preciosa entre sus brazos anoche y aun así se marchó a

casa sola —recordó Taeyeon—. ¿De verdad piensas que a ella le costará menos encontrar

pareja?

 

—Era preciosa —admitió Tiff—. Pero no teníamos nada en común. Yo busco más

en una relación.

 

—No sabía que te tomabas tan en serio lo de encontrar a doña Perfecta.

 

Molesta, Tiff le contestó:

 

—Estás tan ocupada buscándome rollos de una noche que ni siquiera me escuchas.

 

—Bueno, perdona por querer encontrar a alguien que te interese.

 

— ¿Y tú qué, Taeyeon? —reapareció Soo Young, pasando completamente por alto el

intercambio de pullas—. Tu método de cazadora-recolectora no parece estar funcionando

para Tiff, pero ¿tú has tenido más suerte?

 

—No me quejo —respondió Taeyeon—. Me lo paso bien.

 

—No te estoy preguntando eso.

 

—Taeyeon no busca el amor verdadero —dijo Tiff, ganándose una mirada matadora

de su mejor amiga.

 

—Claro, ya le basta con que nosotras la adoremos —opinó Soo Young, parpadeando.

Taeyeon se echó a reír.

 

—Nunca he dicho que no quiera una relación a largo plazo... en algún momento.

 

—Me hago una idea —sonrió Soo Young—. ¿Por qué no buscáis las dos por Internet?

 

Y a ver quién encuentra primero a alguien especial.

 

Cuando Taeyeon titubeó, Tiff dijo:

 

—Yo lo hago si tú lo haces. Podemos comparar resultados. Te apuesto una cena,

hecha por la ganadora, a que tienes una cita antes que yo.

 

Taeyeon se encogió de hombros con resignación.

 

—No puedo decir que no a esa apuesta. ¿Cuándo empezamos?

 

 

 

CONTINUARA..........