II. Suzy (Editado).

Cuando las noches son de té y los días de lluvia

Afuera llovía, eso es lo más memorable que recordaría de su tercer encuentro.

Afuera llovía y la madrugada derrapaba su furia en gotas llorosas sobre la ventana.

¿Cuántas veces esas fueron las que reemplazaron su propio llanto?, suspiró casi deprimente aún turbada por el cansancio de sus párpados.

No recordaba mucho de su tercer encuentro.

¿Fue impresionante?

¿Fue desagradable?

¿Cuál fue el punto de inflexión que la hizo terminar ahí?

¡Ok, Ji-ji quizás recordaba un par de cosas!

Recordaba estar bajo una bruma iracunda que cegó totalmente su juicio. 

Recuerda a Rosé, detrás de ella con el rostro aterrorizado y las piernas temblorosas. Recuerda al extremo receptor de su irá; un grupo de imbéciles. 

Recuerda el puño de Rosé estampándose contra uno de ellos. 

Sí, sin duda algo loco tuvo que pasar, sobre todo para que la conclusión sea que ahora está durmiendo en una cama que no es su cama, desnuda.

¡Un excelente resultado!

Rosé, eso fue lo primero que notó.

Lo segundo que notó justo después, fueron unos pies fríos. Eran intolerables. Ji-ji solía dormir con sus calcetines favoritos; los que tenían marsopas bordadas en sus tobillos. Un preciado regalo de navidad por parte de Sang, su hermano. Lo tercero, fue que podía sentir las tetas desnudas de Rosé contra su espalda. Mientras el brazo delgado pero firme se apretaba sobre sus costillas, como si quisiera quitarle el poco oxígeno que le quedaba. Cuarto, todo era culpa de Hyeri.

¡La iba a matar!

Ahora, ¿Cómo gestionaría esto un adulto responsable?, maldijo.

Tampoco era la primera vez que Ji-ji se acostaba con alguien por una noche. 

No era habitual, pero ahí estaban. 

Aún era una mujer joven que disfrutaba del o, sin la responsabilidad de una relación. 

Su política en cuanto a esto se reducía a salir de la cama y vestirse tan pronto sus piernas dejaran de hormiguear. 

Si se quedaba adormecida, al menos intentaba levantarse antes de que la otra persona se diera cuenta. Era más fácil ser el sueño febril de alguien, que ser real y tangible. Pero esa vez ambas se habían pasado de champaña, como si eso desahogara cualquier problema, como si fuera la bebida de tregua. Se habían pasado, demasiado. Estaba con un tremendo dolor de cabeza, provocado por la resaca, las resacas no era habituales en Ji-ji, optaba por no emborracharse la mayoría del tiempo. Por otro lado su boca estaba seca y sus piernas pegajosas, como el resto de su cuerpo sudoroso. Apestaba a o, a adormecido y despechado, o.

¿No se suponía que la odiaba?

Ji-ji suspiró. Había un reloj en la habitación oscurecida. 5 AM.

¡Hora de irse!

Sólo tenía que quitar ese brazo alrededor de su cuerpo, moverse delicadamente, buscar su ropa y correr, muy, muy, muy lejos de Rosé.

Pero, no pudo.

Rosé se aferró a ella como a un osito de peluche, y después se removió al darse cuenta que Suzy estaba despierta. El sueño parecía consumirla un poco, como para no entender la gravedad de lo que había pasado.

— Sólo…quédate, es muy temprano —, Ji-ji la escuchó bostezar, mientras la rubia enterraba más su rostro en la espalda, haciéndola estremecer.

— ¡Ugh, está bien! —, contestó resignada dándose cuenta que Rosé era un candado humano difícil de abrir para librarse de ella.

Ji-ji misma estaba cansada, demasiado cansada. 

La cama no era para nada fría, ni incómoda. Era blanda y cálida. Sin duda tendría que preguntar dónde demonios había conseguido esas frazadas. Ji-ji las quería. La desnudez no le incomodó, fuera de las sabanas estaba helado, pero la piel de Rosé estaba caliente, reconfortante.

¿Se arrepentiría de haberse quedado dormida y no luchar más?, posiblemente.

[…]

Cuando despertó por segunda vez estaba lloviendo, era medio día de un sábado. Las cosas estaban raras, era lo que Ji-ji podía interpretar a secas. En vez de correr con alguna excusa barata, se quedó junto a Rosé, en el colchón que notó ahora consciente estaba al ras del suelo. 

Ambas miraban el techo blanco que asemejaba las marcas que la varicela dejaba atrás en la piel después de rascarse. No se estaban tocando para nada, aunque de vez en cuando algún movimiento brusco hacía que sus extremidades se rozaran, sobre todo fueron sus pies, helados, por el nerviosismo.

— Tu colchón es más pequeño de lo que imagine —, eso dijo Su-ji después de meditarlo por un largo rato. 

