Cap. 15

Una adicción llamada Lee Chaerin
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-¡Oh, no! -Protestó.

 

-¡Oh, sí! -Me mantuve firme en mi propósito. -Te voy a llevar a que te hagan radiografías. Le prometí a la doctora que lo haría. Si alguna vez me la encuentro por ahí y descubre que no cumplí mi promesa, me linchará.

 

 -Exageras Dara, no creo que sea tan mala.  -Dijo, con la intención de hacerme cambiar de idea.

 

 Sin embargo, yo quería tener pruebas de que estaba bien. El hecho de que el día anterior se hubiera desmayado me preocupaba mucho.

 

 -Pues sí, es muy mala. Tú no tuviste oportunidad de hablar con ella, pero yo sí.

 

 No le quedó más remedio que darme la razón.

 

 -Sí, eso es verdad. -Suspiró, resignada. -Me parece que no tengo nada que hacer con ustedes dos. ¿Cuándo vamos?

 

 -En cuanto hayamos desayunado. -Contesté, enérgicamente.

 

 No quería darle la oportunidad de pensárselo mejor.

 

**

 

 Cuando la recogí en la consulta del doctor, me dio el parte médico:

 

-Todo está bien. Se supone que tengo que tomarme las cosas con calma durante una semana. ¿Estás satisfecha?

 

-Sí.  –Dije. -Eso es todo lo que quería saber.  -La miré. -¿No te han preguntado nada más?

 

-Nada especial. -Se encogió distraídamente de hombros. -Siempre se tragan la historia de la escalera. 

 

«Dios mío», pensé. ¿Cuántas veces había pasado ya por aquella experiencia? De repente, tuve la sensación de que me había pasado la vida entera en una caja de cristal que me protegía del lado sórdido del mundo.

 

 Había muchas cosas que daba por sentadas: la consideración hacia los demás, por ejemplo, y el respeto mutuo hacia la idea de que las personas no deberían hacerse daño unas a otras intencionadamente, o de que todo el mundo tenía derecho a la autoestima.

 

No le pregunté nada más. ¿Cómo poner en duda su estilo de vida, cuando yo disfrutaba sin pensar de cosas que para ella eran obviamente un lujo, cosas que sólo muy de vez en cuando podía experimentar en París? Lo mejor era que me asegurara de que aquel viaje le resultara lo más agradable y placentero posible.

 

-¿Qué quieres de premio por haber sido tan valiente? -Bromeé.

 

-¿Puedo elegir? -Dijo, haciendo su tan hermoso aegyo. No pude resistirme.

 

 La abracé con fuerza, le pasé un brazo alrededor del cuello, la atraje hacia mí y la besé delicadamente en los labios.

 

-Claro que puedes elegir. -Dije, con ternura. -Lo que tú quieras, cariño.

 

Se quedó demasiado sorprendida como para poder reaccionar de inmediato. Además, la palabra «cariño» también había sido una sorpresa para ella.

 

Me miraba atónita.

 

-Lo siento…  Lo que pasa es que... -La miré-. -Si te molesta, no lo haré más.

 

Me observó con una expresión indescifrable. Después se inclinó hacia mí y me besó delicadamente.

 

-No me molesta. -Se le iluminó el rostro. -De hecho, creo que hasta puede llegar a gustarme. -Me pasó un brazo por los hombros y caminamos un rato así.

 

-Bueno. -Volví a preguntarle. -Entonces, ¿qué quieres?

 

-No lo sé. -Dijo, al mismo tiempo que se detenía. -No quiero cometer el mismo error que cometí ayer.

 

-Chae, no fue un error. -Le dije en tono cariñoso. -Ver a todas aquellas personas te hizo mucho bien.

 

-Sí. –Admitió. -Pero fue demasiado agotador. Hoy no quiero ver a nadie. -Me pregunté si eso también me incluía a mí.

 

La observé con un gesto interrogante.

 

-¿Quieres quedarte en el apartamento?

