Cap. 8

Una adicción llamada Lee Chaerin
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Me despertó con un beso.

 

-Dara me voy. -Dijo, en voz baja.

Me recobré en un segundo. Aún no estaba del todo despierta. No quería que se marchara, pero sabía que no había nada que hacer. Y a mí también me tocaría volver pronto al trabajo y a la normalidad. De momento, el sueño había terminado.

Tenía una taza de café en la mano.

-Un último café en la cama. –Dijo. -Para despertarte. -¿Había un destello especial en su mirada? ¿Hasta ella lo había notado? No, la verdad es que me estaba observando con una mirada de lo más inocente.

No entendía cómo podía estar tan despejada a aquellas horas de la mañana.

 Después de todo, yo había dormido tanto —o tan poco— como ella, pero estaba muerta. Ella, en cambio, tenía aspecto de haber pasado un relajante fin de semana en un Spa.

Me incorporé y le cogí la taza. Estaba sentada a los pies de la cama, pero en sus gestos no había ni el más mínimo erotismo.

- Jamás pensé que lamentaría marcharme, después de la forma en que me arrastraste hasta aquí.

-Oh, basta ya. -Dije, desviando la conversación. ¿Por qué tenía que torturarme de esa forma tan espantosa a primera hora de la mañana?

-No. -Dijo, con firmeza. -Ha sido maravilloso estar aquí contigo. Quiero que lo sepas.

Se comportaba como si aquello fuera una despedida definitiva.

¿Acaso era eso lo que estaba intentando decirme? Noté el miedo hasta en los huesos. La miré y traté de adivinar sus pensamientos.

En su rostro había una expresión sincera y amistosa, pero también había algo más que yo no acababa de entender. A lo mejor es que ella tampoco estaba del todo despierta. Extendí un brazo y apoyé mi mano sobre la suya.

-¿Me llamarás esta noche? -Quería estar completamente segura de que no tendría que ser yo quien la llamara, porque eso se parecería demasiado a su trabajo. Le eché un vistazo al despertador. -Estaré en casa a partir de las seis.

-No puedo antes de...

-O cuando tengas un rato. -La interrumpí. No quería saber cuánto tiempo estaría ocupada con otras mujeres. Al parecer, ya tenía unas cuantas visitas concertadas desde antes de sus « vacaciones ». Desde luego, conocía muy bien el negocio. Serán las « fijas », me dije. No me iba a quedar otro remedio que acostumbrarme. Había sido yo quien la había perseguido, y ahora no podía responsabilizarla de mi aprensión. Le sonreí. -Estaré esperando.

-Sí. -Dijo, un poco dubitativa.

« Aquí hay algo raro », me dije.

-¿Qué pasa? -Le pregunté directamente. Ella negó con la cabeza.

-Nada, nada. Es que no quiero irme todavía.

-Pues quédate un rato. -Dije. Aún era pronto.

-Por desgracia, no es posible. Tengo que... -Se interrumpió, aunque yo ya había entendido de qué se trataba: tenía una cita a primera hora. Amor matinal. Y por la forma en que lo había dicho, parecía que aquel iba a ser un día de esos de diez clientas. De la mañana hasta la noche. Seguramente, cuando llegara la noche no podría ni tocarla de modo insinuante. « Bonita forma de empezar », me dije.

Se inclinó y me besó en la frente.

-¡Oh! -Protesté. -¿Ni siquiera me vas a dar un auténtico beso de despedida, teniendo en cuenta que no nos vamos a ver en todo el día? ¡A mí me parece una eternidad!

Se echó a reír.

-Sabes cómo convencerme, ¿eh?  -Dijo, de buen humor.

« Así que ha descubierto mis intenciones », pensé... Sin embargo, no estaba del todo segura. Se inclinó sobre mí y se apoyó en la cama. Le puse los brazos alrededor del cuello y me besó muy despacio, pero estaba claro que se estaba conteniendo. Sin embargo, su beso prendió fuego en mi interior. Un poquito más y a lo mejor conseguía que se quedara...

La abracé con más fuerza y suspiré entre sus labios. Ella se apartó con cuidado.

-No. -Me dijo, en tono cariñoso pero firme. -Basta.

-Lástima. -Jamás había hablado tan sinceramente en mi vida.

Sonrió, comprensiva.

-Sí, pero tengo que irme, de verdad.