Luego se giró para ver a Rosé, ésta sonrió de manera juguetona.

— ¿Lo imaginaste?

Entonces Ji-ji rodó los ojos.

— ¿Por acaso sólo escuchas lo que te conviene?

Así es como Rosé recibió un  almohadazo de su parte y ella en cambio recibió su risa como respuesta.

 [...]

 

— Este lugar es deprimente…

Ji-ji menciona mientras observa a Rosé calentar agua en una tetera eléctrica. 

Lleva puesta una de esas camisetas que le quedan demasiado grandes y que le llega por encima de la rodilla. Es de Oasis, porque reconoció la cara de Liam y Noel Gallagher. No es que Su-ji fuera una gran fanática de Oasis, pero conocía las canciones populares, como Wonderwall, Stop Crying Your Heart Out o Don’t Look Back in Anger. Además los últimos dos años, había iniciado la travesía de aprender a tocar la guitarra, tanto acústica como eléctrica, como una sugerencia de su terapeuta. Dijo que le haría bien tener un hobbie donde dejar de lado sus preocupaciones más profundas, sus miedos más indómitos. La música de Oasis no era algo que le fuera indiferente a alguien quien está practicando la guitarra. Como sea, rodó los ojos por onceava vez y estuvo a milésimas que arrebatarle la tetera eléctrica y programarla ella misma. Estaba un poco impaciente balanceando sus pies sobre el banquillo de la barra, estaba fría e hizo que sus brazos tuvieran piel de gallina.

— Apenas estoy en proceso de mudanza —, contestó distraídamente sonreía de manera exitosa al terminar de poner el agua a calentar. Elevó su rostro hacía Ji-ji que se quedó encogida en su lugar, su mirada fue intensa…

—Bien por ti—, dijo intentando no sentirse inquieta ante la forma en que Rosé se quedaba mirándola.

¿Será por la ropa?

Obviamente no podía usar su vestido la noche anterior, era incómodo. Rosé fue amable, ¡Ugh no pensó que llegaría el día en que tuviera que pensar en ella de esa forma…! Rosé fue amable, le dejó usar su baño para ducharse y arreglarse un poco. Incluso le había prestado ropa, una vieja sudadera que tenía estampado MELBOURNE y que era tan grande como la camiseta larga de Oasis. “Era de mi padre” dijo cuándo Ji-ji la inspeccionaba de cerca al ver la tela raída. No contó mucho sobre cómo la obtuvo, pero, tampoco fue la única persona que tomaba cosas de su progenitor. La propia Ji-ji tenía una gorra de su padre, que usaba de vez en cuando. También le había prestado un par de pantalones chándal de Adidas. Sus pensamientos cambiaron ante la sensación de las gotas de agua que desenvainaron su cabello mojado, sus hombros estaban húmedos y el agua estaba fría. 

Más escalofríos.

— Debí traer la secadora, lo siento mucho —, dijo de la nada Rosé mientras comenzaba a murmurar algo demasiado distraída jugando con unos anillos de plata sobre sus dedos, sin duda apestaban a Tiffany’s pensó Ji-ji.

— Ah, no te molestes mucho —, observó cómo Rosé estaba sacando cosas de la nevera empapelada de notas adhesivas de colores. 

Intentó al menos ser educada, al final del día ella era un huésped momentáneo en el lugar de la neozelandesa.

— Hablo en serio, debí haber traído la maldita secadora —, dijo señalando su propio cabello empapado que era un desastre.

— Buscaré un par de toallas y voilá, no pasa nada —, Ji-ji notó la forma ansiosa en que Rosé se removía, seguía jugando distraídamente con sus anillos y sus ojos brillaban como dos fusibles sacando chispas al conectarse, como si recordara algo. Se giraba nuevamente después de dejar los frascos sobre el mostrador e iba por algo más al frigorífico.

— No deberías molestarte con el desayuno —, Ji-ji se mordió el labio al ver que la joven simplemente negaba.

— Está lloviendo afuera y la lluvia me hace sentir hambrienta.

— ¿Enserio? —, enarcó una ceja, Rosé se sonrojó de sobremanera al verla y pareció quedarse en blanco y cambió su peso de un pie a otro.

— ¡Ósea no tan…tan literal! —, exclamó. — ¿No tienes hambre? —, luego dijo achinando sus ojos observando a Su-ji, que sólo se encogió de hombros.

— No soy una persona de desayunos, suelo hacer ayuno intermitente —, señala.

La nariz de Rosé se arrugó de manera tierna o eso pensó Su-ji, ¿Por qué este ser detestable tiene que sacar a relucir toda su ternura?, criticó internamente.

— No podría hacerlo —, señaló Rosé poniendo algunas barras de pan blanco sobre las rejillas del tostador.

— ¿Ayunar?