 

-No. -Dijo, mientras negaba con la cabeza. -Eso tampoco.

 

No sabía qué otras alternativas estaba sopesando, así que me limité a quedarme allí y esperar su respuesta. 

 

-Dara ¿Te gusta el campo? -Me preguntó de repente.

 

-Depende. -Contesté, un tanto vacilante. Era una descripción demasiado vaga.

 

-Me gustaría ir en coche por ahí. No muy lejos. -Me miró con una expresión de incertidumbre. -Si quieres.

 

-Si tú quieres. -Puse énfasis en mi respuesta. No conozco los alrededores de París, sólo he estado en la ciudad. -Le sonreí de forma incitante. -¿Te gustaría mostrarme los rincones más bonitos del paisaje?

 

 Fue en ese momento cuando comprendí lo importante que era este viaje para ella.

 

-Sí, Dara me encantaría. -Su rostro resplandeció.

 

La verdad es que no era fácil hacer realidad sus deseos. Cuando por fin encontré mi coche, nos dirigimos hacia la parte sur de la ciudad. Al principio no veíamos nada más que campos a derecha e izquierda, pero de repente me indicó una carretera de tierra.

 

-Dara, ahí, aparca ahí. –Dijo. -Y vamos caminando.

 

Seguí sus instrucciones y fuimos caminando hasta un pequeño bosque. Fue como si la ciudad de París hubiera desaparecido, a pesar de que estaba muy cerca. Se quedó muy quieta y llenó sus pulmones de todo lo que nos rodeaba. El aspecto que tenía en ese momento me fascinó: encajaba a la perfección en aquel paisaje, igual que en el restaurante de París o en el apartamento.

 

Desplegaba todo su encanto y toda su belleza en cada situación.

 

Me pregunté qué podía ofrecerle yo. Chaerin me daba muchísimas cosas, pero yo... Yo podía cuidarla cuando estaba enferma, pero no siempre iba a estar enferma.

 

Se volvió para mirarme, muy sonriente.

 

-Es maravilloso, ¿verdad? -Estaba muy relajada.

 

Apenas se notaban ya los moretones. Obviamente, había vuelto a maquilarse, pero eso no lo explicaba todo: allí, en el bosque, nadie la amenazaba. Allí era ella misma.

 

El amor que sentía por Chaerin me hacía daño. En cuanto me asegurara de que se había repuesto del todo, tendría que separarme de ella. Le devolví la sonrisa.

 

 -Precioso. -Dije, y no me refería sólo al paisaje.

 

-Ven. -me pidió. -Vamos a dar un paseo.

 

-Pero no muy lejos. -Advertí.

 

-Te prometo que no me voy a desmayar. -Se burló de mi preocupación. -Iré con cuidado.

 

Caminamos en silencio, la una junto a la otra. Recogió una rama del suelo y la olió. Luego se inclinó para observar unas flores que crecían bajo el sotobosque.

 

-Veo que te gusta estar en plena naturaleza. -Comenté.

 

-Sí. -explicó, con naturalidad. -Me crié en el campo.

 

-¿En el campo? ¿Tú? -Pregunté, perpleja.

 

Me observó desde su posición, en cuclillas.

 

-Pensabas que era una chica de ciudad, ¿eh?

 

-Para serte sincera, sí. Jamás se me habría ocurrido pensar lo contrario.

 

Su aspecto externo, pensé, tampoco hacía pensar en la idea de que se hubiera criado en el campo. ¡Una mujer como ella!

 

-Ahora lo soy, en realidad. -Dijo con pesar, mientras echaba un vistazo a su alrededor. Se puso en pie y se limpió la tierra de las manos en los pantalones.

 

-No del todo. -Dije. Me reí y señalé sus pantalones sucios. -No creo que eso le sucediera a una mujer de ciudad. -Sin embargo, aún la hacía más adorable, pensé.

 

 Se miró y también se echó a reír.

