07.

La loba que se robó mi corazón. | OMEGAVERSE
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Al siguiente día, los calores y dolores de Nayeon eran más intensos, lo único que la reconfortaba era aquella sudadera de Mina, estaba acostada sobre ésta e inhalaba el dulce aroma de la pelinegra. Escuchó la puerta abrirse, era Jihyo que le traía otro supresor y unas toallas frías para ponérselas en la frente y cuello.

La pelirroja veía a su amiga sufrir y le hacía sentir muy mal, entonces notó aquella prenda debajo y suspiró. Nayeon estaba creando un lazo con la humana y eso no estaba bien, se agachó un poco y le tocó la frente, estaba ardiendo.

—Nayeon, necesitas calmarte. —Murmuró acariciando su cabeza.

—Necesito a Mina. —Dijo aquello en un susurro e hizo una mueca con sus labios.

—Sabes que no puedes, Nayeon pero te prometo que te traeré algo de ella.

La rubia asintió soltando algunas lágrimas, a ese punto, lubricaba bastante y sólo quería dejar de sentirse de esa forma, quería a Mina y sólo a ella.

Mina por su parte, era ajena a todo lo que Nayeon pasaba o sentía pero la extrañaba y no iba a mentir, quería estar con ella para que no se sintiera sola. Suspiró perdiéndose en sus pensamientos hasta que sintió como alguien se sentaba a su lado, se exaltó un poco y vio a Jihyo con una sonrisa.

—¿Qué pasa, Jihyo?

La pelirroja miró a todos lados y se acercó al oído de la japonesa para susurrarle lo que deseaba. La cara de Mina pasaba de confundida a sorprendida y al final de comprensión, asintió un par de veces aceptando.

—Bien, te la daré y traigo una extra porque a Nayeon le gusta usarla cuando desayunamos.

Se quitó su sudadera y sacó la otra que tenía en su maleta, sin pensarlo se las dio a Jihyo que rápido las escondió en su mochila. En cierta parte le parecía raro que Nayeon quisiera algo de ella pero la entendía, ya que siempre se la pasaba abrazándola y muchas veces le dijo que eso la calmaba, así que tal vez darle algo de ella haría que se sintiera mejor.

Jihyo agradeció y se regresó a su lugar antes de que Jeongyeon se diera cuenta. Chaeyoung la miró confundida pero sólo le sonrió, en una parte, podía entender a Nayeon porque ella también comenzaba a crear un lazo con Chaeyoung, simplemente no lo podía evitar.

En casa, Nayeon ya se había calmado un poco, tuvo que recurrir a liberarse ella sola para que los dolores cesaran y fueran menos. Miró la hora, sus amigas estarían pronto en casa y esperaba que Jihyo le trajera algo de Mina, lo necesitaba con urgencia. Salió por un poco de agua y regresó a su habitación, fue sólo entrar cuando la puerta principal se abrió. Se acostó en la cama abrazándose de la sudadera rota y entonces Jihyo entró con una sonrisa.

—Hola, ya llegamos y te traje algo. —Murmuró y de su mochila sacó aquellas prendas que Mina le había dado.

Los ojos de la rubia se abrieron y tanto ella como su loba, se pusieron felices. Tomó las sudaderas y se abrazó de ellas inhalando el aroma de Mina y suspirando por ello. Jihyo sonrió y dejó en paz a Nayeon, sabía que lo necesitaba.

Cerró la puerta y se encontró con Jeongyeon, la miró cuestionando qué hacía ahí.

—¿Nayeon está mejor? Yo pued ayu...

—No, Jeongyeon, no puedes ayudarla, deberías respetar sus decisiones. —Habló molesta ganándose un gruñido de aquella.

Tan sólo rodó sus ojos y se fue, eso sí, estando atenta a todo lo que hacía la castaña. Una parte de ella le decía que aquella alfa no se atrevería a hacer algo malo pero tampoco la perdería de vista, era mejor cuidar a Nayeon.

En la bodega, Mina tenía sus pensamientos llenos de Nayeon, quería ir a visitarla pero ella varias veces le había advertido que Jeongyeon era algo pesada con respecto a las visitas, no entendía por qué pero entonces pensó que tal vez ella y Nayeon tuvieron algo que ver en un pasado, no, no quería pensar en ello.

Cuando terminó su turno, esperaba encontrarla afuera pero no pasó, así que tocaba irse a casa sola y algo triste. Sin embargo, antes de llegar al bosque, sintió como alguien se subía a su espalda, se asustó por un momento pero esa persona puso su nariz sobre su cuello y fue cuando supo de quién se trataba.

—Me has asustado, Nayeon. —Como pudo, la tomó de sus muslos para así poder cargarla mejor.

—Te extraño, Minari. —Se quejaba cual niña pequeña mientras rodeaba el cuello de la más alta con sus brazos y se pegaba más a ella.

—¿Ya te sientes mejor?

—Nu. —Usó una voz infantil causando ternura en Mina—. Pero quería verte. Gracias por las s

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abengot #1
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