Capítulo Diecisiete
VERDADERO AMOR (ADAPTACIÓN TAENY)DOBLE ACTUALIZACIÓN Y SOLO RESTARÍA UN CAPÍTULO MAS PARA EL FINAL DE LA HISTORIA.<(^,^)>
—Disculpe, señorita. No puede entrar ahí.
Taeyeon ni siquiera aminoró el paso, pero se volvió hacia la enfermera que la seguía.
—Sí, claro. Deténgame.
Irrumpió en la sala de recuperación del hospital por las puertas dobles. No le habían dado ninguna inforTiffión sobre el
estado de Tiff, pero sabía que la falta de noticias era buena señal. El vuelo se le había hecho interminablemente largo,
temerosa de recibir una llamada de alguno de los médicos que trataban a Tiff. Que no la llamasen quería decir que no
hacía falta ninguna decisión de vida o muerte, lo cual era un alivio, pero el vacío la estaba volviendo loca de
preocupación.
Cuando aterrizó el avión, la llamó una enfermera que le dijo únicamente que Tiff estaba estable, en recuperación.
Taeyeon le pagó una cantidad indecente al taxista para que la llevara de la pista Love Field al Presbiteriano en un tiempo
récord. Ignoró a la enfermera que insistía en seguirla y le advertía que iba a llamar a seguridad. Ya en la sala de
recuperación, Taeyeon pasó de cama en cama, separadas por una fina cortina que colgaba del techo. Fue mirando
el historial a los pies de las camas ocupadas y pronto encontró dónde yacía su mejor amiga.
Corrió la cortina y respingó. Tiff estaba tumbada de espaldas, con los ojos cerrados.
Estaba pálida y deTiffrada. Tenía manchas de sangre seca en la cara y parecía una herida de guerra. Llevaba el brazo
izquierdo en cabestrillo. Taeyeon se desplomó en la silla junto a la cama y rompió a llorar.
—Oh, Tiff. No sé qué haría si te perdiese. Te quiero.
Su confesión fue recibida con un ligero movimiento en la cama, pero Tiff no abrió los ojos. Taeyeon le cogió la mano y
apoyó la cabeza en el colchón, abrumada por todo lo que le había pasado aquel día. Mientras trataba de sacudirse el
cansancio de encima, notó que la tocaba alguien y levantó la mirada por encima del hombro. Así, se encontró cara
a cara con su padre. Estaba demasiado cansada como para sentirse irritada con aquel hombre, que tanto se había
alejado de ella, así que solo le preguntó, con sincera sorpresa de verlo en aquel momento, en aquel lugar:
— ¿Qué haces aquí?
—Llevo horas aquí. Vine en cuanto lo supe.
— ¿Cómo lo supiste? —musitó Taeyeon, a sabiendas de lo confusa que sonaba.
—BoA me llamó al no encontrarte. Estábamos muy preocupados por Tiffany.
Aunque haga años que no la vea, la quise como a una hija. Y sé lo importante que es para ti. Conozco a la doctora
Song Qian. Es buena médica y como cortesía profesional me ha dejado asistirla, así que he podido estar cerca.
Taeyeon ignoró el resto de las preguntas que le venían a la mente y se limitó a decir:
— ¿Cómo está?
—Se pondrá bien. Un SUV le dio un buen golpe, pero, según tengo entendido, la bicicleta se llevó la mayor parte del
impacto. Se ha dislocado la clavícula izquierda y tiene un par de costillas rotas. Los arañazos de la cara son
superficiales. No ha necesitado de mis servicios.
Taeyeon señaló el tubo que llevaba en el pecho.
— ¿Neumotórax?
Su padre asintió.
—Una de las costillas rotas le perforó el pulmón y se colapsó. La desentubarán en unos días.
—Gracias por venir.
—Sin duda debes darme las gracias por estar aquí. Había una enfermera corriendo por el pasillo con los de seguridad.
Creo que estaban preparados para sacarte del hospital por la fuerza, pero les he explicado que la mujer con pinta de
loca a la que perseguían es en realidad una de las mejores cirujanas de Dallas y los he convencido de que te dejen
en paz.
Taeyeon bajó la mirada, viendo por primera vez lo que debían de haber observado los empleados del hospital cuando
había llegado. Tenía la ropa arrugada y desarreglada al haber salido tan de repente al aeropuerto y apostaría algo a que
llevaba el pelo como si fuera un nido de pájaros.
Lo cierto era que su padre no presentaba mucho mejor aspecto. Llevaba un uniforme azul de médico y el pelo castaño
oscuro, normalmente bien peinado, le apuntaba en todas direcciones. Pese al aspecto desaliñado, Taeyeon se dio
cuenta de que ni la edad ni la desgracia personal habían podido con él. Estaba en la cumbre de la cirugía estética de
lujo en Dallas y, dado que en la ciudad no había escasez de cirujanos plásticos pugnando por el mercado siempre
creciente, estar en lo más alto era todo un logro. Su padre tenía una próspera clínica en el corazón del Park Cities, con
una lista de espera de pacientes adinerados de seis meses e innumerables asociados dispuestos a trabajar como si
fueran médicos residentes de primer año, con la vista puesta en hacer sus propias fortunas.