 

-Seguramente no. Cuando estoy aquí, nunca pienso en esas cosas. -Suspiró y miró hacia el lindero del bosque. -Por desgracia, no vengo aquí tan a menudo como quisiera.

 

Me acerqué y le rodeé la cintura con los brazos.

 

-Pero ahora estás aquí. -La miré. -Disfrutémoslo. ¿Dónde están los rincones más bonitos?

 

Dejó vagar su mirada hacia la izquierda y luego extendió un brazo.

 

-Hay un claro más atrás, totalmente oculto en medio del bosque. A veces me paso un día entero allí, cuando tengo tiempo.

 

Tuve la sensación de que aquel era su rincón más privado.

 

-Pero es tu espacio. -Protesté.

 

Me sonrió formándose a si su encantadora sonrisa de ojos.

 

-Quiero enseñártelo.

 

Caminamos muy despacio hacia el lugar. El terreno blando crujía bajo nuestros pies a cada paso que dábamos. Se podía pasear por allí durante horas sin cansarse. De repente, me pareció que el asfalto de la gran ciudad producía una sensación completamente malsana.

 

 Jamás habría adivinado dónde se hallaba el claro. Si una no sabía exactamente dónde buscar, era muy fácil pasárselo de largo una y otra vez sin ni siquiera darse cuenta de que estaba allí.

 

-Parece que vayamos en busca de los tesoros de la Atlántida. -Dije, fascinada.

 

¡Toda una aventura!

 

-Yo tuve una sensación muy parecida la primera vez que estuve aquí. Lo encontré por pura casualidad. Y hasta el día de hoy, no me he encontrado con nadie.

 

Apartó la última rama y nos hallamos en el centro de lo que parecía una pequeña habitación natural. Cuando miré hacia el cielo, vi las ramas de los árboles meciéndose allá en lo alto, iluminadas por el sol. Los rayos de sol llegaban hasta el suelo formando miles de columnas de luz dorada.

 

-Había visto sitios así en fotos. -Murmuré, fascinada. -Pero nunca en la naturaleza.

 

 Ella también miró hacia el cielo.

 

-Es como si fuera un mundo aparte, con su propio sol y su propia luz. Y sin gente. -Bajó de nuevo la cabeza y me miró.

 

-Excepto tú y yo.

 

Percibí la tensión que había surgido de repente y quise eliminar un poco de aquella familiaridad.

 

-Como Eva y Eva. –Bromeé. -Sin Adán.

 

«¿Cómo terminará todo esto?», me pregunté. Aún estaba muy débil aunque, al parecer, ella no compartía esa opinión. Dio unos pasos hacia mí y después se apoyó en uno de los árboles más grandes. Si la serpiente fue así de seductora con Eva en el Paraíso, no me extraña que se comiera la manzana...

 

 Extendió los brazos.

 

-Ven... -Dijo en un susurro.

 

No pude resistirme. En todos esos días, no había hecho otra cosa que morirme por tocarla. Se dejó resbalar un poco por el tronco del árbol, para quedar a mi altura. Me sentí como si me hubiera hipnotizado con su voz. La abracé y la besé.

 

Al principio, para mí supuso un gran alivio poder tocarla, poder besarla por fin, pero después me di cuenta de que sus besos no eran como siempre. Me devolvía el beso, sí, pero con más experiencia que pasión... y tenía tanta experiencia que era difícil ver la diferencia. Me aparté.

 

 -Te duele. -Le dije.

 

-No. -Replicó al instante. Trató de abrazarme de nuevo, pero yo me apoyé en el tronco del árbol.

 

-Sí. –Repetí. -Normalmente tus besos no son así.

 

Colocó su cara junto a la mía y me acarició los labios con la boca.

 

 -¿No te gusta?

 

«Cuidado -me dije-, esto no está yendo en la dirección adecuada». Sin embargo, no podía resistirme. Estaba tan cerca que me sentía completamente indefensa.