— Mi madre siempre dice que el desayuno es la comida más importante del día, si no desayuno… Me pongo irritable. No soy para nada agradable irritable, soy insoportable —, agregaba con cierto temblor en su voz, luego elevó sus ojos diabólicos a Ji-ji que estaba mirándola intensamente. 

Esta puede ser la cosa más honesta que haya escuchado decir de Rosé, en todas las salidas que tuvieron durante el almuerzo con Hyeri.

— Interesante —, los ojos de Su-ji se achinan esperando a que Rosé diga algo más, porque su boca se entreabre como un pez y luego un profundo rubor rojizo se gesta en sus mejillas mullidas. — ¿Sucede algo? —, pregunta notando que Rosé parece quedarse en silencio.

— ¡Oh, emmm… ¿Cómo te gustan tus tostadas?! —, hay una risilla que suena como el chillido doloroso de una bocina al ser aplastada con fuerza.

Su-ji enarca una ceja: — No es el tipo de desayuno que suelo tener a diario. ¿Aguacates tal vez?, con un poco de aceite de oliva y una pizca de sal.

La mención de los aguacates hace mella en Rosé y es de conocimiento general que los odia. No es que Ji-ji pasará sus días absorbiendo cualquier información de su némesis. 

¡Es que todo SEÚL LO SABE!

— No creo que tenga aguacates, ¿Sabes que son taaan caros? — dice alargando el “tan” en un tono casi cansado. 

Sus dedos siguen moviendo sus anillos y es algo bastante más sutil. Las pocas veces que ha estado sentada en la misma mesa con Rosé, no le ha visto las manos sobre la superficie. Siempre las tiene sobre su regazo, como si ocultara algo. Ahora sólo  las ve juguetear como si no supiera qué hacer con ellas.

— Lo sé, pero todo es tan caro aquí —, suspira Su-ji llevando sus propias manos al puente de la nariz, donde comienza a masajear. 

La vida en Seúl es bastante poco barata, aunque es igual en el resto del país, pero más en esta ciudad. En su época de aprendiz estaba agradecida de que su antigua agencia cubriera sus gastos, desde proporcionarle una vivienda [no tan digna, pero al menos un techo]; dejarle comer en la cafetería y una breve asignación de insumos. Sin saber que se estaba ahogando hasta el cuello con una deuda, que por suerte terminó de pagar y que para la gracia del resto de futuros aprendices ya no existía, ¿Rosé se habrá endeudado también?, no hace la pregunta, aunque le tienta hacerla. Sólo la mira por un breve segundo antes de desviar su atención al tostador, que protesta al tener las tostadas listas.

— ¿Entonces…?

— ¿Qué tienes disponible?

Una sonrisa más grande se detona en el rostro de Rosé, mientras pone frente a Su-ji un montón de frascos. Tiene desde mantequilla casera, hasta mermelada de fresa, queso crema, crema de maní y una extraña pasta de color marrón llamado Vegemite. Luego comienza una explicación bastante detallada del porqué de cada frasco. Su-ji no le pidió eso, pero sin duda escuchó atentamente. La mantequilla casera, fue porque vio que se podía elaborar de manera fácil en Tik Tok. La mermelada de fresa era un insumo que nunca podría faltar, porque según sus palabras era la forma en que a Jennie le gustaban sus tostadas desde que eran aprendices y vivían en los dormitorios de YG. El queso crema era para Jisoo, aunque podía simplemente untar mantequilla o robarle a Jennie mermelada. Lisa tampoco era quisquillosa pero prefería la crema de maní. Por último el Vegemite era una pasta que se consumía mucho en Australia y que Rosé pone en casi todo, pero le dio una breve advertencia de que su sabor no era para paladares no australianos.

— Lo tomaré en cuenta —, Su-ji respondió con ironía.

— Solíamos usar mucha mermelada —, dice cuando Su-ji prefiere la mermelada de fresa. 

Las manos de Rosie se mueven de manera apresurada, casi torpe mientras desliza una capa de mermelada sobre la tostada. Hay un pequeño toque nostálgico en sus palabras y ve brevemente a Su-ji de manera tentativa, como si analizara si debía abrir esa puerta o cerrarla en la cara.

—Ah, ¿Enserio?—, dijo Su-ji sirviendo el agua caliente en dos tazas. Tienen grabadas las letras de una vieja canción de Aerosmith. Ella ha decidido preparar el café, mientras Rosé lucha contra las tostadas. Al principio la rubia se había negado, alegando que Su-ji era su invitada, pero si a Ji-ji se le caracterizaba algo era la terquedad.

— Era barata, cuando hacíamos compras… —, dice indecisa de seguir abriendo ese baúl.

— No tienes que decírmelo, no me lo debes —, aprovecha a decir Su-ji. Luego arruga las cejas: — ¿Café instantáneo?

Rosé entorna los ojos: — Me estoy mudando, no he tenido tiempo de comprar una cafetera.

