Capítulo Doce
VERDADERO AMOR (ADAPTACIÓN TAENY)
No llevaba más que unos instantes esperando en el bar cuando se acercó la mujer.
Era puntual: eso le gustaba.
«Es más guapa que en la foto. Puntos extra.»
De momento la cosa marchaba bien.
— ¿Tiffany? —Su voz, dubitativa en un inicio, enseguida se tornó un ronroneo aterciopelado—. La foto no te hace
justicia. Eres preciosa.
Tiff solo conocía a otra persona igual de lanzada y le había llevado años acostumbrarse. Luchó por no ruborizarse y
mostrarse igual de segura de sí misma.
—Gracias, Nana. Tú también eres guapísima. —Señaló a la maítre de la entrada del restaurante y preguntó—: ¿Quieres
tomar algo aquí o ir cogiendo mesa en el comedor?
—Mejor vamos a una mesa. Podremos hablar más tranquilas.
—Genial. Tenemos reserva. Voy a decirles que estamos aquí.
Tiff se dirigió a la maître e intercambió unas palabras con ella. Mientras tanto, miró a Nana por encima del hombro. Su
intento de observar a su cita discretamente quedó truncado por el intento parejo de su compañera. Sus miradas se
encontraron. Tiff apartó la vista primero, no sin antes darse cuenta de que Nana le daba un repaso de la cabeza a los
pies. Una sonrisa atrevida señaló su aprobación y Tiff sintió que le ardían las mejillas.
Tenían la mesa en una pequeña estancia situada en un punto perfecto, lejos de la entrada y de la cocina, aislada e
íntima. Con la carta sin abrir, charlaron unos minutos, rompiendo el hielo con los temas de siempre. Cuando Nana se
enteró de que era restauradora, se sorprendió de su elección de restaurante.
— ¿Por qué no me has llevado al Lakeside? Así estarías en tu terreno y estarías segura de que la comida es buena.
Siempre lo es.
—Gracias. ¿Has ido?
—Claro. Ya debes de saber que es muy popular en la comunidad.
—Sí. Pero me sorprende no haberte visto antes.
—Seguramente he ido cuando estabas liada o te habías tomado el día libre. Es un sitio genial. —Nana hizo una pausa
para dar un sorbo de agua—. Me sorprende un poco que hayas escogido este restaurante. No hace mucho que lo han
abierto y no conozco a nadie que lo haya probado.
Tiff se inclinó hacia delante y bajó la voz.
—Nana, tengo que confesarte algo.
Los ojos esmeralda de su cita relucieron, expectantes.
—Me encantan las confesiones.
—Estoy mezclando los negocios con el placer —Tiff aclaró al cabo de un segundo—. Aquí sirven un menú parecido al
del Lakeside y quería echarle un ojo a la competencia. Me pareció que así probaba dos cosas al mismo tiempo. ¿Me
odias?
Nana se rio.
—Para nada. Tienes una faceta muy práctica. Es bueno saberlo. Ya que estamos, vamos a sacarle el máximo provecho
posible, ¿no crees? ¿Qué sueles hacer cuando visitas a la competencia?
—Normalmente pido un poco de todo. Entonces el camarero o bien piensa que soy una foca o cree que soy una crítica
de cocina. Si pasa lo último suelen darme mejor servicio, pero yo nunca les insinúo ni una cosa ni la otra.
—Con el tipo que tenemos las dos, no creo que piensen que seamos unas focas. Vamos a convertirlo en una cita de
trabajo entonces, ¿te parece?
Tiff asintió, complacida con la respuesta. Aquello iba a ser divertido.
Al cabo de dos horas estaban mirándose sobre una cafetera de café francés. El único comentario que había hecho el
camarero durante el desfile de platos constante había sido algo parecido a «quizá la próxima vez prefieran una mesa
más grande», pero les había sonreído al hacer la observación. Aunque tenía algunas objeciones respecto a varios platos,
Tiff opinó que el establecimiento iba a ser un rival digno del Lakeside. Miró a su cita y le preguntó:
— ¿Estás tan llena como yo?
—Dios, sí. No puedo creer que hayas pedido cuatro postres. Ya me veo pasando horas extras en el gimnasio.
— ¿Tienes un gimnasio completo en el trabajo?
Nana había dicho que trabajaba en un centro de rehabilitación, pero no le había dado muchos detalles.
—Claro. Bueno, no está exactamente en mi trabajo, pero tenemos entrada libre en el gimnasio Images y yo la
aprovecho todo lo que puedo.
Tiff se atrevió con una respuesta un poco más lanzada.
—Se nota.
—Vaya, señora Hwang, eres muy amable. Gracias por fijarte.
—Llevo tiempo con ganas de ver qué tal es el Images. Una amiga mía conoce a una entrenadora personal que trabaja
allí. Yo a veces voy al Y, pero me iría bien la disciplina de tener una rutina de ejercicios.
Nana no captó la indirecta de adoptarla como compañera de entrenamiento.
—Me acuerdo que en tu perfil decías que eras ciclista. Seguro que así ya haces todo el ejercicio que necesitas. Estás
en muy buena forma.
