05.

La loba que se robó mi corazón. | OMEGAVERSE
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Los días seguían pasando y Mina cada vez se sentía más en confianza con Nayeon, solía hablar más y dejaba que aquella la abrazara o se acercara sin problema, al menos ya no temblaba o tartamudeaba como una tonta. Aunque debía admitir que a veces la rubia se comportaba de una forma...un tanto extraña pues cuando la abrazaba, olía su cuello como si fuera lo más rico del mundo, eso claro que sí la ponía nerviosa pero no decía nada por el hecho de que no quería tener una conversación incómoda. Pero fuera de todo, le agradaba su presencia y poco a poco se acercaban más.

—Hey, Myoui, te busca alguien. —El hombre sonrió insinuando algo y movió las cejas de arriba abajo.

No entendió pero dejó su puesto por un momento para ir a la entrada. Sus ojos se abrieron al ver a Nayeon esperándola con una sonrisa.

—¿Nayeon? ¿Qué haces aquí?

Y no recibió respuesta, tan sólo sintió la calidez de aquél cuerpo cuando fue abrazada por el cuello. Se quedó quieta sin saber qué hacer, no entendía por qué de repente un abrazo, a penas unas horas habían estado en la universidad, juntas, sin separarse. Aclaró su garganta pero aún así puso una de sus manos en la espalda baja de aquella.

—¿Pasó algo? ¿Estás bien? —Fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

Nayeon tan sólo asintió con su cabeza y no quiso preguntar más, no quería incomodarla, si quería contarle, lo haría. Sintió la nariz de la rubia en su cuello y tuvo que tragar fuerte para calmar sus sentidos, le causaba cosquillas aquello pero debía controlarse.

—Ok, me gustaría abrazarte más pero debo trabajar. —Murmuró y por fin Nayeon se separó mostrando un semblante triste.

—Lo siento, sólo quería un abrazo tuyo. —Abultó sus labios y miró a la pelinegra.

—No, está bien. Mm, pronto acaba mi turno, ¿qué te parece si me esperas y te acompaño a tu casa? —Sugirió esperando un "no" porque sabía lo miedosa que era para andar de noche en la calle.

—Oh no, mejor yo te acompaño a tu departamento.

—Bien, como desees.

Mina miró a su alrededor, no podía dejar a Nayeon afuera, era de noche y estaba bajando la temperatura. Suspiró y no le quedó de otra que pedirle permiso a su jefe para que ella entrara, inventándole que era una amiga que habían corrido de su casa y necesitaba estar ahí mientras terminaba su turno. El hombre lo creyó y dejó que Nayeon se quedara, sin embargo, Mina tuvo que estar al pendiente de ella en todo momento pues sus compañeros se la pasaban mirándola y no de una forma respetuosa.

—Toma, ponte esto. —Le entregó su sudadera a la rubia para que se la pusiera.

Nayeon sonrió y sin dudarlo la tomó para ponérselo. Debido a que Mina era más alta, aquella prenda le quedaba un poco larga y algo grande.

—Gracias, Minari.

La rubia aprovechó para observar aquella bodega, era enorme y le sorprendía el montón de cajas que llegaban y salían. De un momento a otro, su vista fue hasta aquella pelinegra, se veía tan atractiva con el cabello levantado en una coleta, sus pantalones de siempre, un poco más grandes de su talla y esa playera ajustada que remarcaba bien su cuerpo. Sonrió sin poder evitarlo e inhaló el dulce aroma de aquella sudadera, l

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abengot #1
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