¿Estás hablando en serio? —, no intenta que suene como indignación, ni ser maleducada. Suena más con sarcasmo, pero Rosé parece no captarlo porque de la nada se pone bastante nerviosa. Deja el cuchillo para untar sobre la tostada y sus dedos se retiran hacía sus anillos, evade la mirada de Su-ji que parece bastante desconcertada ante eso, ante la forma en que sus pies saltan hacía atrás y se encoge.

— Lo siento…debo, debería haber pensado en la estúpida cafetera, primero la secadora… —, las murmuraciones se vuelven indistinguibles y Su-ji sabe que parece estar ansiosa, por la manera en que muerde sus labios, en que su respiración se corta.

No es para nada Rosé, la bola de espejos que saca lo mejor de los demás.

Es más, diferente. Cuando Su-ji quiere hacer un movimiento lo contiene y sólo pregunta con honestidad: — ¿Estás bien?

Rosé sale de su transe y lanza un suspiro.

— No quería molestarte —, dice con una sonrisa forzada.

— No, no lo hiciste, es… Sarcasmo.

Luego los ojos de Rosé se desorbitan.

— Oh.

— ¿Oh?

— Sí. Oh.

— Pensé que estabas teniendo un colapso nervioso.

— No lo estaba haciendo, a veces pasa que me pierdo —, responde encogiéndose de hombros mientras vuelve a su tarea anterior. — Tengo problema con el sarcasmo a veces, no todo el tiempo, pero a veces cuando realmente parece que lo que dices es verdad.

— Creí que se notó que estaba siendo sarcástica —, se defiende de tal insinuación.

— Definitivamente no.

Luego Su-ji se ríe y se detiene con precaución como si estuviera conduciendo por una calle concurrida: — ¿Pero enserio estas bien?

Rosé levanta dos pulgares hacía arriba.

— Positivo.

Luego todo se vuelve silencioso, un tenso silencio, pero no importa mucho. Se enfrascan en preparar el desayuno más decente que Rosé se permite tener en su apartamento en esos momentos; tostadas y café soluble. Desayunan en la barra, no hablan sobre la noche anterior, pero si nota como Rosé la mira a ratos, lo que la hace suspirar de manera exagerada. A veces observa cómo juega inconsciente con sus anillos en los dedos. Y otras veces Ji-ji piensa en todas aquellas veces que sintió esa incomodidad. La última vez que tuvo un desayuno tan silencioso como ese fue con Minho. No le duele pensar en él esos momentos, pues han pasado tres años desde que terminaron su relación; sus últimos tramos todavía se sienten como una desazón en su memoria. Ji-ji recuerda verlo frente a ella, sin poder mirarse a la cara, sus ojos sobre la pantalla de su teléfono, dejando las palabras de ellas siendo ecos vacíos en el comedor. Nunca le gustaron esos silencios al comer, nunca le gustó estar sola en la mesa. No cuando su infancia se basó en estar rodeada por la luz amarillenta de los focos grasientos, ni por la polifonía de voces que se escuchaban sobre las huecas paredes de su antiguo hogar. Hogar que, se supone, estaba deshecho ahora.

Antes de hundirse en la nostalgia, porque así son las mañanas lluviosas para Ji-ji —por algo las odia—, Rosé comienza una conversación. Al principio es una pregunta tonta, sobre el clima, pero luego Su-ji señala la camiseta de Oasis. Entonces enfrascan en hablar de música gran parte de lo que queda del desayuno. Rosé es bastante intensa con la música, puede ver como se le iluminan los ojos mientras habla sobre lo mucho que le gusta Stop Crying Your Heart Out. La forma en que el tono de voz de Liam le da cierta característica a Wonderwall y que hace que sea más especial que la versión de Noel, pero aun así disfrutando de la versión de Unplugged inédito de MTV.  Mientras habla de los arreglos de guitarra a Su-ji se le escapa mencionar que ha estado aprendiendo a tocarla por mera afición, pero que no es tan buena para hacerlo.

— Lo sé —, dice Rosé mientras saca su vieja guitarra acústica en el estuche. Ambas están sentadas en el suelo, recargadas en una pared blanca. Se supone que ahí va el sofá y la sala de estar. Sólo hay una alfombra rosa pastel y una televisión sin desempacar recargada cerca de la ventana que tiene la vista del río Han y el tráfico de la tarde.

Ji-ji se queda absorbida cuando la escucha afinarla. 

La forma en que los oídos de Rosé se centran en las melodías que graznan sus dedos. La ve recargarse un poco contra el instrumento, sus ojos presionados y la forma en que su boca es una línea fina de la cual una comisura sobresale. Se ve pacífica, mientras escuchan el sonido atentamente. Ni siquiera le ha replicado ese “Lo sé”, ¿Cómo es que lo sabe?, ni siquiera piensa en nada, sólo en la música que se desliza como un regalo precioso para sus oídos y a pesar de que aun tenga sus reservas en Rosé, le gustaría quedarse con ella el tiempo suficiente como para escucharla  cantar, al menos una canción.