Me quedé mirando sus hermosos labios y me pregunté en qué momento los besaría la próxima mujer. ¿Y si esa mujer ya la estaba esperando? Me invadieron los celos, pero traté de tranquilizarme, pues no era ni el momento ni el sitio adecuado para una escena.

Después me sentí un tanto avergonzada: ella tenía que complacer puede que a diez mujeres y todas ellas esperaban un auténtico despliegue, y a mí no se me ocurría nada mejor que intentar seducirla.

Extendí un brazo.

-Está bien. -Dije, sin darle a mi voz ningún tono en particular. -Pues hasta esta noche.

Me rozó la mano y se marchó.

**

A lo largo del día no tuve mucho tiempo para pensar en ella.

Durante mi ausencia, se había acumulado tanto trabajo sobre mi mesa que me sentía como si estuviera tratando de excavar una montaña cuyo tamaño no disminuía nunca.

 A última hora de la tarde vislumbré por fin un pedazo de la superficie de mi mesa.

Cuando abrí la última carpeta de proyectos, su cara apareció de repente entre las páginas. Era la misma cara que tenía cuando se tumbaba relajada en la cama, la misma cara que tenía cuando se inclinaba sobre mí para besarme. La nostalgia se adueñó por completo de mí, igual que un instrumento de tortura. Le eché un vistazo al reloj: en una hora estaría en casa, tal y como había dicho, pero no tenía ni idea de cuándo me llamaría. Y yo no podía llamarla. A saber lo que estaría haciendo en ese momento.

Preferí no imaginarlo, pero por supuesto, no pude evitarlo. Igual que una cascada, las imágenes se sucedieron por voluntad propia ante mí: la vi en la cama con otra mujer, la vi acariciando y besando a otra mujer. « ¡No, eres demasiado romántica! ¡Recuerda lo que te dijo! No, por el amor de Dios, ¡no! ».

Me puse en pie y arrojé los proyectos sobre la mesa. La idea de seguir trabajando durante el resto de la jornada quedaba descartada. Y tampoco podía pensar en ella sin... Dadas las alternativas, lo mejor era que dejara de pensar cuanto antes.

Ya en casa, esperé con gran inquietud a que sonara el teléfono.

Intenté buscarme alguna distracción: puse un CD, pero al cabo de un rato ya no me gustaba; escogí otro y a los cinco minutos sucedió exactamente lo mismo. La tercera vez, me topé con un CD de Vivaldi. Contemplé la tapa durante varios minutos, pero no lo puse.

Me dediqué a recorrer el apartamento de un lado a otro, igual que había hecho tras pasar la primera noche con ella. De repente, me paré en seco: ¡ella no había dicho en ningún momento que pensara llamarme! Y lo cierto era que por la mañana se había mostrado considerablemente reservada. ¿Y si no pensaba llamarme esa noche? ¿Y si no pensaba llamarme nunca? ¿Qué pasaría entonces? No la conocía lo suficiente como para saber si lo único que había hecho había sido tomarse unas « vacaciones » conmigo, si yo sólo había sido una aventurilla de verano sin salir de casa.

Y claro, después siempre pasa lo mismo: que tienes números de teléfono que no usas y, al cabo de un tiempo, acabas por tirarlos a la papelera.

Ya aquella mañana había tenido la sensación de que su despedida era excesivamente dramática, teniendo en cuenta que sólo íbamos a estar un día sin vernos... En ese momento, sonó el teléfono. Me quedé paralizada durante unos segundos por el sobresalto y después me abalancé sobre el aparato.

Respondí. La línea permanecía en silencio, pero estaba segura de que al otro lado había alguien. « Otro psicópata que acosa a las mujeres », me dije, antes de coger aire para soltar mi habitual diatriba contra tales individuos.

-Hola Dara. -La oí decir.

El corazón me dio un vuelco y solté de golpe el aire que había almacenado en los pulmones.

-Hola. -Dije. Mi voz sonó un tanto áspera. -Me alegro de que hayas llamado. -Añadí, tras aclararme la garganta.

-¿En eso quedamos no? -Preguntó. Oh, no, estaba hecha polvo después de su jornada laboral. Su tono de voz transmitía agotamiento, indiferencia y profesionalidad.

-Sí. -Afirmé, como si no hubiera detectado nada en su voz. -Pero igualmente me alegro. -No quería continuar aquella conversación telefónica, quería verla. -¿Cómo estás?

-Bien. –Dijo. -Un poco cansada. « Si sólo está un poco cansada, yo soy la reina de Inglaterra », me dije.