—Bueno, gracias a ti también por fijarte, señorita Nana. Como el Lakeside está muy cerca de las pistas, la bicicleta
es la manera más fácil de mantenerme en forma. Tengo las dos bicis en el restaurante y así puedo salir a dar una
vuelta siempre que tengo un rato.
—Debes de pasar mucho tiempo en el trabajo.
—Es mi ambiente. Por suerte es un buen sitio para estar. Mis amigas dicen que es su segundo hogar. Y la verdad es
que, si no fuera por ellas, yo no estaría aquí. Fue idea suya lo de Internet: la solución perfecta para conocer a gente
cuando eres una adicta al trabajo.
— ¿Y está siendo una buena experiencia?
Tiff recordó su «cita» con Sulli y los correos inter-cambiados con mujeres como la pescadora. Serían anécdotas
divertidas un día, pero de momento no se sentía preparada para reírse de sus conquistas. Pensó en contarle los éxitos
de Taeyeon para ilustrar las maravillas de la página de contactos, pero la lealtad le impidió revelar intimidades de
su mejor amiga. No es que Taeyeon fuera discreta y, aparte, sus rollos de una noche no eran precisamente éxitos para
Tiff, pero seguía sin querer hablar de su amiga con una desconocida.
Una voz amable interrumpió sus pensamientos.
—Eh, Chica del Lago. ¿Nos vamos?
Tiff regresó a la conversación de golpe.
—Ay, Dios, perdona. Creo que he entrado en coma por culpa de tanta comida. Normalmente intento comer como una
dama en las primeras citas y no me muestro como una glotona hasta más adelante.
— ¿Te gustaría repetir?
Tiff se lo pensó. Le daba reparo precipitarse y empezar a liarse con citas destinadas a culminar en una unión de
haberes, pero había sido una velada agradable y Nana era hermosa. No le estaba pidiendo la mano y nunca lo haría si
Tiff tardaba tanto en contestar a sus preguntas. Apartó aquellos pensamientos inconexos de su mente y por fin repuso:
—Me encantaría.
—Genial. Te llamaré.
«Diez consejos para ligar en Internet.»
—Déjame adivinar —le dijo Tiff a la pantalla—. No te comas todo lo que hay en el mundo en la primera cita. Deja algo
por si quiere volver a verte.
Una hora después de haber llegado a casa había perdido la esperanza de que la indigestión se le pasara sola, así que
se había tomado un antiácido. Se sentó a la mesa con un vaso de agua y vio que tenía una alerta de correo nuevo en el
portátil. Seguro que era Nana, escribiendo:
Querida Foca:
Al principio me pareciste mona, pero luego te comiste Dallas entera de una sola sentada. Cuando te dije que quería
volver a verte no me refería a que engordases lo bastante como para verte desde la otra punta de la ciudad.
En realidad, le había parecido que Nana se lo había pasado bien y ella también. A lo mejor sí que la llamaba. Claro que
los tiempos habían cambiado y Tiff no tenía que esperar sentada a que la llamara una mujer. Entró en la web de TLL y
miró quién más estaba conectada. Se desilusionó un poco al ver que Taeyeon no estaba, porque una parte de ella
quería compartir cómo le había ido la cita. Sin embargo, las advertencias de Soo Young le vinieron a la cabeza y se
reafirmó en su decisión de guardar su aventura para sí por el momento.
Con una sonrisa en los labios, empezó a escribirle un mensaje a Nana para decirle que lo había pasado muy bien. Lo
escribió y rescribió una y otra vez, pese a que debería haber sido una tarea rápida y sencilla. Ya el hecho de escribirle la
hacía parecer necesitada, y no lo estaba. De hecho, se sentía extrañamente reticente. Incapaz de definir qué era lo que
la retenía, comprobó por última vez si Taeyeon estaba en línea. Su ausencia resolvió la cuestión: borró el mensaje para
Nana sin enviarlo y se fue al dormitorio a leer un poco de "Amores perdidos" antes de dormir.
La revelación había caído como una bomba entre ellas y ambas temían recorrer el traicionero camino de regreso hacia
la otra.
Eunjung se retrajo, en un intento de sanar la herida infligida a su vulnerable alma.
« ¿Por qué? —lloraba en silencio—, ¿por qué le confesé mis sentimientos? Apenas la conozco.»
La declaración que había brotado de los labios de su amante le había dejado las cosas muy claras: «Nunca te diré te
quiero. Nunca me enamoraré de ti ni de nadie, en realidad».
No hubo frases cariñosas para suavizar sus palabras, sino que cayeron como rocas contra el suelo y destruyeron el
jardín que Eunjung había abonado para plantar su futuro juntas. Le hizo una pregunta simple, con la esperanza de que la
respuesta desintegrara las rocas que aplastaban sus anhelos.
— ¿Por qué?
—No creo en el amor. Me gustas inmensamente y disfruto sobremanera de lo que tenemos. ¿No basta con eso?
«¿Y por qué tendría que bastar?», gritó Eunjung en su fuero interno. Por fuera, logró articular preguntas más racionales.