 Cuando la guitarra parece afinada, Rosé eleva los ojos y parece hacerse pequeña al ver a Su-ji mirándola.

¿Cómo pasa de ser imponente a un cachorro extraviado en cinco segundos?, Su-ji piensa mientras se quedan ahí observándose.

— ¿Alguna sugerencia? —, la oyó carraspear con voz ronca.

— Estábamos hablando de Oasis.

— ¿Una canción de Oasis entonces?

— No conozco muchas canciones, sólo las populares —, y ahora se siente avergonzada de no poder contribuir más en su diatriba. Rosé le da una sonrisa tranquilizadora.

— No te preocupes, Sunbae —, la forma en que dijo sunbae hace que los huesos de Su-ji oscilen. Su voz a ratos pasa de ser aguda a ronca, como si estuviera ronroneando.

Sin duda Hyun le diría que estaba coqueteando con ella.

— ¿Así impresionas a todas las modelos con las que sales? —, ve la sonrisa presumida en la boca de Rosé mientras niega con la cabeza.

— Así conquistó a las personas en general —, susurra, juega con un par de acordes de manera vaga, sus ojos se pierden por la ventana. — Voy a cantar para ti, usualmente me gusta cantar para mí.

Eso último lo dice meditabunda, pero con una honestidad que pone en duda a Su-ji cuán molesta puede estar con ella.

—Sorpréndeme.

Eso parece dejarle cabida libre para que Rosé comience a tocar con intensidad y su voz comienza a brotar haciendo que raíces desconocidas se enreden dentro de Ji-ji.

—Slide Away…

[…]

Pasan de canción a canción. A Ji-ji le gusta la voz de Rosé. Es como hojuelas de miel. Sólo puede pensar en el color dorado para representarla. Incluso cuando una canción tan deprimente como Vienna de Billy Joel suena. Joder, le quedaba tan bien en su registro. La cosa es que son muchas horas, porque el sol desciende por el puente. A ratos tienen una conversación, no sobre la noche, sino sobre 13 Going On 30.  Eso hace que terminen armando la televisión y que Rosé se enrede con el instructivo y que Su-ji termina salvándose de perder los tornillos que venían en ese pequeño empaque cerca de las patas del televisor.

— Hay muchas notas adhesivas —, dice percibiendo que adornan algunas paredes. Rosé que está enfocada en conectar los cables detrás asiente.

— Son importantes —, dice de manera vaga, la respuesta es similar a las que da en las reuniones con Hyeri.

Su-ji no quiere entrometerse por lo que asiente. Aunque sus cejas se arrugan y escucha el suspiro de Rosé.

— Te doy permiso de preguntar.

— ¿Hay algún sistema? —, dice mirando los cuatro colores predominantes: azul, amarillo, rojo y rosa.

— Es algo que hacía con las chicas, cuando éramos aprendices —, intenta no ser tan detallada. Ji-ji lo nota por la forma en que se encoge de hombros mirando hacia otro lado. — Jisoo-unnie es azul, Jennie-unnie es la de las notas rojas, Lisa tiene las notas amarillas.

— ¿Las rosas?

— Mías —, dice con una sonrisa dentuda.

— Vi una de Lisa, en el baño del espejo que decía que usara hilo dental.

Ve cómo Rosé se sonroja y se talla el cuello de manera incómoda.

— A veces lo olvido… —, murmura enfocándose en seguir conectando los cables.

Ji-ji se ríe, porque le parece gracioso. Pero al mismo tiempo encuentra un punto en común.

— Mi madre solía hacer lo mismo, cuando comencé a vivir por mi cuenta. Cuando estaba en el dormitorio con otras aprendices parecía no importarle —, susurra eso último como si fuera un secreto entre ellas, lo que hace que Rosé deje la vergüenza atrás y se concentre en los ojos de Ji-ji. — Ji-ji, así me dice, ¡Ji-Ji, acabo de revisar el pronóstico del día, está helado abrígate!; ¡Ji-Ji, estás delgada en esas fotos, come un poco más!, ¡Ji-ji no olvides ordenar tu habitación vi este vlog! —, intenta hacer la mejor imitación de la voz amenazadora de su madre, haciendo que Rosé ría y sus risa le hace retorcer las entrañas, porque le parece bonita.

Rosé es bonita, con la luz del crepúsculo sobre su cabello, y hace que su piel pálida se vea incluso más cálida.

Ambas se quedan mirando por un largo rato de silencio y estatismo.

Entonces Rosé le dice: — Voy a besarte, ¿Está bien?

El corazón de Ji-ji late con tanta fuerza que ensordece sus oídos. 

