06.

La loba que se robó mi corazón. | OMEGAVERSE
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Por la mañana, Mina fue la primera en levantarse, no quiso hacer mucho ruido para así no despertar a Nayeon. Se arregló un poco y fue a la cocina, suspiró mirando todo y pensando, ella no era para nada buena en la cocina y ahora estaba ahí, pensando en qué hacer de desayunar para Nayeon...y ella, claro está. Buscó en su refrigerador y encontró algunas cosas pero se le ocurrió mejor hacer unos hotcakes. Recordaba tener una bolsa con la harina pero era un tanto desordenada que olvidaba dónde ponía las cosas.

—Aquí estás.

Por fin encontró lo que buscaba y comenzó a preparar el desayuno. Mezcló algunos ingredientes, midió algunas porciones porque hasta eso, ella era algo perfeccionista al hacer las cosas.

No le tomó mucho tiempo terminar todo y lo puso en su comedor, se sintió orgullosa al observar el desayuno listo y sonrió satisfecha.

—¿Por qué huele tan rico? —La voz de Nayeon se hizo presente.

—Yo...eh..p-preparé el desayuno. —Tartamudeó un poco por su nerviosismo.

—Eso es muy lindo, Minari.

Nayeon no dudó en sentarse y la pelinegra la siguió. Estaban frente a frente y mientras platicaban un poco, Mina miraba a la rubia de reojo, igualmente Nayeon lo hacía, su corazón se había revoloteado cuando vio que aquella le había preparado el desayuno, era un gesto muy lindo.

Después de que terminaron, limpiaron un poco y tocaba despedirse, Nayeon no quería hacerlo, así que se mantenía abrazada al cuerpo de la japonesa. Mina por su parte tan sólo dejaba abrazar, no es como si le molestara, de hecho, ya no lo hacía.

—Nos vamos a ver el lunes, Nayeon. —Palmeaba con ambas manos la espalda de la rubia mientras sonreía.

—Lo sé pero te voy a extrañar. —Murmuró para después separarse y mirar a la más alta con una sonrisa.

Ambas se despidieron una vez que se separaron del abrazo y Mina tan sólo suspiró como una tonta.

—Tranquilo, corazón que si no vamos a tener un paro cardíaco. —Se dijo a sí misma y cerró la puerta.

Nayeon por su parte iba muy feliz, incluso había tomado prestada la sudadera de Mina, en todo el camino la iba olfateando pero debía quitársela y esconderla de Jeongyeon.

Así que cuando estaba cerca de casa, se la quitó y la dobló bien para tratar de ocultarla un poco. Abrió la puerta y sintió como alguien la tomaba del brazo y la acorralaba contra la pared, sólo cerró sus ojos sintiendo una respiración cerca de su cuello.

—¿Dónde estabas, Nayeon? —La voz de Jeongyeon sonaba muy molesta.

—T-Te dije que me quedaría con Mina.

—Te estuve llamando y nunca me respondiste, yo iba a ir por ti. No tenías por qué quedarte con esa humana. Será la última vez que hagas eso.

—Pero... —Interrumpió queriendo defenderse.

—La última. —Sentenció usando su voz dominante haciendo estremecer a Nayeon quién no le quedó de otra que asentir.

Jeongyeon miró lo que traía en las manos y se lo arrebató. Lo olfateó y suspuso que era de Mina.

—D-Dámelo, Jeong. —Prácticamente suplicó y miró a la castaña con sus ojos brillosos.

La alfa no le hizo caso y en vez de eso, con sus manos rasgó aquella sudadera partiéndola en dos para después tirarla al piso e irse soltando un par de gruñidos.

Nayeon ya no pudo evitar llorar y cayó de rodillas al piso, tomó aquella prenda y se abrazó de ella, inhaló el aroma imaginándose que abrazaba a Mina.

Se sentía molesta, muy molesta, quería enfrentar a Jeongyeon pero sabía que jamás podría contra ella. Limpió sus lágrimas y fue a su habitación, puso la sudadera, o lo que quedaba de ella, debajo de su almohada y se acostó un momento, lloró en silencio hasta quedarse dormida.

Por la tarde, todas se encontraban cenando, Jihyo y Momo notaban la tensión que había entre sus amigas pero nadie decía nada. Nayeon a penas y había tocado la comida, tenía su mirada perdida y Jeongyeon, bu

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abengot #1
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