 

-No lo hagas. -Le supliqué. Ella se limitó a mirarme. Me dejé caer hacia delante y volví a besarla. Quise ir despacio, pero no me lo permitió.

 

 Sabía que no podía resistirme a sus besos, pues yo misma se lo había dicho. Muy lentamente, dejó que su cuerpo resbalara por el tronco del árbol.

 

 El suelo mullido del bosque era más acogedor que cualquier cama.

 

Se tumbó junto a mí. Le acaricié las piernas, llegué hasta su trasero y dejé la mano allí, mientras ella empezaba a desnudarme. Cuando empecé a acariciarla de nuevo, se puso a gemir, lo cual me recordó algo y me hizo apartarme suavemente.

 

-Estás fingiendo. -Dije, en tono tajante.

 

-No. -protestó de inmediato. -Te deseo. -Deslizó de nuevo las manos bajo mi camisa, con la intención de convencerme. -Por favor, no seas así. Tú también quieres.

 

El contacto de su mano en mi piel era suficiente para hacerme arder de deseo, pero traté de no pensar en ello.

 

-Chaerin, yo también quiero. –Admití. -Ya lo sé. Pero también sé que tú no tienes ganas.

 

 Apartó la mano.

 

-Eso es lo malo. -Me explicó, desanimada. -Que sí tengo ganas. Pero sólo en mi cabeza. Mi cuerpo no siente nada.

 

 -O sea, que te duele. -Lo sabía.

 

-Sí. -Admitió, en tono vacilante. -Pero tampoco me duele tanto. -Me miró. -Tienes que creerme, por favor. Te deseo.

 

Cuando me miraba de aquella forma, habría sido capaz de creerme cualquier cosa que ella dijera.

 

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Comments

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Tamtam45 #1
Chapter 23: Me encantaria que hicieras segunda parte, esta hermosa la historia
mariajoo #2
Chapter 23: As una segunda parte
Yukisoralenali #3
Chapter 2: Mmm que puedo decir tu forma de narrar es genial, la historia es diferente, fresca, sale del contexto habitual quien se imaginaria a una CL de a, por lo general la ponen como la chica mala que es popular y eso; pero tu historia deja algo diferente y significativo no todo sera hermoso en la vida siempre habra problemas con la pareja, me encanto tu historia y he leido tus otras historias, realmente no tengo mucho tiempo leyendo fanfic y todo eso a lo mucho tendre 2 meses es muy poco, pero me gustan tus historias son geniales; no cualquier persona tiene un talento como el tuyo, tu don para imaginar es impresioante, me encantaria que nunca dejaras de escribir historias y mas CHaera XD jajaja
Te has ganado una fan incondicional de verdad no dejes de escribir, imaginar y soñar, eres buena y espero muchas historias tuyas, te estare esperando eb esta pagina y cambias el lugar de publicacion avisa por fa para seguirte
Att: una nueva fan que te la has ganado incondicionalmente
liizzyLee #4
Chapter 23: Alecchi tiene mucha razón y coincidió totalmente con mi opinión, pero yo no lo abría hecho mejor ....
Adore el fic ya lo leo por 2° ves..... felicidades :3
unicornis #5
Chapter 23: Muchas gracias por escribir esta historia, por favor tráenos más historia y seguire tus otros fics :)
Gracias y saludos :D
Yvetth #6
Chapter 23: Ame el cap Lizie la vdd ha sido una gran historia
Y ya estoy esperando los otros fics
mariajoo #7
Que libro es?? Me podrias desir el titulo original
danielamorales
#8
Chapter 23: Queeeee!?! Acabo!?!? Porque!!!!?!?!,.....bueno mejor me calmo .....Gracias por esta magnifica historia....esparare con muchas ganas otras historias chaera !!!!
yulpage #9
Chapter 23: queeeee!!!!??? acabó??? TnT voy a morir en serio...
shdgsdhfghdf te amodoro(?) la adaptación simplemente es perfecta, espero que sigas escribiendo y actualizando tus demás fics; soy una fiel seguidora <3 :3