Sus ojos marrones son tan profundos y suaves que sólo asiente de manera boba antes de que los labios de Rosé estén sobre los suyos. Los dedos acunan sus mejillas, mientras ella apoya sus manos en los hombros. 

Hay sabor a café muy endulzado y un sabor salado, pero levemente amargo. No importa si le desagrada el sabor. Se siente bien, es suave y hace que su vientre se caliente, como si en medio del frío gélido tomará una sopa para calentar su cuerpo. No pasan mucho tiempo besándose. Cuando se detienen, Rosé sólo se queda sonrosada mientras sonríe con torpeza. Ji-ji está un poco extasiada. Hace mucho que un beso no se sintió bien, aun siendo torpe. No había amor, ni nada por el estilo, nada cursi, aunque Rosé tenía tentativas de ternura al acariciar sus mejillas con el dedo pulgar. Sólo se besaron y ya. Simple atracción, no tan digna de un enemies to lovers, pero ahí estaban.

Instalaron la televisión y luego tuvieron que ver un tutorial para sincronizar el cable, también para instalar el internet. Rosé a ratos contaba alguna historia quisquillosa sobre algún restaurante al que había ido con alguna amiga. La mayoría de lo que contaba era sobre la comida, parecía ser detallada con los sabores y con lo que para ella sería el top cinco de mejores platillos del lugar. Ji-ji también le gustaba salir a cenar con amigos, no lo hacía tanto, aunque últimamente iba en la madrugada con Hyun a buscar algún puesto ambulante que vendiera Tteokbokki. Solían ir a los puestos callejeros en la natal Daegu de su prima, cuando su padre quería visitar a su hermano, Jin. Usualmente a sus tíos les daban dinero para ir a comerlo. Iban en la tarde, tenían que llegar antes de que se pusiera el sol. Sólo Ji-ji, con Hyun, la hermana menor de ésta, de nombre Jimin y Su-bin. Hablaban de la escuela, de sus padres, de los clientes del restaurante de sus tíos. Extrañaba esos días. Porque poco después todos empezaron a crecer e irse. Primero Ji-ji, después Hyun, y por último Su-bin. Sólo quedó Jimin atrapada viviendo la vida que ahora ella hubiera envidiado tener, una adolescencia normal.

— Haré palomitas, ¿Te parece? —, dijo Rosé cuando todo estaba hecho y sólo tenían que elegir una película en Netflix.

— ¿Tienes palomitas?, ¿Microondas?

— ¡Era indispensable!

— ¿Pero no el café, ni la secadora? —, dijo de broma, Rosé se sonrojo negando.

— No —, respondió firme antes de marcharse de manera rápida.

Su-ji seguía observando la cartelera de películas cuando Rosé regresó con un bol de palomitas con queso cheddar.

— ¿Alguna vez las ha mezclado con mayonesa? —, dijo mostrando un pequeño traste con mayonesa. Eso sin duda sonaba asqueroso, la cara Ji-ji fue de completo asco.

— ¿Enserio?

— Créeme, es más rico de lo que piensas —, dijo tumbándose en la alfombra al lado de Ji-ji que seguía moviendo las flechas del mando. — ¿Algo bueno?

— No, nada interesante.

— Oh. Tal vez podamos ver una Rom Com, me gustan mucho.

— ¿Cómo cuál? —, Rosé se queda pensativa y después sonríe con la lengua entremedio de sus dientes.

Terminan mirando Notting Hill. Aunque Rosé dice que una de sus Romcom favoritas es una donde sale Ethan Hawke.

— Hay muchas Rom Coms con Ethan Hawke —, repone Su-ji mientras se tumba de la misma forma de Rosé, presionando su estómago contra el suelo y apoyándose en sus codos.

— Sí, ya sé. Por ejemplo la trilogía de Before Sunrise, me gusta mucho. Pero no es ninguna de esas —, aclara eso último.

— ¿Cómo se llama?

— No lo recuerdo. Pero me siento totalmente identificada —, luego se ríe de manera sardónica y apoya su cabeza en el hombro de Su-ji, que siente como si las hormigas hicieran remolinos sobre él.

— ¿De qué trata?

— Oh. Trata de una chica.

— Siempre es una chica.

Rosé rodó los ojos ignorando el comentario. La película seguía sonando de fondo y Su-ji mascaba palomitas, con sus ojos centrados en Rosé.

— La chica tiene un novio de años, ya sabes la vida establecida. Viven juntos, ella tiene un trabajo de mierda.

— ¿Dónde sucede?

— Ah, en Inglaterra, en una pequeña ciudad costera. ¿Te gustan las ciudades costeras?, me gustaría vivir en un lugar como ese —, dice distraídamente mientras tomaba un puñado de palomitas y se las metía en la boca.

— Suena como un lugar bonito.

— Oh, pacifico, me gustaría un lugar así, ¿Seúl es ruidoso no crees?

