17. Extra.

La loba que se robó mi corazón. | OMEGAVERSE
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Alrededor de dos años habían pasado, Mina y Nayeon ahora gozaban de la vida junto a su pequeña hija, sí, había nacido una preciosa niña y era el amor de la japonesa, ésta pasaba la mayor parte del tiempo con su pequeña, la amaba mucho, demasiado, a decir verdad. Incluso Nayeon se sentía desplazada por su hija que a veces solía gruñir por la poca atención que tenía de la pelinegra pero si era sincera, amaba ver a Mina con su niña, niña de ellas dos.

Sólo había un pequeñísimo problema o bueno, no tan problema, la cosa era que la pequeña Nana, —como ambas le habían llamado— era una híbrida, una omega para ser exactos. Nayeon pudo descifrarlo cuando tenía ocho meses y en cuanto se lo dijo a Mina, aquella fue tan feliz.

Y bueno, el problema era que Nana podía convertirse en lobo a sus a penas dos añitos. Las madres no entendían cómo había aprendido tal habilidad, les sorprendía lo inteligente que era la pequeña. Eso causaba que Nana fuera muy traviesa y mucho más como lobo, haciendo que Mina tuviera que perseguirla por todo el departamento, que aunque no era muy grande, la loba se las arreglaba para salirse con las suyas y más cuando tenía que bañarse.

—Myoui Nana, ven aquí. —Mina gritaba desde la habitación.

Quería sonar molesta pero nadie se lo creería, no cuando su hija era prácticamente el amor de su vida, claro, a parte de Nayeon y era su consentida.

—Ven aquí que tengo que bañarte antes de que tu mamá llegue. —Caminó hacia la sala en la inútil tarea de agarrar a su pequeña.

Suspiró con una sonrisa viendo cómo aquella brincaba y corría de un lado a otro. No le quedó otra que sentarse en el sofá a esperar a que su hija se le bajara la hiperactividad. Que no esperó mucho cuando sintió un pequeño pesa extra en sus muslos, entonces vio a la pequeña cachorra de lobo mirándola con esos hemosos ojos negros, tan inocente y tierna.

La cachorra aulló de una forma tan linda llenando de felicidad el corazón de su madre. Entonces se convirtió en humana nuevamente, regalándole una tierna sonrisa a la mayor.

—¿Has acabado ya? —La niña asintió—. Bien porque aprovechando que no tienes ropa, es hora de tu baño.

La pequeña abultó sus labios resignándose a su destino. Así que Mina la cargó y la llevó al baño sin más.

Después de una hora, Nayeon regresaba de su salida con Jihyo, le encantaba pasar tiempo con su mejor amiga y amaba que Mina no se opusiera a ello, al contrario, la incitaba a salir y relajarse mientras ella cuidaba de Nana. La rubia se sentía tan amada por aquella humana.

Abrió la puerta del departamento pero no escuchó ruido alguno, le extrañó por demás sabiendo cómo era su hija.

—Ya vine. —Habló algo fuerte pero no recibió respuesta.

Cerró la puerta y dejó las compras en la sala para dirigirse a la habitación.

—Minari, Nana. —De nuevo habló.

Lentamente fue abriendo la puerta de la habitación y se encontró con la escena más preciosa para ella. Mina dormía tan tranquila mientras que en su pecho tenía a su pequeña hija completamente dormida también. Sonrió sin poder evitarlo y casi llora del gran amor que sentía por sus dos chicas, incluso su loba comenzó a revolotear de alegría al verlas.

Se acercó sin hacer mucho ruido y acarició los cabellos negros de su hija, era la viva imagen de Mina, solamente que tenía un mechón gris, igual al suyo, agrandó su sonrisa y besó su cabecita. Luego dirigió su mirada hacia su alma gemela, aquella humana que amaba con todo su corazón y su alma, dio un pequeño beso en los labios de la pelinegra y la vio despertarse.

Mina abrió sus ojos encontrándose con la mujer más hermosa y sonrió.

—¿Acaso estoy en el cielo? Porque veo ángeles.

Nayeon soltó una pequeña risa negando un momento.

—Tonta, ¿estás muy cansada? ¿Te la puso difícil? —Esa última pregunta fue refiriéndose a su hija.

—No, sólo que nos dio sueño y decidimos aprovechar mientras te esperábamos. Es la niña más buena. —Bajó su mirada hacia la pequeña y la abrazó.

Nayeon decidió acostarse a lado de ellas y se abrazó de Mina inhalando su dulce aroma, se sintió tan relajada y tranquila.

Estaba feliz, demasiado feliz.

A los pocos días Nayeon comenzó a sentir cierta molesta en su parte baja, sabía que su celo iniciaría pronto y tenía que tomar supresores de nuevo. No le gustaba hacerlo porque sabía que tomarlos por mucho tiempo traería consecuencias malas pero debía hacerlo para calmar sus dolores y es que ahora con su pequeña, ya no tenía mucho tiempo con Mina, incluso por las noches, su hija quería dormir con ellas y la japonesa no se lo negaba.

Así que si hablaba de pasar los celos con Mina, sólo habían sido unas cuantas veces y extrañaba a su novia, mucho.

Por otro lado, Mina también extrañaba a su querida omega pero su niña no se despegaba de ella, al parecer aquella había desarrollado un apego emocional muy fuerte. Suspiró dejándola en su cuna durmiendo y salió de la habitación para buscar a Nayeon. La encontró en la cocina y rápido se acercó a ella por detrás para abrazarla, pasando sus brazos alrededor de su pequeña cintura.

Nayeon se sobresaltó un poco pero se dejó envolver en aquellos brazos que amaba.

—¿Ya se durmió Nana? —Preguntó y la

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abengot #1
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