El objetivo de Taeyeon era superar el éxito de su padre con sus propios logros. Tenía planes de expandir su clínica para
rivalizar con las instalaciones de un spa de cinco estrellas. No quería que su clientela rica y acostumbrada a los mimos
estuviera en un desagradable ambiente de hospital. Se había fijado en los spas de lujo que había en la ciudad para
diseñar unas instalaciones discretas y lujosas: el entorno perfecto para que sus clientes se escondieran de las
presiones del mundo exterior mientras disfrutaban de la experiencia rejuvenecedora de un cambio de imagen quirúrgico.
Tras cuatro años en la medicina privada, iba encaminada a formar parte de la élite de Dallas. Se había dejado la piel,
usando todos los medios a su alcance para asegurarse de que su nombre era sinónimo de éxito en su campo. Aunque
había tenido la suerte de tener una base financiera sólida al acabar la residencia, no quería tirar de su riqueza heredada.
En lugar de eso, había enfocado el desarrollo de su negocio con la misma precisión milimétrica que usaba en quirófano.
Taeyeon buscó tratos especiales en todos los hospitales de la ciudad, a cambio de hacerles noches de guardia, y lo
había hecho sin pensárselo dos veces. Cada noche de guardia que había jaleo generaba más pacientes para su
consulta, en donde se encargaba de hacer las curas de seguimiento en las semanas siguientes.
Cuando no estaba de guardia, estaba promocionando su clínica con la mejor baza de marketing que tenía: ella misma.
Con una personalidad sociable y carismática, cuando aparecía en los eventos de networking la gente siempre se sentía
atraída por su encanto. Se había propuesto ser un miembro activo de las asociaciones comerciales locales, incluida la
Cámara de Comercio Gay y Lesbiana de la ciudad. Todos sus esfuerzos estaban dirigidos a un único objetivo: ser la
cirujana plástica de más éxito de Dallas, sin parangón. Superar los logros y las expectativas de su padre.
Al hallarse frente a él y mirarlo a los ojos color chocolate, enrojecidos, hinchados y con ojeras, se dio cuenta de que era
solo un ser humano. Su rostro, normalmente bien afeitado, estaba ensombrecido por la barba incipiente, pero a pesar de
su aspecto desaseado, le sonreía, con algo de cautela. Aliviada de saber que Tiff se pondría bien, no pudo evitar
devolverle la precavida sonrisa.
Puede que animado por su reacción, él le puso la mano en el hombro y le dijo:
—Taeyeon, te quiero. Cuando estés preparada, tengo que hablar contigo de algunas cosas.
Nunca habría pensado que se oiría diciendo aquellas palabras, hasta que brotaron de sus labios.
—Creo que ya ha llegado el momento.
Su padre le apretó el hombro ligeramente.
—Quiero que arreglemos todo el daño que nos hemos hecho. Eres toda la familia que tengo y no quiero perderte más de
lo que ya te he perdido. Cuando me llamó BoA y me dijo que viniera enseguida al hospital, lo primero que pensé es que
te había pasado algo. No podría soportarlo si te pasara algo, especialmente después de haber estado tanto
tiempo sin hablarnos. Al ver a Tiffany herida de esta manera, me he dado cuenta de que el tiempo es demasiado valioso.
En cualquier momento la vida puede sernos arrebatada y podría perder la oportunidad de demostrarte lo mucho que
significas para mí.
La primera reacción de Taeyeon fue de asombro, ya que su padre había dicho más en unos segundos de lo que lo había
oído hablar en años. Pese a la coraza que llevaba puesta, su resistencia se fundió ante su cálida declaración. En ese
momento se dio cuenta de que lo quería y que añoraba que formara parte de su vida. Al parecer, él también la quería
y la echaba de menos. Decidió dejarse llevar por aquellos sentimientos y contestó:
—Yo también te quiero, papá. Tenemos mucho trabajo por delante para arreglar las cosas. Yo estoy dispuesta a
intentarlo si tú lo estás.
Él le respondió con un abrazo, inseguro en un principio, pero luego fuerte y firme.
—Vaya, nunca habría dicho...
Padre e hija, abrazados todavía, se volvieron a la vez hacia la voz.
—Por mucho que me alegre de ver que os lleváis tan bien, vengo a interrumpiros —anunció BoA con una sonrisa—. La
enfermera de recuperación me ha instado a convencer a «mis amigos» de que vuelvan a la sala de espera. Vosotros
dos, andando.
Taeyeon se plantó.
—No voy a dejarla.