— Sí, además la contaminación me provoca ardor en los ojos.

— ¡Oh!, y dolor de cabeza —, añade Rosé.

— También —, Su-ji asiente. — ¿Qué seguía después…?

— ¿De qué…?

— La película, ¿la chica y su novio…?

— ¿La de Ethan Hawke? —, Su-ji asintió. — Bueno, ella odia su trabajo, en un museo, su hermana es una lesbiana desastrosa —, luego se ríe como si fuera un chiste interno que Su-ji no capta, pero asiente con una leve sonrisa, porque su risa suena bonita y siguen mascando palomitas, la película sigue corriendo y Rosé sigue sin avanzar en la trama porque se distrae cada cinco segundos con algún suceso minúsculo.

— Eres pésima contando películas —, se burla después de un rato.

— No es eso. No te termine de contar.

— Bueno, última oportunidad, ¿Está bien?

— Sí.

Había una sonrisa victoriosa en su boca que Su-ji quiso borrar con un puñado de palomitas.

— Entonces…

— Ajá, su novio es un fan, digo un híper fan de un músico de rock, que no es tan relevante pero tiene una fanbase bastante comprometida. Él tiene una página donde analiza sus canciones, el músico en cuestión tiene un solo álbum, Juliet, . Ah.

— ¿Qué sucede? —, preguntó Su-ji al ver que Rosé se detuvo y se quedó mirando a la nada por un buen rato.

—Así se llama la película, Juliet, .

— Bonito título.

— No había mucha información así que sus fans inventan muchas historias sobre él. Lo veían como una leyenda, ¿Sabes? —, el relató de Rosie comienza dejar de ser animado. Hay una forma sombría en que sus ojos caen contra la alfombra y en que se queda suspirando en silencioso.

— ¿Qué sucede?

— Nada.

Luego el silencio atemorizante inunda el lugar y a Su-ji no le gusta ese tipo de silencios. Prefiere que las personas hablen sobre las cosas inquietantes que sólo dejar que el silencio les coma los desechos de tristeza. Antes no lo haría, porque era demasiado reservada para hacerlo, aún es reservada en ciertos aspectos, pero una de las cosas buenas que Minho le dejó antes de marcharse era el poder decirlo en voz alta las cosas, incluso si con ellos no funcionó. Ji-ji pensó que en algún momento serviría.

— Lo veían como una leyenda… —, repitió las palabras meditándolas en su cabeza. Luego se giró para estar con la vista hacía el techo. La lámpara era blanca, estaba apagada porque el sol estaba dando sus últimos vestigios antes de abrirle paso a la noche. Tenía el sabor a  mayonesa y palomitas con queso cheddar en el paladar y Notting Hill no estaba siendo una buena opción, pero la idea de que Julia Roberts dijera que no olvides que soy sólo una chica, parada frente a un chico pidiéndole que la ame era tentadora.

Rosé es indescifrable, lo reconoció media hora después de estar tomando esa taza de café junto a Hyeri y su grupo de amigas. No es alguien que hablaría honestamente de sus sentimientos si tuviera que elegir hacerlo. Es reservada y eso le da ese aire sofisticado, porque deja huecos en blanco que las personas llenan, pero, ¿Quién en esta industria es tan honesto como para llenar esos huecos con el público?, Minho dijo una vez cuando la estaban relacionando con un su coprotagonista: “Deja que crean lo que quieran creer, la verdad no lo cambiara”.  Pensándolo mejor, Su-ji no era cercana a Rosé, no sabía ni su color favorito, ni su animal favorito, ni la película que la hacía llorar o la canción que la reconfortaba en los días lluviosos. No sabía nada, sólo la forma en que sus ojos se centraban sobre ella cuando estaba encima suyo o el sabor de sus labios. Incluso el gusto por morderle los hombros. Sólo cosas debajo de las sabanas que no tenían que significar nada.

— Que piensen lo que quieran —, es lo mismo que contestó cuando su gerente, Dabin, le habló cuando el rumor circuló por todo internet. Luego notó los ojos asombrados de Rosé y se atrevió a pellizcarle la mejilla, haciéndola parpadear. — ¿No crees?, que piensen lo que quieran —, volvió a exhalar para sí misma.

— Sí.

Se quedaron mirando el techo antes de que la noche oscureciera las paredes. La televisión alumbraba sus cuerpos y las sombras se deslizaban debajo de ellas. La montaña de palomitas desaparecía a pasos agigantados.

— ¿Qué pasó con Juliet, ?

— El músico se retiró en verdad, vive con uno de sus muchos hijos y su ex novia, bueno él vive en el granero y cuida a su hijo. Es muy buen padre con él. Con los otros tiene una relación complicada, de hecho una de sus hijas está embarazada.

— Eso suena… duro.

— Sí, parece que no está en su mejor momento, como la chica. Ella quiere tener hijos, su novio sólo está interesado en su maldito artista favorito y no le presta atención.