El deseo de estar con ella era cada vez más fuerte, pero no tuve la sensación de que estuviera demasiado interesada en tener más compañía aquella noche, y eso me incluía también a mí. En estos casos, lo mejor era ir al grano.

-No pareces un poco cansada, pareces agotada. -Dije. -Me gustaría hacer algo por ti.

Al principio, la línea telefónica se quedó de nuevo en silencio.

Seguramente, estaba pensando en lo que yo quería decir con aquella oferta.

-¿Por mí? -Dijo, con el mismo tono de voz que emplearía alguien que acaba de descubrir que le ha tocado la lotería, es decir, de absoluta incredulidad.

-Sí. -Respondí, con toda mi simpatía. -Por ti y sólo por ti Chae. Te juro, y que me muera ahora mismo si no es verdad, que no es ninguna trampa.

Tuvo que dedicar un poco más de tiempo a pensar en la cuestión, pero luego le empezó a picar la curiosidad.

-¿En qué estás pensando? -Me preguntó, aunque con cierto escepticismo.

No tenía ninguna intención de discutir ese tema por teléfono.

O confiaba en mí, o no confiaba en mí.

-Si quieres, puedes probarlo, pero no puedo hacerlo por teléfono. -Tal vez eso último había sonado demasiado insinuante.

Volvió a pensar durante unos segundos y luego se rindió.

-Bueno, está bien, pásate por aquí. -Un leve suspiro en su voz me indicó que consideraba que aquel era un mal menor comparado con tener que discutir conmigo.

Después de diez mujeres, ¿qué importaba una más? Así era exactamente como sonaba su voz.

Sin embargo, me alegré de haberla convencido. Después de colgar tarareé unos cuantos compases de un vals y me dirigí bailando al armario. De hecho, podría haber ido bailando hasta su casa.

Cuando me abrió la puerta me di cuenta de que el cansancio de su voz se reflejaba también en su cara. Aunque me moría de ganas de rodearla con mis brazos y abrazarla con fuerza, me limité a darle un beso en la mejilla, a mo

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Comments

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Tamtam45 #1
Chapter 23: Me encantaria que hicieras segunda parte, esta hermosa la historia
mariajoo #2
Chapter 23: As una segunda parte
Yukisoralenali #3
Chapter 2: Mmm que puedo decir tu forma de narrar es genial, la historia es diferente, fresca, sale del contexto habitual quien se imaginaria a una CL de a, por lo general la ponen como la chica mala que es popular y eso; pero tu historia deja algo diferente y significativo no todo sera hermoso en la vida siempre habra problemas con la pareja, me encanto tu historia y he leido tus otras historias, realmente no tengo mucho tiempo leyendo fanfic y todo eso a lo mucho tendre 2 meses es muy poco, pero me gustan tus historias son geniales; no cualquier persona tiene un talento como el tuyo, tu don para imaginar es impresioante, me encantaria que nunca dejaras de escribir historias y mas CHaera XD jajaja
Te has ganado una fan incondicional de verdad no dejes de escribir, imaginar y soñar, eres buena y espero muchas historias tuyas, te estare esperando eb esta pagina y cambias el lugar de publicacion avisa por fa para seguirte
Att: una nueva fan que te la has ganado incondicionalmente
liizzyLee #4
Chapter 23: Alecchi tiene mucha razón y coincidió totalmente con mi opinión, pero yo no lo abría hecho mejor ....
Adore el fic ya lo leo por 2° ves..... felicidades :3
unicornis #5
Chapter 23: Muchas gracias por escribir esta historia, por favor tráenos más historia y seguire tus otros fics :)
Gracias y saludos :D
Yvetth #6
Chapter 23: Ame el cap Lizie la vdd ha sido una gran historia
Y ya estoy esperando los otros fics
mariajoo #7
Que libro es?? Me podrias desir el titulo original
danielamorales
#8
Chapter 23: Queeeee!?! Acabo!?!? Porque!!!!?!?!,.....bueno mejor me calmo .....Gracias por esta magnifica historia....esparare con muchas ganas otras historias chaera !!!!
yulpage #9
Chapter 23: queeeee!!!!??? acabó??? TnT voy a morir en serio...
shdgsdhfghdf te amodoro(?) la adaptación simplemente es perfecta, espero que sigas escribiendo y actualizando tus demás fics; soy una fiel seguidora <3 :3