—Cariño, se pondrá bien. Necesita descansar. Además, tus amigas están fuera. No has hablado con ninguna, ¿verdad?
— ¿Han venido? ¿Es que había sido la última en enterarse del accidente?
BoA sonrió.
—Sí, y seguro que querrán saber cómo está Tiffany. Dentro de unas horas la subirán a planta y entonces podréis
visitarla.
Taeyeon titubeó, porque sabía que BoA tenía razón. No obstante, tenía cierto asunto pendiente y no pensaba marcharse
hasta haberse ocupado de ello.
—Os prometo que saldré enseguida. Se lo puedes decir a la Enfermera Broncas.
Solo necesito cinco minutos. Decidles a las demás que ahora voy.
—Tienes cinco minutos —le dijo BoA, que cogió a Minwo del brazo y lo empujó hacia la puerta—. Nos vemos en la sala
de espera.
Taeyeon volvió a sentarse al lado de la cama de Tiff, le cogió la mano entre las suyas y le habló desde el corazón.
—Nunca ha habido nadie más especial para mí que tú. Siempre me has querido, incluso cuando más me he esforzado
en que nadie me quisiera. Sé que últimamente he sido una gilipollas. Bueno, últimamente no. En todos los años que te
conozco, nunca me he permitido admitir que estaba locamente enamorada de ti. Nunca he ido en serio con nadie,
porque habría traicionado lo que siento por ti. Nadie era nunca lo bastante buena para ti, porque por lo que a mí
respectaba, no eran yo. No te conocían, no les importabas, no te querían como yo. Y mientras me propongo impedirte
encontrar la felicidad con nadie más, dejo que mi miedo al compromiso me impida decirte la verdad. Quiero pasar el
resto de mi vida demostrándote lo mucho que te quiero. Espero que no sea demasiado tarde. Espero que el golpe que te
has dado en la cabeza no te haya curado de todas tus ideas románticas. Tiffany Hwang, te pondrás bien enseguida. Y
cuando lo hagas, voy a cogerte en brazos y no voy a volver a soltarte nunca.
Tras concluir sus votos, Taeyeon le dio un beso suave en la frente y se marchó de la habitación sin hacer ruido.
— ¿Se pondrá bien? —le preguntaron varias voces al mismo tiempo.
—Sí. Tiene una clavícula dislocada, unas cuantas costillas rotas y arañazos y magulladuras. Está intubada de
momento, hasta que el pulmón se le recupere. Llevará un poco de tiempo, pero se pondrá bien.
Taeyeon se sentó en una de las duras sillas de la sala de es-pera y les indicó a todas que se sentaran. Se alegraba de
tener a sus amigas allí, pero su bombardeo de preguntas la abrumaba. Empezaba a pasársele el subidón de adrenalina
del viaje desde Austin y la preocupación y los nervios comenzaban a pasarle factura.
— ¿Dónde has estado? —le preguntó Jessica.
—Estaba en Austin. He venido en cuanto me he enterado. —Antes de que la sometieran a un tercer grado sobre su
desaparición, preguntó—: ¿Dónde están los Hwang?
—Están todos aquí —la informó Soo Young—. El cirujano habló con ellos hace veinte minutos y los hemos mandado
abajo a comer algo. Los niños estaban empezando a ponerse nerviosos y el médico ha dicho que igualmente no iban a
poder ver a Tiff hasta dentro de unas horas.
—Así que no os he dicho nada que no supierais, ¿no?
Jessica intervino.
—BoA nos dijo que estabas aquí, así que te hemos esperado. No sé cómo no te vimos al entrar. El caso es que
queríamos saber las noticias de boca de nuestra doctora favorita, y además estábamos preocupadas por ti.
Taeyeon se ruborizó cuando Jessica la estrechó con fuerza entre sus brazos. Al separarse de ella, miró al resto del
grupo.
—Me alegro de veros a todas. Sé que he estado algo distante estos días, pero os prometo que está todo bien o, al
menos, pronto lo estará. Lo juro.
—Vamos a comer con los demás —propuso Yuri—. Seguro que se alegran del retorno de su hermana pródiga. Junhui
ha estado preguntando por ti desde que llegó. No le ha impresionado nada tener aquí a una miembro del cuerpo de
bomberos de Dallas.
Taeyeon sonrió ante el ego herido de Yuri, consciente de que lo decía en broma.
—Tranqui, Babieca. Lo único que hace falta es que te pongas el sombrero y le des a la sirena, y ya no tendré la menor
posibilidad. —Se pasó la mano por el pelo enredado— . Si podéis soportar verme hecha unos zorros, me irá bien comer
algo. ¿Qué tal si buscamos al pequeño Junhui y le damos las últimas noticias sobre su tía Tiff?
El grupo tiró de ella para ponerla en pie y la escoltó orgullosamente al lujoso establecimiento conocido como cafetería
del hospital.
CONTINUARA...
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