— Ja, me paso—, se burla Su-ji. — Ignora lo de viciado, pero lo de perderse en la monotonía, eso es normal.

— Sí, lo es —, suspira Rosé. — Ella lanza un comentario bastante sarcástico y un poco de odio contra el músico en internet. El músico a veces ve esos foros y le parece gracioso y real, entonces comienzan a enviarse mails. Se hacen amigos.

— ¿Y su novio?

— Ah, él la engaña con una colega, terminan.

Típico.

Su-ji rueda los ojos.

— ¿Al menos se conocen y tienen o?

— Se conocen y casi tienen o. Pero la sensatez los hace desistir, no era el momento para eso, ni siquiera sé si se quedan juntos el final es ambiguo —, frunce las cejas con cierta frustración.

— Como tú.

Se quedan mirando y Rosé asiente.

— Sí, como yo.

Torpemente se vuelven a acercar para besarse. 

Rosé mete la mano debajo de la camiseta de Ji-ji haciendo que se estremezca por la sensación aceitosa de las palomitas y la mayonesa. Sus lenguas se acarician y tienen los ojos muy cerrados dejando que el aire se les vaya. Es justo como bucear, así lo siente y sólo ha buceado una vez en unas vacaciones familiares en la isla Jeju. No llegan a más, porque Rosé lo para alegando que no podría contenerse, pero se queda presionando su cara contra el cuello de Ji-ji.

¿Cómo habían llegado a esto?

Tal vez era más fácil que las miradas asépticas que tenían para darse.

Ya era demasiado tarde. 

Ji-ji llama un taxi. 

Rosé le da una bolsa para empacar su ropa de la noche anterior y cuando la notificación de que el taxi está afuera aparece en su teléfono se despiden.

No se deben nada. Así que sólo es un torpe adiós. Aunque puede ver cómo Rosé juguetea con sus anillos y ella misma se contiene a besarla al menos una vez más. Pensó que sería abrumador hacerlo. Sólo se dio la vuelta y salió del apartamento. Afuera ya no llovía, pero había grandes charcos en las aceras. El taxista estaba taciturno y le abrió la puerta para entrar. Como a veces pasa con la gente famosa, se olvidó de cobrarle la tarifa a cambio de un autógrafo para su hija, que en realidad era fanática de sus últimos dramas. Su-ji aceptó porque olvidó su cartera, no en casa de Rosé, sino en su propia casa.

Cuando se perdieron en las calles de Seúl apoyó la frente con el cristal que retumbaba ante el movimiento del taxi.

Ese rumor sin duda se le había ido de las manos.

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TorresMendoza
Espero que les guste.

Comments

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nishichan
#1
Nice
Kookkne
#2
Chapter 11: Pero qué fue todo este capítulo??? LMAOOO mi estado de ánimo se elevó diez veces con cada cosa que iba leyendo JSJS
Kookkne
#3
Chapter 10: Así que los Bae han pasado por muchas cosas eh, y también son otra cosa, pueden ser tan impactantes en cuanto a su apariencia como también su personalidad. Suzy ha pasado por mucho, espero que paso a paso vaya aprendiendo a sobrellevar todo mejor. Por otra parte autor(a), admito que me quedé en esta historia porque (aparte de lo interesante que es) tiene una etiqueta wenrene, en este cap ese pequeño atisbo de lo que pudo suceder entre las dos me dejó intrigada, tengo curiosidad por saber que fue lo que sucedió entre ellas (aunque también *inserta meme tengo miedo* porque suena a que sucedió algo que no es bonito). La tía Yeol es otra cosa, la parte en la que habla de la ardilla JSJS. A la espera del próximo capítulo 👀
Rose_124 #4
Chapter 9: Mi favorita historia en el momento
Kookkne
#5
Chapter 9: Wow cada vez se vuelve más interesante esta historia, me gusta. Admito que me sorprendió ver que era escrita en español, son escasos los trabajos en nuestro idioma así que me gusta la sensación de saber que el contexto lo puedo entender completamente sin tener la barrera de leer todo en un idioma extranjero y que maneja significados distintos.

Hasta el momento el desarrollo es genial y ver cómo de "odiarse" a luego terminar en una relación para llegar hasta este punto dónde Rosé está conociendo a la familia Bae es un crecimiento que hace que quiera seguir viendo que sucede después. La parte final de este capítulo JAKSK el próximo se ve prometedor, estoy impaciente por la prox actualización autor(a). Gracias por compartir esta historia :D
Noemami123xd #6
Chapter 3: Excelente historia!! Espero tener otro capitulo, tu forma de escribir me encanta!
Pmon21 #7
I loved it, I look forward to the next chapter
ettrrr #8
Chapter 3: No suelo comentar estas cosas pero me sorprendió no ver ningún comentario. Está muy bien escrito, sigue así!