—No lo entiendo. ¿Por qué trazas una línea entre «gustar inmensamente» y «querer»? ¿Qué intentas decirme?
Jiyeon hizo una pausa antes de contestar, en tono cauto.
—Nunca me comprometeré a pasar la vida contigo, nunca te pediré amor eterno e incondicional. No quiero eso de ti ni
de nadie y tampoco lo espero ni lo quiero para mí.
Eunjung permaneció allí sentada, incapaz de responder y sin voluntad de hacerlo por miedo a lo que vendría después.
Helada de incredulidad, a duras penas lograba contener las lágrimas. No tenía el menor deseo de permitir que aquella
mujer, que de repente se le antojaba una extraña, fuera testigo de su debilidad por más tiempo. El instinto la impulsó a
alargar la mano hacia la prenda más cercana para cubrirse los pechos desnudos. Desbordada por sus sentimientos, ya
no podía permitirse seguir desnuda en su presencia.
El ardiente deseo de saber lo que haría Eunjung a continuación no bastó para mantener despierta a Tiff, que se quedó
dormida con el libro en la mano.
—Soo Young dice que la semana pasada quedaste con alguien —comentó Jessica.
—De hecho, volví a quedar con ella ayer —replicó Tiff, con la vista puesta en la pista para bicicletas.
Todavía no había ni rastro de Taeyeon. Para las demás había sido un alivio, porque así podrían hablar de los detalles de
su fiesta de cumpleaños sin que las pillara.
—Comimos en el Bronx —añadió Tiff.
— ¿Nos lo vas a contar o tendremos que inmovilizarte y torturarte hasta que hables?
Tiff pensó en las dos veces que había quedado con Nana. Suponía que lo estaban pasando bien conociéndose, pero
fallaba algo y tampoco estaba tan segura de que estuvieran llegando a conocerse después de todo. Nana se mostraba
evasiva siempre que Tiff sacaba el tema de su trabajo. Normalmente, la carrera de una era un tema de conversación muy
prolífico, así que era raro que evitara hablar del trabajo. Siempre llevaba la conversación hacia las amigas de Tiff y
mostraba un interés extraño por todo lo que hacían. Cuando mencionaba el nombre de Taeyeon, se comportaba como
una reportera persiguiendo una exclusiva. Tiff llevaba toda la semana intentando conciliar a la inteligente e íntegra mujer
de la primera cita con la mujer evasiva y al mismo tiempo inquisitiva que había emergido desde entonces.
Al darse cuenta de que no le había contestado a Jessica y de que no estaba segura de cómo decirle que seguramente
no eran más que dos personas tanteando a un posible ligue, se limitó a encogerse de hombros y responder:
— ¿Qué puedo decir? Es guapa y divertida. Parece que nos llevamos bien.
— ¿Bien, eh? Siempre he creído que «bien» era una palabra para no decir «aburrida».
— ¿De qué habláis? —Una bolsa aterrizó en el suelo y Taeyeon cogió una silla.
Tiff echó una mirada circular en la mesa, para indicarles a sus amigas que no dijeran nada, mientras se preguntaba
cuánto habría oído Taeyeon de la conversación. Como no podía ser mucho, respondió:
—Nada importante. Qué amable por unirte a nosotras.
—Siento llegar tarde. Tenía que ver a un paciente. ¿Por qué estáis tan nerviosas?
—Ladeó la cabeza y todas se miraron las unas a las otras esperando que contestara alguien.
Jessica fue la primera en hacerlo.
—Por nada. —Le dio un codazo a Yuri para ordenarle que interviniera con una respuesta más amplia. Esta la miró,
desconcertada, y no dijo nada.
A Taeyeon, todo el intercambio parecía hacerle mucha gracia.
— ¿Estabais hablando de mi regalo de cumpleaños?
Tiff se sacó una respuesta de la manga, para no revelar sus planes.
—Sí, así es. Me alegro de que hayas llegado para darnos tu opinión. Yo pensaba en un Learjet, pero ellas creen que no
le sacarías partido.
Lanzó una mirada desesperada a Soo Young, que se apresuró a añadir:
—Personalmente, creo que tendríamos que comprarte una casa de verdad, un terreno en Highland Park. Yo rebajaría mi
comisión, por supuesto.
Jessica cogió el hilo y le siguió la corriente.
—... con un ala para tu consulta y una zona para el spa del que hablas últimamente. Podrías ponerle nuestro nombre en
una placa en la pared.
Taeyeon se echó a reír y fue a tomar asiento, justo cuando le sonó la BlackBerry.
—Son todas sugerencias muy buenas. Tengo que contestar, pero vuelvo enseguida para daros más ideas.
Cuando Taeyeon se alejó de la mesa, Tiff suspiró.
—Qué mal se nos dan las sorpresas. Una pregunta de nada y casi lo largamos todo. Hemos disimulado enseguida y
seguro que no tiene ni idea —dijo Jessica—. Ahora vamos a cambiar de tema, no sea que no la veamos cuando vuelva.
Seguro que sale todo a pedir de boca.
CONTINUARA.....
Comments